Riba, Carles

Riba, Carles (1893-1959)

Poeta, narrador, traductor y crítico literario español nacido en Barcelona en 1893.

Cursó estudios de Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona y posteriormente los complementó en Madrid y Alemania. Fue profesor de Filosofía y griego en su ciudad natal, traductor de la Fundació Bernat Metge, y colaborador de Pompeu Fabra en el Diccionario normativo de Lengua Catalana publicado en 1932.

Se dio a conocer con el “Primer libro de estancias” en 1919, “Segundo libro de estancias” en 1933 y “Tres suites” en 1937. A partir de 1939 se exilió en Francia donde publicó las “Elegías de Bierville” en 1942. Desde su regreso a España en 1943, continuó publicando su obra representada principalmente en los siguientes títulos: “Del juego y del fuego” en 1946, “Corazón salvaje” en 1952 y “Esbozo de tres oratorios” en 1957. Tradujo, entre otros, a Homero, Esquilo, Sófocles, Hölderlin, Kavafis, Plutarco y Rilke.

Falleció en Barcelona en 1959.

Canción en la calma muerta

¡Melancolía en calma!
¡Ni aire ni pena viva
para animar las velas
de este día sin islas!
El tiempo es sólo ámbito,
el ámbito es huida
de ojos hacia un allá;
sin llenar los vencía.
La hora viene sin ola,
queda sin agonía:
como muerta desnuda
que nuda y triste iba.
No tienen peso ni alas
palabras que diría:
que en aire un aire fueran
poco se sentiría.
La noche habrá venido,
y me apercibiría,
no por pasos contiguos
ni por guía que brilla,
sino por rodearme
así de mi salida,
cual si, de mi sobrando,
dejarme no querría:
de mí, con el destino
y nombres que no signan,
con la esperanza negra.
y la memoria a trizas.

Versión de José Agustín Goytisolo

Conjuraría…

Conjuraría, en súplica, a la noche
y con la noche a una tormenta ardiente:
grandes vientos que alteran los armoniosos lagos,
en dulzuras de umbría, cuernos de acoso huraño,
bruscas muertes de estrellas; y súbita, más tarde
una brillante aurora que te hablase
-conjuraría, suplicante, al cielo,
para llenar tus brazos abiertos.

Precisaría, mi mano en tu frente,
el habla de un lenguaje inexistente:
violines entre nácares de un marino silencio,
alondras sobre el mundo en su primer destello,
silabear de fuentes; y súbito, más tarde
tu nombre cotidiano despertarte
-como escolta sólo precisos,
amor, mis sueños ofrecidos.

Versión de José Agustín Goytisolo

Don del poema

¿A quién sino a ti diré
la hora llorada en la soledad invisible,
amor, donde crece y calla el ansia imposible,
donde es incierto el astro, nocturno el verde es,
donde sed de más sed hace el ansia imposible?

¡Me llamas, real amor vero!
Puedo huir: todo lazo arde en tu llama púrpura;
puedo morir: ¡el fruto me es dado en tu dulzura!
Pero resto en tu vida, nazco a lo que más quiero
desde el centro secreto de tu propia dulzura.

Vivo, y no por antiguos sueños,
amor, yo te traeré el inefable poema,
sino por la hora tuya, pura en su rama extrema,
o por pobres trabajos de mis manos empeño
por imitar la flor -¡oh inefable poema!

Versión de José Agustín Goytisolo

La noche quiso que fuésemos noche…

La noche quiso que fuésemos noche
también nosotros, térreos
como la sombra y como los animales
que vagan desnudos a la caza del deleite.
El aire, entre tu pecho y mi pecho,
se cargó de hondas sales;
corríamos en fuentes abismales;
inundábamos de luna islas de olvido.

Nuestra vida, pobre si la entendíamos
según la luz, se había expandido
en ardiente, oscura flor.

Todo en la Aventura cambiaba:
si me mirabas, no era yo;
si te reías, no eras impura.

Versión de Rafael Santos

Más allá

Como proa con ola,
como luz con el vidrio,
como amante y amada,
me encontraré contigo,
Esperanza, Esperanza,
tú adusta, yo firmísimo.

No sabré si es amor
o si una brava lucha;
si fasto o languidez.
Será la prueba pura,
Esperanza, Esperanza,
¡más allá, más ventura!

Versión de José Agustín Goytisolo

Por tres fulgores conocí el amor…

Por tres fulgores conocí el amor,
tres fulgores nocturnos:
por astros blancos, pecho abierto,
fucilar del ocaso mustio.

Que venida de lejos los brazos extendías,
¡cómo yacías en tu cuerpo que brillaba!
Te veía y tomaba fuera de nuestros días,
y eras cierta en la orilla de una oscura mar brava.

Por tres caminos encontré el amor ,
por tres se ha escabullido:
por astros reyes, por congoja,
por alba de oriente florido.

Versión de José Agustín Goytisolo

Segunda elegía de Bierville

¡Sunion! Te evocaré de lejos con un grito de alegría,
a ti y a tu sol leal, rey de la mar y el viento:
por tu recuerdo, que me eleva, feliz de sal exaltada,
con tu mármol absoluto, noble y antiguo yo como él.
¡Templo mutilado, desdeñoso de las otras columnas
que en el fondo de tu salto, bajo la ola risueña,
duermen la eternidad! Tú velas, blanco en la altura,
por el marinero, que por ti orienta su rumbo;
por el ebrio de tu nombre, que a través del desnudo carrascal
viene a buscarte, extremo como la certeza de los dioses;
por el exiliado que a través de oscuras arboledas te vislumbra
súbitamente, ¡oh preciso, oh fantasmal!, y conoce
por tu fuerza la fuerza que lo salva de los golpes de fortuna,
rico de lo que ha dado, y en su ruina tan puro.

Versión de Ramón Gallart

Tankas de las cuatro estaciones

Vastedades

2
Luz en el viento
y en un viaje el mundo.
¡Ah,juventud
dentro de esta mirada,
dentro de mi añoranza!

* * *

3
Celosa, el alba
ha robado a mi sueño
beso y garganta.
Tres rosas me esperaban:
he perdonado al día.

* * *

6
A la memoria
te acercas cual la luna.
¿Vives? ¿Has muerto?
Nunca podré saberlo:
ya no vienes al alba.

* * *

8
Qué enfurecidas
oigo correr las aguas
de nuestro amor,
si a ti voy por el débil
puente de una caricia!

* * *

15
Una hoja más
desiste de la rama;
siempre parece
mayor el jardincillo
y que ya nos olvida.

* * *

25
Toda la vida
veré cómo te alzaste
desde ti misma,
nuda y nueva como el alba
y veraz como un sueño.

* * *

30
Sobre el silencio
de un ruiseñor atónito
llora la lluvia
en la noche de frondas
y sobre mi añoranza.

Versión de José Agustín Goytisolo

Tankas del recuerdo

41
Otra llamada,
no del bosque, hace pura
la umbría insomne.
Voy delante. ¿Me sigues?
No me vuelvo. ¿Me amas?

* * *

45
Siguiendo siempre
Las invisibles aves
de la esperanza,
¿hasta dónde se ha ido
esta vez, que no vuelve?

* * *

56
La noche, el día,
el sueño con sus sueños,
la pena, el gozo,
parece nos escondan
y mejor nos despierten.

* * *

62
¡Pura te siento
hecha de tantas voces,
patria, de tanta
esperanza que se alza
aún más que las banderas!

Versión de José Agustín Goytisolo

Un amante grita el nombre

Dios pudo hacer abrirse el brote
de una rosa más, la más noble
en alba de una isla sin hombres;
por remoto cambio nocturno,
romper, entre un cielo y el suyo,
en sonrisa un astro, el más puro;
y en golfo secreto, acabar
con la dulzura del gran mar
en la ola que brilla más:
prefirió dijera un amante
un nombre, solo en triste calle,
de súbito el nombre inefable,
lo gritase al viento brutal
que hace temblar todo rosal,
la vela del que cruza el mar,
y que rosa la noche vuelve
al viandante sin albergue.

Versión de José Agustín Goytisolo