Cadenas, Rafael

Reseña biográfica

Poeta, traductor y catedrático venezolano nacido en Barquisimeto, Lara, en el año de 1930.

Desde muy joven se inclinó por la literatura y acogió tempranamente el riesgo político. Por su militancia comunista se exilió en Trinidad y sólo regresó a Caracas en 1957.

Trabajó como profesor de literatura inglesa y española. Ha viajado además por diferentes países de América y Europa y ha traducido a Lawrence, Nijinski, Whitman, Cavafy y otros.

Dueño de un lenguaje mágico y depurado, su obra lo sitúa como uno de los grandes exponentes de la poesía modernista hispanoamericana.

De sus libros de poesía y ensayo merecen destacarse, “Los cuadernos del destierro” en 1960, “Falsas maniobras” en 1966, “Memorial” en 1977, “Intemperie” en 1977, “Anotaciones” en 1983, “Amante” en 1983, “Dichos” en 1992, “Gestiones” en 1992 y “Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística” en 1995.

Recibió la beca Guggenheim en 1986 y el doctorado Honoris Causa de la Universidad Central de Venezuela.

Su obra ha sido galardonada con premios importantes entre los que se cuentan el Premio Nacional de Ensayo en 1984, el Premio Nacional de Literatura en 1985, y el Premio San Juan de la Cruz en 1991.

De “Una Isla” 1958:

1. Coney Island

Rosa de claras risas

que golpea siempre

un mismo jirón de luz

y a un blanco río

de trópico que duerme

va girando,

girando

en la noche

amante.

* * *

2. Escribiste: “Estos muros se hacen transparentes cuando te siento.

Mañana traigo los libros.

Te besa”.

Mi libertad había nacido tras aquellas paredes. El calabozo núm. 3

se extendía como un amanecer. Su día era vasto.

El pobre carcelero se creía libre porque cerraba la reja, pero

a través de ti yo era innumerable.

* * *

3. Vengo de un reino extraño,

vengo de una isla iluminada,

vengo de los ojos de una mujer.

Desciendo por el día pesadamente.

Música perdida me acompaña.

Una pupila cargadora de frutas

se adentra en lo que ve.

Mi fortaleza,

mi última línea,

mi frontera con el vacío

ha caído hoy.

* * *

4. Sola,

insegura,

apremiante

palabra,

casa sin atavío.

Para ella desearía

la fuerza

de los árboles.

* * *

5. Te extiendes, camino de arena, más suave que la memoria de un ciego.

Salimos a recorrer la ciudad.

Tú te tiendes sobre una tibia hojarasca,

Más tarde me encuentras, tocas mi hombro y te vuelves noche.

* * *

6. Tú que caminas esta noche en la soledad de la calle, vas llena de besos que no has dado.

Del amor ignoras la escritura prodigiosa.

Aunque no me conoces, en mi cuerpo tiembla el mismo mar que en tus venas danza.

Recibe mis ojos milenarios, mi cuerpo repetido, el susurro de mi arena.

* * *

7. Una urbe áspera sella mi boca.

Yo viajo a los espacios transparentes.

Conmigo está tu chal de lana, el viejo fonógrafo que cuidabas tanto,

tus zarcillos con que ibas al mercado, tu pulsera de oro, la vajilla humilde.

El perro que nos despertaba pasa su hocico por mi lecho.

No es magia, sencillamente nada he olvidado a no ser que existo sin ti.

* * *

8. You

Tú apareces,

tú te desnudas,

tú entras en la luz,

tú despiertas los colores,

tú coronas las aguas,

tú comienzas a recorrer el tiempo como un licor,

tú rematas la más cegadora de las orillas,

tú predices si el mundo seguirá o va a caer,

tú conjuras la tierra para que acompase su ritmo a tu lentitud de lava,

tú reinas en el centro de esta conflagración

y del primero

al séptimo día

tu cuerpo es un arrogante

palacio

donde vive

el

temblor.

De “Los cuadernos del destierro” 1960

1. Yo visité la tierra de luz blanda.

Anduve entre melones y hierbas marinas, comí frutas traídas por sacerdotisas adolescentes, palpé árboles de savia roja como ladrillo que moraban junto a la tumba de un príncipe, vi

viejos catafalcos de gobernadores guardados por lentas palmas. Por los contornos había raíces en forma de tazones donde los monos mitigaban la sed.

Pasé un día cerca del lugar donde duermen los ahorcados.

Era la época en que los brujos habían partido a los campos de arroz destruyendo todos los talismanes.

En las calles vistosas doncellas oscuras danzaban.

Entonces los capitanes bajaban de los ojos para explorar la ciudad.

De este viaje más allá de los presuntos límites sólo conservo alguna que otra estrella de mar, varios retratos -ella y yo- y un peregrino cofre que encontré en el barco durante la travesía.

De aquel idioma y de mis pasos por la tierra dicha no existe imagen que esté hoy extinguida. Los veleros tocan a las puertas del aire donde persisto. La luz me trae delfines muertos. Tu

olor reconquista el estremecimiento.

* * *

2. H e entrado a región delgada.

Todo lo que canta se reúne a mis pies como banderas que el tiempo inclina.

Aquí el mundo es una estación amanecida sobre corales.

Ésta es la morada donde se depositan los signos de las aguas, el légamo de los navíos,

los mendrugos cargados de relámpagos.

Éste es el huerto de las especias clamorosas, la temporada de arcilla que el océano erige.

Ésta es la fruta de un piélago muerto, la columna desesperada del hambre.

Ésta es la salobre campana de verdor que el fuego crucifica, la tierra donde una tribu oscura

embalsama un clavel.

Ésta es la tinta trémula del día, la rosa al rojo vivo inscrita en los anales de la selva.

* * *

3. Pero el tiempo me había empobrecido.

Mi único caudal eran los botines arrancados al miedo.

De tanto dormir con la muerte sentía mi eternidad. De noche deliraba en las rodillas de la belleza. Presa de tenaces anillos, a pesar de mi parsimonioso continente de animal invicto

me guardaba de la transitoriedad ínsita a mis actos.

Magnificencia de la ignorancia. Brujos solemnes habían auscultado mi cuerpo sin poder arribar a un dictamen. Sólo yo conocía mi mal. Era -caso no infrecuente en los anales de los falsos desarrollos- la duda.

Yo nunca supe si fui escogido para trasladar revelaciones.

Nunca estuve seguro de mi cuerpo.

Nunca pude precisar si tenía una historia.

Yo ignoraba todo lo concerniente a mí ya mis ancestros.

Nunca creí que mis ojos, orejas, boca, nariz, piel, movimientos, gustos, dilecciones, aversiones me pertenecían enteramente.

Yo apenas sospechaba que había tierra, luz, agua, aire, que vivía y que estaba obligado a llevar mi cuerpo de un lado a otro, alimentándolo, limpiándolo, cuidándolo para que luciera

presentable en el animado concierto de la honorabilidad ciudadana.

Mi mal era irrescatable.

Me sentía solo. Necesitaba a mi lado una mujer silenciosa, paciente y dúctil que me rodease con una voz.

Yo era un rey de infranqueable designio, de voluntad educada para la recepción del acatamiento, de pretensiones que hacían sonreír a los duendes.

Un rey niño.

Cuando advino, inopinadamente, una era de pobreza, perdí mi serenidad.

Mis pasiones absolutas -entre ellas el amor, que para mí era totalidad- fueron barridas.

En suma, yo era una pregunta condenada a no calzar el signo de interrogación. O un navío que se transformaba en fosforescente penacho de dragón. O una nube que se demudaba

conforme al movimiento.

Habitaba un lugar indeciso.

Mi historia era un largo recuento de inauditas torpezas, de infértiles averiguaciones,

de fabulosas fábricas.

Un dios cobarde usurpaba mis aras.

Él había degollado el amor frente a una reluciente laguna, en

un bosque de caobos. Huía mugiendo sábanas ensangrentadas. Escapaba del recinto feliz. Las nubes eran símbolos zoológicos de mi destierro.

El amor me conducía con inocencia hacia la destrucción.

El odio, como a mis mayores, me fortalecía.

Pero yo era generoso y sabía reír.

Como no soportaba la claridad, dispuse entre anaranjados estertores de sol mi regreso hacia el final. Las aguas me condujeron como el sensitivo lleva la pesadilla. Volví insomne al lugar de la ficción.

* * *

4. Sól0 tú misma en el acto. Extendida, carnosa, húmeda.

Un temblor sin lapso. Sin equívoco. Torbellino en torno de la flor de blando terciopelo, acorazonada, que nace del clima de tus piernas como un grito nocturno. Flor que se liba.

Sombra de flor. En la sinfonía ciega de las corrientes lozana forma de mis manos sin ojos. Cuerno remoto de los rendimientos.

Llego navegando ondulaciones desesperadas. Soy dichoso.

¿Cuál es el color de esta fruición desencadenada, cómo llamarla, qué dios nos ha entregado esta conjunción? Me iré, Venus, me iré, pero antes quiero apurar la copa. Ahogar los límites mollares, sofocar los cerrojos albeantes, vencer la sombra leda de la desnudez, sacrificar el sonrojo numerado.

No me marcharé hasta que esta vegetal confusión de ondas no se haya cumplido. En tanto mi animal lamedor no esté sosegado.

Amo los blandos linderos de inefable tinte, ondulantes en la selva enana y espléndidamente libre que sobresale de tu cuerpo como mil vocecillas frutales, el letífico aroma, el muelle

calor, el ansioso tremar. Toda tú adunada por mareas geométricas a mi piel. Toda presión, jadeo, huida, retorno, blancor, demencia. Nadadora. Extensión que amamanta mi vicio. Sombra del láudano bajo mi pesado tiempo.

No partiré sin llevar una hora feliz en la corola, giradora, vencida y celante de los ojos que como al sol te reciben.

De “Falsas maniobras” 1966

1. Beloved country

Cuánto tuyo no se desenvuelve como música perdida en mí.

País al que regreso cada vez que me he empobrecido.

Sello, fasto, bóveda de los cofres.

Nunca me has negado tu leche de virgen.

Mi reflujo, mi fuente secreta, mi anverso real.

Ignoro el alcance de tu olor, pero sé que has estado

en todos mis puntos de partida, envolviéndome,

Oriente solícito, como una ceremonia.

País donde van las líneas de mi mano, lugar donde soy otro,

mi anillo de bodas, estás cerca del centro.

* * *

2. Desolado

De tanto imaginarte, sonreírte, esperarte, me canso. Te veo y pregunto ¿eres tú?

Respiro tu llegada; ya sin creer.

No me pidas explicaciones.

No me quites la idea que tengo, tan vaga.

No me pruebes, por favor, en terreno firme (me harías a un lado).

Algunas veces de ti no queda nada, una pequeña lámina.

Si llegas, te aproximas, te parece bien, sencillamente será otra cosa, otra cosa, cosa de delirio.

Tendrás magnitud y calor.

Eres el otro lado del botín.

¿Comprendes?

* * *

3. Rutina

Me fustigo.

Me abro la carne.

Me exhibo sobre un escenario.

Allí no ofrezco el número decisivo.

Devorarme ¡mi gran milicia!, pero soy también un armador tenaz.

Sé reunirme pacientemente, usando rudos métodos de ensamblaje.

Conozco mil fórmulas de reparación. Reajustes, atornillamientos, tirones, las manejo todas.

A golpes junto las piezas.

Siempre regreso a mi tamaño natural.

Me deshago, me suprimo, displicente, me borro de un plumazo y vuelvo a montar,

montar al carafresca.

(No se trata de rearmar un monstruo, eso es fácil, sino de devolverle a alguien

las proporciones.)

Planto mi casa en medio de la locuacidad.

Me reconstruyo con un plano inefable.

Calma. Ya está. Entro a la horma.

De “Intemperie” 1977

1. ¿Cómo pudo

volverse tribunal

de su vida

(no es sino la sala

donde se reúne

a rumiar fallos)

el

que menos juzga,

el

que existe desde su cuerpo,

el

menos concluyente

de los nacidos?

* * *

2. Puesto que estás aquí,

tienes que

Aquí se camina

sin preguntar.

Tienes que

No precisemos.

Haz como que entiendes.

Ya sabes:

sin interrogar.

(Todas las preguntas caen

a los pies de tienes que.)

¿Angustia?

Nada de eso,

quédate tranquilo

en tu silla, contando las horas.

* * *

3. Vida

arrásame,

barre todo,

que sólo quede

la cáscara vacía, para no llenarla más,

limpia, limpia sin escrúpulo

y cuanto sostuviste deja caer

sin guardar más.

De “Memorial” 1977

1. Mal

Detenido, no sé dónde, mas es un hecho que estoy, detenido.

Llevo años en el mismo lugar, al fondo. ¿Vivo? Funciono, y ya es mucho.

* * *

2. Angst

No es nada, nada

algo sin trascendencia,

nada.

Una dificultad leve

en la respiración.

Problema de angostura

parece.

¿Acaso no sabías

que la puerta es estrecha?

* * *

3. As if

Es como si amáramos. Es como si sintiésemos. Es como si viviéramos.

Esto fatiga. Hasta se ansía un error. Puede que al equivocarse,

los actores rocen la verdad.

* * *

4. Deseo

Asciende por mi cuerpo como otra sangre

más cálida

que en mi boca se muda,

se vuelve la que no es

y se extingue

como un rumor más de la noche.

Río

que repite nombres.

* * *

5. Despilfarro

Es recio haber gastado días, meses, años en defenderse sin saber de quién.

Recio no poder ver el rostro del que asedia.

Recio ignorar lo que nos devasta.

* * *

6. El argumento

Por la mañana

leemos anestesiados

las noticias

de la guerra (cualquier guerra),

un titular

bien merece algunos combates;

cada bando

desea demostrar que Dios

está de su parte

con el argumento definitivo;

nuestros ojos recorren

las páginas

-buscamos más confirmaciones

de nuestra derrota

y el periódico trae lo que esperamos encontrar.

* * *

7. Sé

que si no llego a ser nadie

habré perdido mi vida.

De “Amante” 1983

1. Eludías

el encuentro

con el tú

magnífico,

el que te toma

y te anula como tempestad

y de ti arranca al que busca.

* * *

2. Cómo pudiste vivir

de la idea

que la ocultaba,

con un sabor

que no era el de ella,

huyendo

de su aparecer

que era también el tuyo?

* * *

3. Llegas

no a modo de visitación

ni a modo de promesa

ni a modo de fábula

sino

como firme corporeidad, como ardimiento, como inmediatez.

* * *

4. Llevas el amante

al lugar

del acontecer

-el lugar del asentimiento.

* * *

5. Él abre los ojos,

siente,

se abandona.

Sabe ya que nada, nada

le pertenece,

salvo su dependencia,

y acata

el extraño señorío.

* * *

6. Se creyó dueño

y ella lo obligó a la más honda encuesta,

a preguntarse qué era en realidad suyo.

Después lo tomó en sus manos

y fue formando su rostro

con el mismo material del extravío, sin desechar nada,

y lo devolvió a los brazos del origen

como a quien se amó sin decírselo.

* * *

7. Misión

del amante:

arder

fuera del camino.

* * *

8. Enséñame,

rehazme

a fondo,

avívame

como quien enciende un fuego.

* * *

9. Destruye

la retórica del amante

y hazlo venir a pie, desnudo, sin arrimo,

a tu recio descampado.

Que pruebe a sostenerse ahí,

que sienta tu frío,

que vele.

De “Gestiones” 1992

1. Lo que miras a tu alrededor

no son flores, pájaros, nubes,

sino

existencia.

No, son flores, pájaros, nubes.

* * *

2. ¿ Quién es ese que dice yo

usándote

y después te deja solo?

No eres tú,

tú en el fondo no dices nada.

Él es sólo alguien

que te ha quitado la silla,

un advenedizo

que no te deja ver,

un espectro

que dobla tu voz.

Míralo

cada vez que asome el rostro.

* * *

3. Matrimonio

Todo, habitual,

sin magia,

sin los aderezos que usa la retórica,

sin esos atavíos con que se suele recargar el misterio.

Líneas puras, sin más, de cuadro clásico.

Un transcurrir lleno de antigüedad,

de médula cotidiana,

de cumplimiento.

Como de gente que abre a la hora de siempre.

* * *

4. Tú

dependes

pero

¿lo sabes

a fondo,

con tu cuerpo,

lo puedes vocear,

se ha vuelto carne fascinada?

* * *

5. Quién es ese que dice yo

usándote

y después te deja solo?

No eres tú,

tú en el fondo no dices nada.

Él es sólo alguien

que te ha quitado la silla,

un advenedizo

que no te deja ver,

un espectro

que dobla tu voz.

Míralo

cada vez que asome el rostro.

* * *

6. ¿Quién deja de oponerse?

¿Quién se sale del juego?

¿Quién se vive en el vacío?

¿Quién hace del desabrigo refugio?

¿Quién se disuelve en el percibir?

¿Quién se expone sin arrimo al descampado?

¿Quién abandona el trajín por la hora solitaria?

¿Quién puede comer con tenedores de absoluta piedad?

¿Quién accede a trocar su día por un rostro que no ha de ver?

Otros poemas:

DERROTA

Yo que no he tenido nunca un oficio

que ante todo competidor me he sentido débil

que perdí los mejores títulos para la vida

que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme

es una solución)

que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos

que me arrimo a las paredes para no caer del todo

que soy objeto de risa para mí mismo

que creí que mi padre era eterno

que he sido humillado por profesores de literatura

que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada

que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida

que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo

que tengo vergüenza por actos que no he cometido

que poco me ha faltado para echar a correr por la calle

que he perdido un centro que nunca tuve

que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo

que no encontraré nunca quién me soporte

que fui preterido en aras de personas más miserables que yo

que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces

más burlado en mi ridícula ambición

que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo

(“Ud. es muy quedado, avíspese despierte”)

que nunca podré viajar a la India

que he recibido favores sin dar nada a cambio

que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma

que me dejo llevar por los otros

que no tengo personalidad ni quiero tenerla

que todo el día tapo mi rebelión

que no me he ido a las guerrillas

que no he hecho nada por mi pueblo

que no soy de las FALN y me desespero por todas esas cosas y por otras

cuya enumeración sería interminable

que no puedo salir de mi prisión

que he sido dado de baja en todas partes por inútil

que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno

que me niego a reconocer los hechos

que siempre babeo sobre mi historia

que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento

que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo

que no lloro cuando siento deseos de hacerlo

que llego tarde a todo

que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas

que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable

que no soy lo que soy ni lo que no soy

que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas

haya sido humilde hasta igualarme a las piedras

que he vivido quince años en el mismo círculo

que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado

que nunca usaré corbata

que no encuentro mi cuerpo

que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme,

barrer todo y crear de mi indolencia, mi flotación,

mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente

me suicido al alcance de la mano

me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros

y de mí hasta el día del juicio final.

Extraído de “Obra Entera, poesía y prosa” 2000

DICHOS

Vivir en el misterio: frase redundante.

*

Todo es misterio, aun lo que la conciencia conoce en detalle en

su orgulloso penúltimo escalón-

*

Lo que tengo por novedad no es novedoso, es la novedad de la gota de agua.

*

¿Discutir para qué? Siempre es posible encontrar argumentos para defender esto

o aquello. De lo que se trata, y hay urgencia, es de inquirir.

*

En las universidades existe siempre el peligro de que la literatura deje de ser lo que es

-la manera más entrañable de habla- para volverse objeto de estudio, algo que será viviseccionado en lugar de ser vivido.

*

Con la palabra «materia» se le da otro nombre al misterio.

*

Cualquier hombre es una agresividad en busca de una bandera.

*

Lo más importante es lo que no puede ser hallado.

*

La razón se crea su propio coto para señorear allí. No le atañe pregunta que no lleve

en sí su posibilidad de respuesta. Su fuerza es falsa, pues se apoya en el límite

que ella misma se pone.

*

No hay diferencia entre lo ordinario y lo extraordinario.

*

Quien no busca, es.

*

Nada hay más extraño que la existencia.

Extraído de “Poemas selectos” 2004

DISYUNTIVA

La naturaleza de la poesía

es inintencionada.

Goran Palm

Yo quería escribir

un poema,

luego tuve la intención

de no tener intención

y el poema se quedó allí

detenido,

atrapado,

carbonizado entre la chispa

de las dos intenciones

y aquí

lo dejo.

Extraído de “Poemas selectos” 2004

LAS PACES

Lleguemos a un acuerdo, poema.

Ya no te forzaré a decir lo que no quieres

ni tú te resistirás tanto a lo que deseo.

Hemos forcejeado mucho.

¿Para qué este empeño en hacerte a mi imagen

cuando sabes cosas que no sospecho?

Líbrate ya de mí.

Huye sin mirar atrás.

Sálvate antes de que sea tarde.

Pues siempre me rebasas,

sabes decir lo que te impulsa

y yo no,

porque eres más que tú mismo

y yo sólo soy el que trata de reconocerse en ti.

Tengo la extensión de mi deseo

y tú no tienes ninguno,

sólo avanzas hacia donde te diriges

sin mirar la mano que mueves

y te cree suyo cuando te siente brotar de ella

como una sustancia

que se erige.

Imponle tu curso al que escribe, él

sólo sabe ocultarse,

cubrir la novedad,

empobrecerse.

Lo que muestra es una reiteración

cansada.

Poema,

apártate de mí.

Extraído de “Poemas selectos” 2004