Sòria, Enric

Sòria, Enric

Poeta español nacido en Oliva, Valencia, en 1958.

Licenciado en Historia por la Universidad deValencia, es uno de los más importantes poetas de la literatura

catalana actual, autor de una obra que según sus críticos, “posee los atributos de una de las mejores tradiciones

literarias de todos los tiempos: precisión verbal, contención efectiva, profundidad de reflexión e interés por las

viejas verdades del corazón del hombre”.

Ha sido miembro fundador de la revista Daina y redactor del semanario El temps, desde 1985 hasta 1988.

Actualmente es colaborador del diario El observador.

Ha publicado los libros de poesía «Mirall de miratges» Valencia, 1982, «Varia et memorabilia» Valencia, 1982 y 1988,

y «Compas d’espera» Valencia, 1993. Junto a Heike van Lawick tradujo al catalán «La metamorfosis» de Kafka, 1989.

De sus obras en prosa se destacan: «Trenta anys de cultura literaria a la Safor»1959 – 1990, «Fragments d’un dietari

iniciàtic Barcelona» 1991, y «Sermonari laic» Alzira, en 1994.

Alba

Mira la mar, ¿no ves cómo nos lleva,
soñolientos, hasta la orilla de nosotros mismos?
Todo es camino. La perezosa luz, al despertarse,
levanta atajos de escamosos limites.
Te beso entre esos oros, y el rumor de la mar
es un vasto reflejo del aliento
que mece la caricia. Esta mañana
la brisa de tu cuerpo es otra inmensidad.

Mira la mar. Qué justa semejanza
con los dos, en la mañana inmóvil
y sin embargo frágil como brisa.
Te beso. No sé nada. Te amo como la ola
que hierve entre la arena. Y mi gozo
es una pura llama que el alba multiplica
en encendidas crines que avanzan y se rompen:
una explosión de estrellas en la gloria solar.
La gloria de tu cuerpo espejado en el mío.

Después
la arena no sabrá
qué gozo ardiente la mañana ilumina.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996

Traducción de Carlos Marzal

Alguna cosa

No eran tan sólo cuerpos
aquello que yo amaba, había algo distinto,
alguna cosa, al menos entre los más queridos,
además de la línea perfecta o la sonrisa, tan hermosas.
Sí, es cierto que fueron muy hermosos
los cuerpos que yo amé, a través de las noches,
mucho más que a mí mismo y mucho más que a todo.
Sin embargo, los cuerpos no eran tan sólo amables,
no eran tan sólo hermosos.
Había algo distinto muy amado en los cuerpos.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal



Antro

Allí, en aquel antro oscuro,
que pronto dejará de estar de moda,
en la mesa vecina él lo besaba.
Con qué placer y con qué exaltación
él lo besaba.
Los ojos incendiados, y la urgencia
de los besos aquellos, aquellas contorsiones
de un cuerpo que se vuelca.
La fiebre de la carne y la sed de los labios.
Todo en él me causó admiración.
Y el placer otorgaba
otro sentido nuevo al antro oscuro.

Nosotros, en la mesa vecina, hablamos del Amor,
y los antiguos héroes, alegres.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

Ars longa, vita brevis

Recuerdo muy bien aquella lengua.
Aquella suavidad, aquella forma dulce
y delicada de acariciar la verga, de acunarla.
Amaba mucho aquella gracia suya,
aquellos labios diestros y carnales,
sonrientes.

Al cabo de los años, he olvidado los ojos,
los senos, los tobillos, aquel cuerpo
de belleza común. Fueron pasto del tiempo.
Pero recuerdo bien aquella lengua.
Mi memoria resulta agradecida.

Un proverbio latino nos habla de estas cosas.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

Ars poetica

His little, nameless, unremembered acts
of kindness and love.
Wordsworth

der sússe Glaube
an Wesen, die mein Traum gebar,
der rauhen Wirklichkeit zum Raube,
was einst so schon, so gottlich war.
F. Schiller

Cómo podría no acordarme de vosotras,
tardes anónimas,
vacías como el deseo, cuando en nada descansa.
Las horas en que, altivo,
abandonaba el gris ajetreo del hombre,
buscando la más callada voz,
la que me era precisa.

Tardes solitarias, sólo para mí vivas,
sólo para mi amor llenas y resonantes.
Bajo esa luz, el turbión de los hechos
quiméricamente llegaba a transformarse
en señal de aquiescencia,
tan bella como digna,
y el recuerdo más sórdido era fuente
de un centelleo amable,
si el deseo del tiempo, tan antiguo,
anidaba también, allí, divinizándolo.
Como evocan las ruinas forjadores imperios,
quizá con esplendores que jamás alcanzaron,
y la memoria inventa
falaces espejismos en el ayer desierto,
así yo agradecía las horas y las cosas,
y de una perfección derivé las restantes,
juzgándome, juzgándolas,
con atenta franqueza y la atención
distanciada y tranquila.
Dejando en el olvido los míseros rencores,
asperezas, actos calamitosos, brusquedades.
Así, en las quietas horas,
el mundo y mi destino por fin no parecían
dos seres escindidos, dispersión de fragmentos
en danza inacabable.
Así, la lucidez
edificaba espectros renovados.

Poco duró la farsa.
En el rebaño humano, la pantomima es ley;
y el silencio no encuentra una rendija
en que vivir por el silencio ajeno.
Los hombres pasan, sonámbulos, histriones,
armados de sus vagas creencias y motivos,
con ciega confianza en los objetos.
Del resto, una vez más, el olvido se encarga.

Cómo no acordarme de vosotras,
tardes sin nombre, tardes en que el amor
inventaba palabras convenientes,
palabras que jamás deberían ser dichas por el hombre,
por nadie predicadas.
Igual de inútil que buscar la firmeza en las nubes,
la ternura en las piedras.

Entonces, cuando hablaba a mi solo deseo.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

Balcón interior

Ay, Valencia, capital del olvido
Luis Fernández

No sé si aún te acuerdas;
tenías dieciocho.
Estábamos en casa de un amigo,
en un atardecer del mes de junio.
Bebidos por completo,
buscamos la frescura del balcón.
Valencia era un paisaje de patios interiores,
de grises derrotados.
Un paisaje secreto,
un paisaje tristísimo,
una belleza sórdida,
como una obra de Buero
o la modulación
de un lamento alargado.

Entonces sí gozábamos del tiempo.

No hemos vuelto jamás a aquella casa.
Ni el dueño nos saluda.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

Constatación

No soy mejor que tú, lo sé,
no lo pretendo.
Ni siquiera he inventado el tedio y el cansancio
ni tal vez he escogido apenas uno
de mis hábitos íntimos.

Es inútil, sencillamente, fingir que me interesa
alguna cosa en ti, criatura meramente humana
(como yo al fin y al cabo, que te busco y te ignoro)
más allá del banal enigma de tu cuerpo.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996

Traducción de Carlos Marzal

Conversación nocturna

Hemos hablado hoy mucho,
y saciado la noche de temas que nos gustan:
la Física, el Amor y la Alta Teología.
Ha sido, de verdad, hermosa nuestra charla,
pero ahora estoy cansado.
Ya es hora de apurar bien este vaso
-este daiquiri, el último,
qué color delicioso guardó para el adiós.
Te puedes ir. Desde ahora el alba me acompaña
tal vez mejor que tú.
Vuelve con un poema, mañana, si es que quieres.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

Cuerpo que duerme

Puramente dormida, tranquila, entre mis brazos.
La admiro, la imagino, desconfío.
Intento acariciarla como intento creer
que me es posible amar este cuerpo que duerme
Un cuerpo; una borrosa resistencia a la mano.
Una tibia frontera.

Invento o magnifico espinas de penumbra.
Puramente dormido un cuerpo junto a mí.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

Deseo

Porque el deseo es una pregunta
cuya respuesta nadie sabe.
Luis Cernuda

No decía palabras. Sólo era
dos labios que se abrían expectantes.
No, no decía palabras, tan sólo acariciaba,
lentamente, mientras todo su cuerpo
unas manos distintas lo surcaban.
y allí, entre esas manos, el silencio.

Dos bocas que se juntan,
renuevan el silencio,
y el aliento y la sangre
cobran sabiduría
de algún secreto ardiente e invencible,
como ola encabritada o tensa brida,
un secreto al que callan y otorgan.

Los cuerpos son tan sólo interrogantes
planteados deprisa,
porque no hay más respuesta
que no sea respuesta de unos labios abiertos,
que no sea de un cuerpo,
cuando un cuerpo es propicio.
El amor también es una sombra
que busca entre las sombras
otro cuerpo silente.

No decía palabras.
Tan sólo se entreabría
a una imperiosa    voz no articulada.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

El poeta revuelve cajones

Recuerdo o espina lenta, amor; te pienso
Joan Fuster

Amo tu adolescencia postergada:
menosprecio, carencias, soledad,
la absurda metafísica infligida,
para lograr que fueras
otra resignación gris del montón,
jugando encadenada, en un patio perpetuo de colegio.
Qué fácil es leer las fotos viejas.

Amo esa mirada muerta de las fotografías,
los desiertos que esconde, las apagadas quejas, la plegaria.
Qué tristes quince años, qué belleza.
Cuánta desolación habrá sido precisa
para cristalizar una mirada así
(cuánto amo esa mirada que eres tú,
trampa trivial, lo sé, de la fotografía).

Ahora, esa mirada es mía, como es mía
la voz de los amigos muertos ya,
algún cielo de Brueghel
y algún verso de Borges, algún cuerpo,
y nuestro desamor, y este poema.
Talismán espinoso que soporto, y que me da soporte:
la sombra más leal en la orilla del tiempo.

Cuánto has cambiado.
Qué fatuamente impúdicos
nos han vuelto los años,
y la vertiginosa continuidad de los gestos.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

Espera

Espera, que no es hora
de nada imprescindible. No te marches.
Que el sol ahora acaricia, y en la playa
el rumor de las olas se acerca solitario.
Ven, que andaremos cogidos entre las alquerías
y hablaremos de todo como si lo creyéramos
y el amor en los besos también será creíble.
Ven y pasearemos entre cosas amigas,
plácidamente unidos, como los que se aman.
¿No adivinas qué atardecer diáfano
a la orilla del agua, en nuestra misma mesa,
embriagados de vino y de presencia mutua,
preludio ya de abrazos en el frescor nocturno?

Ven, que hallaré para ti
las flores que te harán aún más bella,
los gestos más amables, un sentido a las cosas.
Todo aquello que solo jamás yo encontraría.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

Habitación con luz

He estado, casualmente, delante de la casa,
y la luz encendida dibujaba una sombra
en la ventana abierta.

Nos amábamos mucho en esa habitación,
con un amor amigo del grito y del teatro,
amor hecho de abrazos y mentiras excelsas.

Alguien vive ahora allí
-quizá un cuerpo bellísimo-,
alguien que no eres tú.

No nos amamos ya
(cuánto amor ha pasado, quién nos lo iba a decir.
Y no nos ha quedado el menor rastro).

Y sin embargo, en la luz encendida,
entre sombras extrañas,
aquel amor hondamente perdura.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal


Por ti

Dices que ya has hecho el amor con ciento veinte cuerpos
(y has arreglado el tuyo, según dices)
contando las mujeres y los hombres.
Te gusta pregonarlo,
y pasear ese sentido higiénico del mundo
por encima de cosas y de seres.
En cambio yo, ya ves, casi un monógamo
(perversión que a menudo me fastidia)
me sé idéntico a ese amante voluble
que busca cada noche en un cuerpo distinto
aquello que no cambia;
a los adolescentes, cuando rondan
la Alameda en la noche, o a los místicos
que saben de otro amor y de otros medios:
o a gigolós y a putas.
Pero no a ti, en nada a ti, jamás a ti.
Yo comparto con ellos un idéntico espasmo,
un idéntico miedo, una ansiedad idéntica
y una idéntica e indiferente lasitud.
Una belleza bronca se nos revela idéntica,
esa grosera, flaca, y siempre esquiva, realidad del amor
(la gracia verdadera de la vida). Una idéntica
burla nos aguarda al final. Divina, sí.
En cambio, tú, que del amor has hecho
una lista de nombres, una absurda terapia
sin dioses ni deseos,
no te atrevas a hablarme.

Ya tienes tu castigo.
El amor, para ti, jamás será una ofrenda.

**

Nos uníamos
como bocas o sexos
sin fisura ni sombra.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

Qué difícil

Qué difícil resulta levantarse
y mirar otro cuerpo, tan nuevo todavía,
con una amarga serenidad de grieta.
Conocido de anoche. Tan sólo y para siempre.
Anoche, el desvarío… Juntos en un espasmo,
comunidad de llama, trenza carnal. Anoche.
Ese cuerpo distante que se espabila y tú
dejando una palabra, lastre, sobre las sábanas.
Qué difícil resulta levantarse,
la ducha, la gillette, y como un rito
el orden apagado de la ropa.
Por siempre y para siempre. Noches. Amaneceres.
y noches otra vez. Y pesadumbre.
Se pierde alguna cosa en el cuarto que dejas.
Siempre pasa.

Un gesto, una mirada, un abrazo indolente,
tiembla por los pasillos mientras la luz se impone.
Hoy, nuestros gestos diarios nacen con añoranza,
siempre pasa. Es el sueño. Alguna broma
flota como en un frágil puente oscilatorio.
Un beso. Alguna risa.
Fins aviat. Ens tornarem a veure. -Fins aviat.
La puerta. El ascensor.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal



También

También habría que llamarla Lesbia,
por más de una razón, Catulo amigo.
Podrían encontrarse otras similitudes.
Tú y yo, que nos vendemos por elogios
y sonrisas falaces, en callejas y esquinas,
nunca perdonaremos su peculiar pureza.
Catulo, nuestra Lesbia no merece un mal verso.
Aun así, los escribo,
movido, como tú, por un prurito
de tradición retórica.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal


Tarde

Contigo, como siempre, tengo esta sensación
de transcendente y contagioso hastío
-la elaborada forma en que me ignoras-
y esta esperanza mía tan inútil
que promueve reencuentros y viejas cortesías.
Una palabra tuya, y acudo, como siempre,
contento incluso de que me llamaras.
Otro error más, seguro.
Por ti me engaño más de la que me conviene.

Los besos grises, las miradas grises,
los amores grises,
del gris de la ceniza,
el gris de las metáforas gastadas,
estériles por siempre,
me son la merecida recompensa.

Como dos sombras o dos copas vacías,
desandamos Valencia
-sin jardines ni flores; sí, Valencia-
toda una larga, interminable tarde.

Una ceniza gris, menos que nada;
este amor trasnochado no se estila.
Una parodia gris en el olvido,
esta tarde que nada hace inmortal.

De “Andén de cercanías”, Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

Un cuerpo

Un cuerpo preciso
como un teorema.

Cuerpo de piernas rectas, delineadas,
con la tensa armonía de un compás.
Cuerpo de líneas claras, luz y límite.
Tan angustioso y bello como los teoremas.

Delante de mí, ahora,
bajo cualquier excusa.