Category Archives: Mejico

López Velarde, Ramón

López Velarde, Ramón

Poeta y escritor mexicano nacido en Jerez de García Salinas, Zacatecas, en 1888.

Desde muy joven empezó a incursionar en el campo de la literatura escribiendo en algunas revistas de su provincia.

Recibió su título de Abogado en 1911, radicándose en Ciudad de México donde se dedicó de lleno a colaborar

con poemas, ensayos y crónicas en revistas importantes de la capital. Contribuyó al cambio y orientación

de la poesía mexicana, convirtiéndose en uno de los precursores de la poesía contemporánea de su país.

A su primer libro, «La sangre devota» publicado en 1916, le siguieron «Zozobra» en 1919 y poco antes de morir,

«La suave Patria» en 1921.

Después de su muerte, acaecida en 1921, su obra fue recogida en dos importantes publicaciones:

«Son del corazón» y «El minutero»

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Lizalde, Eduardo

Lizalde, Eduardo

Poeta, narrador y ensayista mexicano nacido en Ciudad de México en 1929.

Estudió Filosofía y música en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Es uno de los grandes exponentes de la actual poesía mexicana. Ha ocupado diversos cargos en el campo universitario,

artístico y cultural. Hizo parte del grupo poético fundado en compañía de Enrique González Rojo y Marco Antonio

Montes de Oca. Fue director de la Casa del Lago de la UNAM, director general de Publicaciones y Medios de la Secretaría

de Educación Pública, y director de Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes. Actualmente dirige la Biblioteca

Nacional de México.

Su obra poética iniciada con “La mala hora” en 1956, fue seguida por otras publicaciones entre

las que se destacan, “Cada cosa es Babel” en 1966, “El tigre en la casa” en 1970, “La zorra enferma” en 1974,

“Caza mayor” en 1979, “Tabernarios y eróticos” en 1989, “Rosas” en 1994 y “Otros tigres” en 1995.

En 1984 le fue concedida la beca de la Fundación John Simon Guggenheim.

Su obra ha sido distinguida con importantes galardones: el Premio Xavier Villaurrutia en 1969,

el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes en 1974, el Premio Nacional de Lingüística y Literatura en 1988,

y el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde en 2002

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Leduc, Renato

Leduc, Renato

Poeta, escritor y periodista mexicano nacido en Tlalpan en 1895.

Estudió Jurisprudencia en la Universidad Nacional de México.

Colaboro en periódicos y revistas culturales escribiendo poesía, cuentos y crónicas. En 1935, apoyado

por la Secretaría de Hacienda, viajó a París donde se dedicó a perfeccionar su estilo literario entablando

amistad con varios escritores surrealistas.

Entre sus principales obras poéticas se encuentran «El aula» en 1929, «Algunos poemas deliberadamente

románticos y un prólogo en cierto modo innecesario» en 1933, «Breve glosa al Libro de Buen Amor» en 1939,

«Desde París» en 1942, «XV fabulillas de animales, niños y espantos» en 1957 y «Catorce poemas burocráticos

y un corrido reaccionario, para solaz y esparcimiento de las clases económicamente débiles» en 1963.

Murió en Ciudad de México en 1986.

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Labastida, Jaime

Labastida, Jaime

Poeta, periodista y ensayista mexicano nacido en Los Mochis, Sinaloa en 1939.

Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México, también realizó allí estudios de postgrado

y ejerció como profesor. Formó parte del grupo literario La Espiga Amotinada, fue director de la revista Plural y presidente

del Instituto Mexicano-Cubano de Relaciones Culturales. Actualmente es Miembro de Número de la Asociación Filosófica

de México, Miembro de Número de la Academia Mexicana de la Lengua y director de Siglo XXI Editores.

Ha publicado, entre otros libros, “El amor, el sueño y la muerte en la poesía mexicana”, “La palabra enemiga”,

“Elogios de la luz y la sombra”, “Humboldt, ciudadano universal”, y “Cuerpo, territorio, mito”.

Parte de su obra poética está contenida en “El descenso” 1960, “La feroz alegría” 1965, “A la intemperie” 1970,

“Obsesiones con un tema obligado” 1975, “Las cuatro estaciones” 1981, y “Dominio de la tarde” 1991, integradas en el volumen “Animal de silencios”.

Ha sido galardonado con importantes premios, entre los que se destacan, Premio Tuxtla Gutiérrez 1980,

Premio Internacional de Poesía Ciudad de la Paz 1981, Premio José Fuentes Mares 1987, Premio Nacional de Periodismo 1992,

y Premio López Velarde 2007.

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Huerta, Efraín

Huerta, Efraín

Poeta mexicano nacido en Guanajuato en 1914.

Fue periodista profesional y crítico cinematográfico. Perteneció a la llamada “Generación de Taller”, agrupación

marcada por la guerra española. Su poesía, unas veces revolucionaria y otras tierna, está impregnada de sentimientos

extremos que fluctúan entre la protesta y el amor.

De sus libros publicados vale la pena mencionar, entre otros, a «Fábula», «Géminis», «Metáfora» y «Pájaro Cascabel».

Murió en la Ciudad de México en 1982

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Hernández, Francisco

Hernández, Francisco

Poeta mexicano nacido en San Andrés Tuxtla, Veracruz, en 1946.

Es una de las voces representativas de la nueva poesía mexicana.

Su poesía es muy versátil y maneja con igual vigor los temas sensuales, el humor negro y la añoranza.

En 1982 obtuvo el Premio Nacional de Poesía de Aguascalientes, en 1993 el Premio Carlos Pellicer para Obra publicada

y en 1994 el Premio Xavier Villaurrutia. Actualmente es becario del sistema nacional de Creadores de Arte del FONCA.

«Gritar es cosa de mudos» en 1974, «Portarretratos» en 1976, «Textos criminales» en 1980, «Mar de fondo» en 1982,

«Oscura coincidencia» en 1986, «El ala del tigre» en 1991 y «Antojo de Trampa» -selección de su obra- en 1999,

son sus obras más significativas.

 

A estas palabras menudas…

-A estas palabras menudas se las va a llevar

la trampa, me aseguras.

Y añades en voz baja:

-Ojo con el hoyo hirviente

de las bellas bailarinas tramposas.

 

Ahora, rojo es el lenguaje…

Ahora, rojo es el lenguaje,

rojo como mi lengua cuando pasa

sobre la flor labiodental del flamboyán.

Ahora, tu cara es roja,

roja como cuando se enfrenta

a la rubicundez arrugada de mi cara.

Ahora, más que nunca,

rojo antojo de tus grandes ojos.

(Sobre una llave de agua, canta un gallo

blanco a punto de enrojecer.)

 

 

Desnuda eres como una calle…

Desnuda eres como una calle

subes, te abres, serpeas, te angostas,

doblas, sigues mis pasos y desembocas.

 

 

El amor, rodeado casi siempre por un antojo…

El amor, rodeado casi siempre por un antojo

de olvido, avanza resuelto hacia las trampas

creadas para cazar osos con piel de leopardo

y serpientes con plumaje de cóndor.

Y el amor sobrevive a las heridas y ruge,

voladora, la envidia de los venenosos.

 

 

En las trampas de los ojos…

En las trampas de los ojos

el paisaje y su escritura verde,

la tierra y su amor calizo,

la luz y sus remolinos amarillos.

El tránsito hacia los escalofríos,

hacia el vestido recto de la noche,

hacia el agua embriagante de la cercanía.

La plenitud de tu flor abierta

en el espejo, de tu cintura encerrada entre mis manos,

de tus labios en el lugar común

de mi nombre completo.

 

 

Extraño tu sexo. Piso flores al caminar y extraño tu sexo…

Extraño tu sexo. Piso flores rosadas al caminar y extraño

tu sexo.

En mis labios tu sexo se abre como fruta viva, como voraz

molusco agonizante.

Piso flores negras al caminar y recuerdo el olor de tu sexo,

sus violentas marejadas de aroma, su coralina humedad

entre los carnosos crepúsculos del estío.

Piso flores translúcidas caídas de árboles sin corteza

y extraño tu sexo ciñéndose a mi lengua.

 

Fantasma

Amo las líneas nebulosas de tu cara,

tu voz que no recuerdo,

tu racimo de aromas olvidados.

Amo tus pasos que a nadie te conducen

y el sótano que pueblas con mi ausencia.

Amo entrañablemente tu carne de fantasma.

 

 

Gota

Una gota de anís

resbala por tus muslos

con la indiferencia

de un barco que se aleja.

Suena el color dorado en las orillas del ojo,

del mar del ojo, del mal de ojo.

Sueña una imagen color naranja

con ser, eternamente,

una perseguidora quintaesencia.

Por eso, a las trampas del ojo

me encomiendo.

Y me inflamo, por si llegan a tiempo

las pesadillas del cristalino.

 

 

Habla Scardanelli

I

Cómo cantarte, Diótima, sin vino

y con el piano mudo que a señas me congela.

Cómo describir, en su cadencia, tus lentas ceremonias

si no puedo beberte de mi vaso,

si no te me atragantas rumorosa,

si la botella rota no conserva tu ardor

ni los reflejos.

No hay alcohol, amantísima Griega de voz noble,

comparable a tus claras humedades:

las de tus ojos grandes y en destierro,

las de tus frescas lágrimas fingidas,

las de tu vientre ajeno que humea bajo la lluvia.

Cómo cantarte con la garganta seca,

cómo vivir si no puedo beberte devorándote,

cómo sorber tus músculos tirantes

de alta mujer bandera entre los hombres

si ya no estás emparedada en vidrio,

si resulta imposible pulverizar tus huesos.

Brilla perfecto el sol de los nocturnos.

El veneno en silencio merodea.

La quietud con sus fauces me rodea.

 

II

Cómo nombrarte, Diótima, sin vino en la mar alta.

Se resecan los vocablos innobles,

se agrieta la faringe bajo esta

sobriedad de hachazos,

no soportan tus lóbulos carnosos

mis huecas oraciones caídas del fermento.

Qué soledad más triste la del sobrio.

De la luz amarilla se desprende un tropel

de gnomos enyesados.

Abro la boca para que mis gritos

se adornen con vómitos o maldiciones

y las encías supuran

una dulce canción por la embriaguez perdida.

Cómo nombrarte, Diótima, si no soy el ahogado

amanecido en el centro de tu calma.

 

 

La primera mujer que recorrió mi cuerpo…

La primera mujer que recorrió mi cuerpo

tenía labios de maga: labios verdes y azules,

con sabor a fruto silvestre,

con señales indescifrables como la miel o el aire.

Muchas veces incendió mis cabellos con siete granos y

siete aguas, con ensalmos que sonaban a campanillas

de barro, con nubes de copal que se mezclaban al embrión

que recorría mi frente coronada por ramos de albahaca.

Toda la noche ardía la pócima bajo mi cama.

Al día siguiente, un niño nacido después de mellizos

la arrojaba al río, de espaldas, para no ver el sitio

donde caía ni el vuelo repentino de los zopilotes.

Entre tanto, mi madre me contaba

lo que Colmillo Blanco no sabía de la nieve

y el recuerdo del mar era un espejismo bajo la sábanas.

 

 

Las gastadas palabras de siempre

Déjame recordarte las gastadas palabras de siempre,

los armarios que encierran la humedad de los puertos

y el sabor a betel que dejas en mis labios

cuando desapareces en el aire.

Déjame tender tu cabello a la sombra

para que la penumbra madure como el día.

Déjame ser una ciudad inmensa, un bote de cerveza

o el fruto desollado ante la espiga.

Déjame recordarte dónde me ahogué de niño

y por qué hace brillar mi sangre la tristeza.

O déjame tirado en la banqueta, cubierto de periódicos,

mientras la nave de los locos zarpa

hacia las islas griegas.

 

Mariposa

Tu sexo,

una mariposa negra.

Y no hay metáfora:

entró por la ventana

y fue a posarse

entre tus piernas.

 

 

Mayo se hizo presente y las nubes entraron…

Mayo se hizo presente y las nubes entraron

a la casa tomando posesión de los floreros.

Te imagino con la cara lavada en una mecedora, puliendo

monedas de oro. El escaso viento palúdico

me trae un olor a camarones vivos, a tehuanas

con frialdad de cerveza en los aretes.

Un perro iluminado por Toledo trata de morder

tus tobillos. Las monedas de oro caen sobre el

mosaico y dan con el canto en el origen de

los ladridos.

Todo se dispersa. Mayo se deja encadenar por el

pintor, y el artista y el mes se van con sus

resplandores a otra parte.

Junio se hace presente con sus altanerías.

Es decir, con sus fechas de muerte, rabia y nacimiento.

 

 

Mis manos en tu espalda…

Mis manos en tu espalda

desconocen la artritis

y las sombras de la deformación.

Mis manos, en tus muslos,

no piensan en un río

ni en la inconsciencia de la navegación.

Mis manos, en tus manos,

no extrañan cuello alguno

ni se avergüenzan

de un antojo de trampa,

de una esperanza de mutilación.

 

Muero por deslizar, verticalmente…

Muero por deslizar, verticalmente,

mi lengua entre tus labios.

Por humedecer, horizontalmente,

el imposible rencor de tus encías.

Se me antojan tus ojos cuando,

repletos de placer, miran empavesados

espejismos.

Desnúdate. Blanquea la oscuridad.

Ya crecieron mis uñas.

Ya encaminadas van hacia tus labios.

 

 

Nubes a lo lejos…

Nubes a lo lejos,

sobre el hilo tenso de la carretera.

Frente a nosotros,

manos azules desanudando

el hilo tenso de la carretera.

Puestos a secar,

tus deseos cuelgan

del hilo tenso de la carretera.

 

Otro día sin verte, sin poner mis pupilas…

Otro día sin verte, sin poner mis pupilas

encima de tus trampas.

Quiero decir: encima de tus rodillas sin cicatrices,

de tus labios amameyados, de tus afiladas

rencillas rojas, de tus palabras claves

que continuamente preguntan si te entiendo.

Otro día sin verte, otras horas

de amarte a cielo abierto,

de acariciarte en un aire ya sujeto

por mi collar de uñas enterradas.

 

 

Palabras de la griega

No me guardes en tu imaginación.

No me pienses.

Tus ojos están llenos de espléndida ponzoña.

No me mires.

Que mi saliva te inunde la garganta.

No me asfixies.

Deja de agusanar mi mente confundida.

No me pudras.

Guarda mis incisivos en una caja de plata

pero no te arrodilles ante sus resplandores.

No me reces.

Que mis ropajes no sirvan de velamen

a los navíos sin patria.

No me rasgues.

Que mis coágulos no vivan en tus uñas

ni en los nudillos que derriban templos.

No me maldigas.

En la herida la sal halle su suerte.

Gutiérrez Nájera, Manuel

Reseña biográfica

Poeta, periodista y ensayista mexicano nacido en Ciudad de México en 1859.

Inició su carrera literaria desde los dieciséis años de edad, dando a conocer sus escritos en la prensa bajo numerosos seudónimos.

La influencia que ejercieran en él los poetas franceses Théofile Gautier y Paul Verlaine, lo convirtieron en el precursor de la poesía Modernista marcando la transición desde el Romanticismo.

Cultivó además la crítica literaria y teatral empleando un lenguaje de gran personalidad expresiva.

Su principal interés radicó según sus palabras, en “expresar los pensamientos franceses en versos españoles”, versos cuya trascendencia sólo se observó después de su muerte, acaecida en el año de 1895. Continue reading

Gorostiza, José

Reseña biográfica

Poeta mexicano nacido en San Juan Bautista, hoy Villahermosa, Tabasco, en 1901.

Su vida se repartió entre la literatura y el servicio público. Junto con Xavier Villaurrutia y Carlos Pellicer fue uno de los miembros más destacados del grupo de los «Contemporáneos », movimiento que trató de recuperar el carácter universal de la poesía.

Gorostiza representa la tendencia más puramente espiritual, instalada en la belleza formal y el simbolismo.

«Canciones para cantar en las barcas » y «Muerte sin fin », son sus obras más representativas.

Falleció en 1973. Continue reading

González Martinez, Enrique

Reseña biográfica

Poeta mexicano nacido en la ciudad de Guadalajara en 1871, donde estudió y ejerció como médico. En 1911 se trasladó a la ciudad de México y ese mismo año ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua.

Encabezó la depuración simbolista del Modernismo, rechazando las temáticas excéntricas. Fundó la revista Argos y ocupó destacados puestos políticos y diplomáticos.

Su obra poética se resume en las siguientes publicaciones:

«Preludios», «Lirismos», «La hora inútil», «Silenter», «Los senderos ocultos» y «La muerte del cisne».

Falleció en 1952. Continue reading

Gonzalez de León, Ulalume

Reseña biográfica

Poeta mexicana nacida en Montevideo, Uruguay, en 1932, nacionalizada en México desde 1948.

Aunque estudió en el Lycée Francais, desde sus cuatro años, fue introducida por sus padres, los poetas Sara de Ibáñez y Roberto Ibáñez, en la poesía de lengua española.

Aprobó su bachillerato a la edad de 15 años y medio, y con una beca del gobierno de Francia, inició en la Sorbona una Licence libre con materias de literatura y filosofía, que completó como oyente en la UNAM y en El Colegio de México.

Esencialmente poeta, ha escrito también libros de cuentos, y ha publicado antologías de diversos poetas traducidos de cuatro lenguas, entre ellos, Elizabeth

Bishop, Ted Hughes, E. Cummings, Valery Larbaud, Camoens e Yves Bonnefois.

«Plagios» reúne los siete libros de poemas escritos de 1968 a 1979.

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