Dickinson, Emily

Emily Dickinson (Estados Unidos 1830 – 1886)

Reseña biográfica

Poeta norteamericana nacida en Amherst, Massachusetts

en 1830.

Hija y nieta de prominentes figuras políticas e intelectuales, fue educada en un ambiente puritano y estricto que la convirtió en una persona solitaria y nostálgica. Durante su vida rara vez salió de casa y sus amistades fueron escasas; sin embargo, entre las pocas personas que frecuentó, tuvo especial aprecio por el Reverendo Charles Wadsworth, quien tuvo un impacto enorme sobre sus pensamientos y su poesía. Admiró también a los poetas Robert y Elizabeth Barrett Browning, así como a John Keats.

Aunque su producción poética fue muy amplia, sólo fue editada en 1890 después de su muerte, ocurrida en el año de 1886 en la ciudad de Amherst.

A salvo en sus Cámaras de Alabastro…

A salvo en sus Cámaras de Alabastro –

Insensibles al amanecer

Y al mediodía –

Duermen los mansos miembros de la Resurrección –

Viga de raso,

Y Techo de piedra.

Final 1.

La luz se ríe de la brisa

En su Castillo sobre ellos –

Murmura la Abeja en un oído imperturbable,

Trinan los dulces Pájaros en cadencia ignorada –

Ah, ¡Cuánta sagacidad aquí perecida¡

Final 2.

Solemnes pasan los Años, Crecientes , sobre ellos

Los Mundos recogen sus Arcos –

Y los Firmamentos – reman –

Se arrojan Diademas y se rinden los Dogos –

Tácitos como puntos – sobre un Disco de nieve –

Versión de Miguel Artime

A una casa de rosa no te acerques…

a una casa de rosa no te acerques

demasiado, que estragos de una brisa

o el rocío inundándola -una gota-

abatirán su muro, amedrentado.

Y atar no intentes a la mariposa,

ni escalar setos del arrobamiento.

Hallar descanso en lo inseguro

está en el mismo ser de la alegría.

Altivez

Sólo sabemos toda nuestra altura

si alguien le dice a nuestro sér: ¡Levanta!

Y entonces, fiel consigo, se agiganta

hasta llegar al cielo su estatura.

De la vida común sería ley

el heroísmo en el humano ruedo

si no nos doblegáramos al miedo

de vernos y sentirnos como un rey.

Versión de Carlos López Narváez

Bueno es soñar. Despertar es mejor…

Bueno es soñar. Despertar es mejor

si se despierta en la mañana.

Si despertamos a la media noche,

es mejor soñar con el alba.

Más dulce el figurado petirrojo

que nunca alegró el árbol,

que enfrentarse a la solidez de un alba

que no conduce a día alguno.

Versión de José Manuel Arango

Certidumbre

Yo jamás he visto un yermo

y el mar nunca llegué a ver

pero he visto los ojos de los brezos

y sé lo que las olas deben ser.

Con Dios jamás he hablado

ni lo visité en el Cielo,

pero segura estoy de a dónde viajo

cual si me hubieran dado el derrotero.

Versión de Carlos López Narváez

Coloquio

Había muerto yo por la Belleza;

me cercaban silencio y soledad,

cuando dejaron cerca de mi huesa

a alguno que murió por la Verdad.

En el suave coloquio que entablamos,

vecinos en la lúgubre heredad,

me dijo y comprendí: Somos hermanos

una son la Belleza y la Verdad.

Y así, bajo la noche, tras la piedra,

dialogó nuestra diáfana hermandad

hasta que el rostro nos cubrió la yedra

y los nombres borró la eternidad.

Versión de Carlos López Narváez

Cuando cuento las semillas…

Cuando cuento las semillas

sembradas allá abajo

para florecer así, lado a lado;

cuando examino a la gente

que tan bajo yace

para llegar tan alto;

cuando creo que el jardín

que no verán los mortales

siega el azar sus capullos

y sortea a esta abeja,

puedo prescindir del verano, sin queja.

Versión de Silvina Ocampo

Él era débil y yo era fuerte…

Él era débil y yo era fuerte,

después él dejó que yo le hiciera pasar

y entonces yo era débil y él era fuerte,

y dejé que él me guiara a casa.

No era lejos, la puerta estaba cerca,

tampoco estaba oscuro, él avanzaba a mi lado,

no había ruido, él no dijo nada,

y eso era lo que yo más deseaba saber.

El día irrumpió, tuvimos que separarnos,

ahora ninguno de los dos era más fuerte,

él luchó, yo también luché,

¡pero no lo hicimos a pesar de todo!

Versión de L.S.

Embriaguez

En jarros tallados en nácar

apuro un licor ignorado…

Tal vez ni del Rhin en las cavas

pudiera mi sed encontrarlo.

Con una embriaguez de rocío,

borracha de incógnitos hálitos,

tabernas de azul diluido

recorro en perpetuos veranos.

Cuando las abejas

y las mariposas,

agobiadas, ebrias,

vuelen de las pomas,

aún libaré yo mi vaso

de extraño licor…

Hasta que los ángeles

me agiten su níveo penacho,

y a los ventanales

celestes se asomen los santos

para contemplarme

borracha de azul y de sol.

Versión de Carlos López Narváez

En mi flor me he escondido…

En mi flor me he escondido

para que, si en el pecho me llevases,

sin sospecharlo tú también allí estuviera…

Y sabrán lo demás sólo los ángeles.

En mi flor me he escondido

para que, al deslizarme de tu vaso,

tú, sin saberlo, sientas

casi la soledad que te he dejado.

Versión de L.S.

En mi jardín avanza un pájaro…

En mi jardín avanza un pájaro

sobre una rueda con rayos –

de música persistente

como un molino vagabundo –

jamás se demora

sobre la rosa madura-

prueba sin posarse

elogia al partir,

cuando probó todos los sabores –

su cabriolé mágico

va a remolinear en lontananzas-

entonces me acerco a mi perro,

y los dos nos preguntamos

si nuestra visión fue real-

o si habríamos soñado el jardín

y esas curiosidades-

¡pero él, por ser más lógico,

señala a mis torpes ojos-

las vibrantes flores!

¡Sutil respuesta!

Versión de Silvina Ocampo

Ensueño

Para fugarnos de la tierra

un libro es el mejor bajel;

y se viaja mejor en el poema

que en el más brioso y rápido corcel

Aun el más pobre puede hacerlo,

nada por ello ha de pagar:

el alma en el transporte de su sueño

se nutre sólo de silencio y paz.

Versión de Carlos López Narváez

Es la dicha un abismo por lo tanto…

¿Es la dicha un abismo por lo tanto

que no me deja dar un paso en falso

por miedo a que el calzado se me arruine?

Prefiero que mis pies se den el gusto

a cuidar los zapatos-

porque en cualquier zapatería una

puede comprar

un nuevo Par-

Mas la dicha se vende una vez sola.

Perdida la patente

nadie podrá comprarla nunca más-

Díganme, pies, decidan la cuestión

¿debe cruzar la señorita, o no?

¡Expídanse, Zapatos!

Versión de Roberto Facceti

Estatura

Poder discrecional tuve en mi mano

y con denuedo contra el mundo fui;

dos veces temeraria lo he afrontado

tan sólo con la honda de David.

Aunque la piedra le arrojé segura

fui sólo yo la que me desplomé :

¿de Goliat fue muy grande la estatura

o quizá fue mayor mi pequeñez?

Versión de Carlos López Narváez

La sortija

En mi dedo tenía una sortija.

La brisa entre los árboles erraba.

El día estaba azul, cálido y bello.

Y me dormí sobre la yerba fina.

Al despertar miré sobresaltada

mi mano pura entre la tarde clara.

La sortija entre mi dedo ya no estaba.

Cuanto poseo ahora en este mundo

es un recuerdo de color dorado.

Versión de Eduardo Carranza

Mi vida se había parado- un Arma Cargada…

Mi vida se había parado- un Arma Cargada-

en los Rincones- hasta que un día

el Dueño pasó- me identificó-

y me llevó lejos-

Y ahora vagamos por Bosques Soberanos –

y ahora cazamos a la Cierva-

y cada vez que hablo por él-

las Montañas contestan diligentes-

Y sonrío, tal luz cordial

sobre el resplandor del valle-

es como si una cara Vesuviana

hubiera dejado su voluntad a su paso-

Y cuando en la noche- acabado nuestro buen día –

guardo la cabeza de mi amo-

Es mejor que haber compartido

la profunda almohada de plumón-

De Su enemigo – soy enemigo mortal-

ninguno se agita por segunda vez-

en quién pongo un ojo amarillo-

o un pulgar enfático-

Aunque Yo así como él – podamos vivir largamente

él debe vivir más -que Yo-

porque yo tengo el poder de matar,

Sin -el poder de morir-

Versión de Miguel Artime

Morir no duele mucho…

Morir no duele mucho:

nos duele más la vida.

Pero el morir es cosa diferente,

tras la puerta escondida:

la costumbre del sur, cuando los pájaros

antes que el hielo venga,

van a un clima mejor. Nosotros somos

pájaros que se quedan:

los temblorosos junto al umbral campesino,

que la migaja buscan,

brindada avaramente, hasta que ya la nieve

piadosa hacia el hogar nos empuja las plumas.

Versión de L.S.

No era la Muerte, pues yo estaba de pie…

No era la Muerte, pues yo estaba de pie

Y todos los muertos están acostados,

No era de noche, pues todas las campanas

Agitaban sus badajos a mediodía.

No había helada, pues en mi piel

Sentí sirocos reptar,

Ni había fuego, pues mis pies de mármol

Podían helar un santuario.

Y, sin embargo, se parecían a todas

Las figuras que yo había visto

Ordenadas para un entierro

Que rememoraba como el mío.

Como si mi vida fuera recortada

Y calzada en un marco

Y no pudiera respirar sin una llave

Y era como si fuera medianoche

Cuando todo lo que late se detiene

Y el espacio mira a su alrededor

La espeluznante helada, primer otoño que llora,

Repele la apaleada tierra.

Pero todo como el caos,

Interminable, insolente,

Sin esperanza, sin mástil

Ni siquiera un informe de la tierra

Para justificar la desesperación.

Pequeñez

Es cosa tan pequeña nuestro llanto;

son tan pequeña cosa los suspiros…

Sin embargo, por cosas tan pequeñas

vosotros y nosotras nos morirnos.

Versión de Carlos López Narváez

Podría estar más sola sin mi soledad…

Podría estar más sola sin mi soledad,

tan habituada estoy a mi destino,

tal vez la otra paz,

podría interrumpir la oscuridad

y llenar el pequeño cuarto,

demasiado exiguo en su medida

para contener el sacramento de él,

no estoy habituada a la esperanza,

podría entrometerse en su dulce ostentación,

violar el lugar ordenado para el sufrimiento,

sería más fácil fallecer con la tierra a la vista,

que conquistar mi azul península,

perecer de deleite.

Versión de L.S.

Poema 37

Corazón, le olvidaremos

en esta noche tú y yo.

Tú, el calor que te prestaba.

Yo, la luz que a mí me dio.

Cuando le hayas olvidado

dímelo, que he de borrar

aprisa mis pensamientos.

Y apresura tu labor

no sea que en tu tardanza

vuelva a recordarle yo.

Versión de L.S.

Poema 63

(Time and Eternity”)

Haz amplia esta cama,

haz esta cama con prudencia;

espera en ella el postrer juicio,

sereno y excelente.

Que sea recto su colchón

y redonda sea su almohada,

que ningún rayo dorado de sol

llegue jamás, a perturbarla.

Versión de L.S.

Poema 128

Dame el ocaso en una copa,

enumérame los frascos de la mañana

y dime cuánto hay de rocío,

dime cuán lejos la mañana salta-

dime a qué hora duerme el tejedor

que tejió el espacio azul.

Escríbeme cuántas notas habrá

en el nuevo éxtasis del tordo

entre asombradas ramas-

cuántos caminos recorre la tortuga-

cuántas copas la abeja comparte,

disoluta del rocío.

También, ¿quién puso la base del arco iris,

también, quién guía las esferas dóciles

por juncos de azul flexible?

¿Qué dedos atan las estalactitas-

quién cuenta la plata de la noche

para saber si nadie está en deuda?

¿Quién edificó esta casita albana

y cerró herméticamente las ventanas

que mi espíritu no puede ver?

¿Quién me dejará salir un día de gala

con implementos de vuelo,

fugaz pomposidad?

Versión de Silvina Ocampo

Poema 520

Me fui temprano -me llevé a mi perro-

a visitar el mar.

Las sirenas del sótano

salían a mirarme

y, en el piso de arriba, las fragatas

extendían manos de cáñamo,

creyéndome una rata

encallada en la arena.

No huí, con todo. Hasta que el flujo

me llegó a los zapatos

y al delantal y al cinturón

y enseguida al corpiño,

tal como si intentara devorarme

como a una gota de rocío

en una flor de diente-de-león.

Entonces salí huyendo.

Él me siguió. Venía detrás, cerca.

Sentía su tacón de plata

en mi tobillo y mis zapatos

rebosaron de perlas.

Los dos llegamos hasta el pueblo firme.

No parecía conocer a nadie.

me miró con dureza

y se fue, haciéndome una venia.

Versión de José Manuel Arango

Poema 739

Muchas veces pensé que la paz había llegado

cuando la paz estaba muy lejos-

como los náufragos- creen que ven la tierra-

en el centro del mar-

y luchan más débilmente -sólo para probar

tan deshauciadamente como yo-

cuántas ficticias costas-

antes del puerto hay-

Versión de Silvina Ocampo

Poema 783

Los pájaros empezaron a las cuatro-

el período del alba-

una música numerosa como el espacio-

pero aledaña al día-

no podía medir su fuerza-

sus voces se derrochaban

como arroyo al arroyo se entrega

para multiplicar el estanque.

Sus testigos no estaban-

excepto un hombre fortuito-

en casera vestimenta ataviado-

para enfrentar la mañana-

no era por aplausos-

que yo podía atestiguar-

sino por éxtasis independiente

de deidad y de hombres-

a las seis, el diluvio pasó-

ningún tumulto hubo

de vestimenta o de partida-

y asimismo la banda había volado-

el sol absorbió el este-

el día controló el mundo-

el milagro introducido

fue olvidado, cumplido.

Poema 815

El lujo de entender

el lujo sería

de mirarte una sola vez

y volverme un Epicuro

cualquiera de tus presencias sirve

de futuro alimento

apenas recuerdo haber muerto de hambre

tan bien surtida estaba –

el lujo de meditar

el lujo era

darme el festín de tu semblante

otorga suntuosidad

en días habituales, cuya lejana mesa

como la certidumbre recuerda

está puesta con una sola migaja

la conciencia de ti.

Poniente

Velámenes de púrpura se mecen

con suavidad en mares de narciso;

marineros fantásticos se esfuman

y queda el muelle en la quietud sumido.

Versión de Carlos López Narváez

Presentimiento

Presentimiento es esa larga sombra

que poco a poco avanza sobre el césped

cuando el sol sus imperios abandona…

Presentimiento es el susurro tenue

que corre entre la hierba temerosa

para decirle que la noche viene.

Versión de Carlos López Narváez

Que yo siempre amé…

Que yo siempre amé

yo te traigo la prueba

que hasta que amé

yo nunca viví -bastante-

que yo amaré siempre

te lo discutiré

que amor es vida

y vida inmortalidad

esto -si lo dudas- querido,

entonces yo no tengo

nada que mostrar

salvo el calvario

Versión de Silvina Ocampo

Selección

De las almas creadas

supe escoger la mía.

Cuando parta el espíritu

y se apague la vida,

y sean Hoy y Ayer

como fuego y ceniza,

y acabe de la carne

la tragedia mezquina,

y hacia la Altura vuelvan

todos la frente viva,

y se rasgue la bruma…

yo diré: Ved la chispa

y el luminoso átomo

que preferí a la arcilla.

Versión de Carlos López Narváez

Sentí un funeral en mi cerebro…

Sentí un funeral en mi cerebro,

los deudos iban y venían

arrastrándose -arrastrándose -hasta que pareció

que el sentido se quebraba totalmente –

y cuando todos estuvieron sentados,

una liturgia, como un tambor –

comenzó a batir -a batir -hasta que pensé

que mi mente se volvía muda –

y luego los oí levantar el cajón

y crujió a través de mi alma

con los mismos botines de plomo, de nuevo,

el espacio -comenzó a repicar,

como si todos los cielos fueran campanas

y existir, sólo una oreja,

y yo, y el silencio, alguna extraña raza

naufragada, solitaria, aquí –

y luego un vacío en la razón, se quebró,

caí, y caí –

y di con un mundo, en cada zambullida,

y terminé sabiendo -entonces –

Versión de Silvina Ocampo

Soy nadie. ¿Tú quién eres?

Soy nadie. ¿Tú quién eres?

¿Eres tú también nadie?

Ya somos dos entonces. No lo digas:

lo contarían, sabes.

Qué tristeza ser alguien,

qué público: como una rana

decir el propio nombre junio entero

para una charca admiradora.

Versión de L.S.

Tan lejos de la piedad, como la queja…

Tan lejos de la piedad, como la queja –

tan frío a la palabra -como la piedra –

inconmovible a la revelación

como si mi oficio fuera de hueso –

tan lejos del tiempo -como la historia –

tan cerca de uno mismo -hoy –

como niños, a las bufandas del arco iris –

a la puesta de sol a su juego amarillo

a los párpados en el sepulcro –

¡cuán mudo yace el danzarín –

cuando las revelaciones del color se rompen –

y resplandecen -las mariposas!

Versión de Silvina Ocampo

Un sueño largo, largo, un ya famoso sueño…

Un sueño largo, largo, un ya famoso sueño,

que señales no da de que se está acercando el día,

pues no mueve ni un párpado el durmiente:

un sueño independiente y apartado.

¿Pereza como ésta se vio nunca?

En orilla de piedra,

bajo el calor, dejar pasar los siglos

y ni una vez mirar si el mediodía llega.

Versión de L.S.