Éluard, Paul

Paul Éluard (Francia 1895-1952)

Reseña biográfica

Seudónimo de Eugène Grindel, poeta francés nacido en Saint-Denis el 14 de diciembre de 1895.

A la edad de dieciséis años suspendió estudios para recibir tratamiento durante dieciocho meses en un sanatorio suizo. En 1920, después de participar en la I Guerra Mundial, inició una fulgurante carrera literaria uniéndose a Breton, Soupault y Aragon, con quienes impulsó el movimiento surrealista, convirtiéndose en uno de sus más importantes figuras.

En 1927, invitado por Salvador Dalí, viajó a Cadaqués junto a su esposa Helena Diakonova (Gala), quien luego lo abandonó para unirse al pintor.

Durante la ocupación alemana en Francia, alejado del surrealismo y militando ya en el comunismo, se convirtió en uno de los escritores más relevantes de la resistencia.

Entre sus obras más importantes merecen destacarse: “Capital del dolor” en 1926, “La Inmaculada Concepción”, escrito con Breton en1930, “Poesía y verdad” en 1942, “Lección de moral” en 1950, y “Los senderos y los caminos de la poesía” en 1952.

Falleció en Charenton-le-Pont en noviembre de 1952.

A medianoche

Se abren puertas se descubren ventanas

Un fuego se enciende y me deslumbra

Todo se decide encuentro

Criaturas que yo no he deseado.

He aquí el idiota que recibía cartas del exterior

He aquí el anillo precioso que él creía de plata

He aquí la mujer charlatana de cabellos blancos

He aquí la muchacha inmaterial

Incompleta y fea bañada de noche y de miseria

Cargada de absurdas plantas silvestres

Su desnudez su castidad sensibles de cualquier parte

He aquí el mar y barcos sobre mesas de juego

Un hombre libre otro hombre libre y es el mismo

Animales exaltados ante el miedo con máscara de barro

Muertos prisioneros locos todos los ausentes.

Pero tú por qué no estás aquí tú para despertarme

De “La vie immédiate” 1932

A toda prueba

VI

Quiero besarte te beso.

Quiero dejarte te enojas.

Pero al límite de nuestras fuerzas

te pones una armadura más peligrosa que un arma.

IX

Fantasma de tu desnudez.

Fantasma hijo de tu simplicidad.

Pueril domador sueño carnal

de imaginarias libertades.

X

Pluma de agua clara frágil lluvia.

Frescor velado de caricias,

de miradas y de palabras.

Amor que vela lo que yo amo.

Versión de L. S.

Al alba te amo… (otra versión)

Al alba te amo tengo toda la noche en las venas

Toda la noche te he contemplado

Tengo que adivinarlo todo me siento seguro en las tinieblas

Ellas me conceden el poder

De envolverte

De sacudirte deseo de vivir

En el seno de mi inmovilidad

El poder de revelarte

De liberarte de perderte

Llama invisible de día.

Si te vas la puerta se abre hacia el día

Si te vas la puerta se abre hacia mí mismo.

De “L’amour la poesie”

Versión de Aldo Pellegrini

Bella y semejante

Un rostro al fin del día

Una cuna entre las hojas muertas del día

Un ramo de lluvia desnuda

Todo Sol oculto

Toda fuente de los espejos en el fondo del agua

Todo espejo de los espejos rotos

Un rostro en las balanzas del silencio

Un guijarro entre otros guijarros

Por las frondas de los últimos resplandores del día

Un rostro semejante a todos los rostros olvidados.

Versión de Rosamel del Valle

Desfigurada apenas

Adiós tristeza.

Buenos días tristeza.

Estás inscrita en las líneas del techo.

Estás inscrita en los ojos que amo.

Tú no eres exactamente la miseria,

pues los más pobres labios te denuncian

por una sonrisa.

Buenos días tristeza.

Amor de los cuerpos amables,

potencia del amor ,

cuya amabilidad surge

como un monstruo incorpóreo.

Cabeza sin punta,

tristeza bello rostro.

Versión de Luis A. Cano

El atreverse y la esperanza (Violette Nozières)

Cuando el pelícano

Las paredes de la casa se parecen

Una voz infantil responde

Sí como un grano de trigo y las botas de siete leguas

En una de las paredes están los retratos de familia

Un mono hasta el infinito

En la otra está la puerta ese cuadro cambiante

Por donde yo entro

La primera

Después se charla bajo la lámpara

De un extraño mal

Que produce locos y genios

La niña tiene luces

Polvos misteriosos que ella trae de lejos

Y que se saborean con los ojos cerrados

Pobre angelito diría la madre

Con ese tono de las madres menos bellas que sus hijas

Y celosas

Violeta soñaba con baños de leche

Con hermosos vestidos de pan fresco

Con hermosos vestidos de sangre pura

Un día ya no habrá padres

En los jardines de la juventud

Habrá desconocidos

Todos los desconocidos

Los hombres para quienes una siempre resulta nueva

Y la primera

Los hombres por quienes una escapa de sí misma

Los hombres para quienes no se es la hija de nadie

Violeta ha soñado deshacer

Ha deshecho

El horrible nudo de serpiente de los lazos de sangre

De “La rose publique”

Versión de Aldo Pellegrini

El ave Fénix

Soy el último en tu camino

la última primavera y última nieve

la última lucha para no morir.

Y henos aquí más abajo y más arriba que nunca.

De todo hay en nuestra hoguera

piñas de pino y sarmientos

y flores más fuertes que el agua…

Hay barro y rocío…

La llama bajo nuestro pie la llama nos corona.

A nuestros pies insectos pájaros hombres

van a escaparse

Los que vuelan van a posarse.

El cielo está claro, la tierra en sombra

pero el humo sube al cielo

el cielo ha perdido su fuego.

La llama quedó en la tierra.

La llama es el nimbo del corazón

y todas las ramas de la sangre

Canta nuestro mismo aire..

Disipa la niebla de nuestro invierno

hórrida y nocturna se encendió la pena,

floreció la ceniza en gozo y hermosura

volvemos la espalda al ocaso.

Todo es color de aurora.

Versión de Andrés Holguín

El espejo de un momento

Disipa el día,

Muestra a los hombres las imágenes desligadas de la apariencia,

Quita a los hombres la posibilidad de distraerse,

Es duro como la piedra,

La piedra informe,

La piedra del movimiento y de la vista,

Y tiene tal resplandor que todas las armaduras y todas las máscaras

quedan falseadas.

Lo que la mano ha tomado ni siquiera se digna tomar la forma

de la mano,

Lo que ha sido comprendido ya no existe,

El pájaro se ha confundido con el viento,

El cielo con su verdad,

El hombre con su realidad.

De “Capitale de la douleur”

Versión de Aldo Pellegrini

En abril de 1944, Paris todavía respiraba

Descendíamos hacia el río fiel: ni su ola ni nuestros ojos habían

abandonado a París.

No pequeña ciudad, sino ciudad infantil y maternal.

Ciudad que todo lo atraviesa, como un sendero de verano,

lleno de flores y de pájaros, como un beso profundo, lleno también

de niños sonrientes, y de madres frágiles.

No una ciudad en ruinas, sino una ciudad compleja, marcada por

su desnudez.

Ciudad entre nuestras muñecas como una atadura rota, entre nuestros

ojos como un ojo ya visto, ciudad repetida indefinidamente como un

poema.

Ciudad siempre semejante a sí misma.

Vieja ciudad… Entre la ciudad y el hombre no había ni siquiera el espesor

de un muro.

Ciudad de la transparencia, ciudad inocente.

Entre el hombre abandonado y la ciudad desierta, había más que

el espesor de un espejo.

Sólo había una ciudad que presentaba los colores del hombre, tierra

y carne, sangre y savia.

El día que juguetea en el agua, la noche que muere sobre la tierra.

El ritmo del aire puro es más fuerte que la guerra.

Ciudad con la mano tendida, y, entonces, todo mundo ríe y todo mundo

goza. Ciudad ejemplar.

Nadie pudo saltar los puentes que nos conducían al sueño y del sueño

a nuestros sueños y de nuestros sueños a la eternidad.

Ciudad perdurable, donde viví un día nuestra victoria sobre la muerte.

En el corazón de mi amor

Un hermoso pájaro me muestra la luz

Que aparece claramente en sus ojos

Un pájaro que canta sobre la bola de muérdago

En medio del sol.

*

Los ojos de los animales cantores

Y sus cantos de cólera o de hastío

Me prohiben dejar este lecho

Donde pasaré la vida.

El alba en países sin encanto

Toma las apariencias del olvido

Y si al alba una mujer conmovida se adormece

Al caer de cabeza, su caída la ilumina.

Constelaciones,

Conocéis la forma de su cabeza.

Aquí todo se oscurece:

El paisaje se completa, las mejillas se encienden

Las masas disminuyen y circulan por mi corazón

Unidas al sueño.

¿Y hay quién quiera tomar mi corazón?

*

Jamás soñé con noche tan bella

Las mujeres del jardín tratan de besarme

Sostenes del cielo, los árboles inmóviles

Abrazan fuertemente la sombra que los sostiene.

Una mujer de corazón pálido

Guarda la noche en sus vestidos

El amor ha descubierto la noche

Sobre sus senos impalpables.

¿Cómo poder gozar de todo?

Mejor borrarlo todo.

El hombre de la movilidad total

Del sacrificio total, de la conquista total

Duerme. Duerme, duerme, duerme.

Borra con sus suspiros la noche minúscula, invisible.

No sufre ni frío ni calor.

Su prisionero se ha evadido para dormir

No está muerto, duerme.

Mientras dormía

Todo lo asombraba,

Jugaba ardorosamente,

Miraba,

Oía.

Su última palabra:

“Si volviera a empezar, te encontraría sin buscarte”.

Él duerme, duerme, duerme.

En vano el alba alza la cabeza,

Él duerme.

De “Mourir de ne pas mourir”

Versión de Aldo Pellegrini

Enamorada (Otra versión)

Está de pie frente a mis párpados,

sus cabellos entre los míos.

Tiene la forma de mis manos

y tiene el color de mis ojos.

Y fui por ella devorado

como una isla por el mar.

Tiene los ojos siempre abiertos,

me tiene siempre desvelado;

a plena luz sueña sus sueños

que hacen declinar el sol,

me hace reír, me hace llorar

llorar y reír, y hablar

sin tener nada que decir.

Versión de Eduardo Carranza

Íntimas

Te deslizas en la cama

De leche helada tus hermanas las flores

Y tus hermanos los frutos

Por el rodeo de sus estaciones

En la aguja iridisada

En la cadera que se repite

Tus manos tus ojos y tus cabellos

Se abren a los crecimientos nuevos

Perpetuos

Espera espera espera

Que vas a sonreírte

Por primera vez

Espera

Que vas a sonreírte

Para siempre

Sin pensar en morir.

La aventura pende del cuello de su rival…

La aventura pende del cuello de su rival

El amor cuya mirada se encuentra o se extravía

En los espacios de los ojos desiertos o poblados.

Todas las aventuras del rostro humano

Gritos sin eco signos de tiempos muertos que nadie recuerda

Tantos rostros hermosos tan hermosos

Ocultos por las lágrimas

Tantos ojos tan seguros de sus noches

Como amantes que mueren juntos

Tantos besos al abrigo de la roca y tanta agua sin nubes

Apariciones surgidas de ausencias eternas

Todo era digno de ser amado

Los tesoros son paredes con sombra ciega

Y el amor está en el mundo para olvidar al mundo.

De “Défense de savoir”

Versión de Aldo Pellegrini

La costumbre

Todas mis amiguitas son jibosas;

Ellas aman a su madre.

Todos mis animales son obligatorios,

Tienen patas de mueble

Y manos de ventana.

El viento se deforma,

Necesita un traje de medida,

Desmesurado.

He aquí por qué

Digo la verdad sin decirla.

De “Mourir de ne pas mourir”

Versión de Aldo Pellegrini

La enamorada

Ella vive de pie sobre mis párpados

Sus cabellos están entre los míos

Tiene la forma exacta de mis manos

Y el color de mis ojos que la miran

Ella se hunde entre mi propia sombra

Como una piedra en el azul del cielo.

Ella tiene los ojos siempre abiertos

Y me impide dormir con su mirada

A plena luz sus sueños luminosos

Hacen evaporar todos los soles

Sus sueños me hacen sollozar reír

Y hablar sin tener nada que decir…

Versión de Andrés Holguín

La estación de los amores

Por el camino de las pendientes

En la sombra triédrica de un sueño agitado

Yo voy hacia ti la doble la múltiple

Hacia ti semejante a la era de los deltas.

Tu cabeza es más pequeña que la mía

El mar cercano reina con la primavera

Sobre los veranos de tus formas frágiles

Y de pronto allí queman haces de armiños.

En la transparencia vagabunda

De tu altísimo rostro

Esos animales flotantes son admirables

Envidio su candor su inexperiencia

Tu inexperiencia sobre el jergón del agua

Encuentra sin inclinarse el camino de amor.

Por el camino de las pendientes

Y sin el talismán que denuncie

Tus risas a la multitud de las mujeres

Y tus lágrimas a quien no las quiere.

De “La vie inmédiate”

La muerte, el amor, la vida…

Creí que me rompería lo inmenso lo profundo.

Con mi pena desnuda, sin contacto, sin eco,

me tendí en mi prisión de puertas vírgenes

como un muerto sensato que había sabido morir.

Un muerto coronado sólo de su nada …

Me tendí sobre las olas absurdas del verano

absorbido por amor a la ceniza.

La soledad me pareció más viva que la sangre.

Quería desunir la vida,

quería compartir la muerte con la muerte,

entregar mi corazón vacío a la vida

borrarlo todo, que no hubiera ni vidrio ni vaho…

Nada delante, nada detrás, nada entero.

Había eliminado el hielo de las manos juntas,

había eliminado la osamenta invernal

del voto de vivir que se anula.

Tú viniste y se reanimó el fuego,

cedió la sombra el frío,

aquí abajo se llenó de estrellas

y se cubrió la tierra.

De tu carne clara me sentí ligero…

Viniste, la soledad fue vencida,

tuve una guía sobre la tierra y supe

dirigirme, me sabía sin medida,

adelantaba ganaba tierra y espacio

Iba sin fin hacia la luz …

La vida tenía un cuerpo, la esperanza tendía sus velas

promisoria de miradas confiadas para el alba.

De la noche surgía una cascada se sueños.

Los rayos de tus brazos entreabrían la niebla.

El primer rocío humedecía tu boca

deslumbrando reposo remplazaba el cansancio.

Yo amaba el amor como en mis primeros días.

Los campos están labrados las fábricas resplandecen

y el trigo hace su nido en una enorme marea,

las mieses, la vendimia, tienen muchos testigos,

nada es singular ni simple,

el mar está en los ojos del cielo o de la noche,

el bosque da a los árboles seguridad

y los muros de las casas tienen una piel común,

los caminos siempre se encuentran.

Los hombres están hechos para entenderse

para comprenderse, para amarse,

tienen hijos que serán padres de los hombres,

tienen hijos sin fuego ni lugar

que inventarán de nuevo a los hombres,

y la naturaleza y su patria

la de todos los hombres

la de todos los tiempos.

Versión de Andrés Holguín

Libertad

Sobre mis cuadernos de colegial

Sobre el pupitre y los árboles

Sobre la arena sobre la nieve

Escribo tu nombre

Sobre todas las páginas leídas

Sobre todas las páginas en blanco

Piedra, sangre, papel o ceniza

Escribo tu nombre

Sobre las imágenes doradas

Sobre las armas de los belicosos

Sobre la corona de reyes

Escribo tu nombre

Sobre la selva y el desierto

Sobre los nidos sobre las retamas

Sobre el eco de mi infancia

Escribo tu nombre

Sobre las maravillas de las noches

Sobre el pan blanco de los días

Sobre las temporadas desposadas

Escribo tu nombre

Sobre todos mis trapos de azul

Sobre el estanque sol enmohecido

Sobre el lago luna viva

Escribo tu nombre

Sobre los campos sobre el horizonte

Sobre las alas de los pájaros

Y sobre el molino de las sombras

Escribo tu nombre

Sobre cada soplo de aurora

Sobre el mar en los barcos

Sobre la montaña lunática

Escribo tu nombre

Sobre la espuma de las nubes

Sobre los sudores de la tormenta

Sobre la lluvia gruesa e insípida

Escribo tu nombre

Sobre las formas que centellean

Sobre las campanas de los colores

Sobre la verdad física

Escribo tu nombre

Sobre las sendas despertadas

Sobre las carreteras desplegadas

Sobre los lugares que desbordan

Escribo tu nombre

Sobre la lámpara que se enciende

Sobre la lámpara que se apaga

Sobre mis casas reunidas

Escribo tu nombre

Sobre el fruto cortado en dos

Espejo y mi habitación

Sobre mi cama vacía

Escribo tu nombre

Sobre mi perro codicioso y tierno

Sobre sus orejas elaboradas

Sobre su pierna torpe

Escribo tu nombre

Sobre el trampolín de mi puerta

Sobre los objetos familiares

Sobre el mar del fuego bendito

Escribo tu nombre

Sobre toda carne concedida

Sobre la frente de mis amigos

Sobre cada mano que se tiende

Escribo tu nombre

Sobre el cristal de las sorpresas

Sobre los labios atentos

Bien sobre el silencio

Escribo tu nombre

Sobre mis refugios destruidos

Sobre mis faros aplastados

Sobre las paredes de mi problema

Escribo tu nombre

Sobre la ausencia sin deseos

Sobre la soledad desnuda

Sobre las marchas de la muerte

Escribo tu nombre

Sobre la salud vuelta de nuevo

Sobre el riesgo desaparecido

Sobre la esperanza sin recuerdos

Escribo tu nombre

Y por el poder de una palabra

Reinicio mi vida

Nací para conocerte

Para nombrarte

Libertad

Max Ernst

En un rincón el incesto ágil

Gira en torno a la virginidad del vestido corto

En un rincón el cielo liberado

Entrega esferas blancas a las espumas de la tormenta

En un rincón más claro que la totalidad de los ojos

Esperan a los peces de la angustia

En un rincón el carruaje de verdor del verano

Gloriosamente inmóvil para siempre

Al brillo de la juventud

De las lámparas encendidas con retardo

La primera muestra senos que matan a los insectos rojos.

De “Répétitions”

Versión de Aldo Pellegrini

Nusch

Los sentimientos aparentes.

Ligereza del acercarse.

La cabellera de las caricias.

Sin preocupación, sin sospechas.

Tus ojos se entregan a lo que ven:

Son vistos porque ellos miran.

Confianza de cristal

entre dos espejos.

Tus ojos se pierden en la noche

para añadir el insomnio al deseo.

Versión de Luis A. Cano

Ser

Con la frente como una bandera perdida

te arrastro cuando estoy solo

por calles heladas

por cuartos negros

proclamando infortunios

No quiero abandonar

tus manos claras y complicadas

nacidas en el encerrado espejo de las mías

Todo lo demás es perfecto

todo lo demás es todavía más inútil

que la vida

Excava la tierra bajo tu sombra,

un estanque junto a los senos

donde hundirse

como una piedra.

Versión de Luis A. Cano

Sin rencor

Lágrimas de los ojos, los infortunios de los infortunados,

Infortunios sin interés y lágrimas sin color.

Él no pide nada, no es insensible,

Está triste en prisión y triste si está libre.

Hace un muy triste tiempo, hace una noche negra

Sin lugar para un ciego. Los fuertes

Están sentados, los débiles tienen el poder

Y el rey está de pie y la reina sentada.

Sonrisas y suspiros, injurias que se pudren

En bocas de mudos y ojos de cobardes.

No toquéis nada: ¡esto quema, esto arde!

Vuestras manos están hechas

Para vuestros bolsillos y para vuestras frentes.

Una sombra…

Todo el infortunio del mundo

Y encima mi amor

Como un animal desnudo.

De “Morir de ne pas mourir”, 1924.

Solamente deseo amarte…

Solamente deseo amarte

Una tempestad llena el valle

Un solo pez el río

Te he hecho

A la medida de mi soledad

Todo el mundo para esconderse

Días y noches para comprenderse

Para contemplar en tus ojos

Todo lo que pienso de ti

Y de un mundo hecho a tu imagen

Y las noches y los días gobernados por tus párpados.

Te amo

Te amo por todas las mujeres que no he conocido.

Te amo por todos los tiempos que no he vivido.

Por el olor del mar inmenso y el olor del pan caliente.

Por la nieve que se funde por las primeras flores.

Por los animales puros que el hombre no persigue.

Te amo por amar.

Te amo por todas las mujeres que no amo.

Quién me refleja sino tú misma me veo tan poco

sin ti no veo más que una planicie desierta.

Entre antes y ahora

están todas estas muertes que he sorteado sobre paja.

No he podido atravesar el muro de mi espejo.

Tuve que aprender la vida como se olvida

palabra por palabra

Te amo por tu sabiduría que no me pertenece.

Te amo contra todo lo que no es más que ilusión.

Por el corazón inmortal que no poseo

crees ser la duda y no eres sino razón.

Eres el sol que me sube a la cabeza

cuando estoy seguro de mí.

Versión de Luis A. Cano

Toque de queda

Que íbamos a hacer, la puerta estaba bajo guardia

Que íbamos a hacer, estábamos encerrados

Que íbamos a hacer, la calle habían cerrado

Que íbamos a hacer, la cuidad estaba bajo custodia

Que íbamos a hacer, ella estaba hambrienta

Que íbamos a hacer, estábamos desarmados

Que íbamos a hacer, al caer la noche desierta

Que íbamos a hacer, teníamos que amarnos.

Versión de Luis A. Cano

Tú la única y escucho las hierbas de tu risa…

Tú la única y escucho las hierbas de tu risa

A ti te arrebata tu cabeza

Y desde lo alto de los peligros de muerte

Bajo los globos enmarañados por la lluvia de los valles

Bajo la pesada luz bajo el cielo de tierra

Tú engendras la caída.

Los pájaros ya no son refugio suficiente

Ni la pereza ni la fatiga

El recuerdo de los bosques y de los arroyos frágiles

En la mañana de los caprichos

En la mañana de las caricias visibles

En la clara mañana de la ausencia la caída.

Las barcas de tus ojos se extravían

En el encaje de las desapariciones

El abismo es revelado que los otros lo extingan

Las sombras que tú creas no tienen derecho a la noche.

De “L’amour la poesie”

Versión de Aldo Pellegrini

Un solo pensamiento

Sobre mis cuadernos de escuela,

sobre el pupitre, sobre el roble,

sobre la nieve y en la arena

escribo tu nombre.

Sobre las páginas leídas,

sobre las páginas incólumes

-piedra, sangre, papel, ceniza-

escribo tu nombre.

En las imágenes doradas,

sobre los signos de la Corte,

sobre tizonas y corazas

escribo tu nombre.

Sobre el desierto y en la jungla,

sobre la infancia de las voces,

sobre la rama y en la gruta

escribo tu nombre.

Sobre el pan blanco de los días,

sobre el prodigio de la noche,

sobre la flor y las vendimias

escribo tu nombre.

Sobre los cielos que azulan

en los estanques -muertos soles-;

sobre los lagos -vivas lunas-

escribo tu nombre.

Sobre las colinas remotas,

en las alas de los gorriones,

sobre el molino de las sombras;

escribo tu nombre.

Sobre los hálitos del alba,

sobre la mar y sus galeones,

sobre la demente montaña,

escribo tu nombre.

Sobre el vellón de los espacios

y el estertor de los ciclones,

sobre el limo de los chubascos,

escribo tu nombre.

Sobre las formas cintilantes,

sobre la pátina del bronce,

sobre las físicas verdades,

escribo tu nombre.

Sobre las rutas desveladas

y las sendas sin horizonte,

sobre las mareas humanas,

escribo tu nombre.

Sobre la llama que fulgura,

Sobre la llama que se esconde,

sobre los techos que se juntan,

escribo tu nombre.

Sobre la fruta en dos partida

del espejo que me recoge;

en mi lecho -concha vacía-

escribo tu nombre.

Sobre mi can goloso y tierno

y en la oreja que atenta pone,

sobre su salto poco diestro,

escribo tu nombre.

Sobre la grada de mi puerta,

sobre la loza y los arcones,

sobre las ascuas de la leña,

escribo tu nombre.

Sobre la carne que se entrega,

en la faz del amigo noble,

sobre la mano que se estrecha,

escribo tu nombre.

Sobre el vitral de los secretos,

sobre las bocas ya sin voces,

sobre los más hondos silencios,

escribo tu nombre.

Sobre el albergue derruido,

sobre el escombro de mi torre,

sobre los muros de mi hastío

escribo tu nombre.

Sobre la ausencia sin deseos,

sobre mi soledad insomne,

sobre los lúgubres aleros,

escribo tu nombre.

Sobre la calma que retorna,

sobre los extintos pavores,

sobre el anhelo sin memoria,

escribo tu nombre.

Y en el poder de tu palabra

mi vida vuelve a comenzar:

he renacido a tu llamada

para invocarte:

LIBERTAD!!

Versión de Carlos López Narváez

Vivir aquí

Cuando la he visto, la he perdido,

La huella de un armiño entre cristales escarchados,

Una estrella, apenas una estrella, la luz,

Sus uñas en el despierto mármol de la noche.

No hablo ya para nadie,

El día y la noche se mezclan tan bien en su cabellera,

Bajo mi mirada, bajo sus cabellos ella se marchita,

Ser virtuoso, es estar solo.

Desconocida, ella era mi forma preferida,

Yo no tenía la preocupación de ser un hombre,

Y, en vano, me asombro de haberme visto obligado a sufrir

Mi deseo como un rayo de sol en agua fría.

De L’amour la poèsie:

1. En voz alta

Se elevó el amor ligero

Con tan brillante esplendor

Que en su desván la cabeza

Tuvo miedo a confesar todo.

En voz alta

Cubrieron los cuervos de la sangre

La memoria de otros nacimientos

Después derramados en la luz

Futuro pulverizado de besos.

Imposible injusticia sólo un ser existe en el mundo

El amor elige al amor si cambiar de rostro.

2. Sus ojos son contornos de luz

Bajo la osadía de su desnudez.

A flor de transparencia

Los cambios de pensamiento

Anulan las apagadas palabras.

Ella eclipsa todas las imágenes

Deslumbra al amor y sus sombras rebeldes

Ama -ama para olvidarse.

3. Los todopoderosos representantes del deseo

De los graves ojos recién nacidos

Para suprimir la luz

El arco de tus senos tendido por un ciego

Que se acuerda de tus manos

Tu suave cabellera

Son en el río ignorante de tu cabeza

Caricias al filo de la piel.

Y tu boca que enmudece

Puede probar lo imposible.

4. Te lo he dicho para las nubes

Te lo he dicho para el árbol del mar

Para cada ola para los pájaros entre las hojas

Para los guijarros del ruido

Para las manos familiares

Para la mirada que se hace rostro o paisaje

Ya quien el sueño devuelve el cielo de su color

Para la noche entera bebida

Para la verja de los caminos

Para la ventana abierta para una frente descubierta

Te lo he dicho para tus pensamientos para tus palabras

Toda caricia toda confianza se sobreviven.

5. Más era un beso

Menos las manos en los ojos

El halo de la luz

En los labios del horizonte

Y unos remolinos de sangre

Que se entregaban al silencio.

6. Tú sola y oigo la hierba de tu risa

Tú la cabeza que te conduce

Y desde la cima de los peligros de muerte

Sobre los brumosos globos de la lluvia de los valles

Bajo la densa luz bajo el cielo de la tierra

Engendras la caída.

Los pájaros ya no son un refugio suficiente

Ni la pereza ni el cansancio

El recuerdo de los débiles arroyos y los bosques

En la mañana de los caprichos

En la mañana de las caricias visibles

En la aurora de la ausencia y la caída

Las barcas de tus ojos se pierden

En el encaje de las desapariciones

El abismo se ha revelado otros han de apagarlo

Las sombras que tú creas no tienen derecho a la noche.

7. La tierra es azul como una naranja

No es ningún error las palabras no mienten

No os obligan a cantar

Y en vez de oírse unos besos

Unos insensatos amores

Su boca de alianza

Tiene todos los secretos todas las sonrisas

Y tan indulgentes vestidos

Que se le creería del todo desnuda.

Las avispas florecen de verde

El alba se coloca en torno al cuello

Un collar de ventanas

Y unas alas envuelven a las hojas

Tú tienes toda la alegría solar

Todo el sol de la tierra

Sobre los caminos de tu belleza.

8. Mi amor por haber figurado mis deseos

Puesto tus labios en el cielo de tus palabras como un astro

Tus besos en la noche viva

Y en torno a mí la estela de tus brazos

Como una llama en señal de conquista

Mis sueños son en el mundo

Y cuando tú no estás

Sueño que duermo sueño que sueño.

9. Donde la vida se contempla todo está sumergido

Por encima de las coronas del olvido

El vértigo en el corazón de las metamorfosis

Una escritura de algas solares

El amor y el amor.

Tus manos hacen el día entre la hierba

Tus ojos hacen el amor en pleno día

Con las sonrisas en el talle

Y tus labios en las alas

Te colocas en el lugar de las caricias

Te colocas en el lugar de los sueños.

10. Tan serena apagada calcinada la piel gris

Predilecta de la noche presa en sus flores de escarcha

Apenas contiene de la luz sino las formas.

Sentirse enamorada le hace estar hermosa

Sin tener que esperar la primavera.

El cansancio la noche el descanso el silencio

Todo un mundo viviente entre los astros muertos

Con la confianza en la pervivencia

Ella está siempre visible cuando ama.

11. Ella no sabe tender lazos

Tiene los ojos en su belleza

Tan simple tan simple es seducir

Y son sus ojos quienes la encadenan

Y es sobre mí en quien se apoya

Y es sobre ella sobre quien se arroja

La red voladora de las caricias.

12. La mentira que amenaza las tenaces y arriesgadas astucias

Las bocas al fondo de los pozos los ojos al fondo de las noches

Las súbitas virtudes las redes que se arrojan al azar

Los deseos de inventar ardides admirables

Las guadañas las trampas entre los cuerpos entre los labios

Las paciencias macizas las impaciencias calculadas

Todo lo que se impone y reina

Entre la libertad de amar

Y la de no amar

Todo lo que tú desconoces.

13. Enamorada en secreto detrás de tu sonrisa

Desnuda las palabras de amor

Descubren tus senos y tu cuello

Tus caderas y tus párpados

Descubren todas las caricias

Para que los besos en tus ojos

Te muestren en toda tu estatura.

14. El sueño ha apresado la huella

Y el color de tus ojos.

15. Se inclina sobre mí

Corazón ignorante

Para ver si la amo

Confía olvida

Bajo las nubes de sus párpados

Su cabeza se duerme en mis manos

Donde estamos

Juntos inseparables

Vivientes vivos

Vivientes viviendo

Y mi cabeza rueda en sus sueños.

16. Bocas ávidas de los colores

Y de los besos que las dibujan

Llama hoja agua sensible

Un ala las mantiene en su palma

Una risa les derriba.

17. Con una sola caricia

Te hago brillar con todo tu esplendor.

18. Vaivén de carne pasto tembloroso

En las orillas de la sangre que desgarran el día

Perseguida por la sangre nocturna

Desmelenada la garganta presa de los abusos de la tempestad

Víctima abandonada por las sombras

Por los pasos más suaves y los límpidos deseos

Su frente no será ya el reposo seguro

Ni sus ojos la gracia de soñar con su voz

Ni sus manos las manos que liberan.

Ahechada de pasión ahechada de amor sin amar a nadie

Ella se forja inconmensurables dolores

y todas sus razones para sufrir desaparecen.

19. Una brisa de danzas

Por un camino sin fin

Los pasos de las hojas más veloces

Las nubes esconden tu sombra.

La boca de fuego de armiño

De hermosos dientes el fuego

Caricia color de diluvio

Tus ojos persiguen la luz.

El rayo rompe el equilibrio

Las lanzaderas del miedo

Dejan caer la noche

Al fondo de tu imagen.

20. Al alba te amo la noche entera en mis venas

La noche entera mirándote

Teniendo que adivinar todo seguro de las tinieblas

Que me conceden el poder

De envolverte

De agitar tu deseo de vivir

En el seno de mi inmovilidad

El poder de revelarte

De liberarte de perderte

Llama invisible en la claridad.

Si te vas la puerta se abre sobre el día

Si te vas la puerta se abre sobre mí.

21. Nuestros ojos intercambian su luz

Su luz y el silencio

Hasta no reconocerse

Hasta sobrevivir a la ausencia.

22. Con la frente en el cristal como a quien hace velar la pena

cielo cuya noche he traspasado

Diminutas llanuras en mis manos abiertas

En su doble horizonte inerte e insensible

Con la frente en el cristal como a quien hace velar la pena

Yo te busco más allá de la espera

Más allá de mí mismo

Y no sé -tanto te amo-

Cuál de los dos se halla ausente.

23. Viaje del silencio

Desde mis manos a tus ojos

Y entre tus cabellos

Donde unas doncellas de mimbre

Se adosan al sol

Mueven los labios

Y dejan a la sombra de cuatro hojas

Alcanzar su cálido corazón de sueño.

24. La habitual

simula felicidad como el que simula ser ciego

El amor incluso cuando apenas en él se piensa

Ella está en la ribera y en todos los brazos

Eternamente

Y a su merced se halla el azar

Y el sueño de los ausentes

Ella sabe que vive

Todas las razones de vivir.

25. Me separé de ti

Pero el amor me acompañó siempre

Y cuando le tendí los brazos

El dolor se hizo más amargo

Todo un árido desierto

Por separarme de mí mismo.

26. He cerrado los ojos para no ver nada

He cerrado los ojos para llorar

Por no verte.

Dónde están tus manos las manos de la caricia

Dónde están tus ojos la voluntad del día

Tú perdido todo ya no estás aquí

Para iluminar la memoria de las noches.

Yo perdido todo me veo vivir.

27. Los cuervos aletean por los campos

La noche se apaga

Para una cabeza que se despierta

Los blancos cabellos el último sueño

Las manos se hacen luz de su sangre

De sus caricias

Una estrella llamada azul

Y cuya forma es terrestre

Enloquecida por los aullidos

Enloquecida por los sueños

Enloquecida por los capelos del ciclón fraterno

Infancia enloquecida por los fuertes vientos

Cómo harías la hermosa coqueta

No se reirá más

La ignorancia la indiferencia

no revelarán su secreto

Tú no sabes saludar a tiempo

Ni compararte con las maravillas

pero me oyes

Tu boca comparte mi amor

Y es por tu boca

Detrás del vaho de nuestros besos

Por donde estamos unidos.

28. Roja enamorada

Para compartir tu placer

Yo me tiño de dolor

Yo he vivido tú cierras los ojos

Te encierras en mí

Acepta entonces vivir.

Todo lo que se repite es incomprensible

Tú naces en un espejo

Delante de mi antigua imagen.

29 Sería preciso que un sólo rostro

Respondiera por todos los nombres del mundo.

Versiones de Manuel Álvarez Ortega

* * * * *

Segunda naturaleza:

21. El sereno mayal sometido al llanto

Se arremolina sobre las heladas nucas

Lo mismo hacen las fugitivas flores

Con el vaho de besos

En este surtidor que las fiebres

Coronan con el fuego de las lágrimas

y la agonía del más alto deseo

Anudad a las risas con los dolores

Anudad a los pícaros con los vivos

Suplicios miserables

Y a la caída con el vértigo.

22. El sol con cuidado sobre la faz crispada del mar

Todo lo obstruye y completamente azul

Sobre un hombre en el alba sobre el agua que oculta

A las nubes de astros maduros su sentido y su duración

Elevan sus párpados extenuados de vivir.

Inmortales miserias para profanar el hastío

Colocan el descanso sobre una roca de fatigas

El cuerpo se vuelve hueco el horizonte se cierra

Hacia qué luces conducirlas con la mirada alta

La frente obstinada salta sobre el agua como una piedra

Sobre un camino perturbado por fuentes de dolor

Que unas ondas eternamente renovadas purifican.

Versión de Manuel Álvarez Ortega