Rojas, Fernando de

Rojas, Fernando de

España (1465-1541)

Lucrecia

Oh, quién fuese la hortelana
de aquestas viciosas flores,
por prender cada mañana
al partir a tus amores.

Vístanse nuevas colores
los lirios y la azucena;
derramen frescos olores
cuando entre por estrena.

Alegre es la fuente clara
a quien con gran sed la vea;
mas muy más dulce es la cara
de Calisto a Melibea.

Pues aunque más noche sea,
con su vista gozará.
¡Oh cuando saltar le vea,
qué de abrazos le dará!

Saltos de gozo infinitos
da el lobo, viendo al ganado;
con las tetas los cabritos;
Melibea con su amado.

Nunca fue más deseado
amador de la su amiga;
mi huerto más visitado,
ni noche tan sin fatiga.

Lucrecia y Melibea

Dulces árboles sombrosos,
humillaos cuando veáis
aquellos ojos graciosos
del que tanto deseáis,

Estrellas que relumbráis,
norte y lucero del día,
¿por qué no le despertáis,
si aún duerme mi alegría?

Melibea

Papagayos, ruiseñores,
que cantáis al alborada,
llevad nueva a mis amores
cómo espero aquí asentada.

La medianoche es pasada
y no viene:
sabedme si otra amada
lo detiene.