Cataño, José Carlos

Reseña biográfica

Poeta, novelista y ensayista español nacido en La Laguna, Islas Canarias, en 1954.

Comenzó estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife y más tarde

se licenció en Filología Románica por la Universidad de Barcelona. Vivió por corto tiempo en Marruecos, Israel y Martinica, regresando posteriormente a Barcelona donde reside actualmente.

Es colaborador habitual en diversas publicaciones internacionales, tales como, Atlántica Internacional de las Artes, Àrtics, Clarín, Gaceta del FCE, Ínsula y Letras Libres,

Ha llevado a cabo una intensa labor en aras de la difusión de la cultura canaria, presentando escritores y artistas a través de instituciones culturales de la Generalitat de Catalunya y de la Fundación La Caixa.

En 1974 obtuvo el Premio de Edición Benito Pérez Armas de Novela con “El exterminio de la luz”. Es autor, entre otras obras, de “Jules Rock” en 1973, “Disparos en el paraíso” en 1982, “Muerte sin ahí” en 1986, “El cónsul del mar del Norte” en 1990, “A las islas vacías” en 1997, “En tregua” en 2001, “El amor lejano” -Poesía reunida, 1975-2005- en 2006 y “Desdende” en 2007.

AMORES ILUSTRES

Yo también podría decir algo acerca de eso. Guardaos

vuestras estrellas polares, vuestras interminables

noches de amor, vuestras damas exquisitas, vuestras

hembras calientes como una mañana por Nyangabulé.

Tanto me da.

Acaso el amor sea el instante en que tiemblan dos

cuerpos demorando derramarse el uno en el otro, los

ojos en los ojos, la lengua en el secreto previo al

desfallecimiento.

Su rostro no era hermoso y era persona de pocas

palabras. Tenía desde noviembre no sé qué semilla en

agua, y ayer, como quien dice, se convirtió en un

tallo finísimo, imparable, en la alegría de la casa.

Tanto me río de lo que sobrevive al verano, que ya sé

lo que es suficiente.

De “El cónsul del mar del Norte”, 1990

CONCÉDENOS, OH SEÑOR

CONCÉDENOS, oh señor, la medida de nuestro infierno

O, si no, una lucidez para vivir tranquilos.

No esta desazón de la barca sin mar

Ni puerto que la ampare?

Que el amor también ha muerto.

Haz de nosotros

Tu pasto de sabiduría. Sángranos hasta amasar

La alegría de la sangre con lo que del dolor nos

queda.

Configura nuestro cuerpo único

A la medida de nuestra muerte única.

De “Disparos en el paraíso”, 1982

EL AMOR LEJANO

INMÓVILES os abandoné

De cara a la desafiante luz de entonces.

Si vuelvo

Sin voz miráis

En el fondo cada vez más lejano

De aquello que envié en mi busca?

Que conmigo partió a la deriva.

Si vuelvo

La vista atrás

Una enamorada constelación me aleja

De las palabras.

De “Disparos en el paraíso”, 1982

ELEGÍA MARINA

Imperceptible, un sol

Declina por las ramas de la costa

Hasta las ondas de poniente

Que agitan los insectos.

Aquí reposa el cuerpo en la húmeda

Tierra de la memoria.

Un grito hubiera roto la distancia.

El único retorno

Murmura en lo más alto de la densa arboleda

De eucaliptos bajo el cielo cubierto. La sombra

Del volcán vertida al mar es el último mar

Que se cierra a los ojos en medio de un gran sueño.

El mar que penetraba por el borde más alto

Del sol, será el último mar

Para dorar tu frente. Como

Si el mar que terminara

de un golpe

Cumpliera tu figura

De “Disparos en el paraíso” 1982

EN NOVIEMBRE

Al fondo de esta tarde de tormenta

Nada huye del sabor a duelo

En las nubes que pasan.

La confianza de que vendrá

Otro amanecer, la cabaña

Entre los sombríos redobles

Del viento,

Como invitando a danza

O fin de asedio.

No puedo darte nada más

Que este ahora de todo en abandono,

Como si cumpliera una respuesta o un deseo

Que ya no importa.

Montón de labios, presencia de cosas

De repente, vislumbres que se apagan,

Desolada siembra en los bordes de la crecida

Avalancha que trastoca y confunde,

Y todo lo inunda, y también termina.

De libro inédito

EN ZANZÍBAR NO HAY TRABAJO

Carece de importancia cómo dicen que me llamo.

Carece de importancia la reputación que me sostiene.

El primer cuerpo con que tropiece será el primero y el

más hermoso, si no quiero morir bajo un montón de

lealtades.

El auténtico perdedor debe de ser un ganador nato,

pues sólo así se entiende la insistencia, la

meticulosidad que pone en la derrota.

Nada, nada es en vano. Todos cumplen con su deber,

todos tienen razón. Soy lo que me he dejado hacer y

valgo lo que la longitud de un sable.

Después de todo, la vida es un puente hacia la verdad,

cuyo peso se enamora del abismo.

De “El cónsul del mar del Norte”, 1990

FUERA DE JUVENTUD

FUERA de juventud

Nace la vida verdadera.

Infancia sólo es tierra,

Ya sólo tierra lo que beso.

Si yo abro la memoria

El aire allí su tumba encuentra.

De “Disparos en el paraíso”, 1982

LIGERO COMO EL CANTO

LIGERO como el canto que no acaba

Se ondula tu recuerdo en el verbero.

Regresa y es el mismo.

Despierto y no es un sueño,

A tu vuelta inocente encadenado.

La voz no sabe lo que canta.

Tallas mi vida y no lo advierto.

Hablo,

Y siempre ignoro de quién hablo.

De “Muerte sin ahí”, 1986

NOS OBLIGARON A OLVIDAR

Nos obligaron a olvidar

Dónde estábamos

Tan sólo dónde estábamos.

¿Es mi patria la lengua?

¿Habita

En la ciudad que ya no existe?

En la memoria,

Silencio de un cielo sin despedidas.

Al pie de otro volcán,

¿Hay patria que cantar?

Trazamos

El color de la sombra

De los cuerpos ausentes y nombramos

Lo que la aviva

Con los restos de los borrados

En la lengua de sus verdugos.

De “En tregua”, 2001

NUBES EN LA NOCHE

Nubes vanas en la noche,

Así pasan las palabras

Por la aurora irreversible de las cosas.

Todo pensar se declina

En el grito oscuro de lo pleno.

Y yo entre las vorágines te buscaba

Como si así pudiera con tu rescate

Cumplir un luminoso pasado.

De “A las islas vacías”, 1997

POR SALVARTE DEL HORIZONTE

Por salvarte del horizonte

Enterré mi cuerpo una tarde de mar en furia,

Incluso sin vestigio

De isla fatal,

que a ti y a mí

Debió a lo lejos de iluminarnos.

Ausencia y temblor enhebré,

Ceguera e ignorancia en cruz,

Por hacer entera en mis ojos

Tu primera mirada.

De “En tregua”, 2001

PROEMIO AL ABRAZO

SI fuésemos algo

Seríamos dos abismos,

Nada más que dos abismos?

En el tuyo arrojaría

La sombra vertiginosa de mi ser.

De “Disparos en el paraíso”, 1982

SENSACIÓN DE LA DISTANCIA

VIENDO el revuelto manojo de las palmas

Acuciadas por las sombras multiformes

Siento en el combate la blancura de tu imagen,

Los suaves y agitados muslos cuando

Con la fuerza de mi aliento los palpaba.

De “Disparos en el paraíso”, 1982

SIEMPRE SERÁS PARA UN AMOR LEJANO Y ESCONDIDO

A lo mejor uno se enamora para la despedida, para

cuando llega la estación seca y los hombres se besan a

la luz de Venus.

A lo mejor, para que aquella frase (tu cuerpo húmedo

contra el cual aprieto el mío recobra los días que se

fueron) subraye que estás solo.

Pero cuando surja de nuevo ?la veranda llena de

alegría, los cuerpos abrazados girando en la

penumbra?, volverás a decir:

Luz del instante, tus ojos. En ellos me veo por

primera vez.

No vengas con más mentiras, malasangre.

De “El cónsul del mar del Norte”, 1990

Tu casa ahora

Tu casa ahora es la celeste,

El cielo desplomado bajo el agua,

Casa del padre que apenas ha sido,

Sólo un puñado de reflejos

Traídos y llevados por el aire,

Todo el cielo amansado,

Por encima y por debajo del cielo,

Tu imagen en las olas que se vierten,

Todo el mar en silencio,

Las olas deshojadas, sin volumen,

Todo el mar sin sabor,

Entero, ignorándose.

Enséñame la luz,

Enséñame el valor de la luz, tú, que no sabes.

De “En tregua” 2002