Eduardo Eielson, Jorge

Reseña biográfica

Poeta, ensayista y dramaturgo peruano nacido en Lima en 1924.

Es una de las voces más representativas de la poesía hispanoamericana.

Su estilo literario muestra una influencia marcada de Eguren, Westphalen y Vallejo entre los nacionales, y de Breton, Prévert y Ezra Pound entre los vanguardistas extranjeros.

A finales de los años cuarenta viajó a París y disfrutó del extraordinario ambiente creativo francés. De allí viajó becado a Suiza para dedicarse a la escritura, y a inicios de los años cincuenta se radicó para siempre en Italia, donde brilló no sólo por su labor literaria sino también por su desarrollo como artista plástico que lo llevó a obtener prestigiosos reconocimientos internacionales, participando en grandes muestras en museos como el MOMA o en el ámbito de la colección Rockefeller de Nueva York.

Su obra poética está contenida en las siguientes publicaciones: “Canción y muerte de Rolando” en 1943, “Reinos” en 1945, “Habitación en Roma” en 1951, “Mutatis mutandis” en 1967,

“El cuerpo de Giulia-no” en 1971, “Poesía escrita” en 1976, “Noche oscura del cuerpo” en 1983, “Primera muerte de María” en 1988, “Antología” en 1996, “Sin título” en 2001, y “Ceremonias” en 2001.

Falleció en Milán en Marzo de 2006.

Ceremonia solitaria bajo la luz de la luna

La masturbación es un caballo blanco

Galopando entre el jardín

Y el baño de mi casa

La masturbación se aprende

Mirando y mirando la luna

Abriendo y cerrando puertas

Sin darse cuenta que la entrada y la salida

Nunca han existido

Jugando con la desesperación

Y el terciopelo negro

Mordiendo y arañando el firmamento

Levantando torres de palabras

O dirigiendo el pequeño pene oscuro

Posiblemente hacia el alba

O hacia una esfera de mármol tibio y mojado

O en el peor de los casos

Hacia una hoja de papel como ésta

Pero escribiendo tan sólo la palabra

Luna

En una esquina

Pero sobre todo

Haciendo espuma de la noche a la mañana

Incluidos sábado y domingo.

De “Ceremonia solitaria” Roma, 1964

Ceremonia solitaria en compañía de mí mismo

Si entre esferas me acuesto

Si entre esferas me despierto

Es porque tu sexo

Es porque mi sexo

Se parece tanto al mío

Se parece tanto al tuyo

Que no conozco nada

Que no conozco nada

Más oscuro ni más tibio

Más oscuro ni más tibio

Más redondo ni más puro

Más redondo ni más puro

Un obelisco de dulzura

Un abismo de ternura

Un animal escamoso en la mañana

Otro suavísimo en la noche

Un corazón en cambio

Un corazón

Significa sólo fuego

Significa sólo fuego

Una pared de ceniza

Entre tu cuerpo y el mío

Un fragmento de mejilla

La redondez de tu ombligo

Una calavera que me espera

Una calavera que te espera

Y yo que te pienso diverso

Yo que te pienso diverso

Cada día me parezco más a ti

Cada día me parezco más a ti

Que no te pareces a mí.

De “Ceremonia solitaria” Roma, 1964

Ceremonia solitaria en compañía de tu cuerpo

Penetro tu cuerpo tu cuerpo

De carne penetro me hundo

Entre tu lengua y tu mirada pura

Primero con mis ojos

Con mi corazón con mis labios

Luego con mi soledad

Con mis huesos con mi glande

Entro y salgo de tu cuerpo

Como si fuera un espejo

Atravieso pelos y quejidos

No sé cuál es tu piel y cuál la mía

Cuál mi esqueleto y cuál el tuyo

Tu sangre brilla en mis arterias

Semejante a un lucero

Mis brazos y tus brazos son los brazos

De una estrella que se multiplica

Y que nos llena de ternura

Somos un animal que se enamora

Mitad ceniza mitad latido

Un puñado de tierra que respira

De incandescentes materias

Que jadean y que gozan

Y que jamás reposan

De “Ceremonia solitaria” Roma, 1964

Columna al otoño

Se pierde el tiempo, las sedosas sombras

Que ruedan entre esferas de esmeralda

Hacia la muerte. Frente al otoño

Respiro como un ángel, escucho el silbido

De las flores vivas, veo grandes cielos,

Y corrientes frías de olvidados rostros

Pasan por mi frente. Yo sé bien,

Corazón mío, gorgona púrpura y girante,

Cómo es de oscura tu sonrisa y cómo se agita

Tu corona de gusanos en la sombra. Rey vulnerado

Por las detonaciones lilas del otoño,

Heme aquí, transido ante los fuegos estelares,

Mirando cómo arden en una azul columna,

Agreste y solitaria, mi corazón, los árboles y el viento.

De “Doble diamante” Lima, 1942

Cuerpo enamorado

Miro mi sexo con ternura

Toco la punta de mi cuerpo enamorado

Y no soy yo que veo sino el otro

El mismo mono milenario

Que se refleja en el remanso y ríe

Amo el espejo en que contemplo

Mi espesa barba y mi tristeza

Mis pantalones grises y la lluvia

Miro mi sexo con ternura

Mi glande puro y mis testículos

Repletos de amargura

Y no soy yo que sufre sino el otro

El mismo mono milenario

Que se refleja en el espejo y llora

De “Noche oscura del cuerpo” Roma, 1955

Doble diamante

¿Conoces tu cuerpo esfera de la noche

esfera de la noche

Huracán solar conoces tu cuerpo

Conoces tu cuerpo conoces

Tu admirable cabeza tus piernas moviendo

El centro miserable

De mis ojos de oro

Mis ojos de oro de mirarte

De oro de soñarte

De llorarte?

¿Conoces tu cuerpo

Fuerza de los años

Calor de los planetas?

¡Ah criatura! Tu desnudez me ahoga

Tus zapatos me queman

Días imantados son mis noches

Vacío colmo encontrado asilo frío. Contigo

Los astros me aburren

Las especies lloran

Muero me levanto clamo vuelvo a morir

Clamando grito entre ramas orino y fumo caigo

Como un rayo fácilmente en tu garganta. Contigo

Sólo silencio placa de horrores sedimentos

Cascada inmóvil piedra cerrada

Abismos de oro nos persiguen

Rabiosos amigos

A través de rayos cantos blasfemias

Soles y serpientes mundos de vidrio

Pomos perdidos

Amaneceres con lluvia lluvia de sangre

Temperatura y tristeza.

¡Ah misteriosa! Odio tu cabeza pura

Imbécil terciopelo tigre de las alturas

Odio el círculo salado

En que te pienso oculta

Odio el peso de los días

Los pulpos que me beben gota a gota

Bebiéndote a la vez ¡somos rocío!

Los pulpos luminosos que gobiernas

Los cedros empapados por tu aliento

Los siglos de hermosura en que agonizo

La luna y mis deseos de matar

La imagen de tus labios frescos los ríos y los montes

Los pasos encantados de mi mano

En tu garganta.

¡Ah mis 30 000 flores vivas

Suave ejército vespertino batallón perfumado!

Rotación de mi cuerpo

Hazme volver a mi cuerpo

Destrúyeme los ojos en el acto

Las uñas y los dientes sobre el fruto

Conviérteme en silencio.

Deja rodar mis lágrimas en cambio

Sobre el espejo que adoro

Sobre la viva atroz remota clara

Desnudez que me disuelve

Sobre el diamante igual que me aniquila

sobre tantísimo cielo y tanta perfección enemiga

Sobre tanta inútil hermosura

Tanto fuego planetario

Tanto deseo mío.

De “Doble diamante” Lima, 1942

En el corazón del otoño

Este taller dorado, señora,

Si usted suelta sus cabellos,

Su corsé, sus abundantes senos,

Arderá. La Muerte vestida,

Calavera de viejo sombrero,

Con plumas de pato en la nuca,

Vendrá, si usted llora, señora,

Desnuda en el bosque, si llora.

Hermosa señora, qué viento,

Qué viejo ya el día, las flores,

La cera y el vino, sus ojos, señora.

Este taller dorado, señora, es el otoño.

De “Doble diamante” Lima, 1947

Escribo algo…

Escribo algo

algo todavía

algo más aún

añado palabras pájaros

hojas secas viento

borro palabras nuevamente

borro pájaros hojas secas viento

escribo algo todavía

palabras

De “Mutatis mutandis” 1967

Esposa mía sepultada

Encerrado en tu sombra, en tu santa sombra,

Con el agua en las rodillas, te pregunto

¿Es el peso del manzano, claveteado de estrellas,

Sobre mi corazón oscuro, o eres tú, cabeza

Fugitiva de las horas, novia mía enterrada,

La que arrastras tu cabellera incesante

Como una botella rota, por entre mi sangre?

Yo no sé, señora mía, luto de mi amor,

Si eres tú la que reinas sobre tanta ceniza,

O si es sólo tu sombra, tu velo de novia en el aire,

-Poblado de perlas, naves y calaveras-

El que inunda mi alcoba, igual que un océano.

De “Reinos” Lima, 1945

Genitales bajo el vino

Óyeme tierra, así, escribiendo así,

En la espesura de pámpanos dormido:

Mi pecho frío junto a mis intestinos

Se ha cuajado. Mis dedos alhajados

Buscan el Árbol de la Noche, clavan

Sus uñas de imprenta en los racimos

De la Vida y de la Muerte. Óyeme tierra

De grandes frutos áureos y serpientes,

Luciérnaga entre muros de papiro,

Negro universo del quinqué y el sexo,

Justicia del gusano, mal Paraíso.

Mírame tierra, así escribiendo, así

Desnudo, Adán poeta, quieto y triste,

En esqueleto, sierpe y uva convertido.

De “Reinos” Lima, 1945

Impromptu

éste es tu cuerpo o nada

una nube o una rueda

un caballo o cinco dedos

qué alegría estoy vivo

o la lluvia

un ruido de tijeras

cuatro pasos un silbido

un grito una habitación

otro grito

un cometa en el cielo

un cuchillo en la boca

dos ojos abiertos una esfera

dos ojos más

siete brazos una mano

tres o cuatro tigres

una cabeza rubia

un beso de mamá

cuarenta espejos rotos

cuarenta tíos carlos

un teléfono sonando

un cadáver en el suelo

un señor aburrido

una historia cualquiera

un teléfono sonando

tres o cuatro tigres

qué tarde me acuesto

estoy solo

una palabra u otra

no importa qué cosa

un teléfono sonando

un cadáver en el suelo

una raza de perro

un perfume de francia

etcétera etcétera

De “Tema y variaciones” Ginebra, 1950

Nocturno terrenal

Te he buscado, Tesoro,

he cavado en las noches profundas.

Rainer Maria Rilke

Amo cierta sombra y cierta luz que muy juntas, creo yo, azulan

Las casas profundas de los muertos, amo la llama

Y el cabo de la sangre, porque juntas son el mundo

Y hacen de mí un muro que separa la noche del día.

He visto los rojos campos labrados por el cielo azul,

La antigua naturaleza desflecada y húmeda

De vino, de rocío, mortalmente hecha con racimos

De amor, tal un lecho donde ardiera lo deseado,

Pero debajo de todo, siempre despierta, un agua pura

Pensando por nosotros contra un árbol de dolor.

Y las cosas cuya última luciérnaga ha volado

Con nuestro último sueño, que tienen todavía, como un templo

Majestuoso, el gran consuelo de su polvo donde nada

Ni nadie ha osado penetrar sino los muertos.

Amo todavía aquello que habla lejos, como los astros

De terciopelo, al oído del viento, aun las rosas y la luz

Y todo lo que igual a una plaga, inextinguible pero real

Transcurre entre los hombres y agita su plumaje.

Fosforescencia, día esmeralda de las tumbas,

Sólo tus ojos adivino adorados por lagartos y raíces,

Y tras de ellos casas y crepúsculos, altas montañas

Destronadas contra cielos de nieve en un soplo;

Todo bajo el musgo de sus ojos, blanco Amante,

De cuyo seno mana una leche antigua a cada fruto.

Yo amo por ello este hundido bosque, de brillantes hojas

Donde reposa, inmemorial, el Gran Sol de los Tiempos.

De “Reinos” Lima, 1945

Oda al invierno

El invierno es todo frutas y linternas

Olvidadas y esqueletos santos de palomas

En el bosque. El invierno besa, enamorado,

Los labios gloriosos de la vid con sus labios

De granizo, y se duerme sobre ella.

El invierno puede venir un día, blandamente,

Por el valle y, cual un fósforo en la mano,

Llevarse una vida a su ciudad como un ladrón.

El invierno enjoya al hombre tristemente,

El invierno lava tumbas de monarcas

Y mendigos, y corona el áureo y viejo otoño

Con un rayo de ceniza en la cabeza. Respetad

Al invierno, la antigüedad de sus plantas,

Su cetro de rocío en la espesura; respetad

Los rostros eternos de los árboles y el viento

En su dominio, cuando cesa todo en torno

Y él se inclina, carcomido y sonoro, como un piano

En un estanque o como un muerto en una tumba.

De “Reinos” Lima, 1945

Perdido a tus pies

Maldita noche, el fuego de la luna,

El tiempo que se esconde entre las hojas,

Los pájaros, el sol que sucede

A tu garganta oscura. ¿Es también

Tu mano temblorosa la que cruza

Sobre esta página estrellada?

¿Es tu cuerpo mortal en la floresta

El que reposa humeando, fatigado,

Como un arma que dispara terciopelo?

Enamorado, inerte, como una pluma

Pronta a caer en el vacío, escucho

Los silenciosos pasos de la luna

Entre el boscaje, lejanas y altas

Velocidades, ruidos que adivino,

Diamantes en marcha y lineales

Vientos en perpetua rotación.

De “Doble diamante” Lima, 1947

Retrato

Cuanto puede el aire es

Mostrarnos su semblante

De planeta vencido,

Quizás servirte de espejo

Cuando te desnudas

O tomar, sombríamente,

Tu lugar cuando respiro.

De “Doble diamante” Lima, 1947

Smoking car

un cigarrillo y tus dos ojos

y los días y las noches sin cesar

fumando el mismo cigarrillo

igual a cualquier otro

o al mismo de ayer

con el que quisiste morir un día

esperando vivir otra vez

sin saber que un cigarrillo

igual a otro cigarrillo

no es bastante

ni millares y millares

de cerillas son bastantes

ni tus ojos ni mis ojos

ni las noches ni los días

ni millares y millares

de los mismos cigarrillos

son bastante

para vivir un día

De “Tema y variaciones” 1950

Solo de sol

sólo el sol

el sol solamente

solo en el cielo

y yo tan solo

a solas con el sol

sonrío simplemente

De “Tema y variaciones” Ginebra, 1950