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Charry Lara, Bernardo

Reseña biográfica

Poeta y ensayista colombiano nacido en Bogotá en 1920.

Doctor en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Nacional de Colombia, fue director de la Radiodifusora Nacional de Colombia y del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad Nacional, miembro del consejo de redacción de las revistas literarias Mito, Eco y Golpe de Dados y colaborador de diversas publicaciones literarias de Colombia y del exterior. Fue miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua y miembro honorario del Instituto Caro y Cuervo.

La poesía de Silva, Aleixandre, Cernuda, y Baudelaire, le sirvió como base para convertirse en uno de los primeros poetas colombianos que incursionó en el campo surrealista.

En el año 2000 ganó el Premio Nacional de Poesía José Asunción Silva en Bogotá, y en el año 2003, la Universidad de Antioquia le otorgó el Premio Nacional de Poesía “por reconocimiento” a su obra.

De su obra poética se destacan: «Poemas» en 1944, «Nocturnos y otros sueños» en 1949, «Los adioses» en 1963, «Pensamientos del amante» en 1981, y «Llama de amor viva» en 1986, considerada su mejor producción.

Falleció en U.S.A. en el año 2004. Continue reading

Castellanos, Dora

Reseña biográfica

Poeta colombiana nacida en Bogotá en 1924.

Desde muy joven se inició en la poesía publicando su primer libro cuando apenas tenía quince años. Ha trabajado activamente en el campo periodístico y es autora de varios cuentos didácticos para niños de la segunda infancia y de la preadolescencia.

Ha pertenecido en varias ocasiones al cuerpo diplomático, obtuvo el premio Simón Bolívar y se constituyó en la primera mujer elegida para formar parte de la Academia Colombiana de la Lengua.

De sus obras se destacan: «Verdad de amor», «Luz sedienta», «Hiroshima amor mío», «Zodíaco del Hombre», «La Bolivariada» y «Con luz de tus estrellas».

ADOLESCENTE AMOR

¡Amado! Este es aquel amor que conocimos

antaño en nuestra vida; éramos casi niños,

hace ya mucho tiempo,

cuando tu boca me enseñó la risa

y tus labios el beso.

Este es el mismo amor; viene de lejos,

desde la adolescencia;

cuando en la tuya conoció mi mano

el dulce entrelazarse de los dedos

y abrió la noche entre su cielo oscuro

la blanca floración de los luceros.

Este es el mismo amor,

cuando jóvenes éramos

y yo aprendí en la noche de tus ojos

la vigilia y el sueño.

Recuerdo aquel amor, el de turbada

soledad y silencio;

el que marcó en la luz de los cocuyos

el camino del pueblo.

El que nos embriagó con su perfume

en los frutos del huerto,

el que nos enseño toda blandura

sobre el musgo pequeño.

¿Lo recuerdas amor?

Desde tus brazos contemplé la noche

hasta aclarar el cielo;

la luna se apagó, brilló la aurora,

y recuerdo con qué deslumbramiento

vieron nuestras pupilas sombradas

brotar el sol sobre los campos nuevos.

Hace ya mucho tiempo,

supimos la ternura de la hierba

bajo los pies traviesos,

aprendimos la música del agua

de su sonido fresco.

Escuchamos el mar, vimos el viento,

gozamos del arrullo, del aroma,

y del amor de todo el universo,

cuando puros, amantes exaltados

nos enseñó la vida su misterio.

El agua, el sol, la brisa, la montaña;

el libro del Señor estaba abierto

y nuestros ojos ávidos e insomnes

escrutaban el cielo.

Todo lo que es hermoso,

lo aprendimos entonces.

¿Cuándo fue? ¿Cuándo, amado?

En el amor sin tiempo…

Ahora todo nos parece tan lejos…

Vendrán los duros años de la vejez,

amor, seremos viejos.

toda nuestra verdad, será añoranza,

desteñido recuerdo:

el joven resplandor de las miradas,

el encendido fuego de los besos.

¡Oh nuestro amor de antaño!

quizá desde las venas apagadas

de la vejez sin término,

sintamos otra vez, entre suspiros,

el indecible gozo de querernos.

Que viva el corazón para sentirlo,

que guarde la memoria su recuerdo.

¡Vibrar de plenitud, vibrar de nuevo!

Llevemos su existencia hasta la muerte

que amarnos fue tan hondo y verdadero.

ALGÚN DÍA

Un día llegarás;

el amor no espera.

Y me dirás:

Amada, ya llegó la primavera.

Un día me amarás.

Estarás de mi pecho tan cercano,

que no sabré si el fuego que me abrasa

es de tu corazón o del verano.

Un día me tendrás.

Escucharemos mudos

latir nuestras arterias

y sollozar los árboles desnudos.

Un día. Cualquier día.

Breve y eterno,

el amor es el mismo en primavera,

en verano, en otoño y en invierno.

AMOR, COMO LOS RÍOS

Oculta fuerza de agua soterrada,

nos sorprendió el amor tan de repente,

que al mirarse a los ojos hondamente

se desbordó el amor en la mirada.

Y brotó aquella fuente enamorada,

con fuerza tan vital y jubilosa,

que fue en verdad y amor la más gozosa

en que jamás me viera arrebatada.

Fue aquel amor, pasión tan verdadera,

-¿era tierna o sensual, dulce o ardiente?-

¡ya nunca más sabremos cómo era!

Que tus labios juraron en los míos:

vivirá nuestro amor eternamente,

y nuestro amor pasó como los ríos.

ANCLADO EN MIS SENTIDOS…

Anclado en la mitad de mis sentidos,

corazón, eres barco solitario;

cuéntame el inefable itinerario

de los amores y los tiempos idos.

Velámen roto y mástiles vencidos;

flotando en el refugio del estuario,

tú quisieras un ímpetu corsario

para encontrar océanos perdidos.

Surto en mitad del alma, has escuchado

el oleaje fiel de los latidos

y no sabes aún si te han amado,

tú que conoces todos los olvidos.

¡Corazón, triste barco abandonado

y anclado en la mitad de mis sentidos!

COMO UN ALA FUGAZ

Hay algo en ti que nunca permanece

y fluye de tu alma como un río;

algo que te ilumina y te ensombrece,

algo resplandeciente, algo sombrío,

como un ala fugaz que te ennoblece

el placer, el dolor, el albedrío.

Algunas veces goza, otras padece

lo que hay en ti que nunca será mío.

Aquello que en el éxtasis nos llega,

lo que el dolor en lágrimas entrega,

lo que el amor entrega en poderío.

Lo que está más allá de todo goce:

que siempre en el amor me desconoce

aquello en ti que nunca será mío.

CON HILOS DE ATARRAYA

Entre la fina red

que siempre estoy tejiendo

con todos los sentidos

prisionera me encuentro.

En la urdimbre sutil

de verdad y misterio,

de amor, olvido, pena,

ansiedad y recuerdo,

yo misma como un pez

me confundo y me enredo;

yo misma día a día

los hilos voy tejiendo;

cuando sé lo que amo

ya no sé si lo quiero.

En las confusas noches

en que pienso y más pienso

las barras de mi cárcel

como un escualo muerdo.

CONTRADICTORIO AMOR

A Nancy Pulecio Muñoz

Quemadura glacial de fuego y nieve,

contradictorio amor, tierno y violento,

cerebro ardido, loco pensamiento;

ansioso corazón que no se atreve.

Su voz nos extermina y nos conmueve;

su vivo manantial muere sediento.

Amor, amor, amor, este que siento

como la vida misma eterno y breve.

Algo dentro del ser padece y canta

breve canción, larguísimo gemido

que hasta el infierno mismo nos levanta.

No sabe del amor quien no ha podido,

con un grito clavado en la garganta,

gozar el paraíso prometido.

DESLUMBRAMIENTO

Era lirio en el aire y fragancia en el viento;

ondas sobre las aguas y temblor en el río;

cuando vi su hermosura, con todo el pensamiento,

grabé su amado nombre para llamarlo mío.

Nunca supe la hora ni el exacto momento

en que amé su mirada. Sólo sé que tardío

su amor llegó a mi vida con el deslumbramiento

de una fruta en invierno, de una flor en estío.

Por menos presentido, todo fue tan hermoso

como ver cuando caen nieves en primavera,

lluvias en el verano, lágrimas en el gozo.

Después de haberlo amado que mi alma responda

si sabe por qué existen sobre la tierra entera

el perfume en el aire y el temblor en la onda.

EL MEJOR DÍA

Alma mía que trémula y ansiosa

te asombras ante tanta maravilla:

el sol en la luciérnaga que brilla,

todo el bosque fragante en una rosa.

Un día el agua eterna y silenciosa

has de surcar en vacilante quilla;

el fuego que encendió tu lamparilla

apagará la noche misteriosa.

Hay algo en existir que te aniquila.

La vida es un anillo que se cierra,

la muerte un ojo insomne que vigila.

Puede el último ser el mejor día:

verás al alejarte de la tierra

la luz eterna de la poesía.

ELEGÍA DEL AMOR GOZOSO

Amor, gozo por ti, por ti padezco;

por ti la sombra que ilumina el mundo

y esta sed de fulgor en que anochezco;

por ti mis bellas horas tenebrosas

en que deshoja sin pudor el alma

su túnica de espinas y de rosas;

tus manos con el tacto de la vida,

mi espíritu cubierto de zozobras,

tu cuerpo con la veste desceñida;

mi panal de amarguras y de mieles,

el campo de la frente coronado

con una rama negra de laureles.

Por ti mis cuatro cirios encendidos,

la muerte viva en ataúd gozoso,

los edenes hallados y perdidos;

el jardín interior de mis aromas,

mis ciervos vulnerados, tus jaurías,

tu gavilán voraz de mis palomas;

tus fieras azuzadas, tus mastines,

mi queja entre la noche como un grito,

tu voz de funeral y de festines;

mi pradera agostada de rosales,

tus viñas en agraz para el olvido,

la cosecha en sazón de mis eriales;

tu faro entre las sombras, desafiante,

tu mar embravecido contra el mundo,

tu playa inaccesible y delirante.

Amor y siempre amor. amor altivo,

humillado, exaltado, desolado;

amor por lo que muero y lo que vivo.

Por ti todos los males y mis bienes:

tu lirio inmemorial y la manzana

y este cielo infernal entre mis sienes.

Por ti lo que desdeño y lo que ruego,

el fuego de la vida turbadora,

la muerte entre mi túnica de fuego.

Por ti, maldito amor, amor bendito,

la claridad de mi desesperanza,

mi esperanza clamando al infinito.

Por ti, siempre por ti. Por lo que espero;

lo que no espero ya, por esperado.

Por ti, sólo por ti, mientras me muero.

ERGUIDA FLOR

De ti se nutren todas mis raíces:

me nutro de tu voz, de tu mirada

y de ti, porque vivo enamorada

de lo que piensas y de lo que dices.

La carne triste y los cabellos grises

iremos al final. La llamarada

de nuestra gran verdad, será olvidada

cuando yo muera o cuando tú agonices.

El tallo, la raíz, la flor, el fruto,

fueron savia de amor que en un minuto

para nosotros maduró la vida.

Sin sombra, sin frescura, al sol y al viento,

porque en tu propia savia me sustento,

soy una flor al infortunio erguida.

ETERNA HUELLA

Quedarás como huella sobre mi brazo,

como marca sobre mi corazón.

Cantar de los cantares

No pasarás en vano por mi vida,

ni encontrarnos fue obra del acaso;

que por tu abrazo quedará en mi brazo

la fuerte huella que el amor no olvida.

La llama que de ti quedó encendida

arde sin consumirse en mi regazo.

Amor que más juntaste con el lazo

terrible de la sangre y de la herida.

En mí no fuiste gozo pasajero

sino la esencia de la tierra pura

floreciendo en el árbol verdadero.

Y para siempre brillará tu estrella,

porque de amor dejaste en hermosura

sobre mi corazón eterna huella.

HACIA MI SOMBRA

Vuelvo a la oscuridad donde he vivido.

Tu claridad de mi dolor se aleja

y sobre el alma trémula me deja

un tenue resplandor de luz y olvido.

Soy un ciego que busca el bien perdido;

ya su amor en mi amor no se refleja.

De la noche sin término se queja

el que la luz de Dios ha conocido.

Perdí tu amor, en plenitud y lumbre.

No sabes que tu fe resplandeciente

iluminó mi abismo hasta la cumbre.

Quizá vuelva a encontrar tu estrella clara

porque otra llevará sobre la frente

la luz que alguna vez me iluminara.

HAY ALGO EN TI

Hay algo en ti que nunca he conquistado;

vana sombra que no me pertenece,

algo que me conturba y me estremece:

flor de amor que jamás he deshojado.

Es algo indefinible, atormentado;

noche que no se acaba ni amanece;

cual sórdido cilicio permanece

entre la carne viva, soterrado.

Algo entre la locura y el espanto.

Grito que va a llegar y nunca llega,

cercano al resplandor, próximo al llanto.

¡Oh trágico dolor de herida ciega!

Amor por quien suspiro y me levanto,

hay algo en ti que nunca se me entrega.

LA ROCA VIVA

Gracias, Amor, por esta dulce herida

y la blandura de mi sufrimiento.

Por la risa y el gozo y el lamento,

en tanta plenitud desconocida.

Bendito siempre, Amor, porque te siento

crecer en la ternura compartida

y por las aguas de tu mar sediento

que arrasa las orillas de mi vida.

Hoy sé que los rigores de tu fuego

consumió en llamaradas mi sosiego

y mi paz se hizo llanto y quemadura.

Ahora voy como barco a la deriva.

En los escollos de tu roca viva

rompió mi corazón su arboladura.

LINAJE PURO

Te amo cuando acaricio la madera:

la caoba que sangra, el roble duro.

Tu perteneces el linaje puro

que fragua anillos cada primavera.

Y floreces también como si fuera

tu cuerpo un árbol de nogal maduro;

palisandro de aromas, cedro oscuro,

estoy en ti como una enredadera.

Ombú que entre mis ojos amaneces;

sándalo que te creces de armonía,

ébano verde, olivo que te creces

de amor para mis brazos solitarios,

cuando siembras mi tierra yo diría

que respiro los bosques milenarios.

NÁUFRAGO

Náufrago va sobre el ardiente río

el corazón de todos los amantes;

cautivo entre sus aguas fulgurantes

pasa tu corazón; no pasa el mío.

Pródigo entre mis brazos el estío

acendró miel de pomas delirantes.

Oigo vago rumor de aguas distantes;

lejano de mis brazos pasa el río.

Puente sobre su cauce verdadero,

tendido está mi corazón entero.

¡Oh dolor del amor, agua profunda,

agua viva de amor que no se entrega!

Pero el rencor, porque hasta mí no llega,

en agua oscura y sórdida me inunda.

NEFERTITI

¿De qué terrena claridad dorada,

de qué barros del cielo, de qué arcillas

surgió la morbidez de tus mejillas,

la ciega plenitud de tu mirada?

¿De cuál sarcófago, de cuál morada,

de qué profundidades amarillas,

de qué lejano mundo sin orillas,

la luz de tu cabeza coronada?

¿Qué aurora boreal sobre tu frente,

sobre la placidez del rostro vivo

dejó su rosicler eternamente?

En la penumbra fértil de mi mesa,

cuando entre el hueco de la noche escribo,

llenas mi soledad con tu belleza.

SIEMPRE AMOR

A Inés y Adel López Gómez

No sólo por gozarte te he buscado:

también te quiero para padecerte,

porque el solo placer de poseerte

no da la plenitud de haber amado.

El vivo resplandor de lo gozado

menos amor es siempre que aquel fuerte

dolor de corazón que nos advierte

la dicha cruel de estar enamorado.

Te sufro con dolor, con alegría,

con deleite, con odio, con dulzura,

y la felicidad es agonía.

Si algún día nací, fue para verte;

por saber tu pasión y tu hermosura,

para gozarte, Amor, y padecerte.

SIN NADIE LA MIRADA

Lo que cambia es el rostro,

la hondura de unos ojos,

la luz de una mirada;

la penumbra indiscreta

de confidencias íntimas,

la ternura, los besos,

los cuerpos y las almas.

El amor es el mismo;

busca formas distintas:

a veces una frente

de curvas sosegadas,

otras la boca roja,

quizá una boca pálida;

unos brazos ardientes

de tibias manos largas;

el instante amoroso,

la amorosa distancia.

Cambian tan solo el rostro,

los luceros, el alba;

el palor de la luna

detrás de una ventana;

la lluvia que solloza

con sus gotas que cantan;

el fulgor que nos junta

la luz que nos separa,

las llamas que calientan

los muros de la casa,

las cortinas de sombra,

el temblor de una lámpara.

El amor es el mismo,

no declina, no cambia;

existe en nuestro pecho

desde lejana infancia;

nos saca de la cuna,

nos hiere con su espada,

nos da siempre el veneno

que vivifica y mata;

zumo que nos agobia,

licor que nos exalta;

el ardor que consume,

la ceniza que apaga.

El amor es el mismo,

sólo busca una cara.

siempre es lo mismo

lo que esperas;

siempre es lo mismo

lo que amas.

Tú estás en ti y eres el mismo,

es lo de fuera lo que cambia.

Tu amor existe

y busca siempre

un pretexto para sus ansias.

Primero un nombre: Luz, Elvira,

Diego, Alejandro,

Helena, Clara;

después del nombre algo infinito

que en nuestros brazos se quedara

y un rostro, un rostro,

cualquier rostro

que no nos deje ningún día

llevar sin nadie la mirada.

TODAVÍA

Sobre las ruinas de tu amor caído

levantaré de nuevo mis quimeras,

y serás en mi vida un destruido

monumento, donde un ídolo eras.

Donde tirano fuiste, las primeras

yerbas silvestres gritarán olvido,

y, recordando nuestras primaveras,

gemirás como un dios arrepentido.

Otros dioses vendrán, y nuevas rosas

brotarán de las ruinas silenciosas.

Asoma por levante un nuevo día

y he temblado mis penas escribiendo,

porque adentro, muy hondo, estoy sintiendo

que esta noche te quiero todavía…

TODO ES DIÁFANO Y BELLO

Mecen los blandos sauces la verde cabellera;

todo es diáfano y bello cuando estoy a tu lado;

una sutil fragancia de nardo macerado

difunde sus efluvios sobre la tierra entera.

¡Amado! El tiempo es claro, llega la primavera;

regresa en los capullos del jardín olvidado;

y humildes, tiernas, blancas, en el verdor del prado

abren las margaritas su múltiple gorguera.

Con tu voz de agua viva, la frescura me traes.

Mi alma es tierra seca, tierra estéril y mustia

y tú sobre mi alma como la lluvia caes.

Me llenas de dulzura con tu voz de colmena

y tus hondas palabras rielan sobre mi angustia

como luz de luceros en el agua serena.

VERDAD DEL ALMA

Asciende a ti la luz del pensamiento.

Brota por ti la flor de mi alegría

y por tu amor enciende cada día

mi corazón su lámpara en el viento.

Que si pierdo tu imagen, al momento

la recobra en tu alma el alma mía

y tu rostro se vuelve melodía

de claridad en el entendimiento.

Amor incorruptible que no daña,

ni con halago de placer se viste.

En su diafanidad jamás engaña.

Por ti, sólo por ti, que por ti existe

-cristal que no se quiebra ni se empaña-

esta verdad del alma que me diste.

Ángel Montoya, Alberto

Poeta colombiano, nacido en Bogotá en 1902.
Cultor de un tono romántico trabajado en sonetos magistrales.  Enamorado de la bohemia, del amor y de la mujer en niveles de suma elegancia, el poeta mereció el calificativo de maestro del soneto galante. Y eso fue, con toda justeza y exactitud.
Su vida estuvo dedicada a la poesía de modo exclusivo. Sus diversos libros, entre los cuales se destacan «La vigilia del vino»  y «El alba inútil», fueron reunidos en un solo volumen con el título de «Lección de poesía».
Falleció en 1970. Continue reading