Reseña biográfica
Poeta española nacida en la Villa de Vallecas, Madrid, en 1979.
Aunque ha estudiado varios semestres de Biología muestra en la actualidad una gran inclinación por la Filología. A pesar de su juventud se observa en su poesía un sorprendente dominio de las formas, hecho que destacó el jurado que le concedió el XV Premio de la poesía Hiperión.
Su publicación del año 2000, «Mar de Pafos» se caracteriza por una concepción irónica y contemporánea del amor y la sensualidad.
Albada
Alguna vez he visto amanecer.
Todos sabéis cómo es: de la negrura
resurge un débil brote sin querer
de luz que el ojo apenas asegura
-si de un color, si de otro, siempre cálido-
que duele, que molesta, que depura
su recién vida, crítico y crisálido,
a punto de quebrársele la pata
al tembloroso cervatillo escuálido.
Se pone en pie, se estira, se dilata…
Mientras, el ojo, ya desperezado,
comienza a reinventar su flor y nata
-color, tono, matiz, significado-
como si no supiera que la luz
nunca ha atendido a Adán ni a su legado.
El Sol confuso alarga la testuz,
se asoma a ver quién mira y nos conoce
aún tras la Tierra-costra-tragaluz
y en confianza nos brinda el primer roce.
¿Quién es padre de quién? Se dice El Hombre
-obtiene de Natura tanto goce
que no queda camino que no alfombre-.
¿Qué sirve de la luz, tautología,
si no tiene perrito que la nombre?
Y el Sol siguió saliendo cada día,
incombustible siempre a nuestros símbolos,
motor casi inmortal de poesía.
Pasando por el forro de los nimbos
cada cantar, si alondra o ruiseñor,
si hacemos desayunos con Pan Bimbo,
si tú, si yo, si bien o mal de amor…
Sin embargo, la ciencia y la costumbre
me obligan a encontrarle al esplendor
un estatismo impropio de su lumbre,
un apagarse lento y sostenido
que no podemos ver desde la cumbre,
que no queremos ver pero es sabido,
se sabe ya seguro, se presiente,
se acabará. Sabéis ya cómo ha sido:
viajante del Oriente al Occidente
mientras captas de él fulgor de vela,
de toda su reacción la suficiente
aletargada luz que nos revela.
Alguna vez he visto algún ocaso.
Sabéis cómo será: deja su estela
la luz; después se va, poeta acaso.
Antes del examen
Ansiedad. Corazón. Viejo bolero.
Cargada de café miro tu boca
descafeinada. Amor, espero, espero…
Paciente está tu lengua, ¿por qué evoca
tal vez a Garcilaso? Mal agüero:
es torre de Babel con la que enroca
mi rey marmóreo, príncipe, hechicero.
Poeta: lee los versos de una roca
y aprende de las olas. Luego, escribe
en húmedos idiomas su querencia
sobre mi playa abierta y calla. Avive
tu lengua la mudez de la impaciencia,
que acecho en tus palabras el declive
por ansia de otros modos de sentencia.
Anti-dormeuse
Deja dormir en paz, necio guisante.
Desiste en tus esféricas razones,
que ya me tienes hasta los colchones
de lo que te mandara hacer Violante.
¿Qué va a pensar mi dueña y qué mi amante?
A qué tanto pinchar reputaciones
si no te salvará ni Indiana Jones
cuando en la senda estés del elefante.
Tu sola presunción me es tan molesta
que crudos ni cocidos ni al jamón
consigo soportaros en la siesta.
Y ahí sigues, germinando en mi edredón,
robándole a mi paz lo que te presta,
haz sediento de luz y desazón.
Chagrin d’amour
No hay estrellas fugaces ni horizontes.
La tierra inmóvil ve cómo el Sol muere
olvidando marcar días y noches.
La Luna es una cara oscura. Duerme.
Después de primaveras no hay veranos.
Mayo es glacial y abate la turgencia
tallando un verde intrínseco y ajado.
Los aromas, antígenos de alergia.
Todo es lo que parece. Nada existe.
De vuelta a los tejados
De un primer salto
me subiré en el Árbol de la Vida.
Está desnudo ya de primaveras
y no se quejará.
Segundo salto:
en la terraza del segundo piso
un par de truchas jóvenes se quieren
y mueren por amor.
Del tercer salto
directamente al límite del cielo.
Gorriones, despertad bajo las tejas
o no traeréis el alba.
Un cuarto salto…
¡He estado tanto tiempo por el suelo!
Se me olvidó la brisa erizadora
del quince al diecisiete.
El quinto salto.
¿Es Luna mi sonrisa? Me regala
unas pupilas nuevas que destellan
también por la mañana.
Después del examen
Y contigo aprendí
el vuelo con motor de los vencejos,
la urbanidad precisa
de un gorrión
y su descuido espía.
La distinción de estimas y de aprecios;
a plancharle la ropa
a la pasión
y dónde se coloca.
Y también aprendí
los nombres en el nombre del silencio.
y que hay que darle gusto
al profesor
lo mismo que al alumno.
Fin de curso
Se sabe del amor por la querella
entre lo que has ganado y has perdido;
esa lucha ampulosa del sentido
contra la dependencia que lo sella.
Quizás en la tendencia a dejar huella
para que nadie más caliente el nido
o en el reír perverso, enloquecido,
tocando el centro exacto de una estrella.
Es la butaca incómoda de un cine:
la mente más curiosa y transitoria
se sienta por que el fin no se termine.
En el beso final, la vasta Historia.
Ese breve esplendor que nos define
la intemporalidad de la memoria.
Fuegos fatuos
Esposo:
Quiero cerrar los ojos,
entre la oscuridad buscar la nada.
Hallar en mis despojos
la libertad soñada:
no puedo desclavarme tu mirada.
Esposa:
Pero no son tus cruces
más que de dioses mártires y mías.
A imagen me reduces,
altar donde me expías
es tu mirar rezándome elegías,
eternas, como llagas
que han de doler por más que resucite
de tantas muertes vagas.
Cristiano es el desquite;
un fin sin fin de ojos sin remite.
Al último suspiro,
difusa entre lo humano y lo celeste,
le contaré que aspiro
a Ti, que desde el Este
me elevas como un dios tras esta peste
de inmendables errores,
de taliones corruptos y de atilas
cuidándonos las flores.
Mientras de arañas hilas
con sedas de mi alma en tus pupilas.
Esposo:
Me das el Universo
por un gran verde-miel caleidoscopio
igual por el reverso.
Igual parece propio
tu espejo de quimera, igual mi acopio
de fuerzas resistentes
a otra visión daltónica del Mundo.
Pero el iris son lentes
y aumentan en profundo
el bicolor mosaico en que me hundo,
el mar de algas que mecen,
que lentamente rozan, ciernen lento
y acariciar parecen
como amoroso viento
hasta cegar el cuello, el pensamiento.
Esposa:
De agua extrasalada
se escuece tanto valle, pudre, anida
muertos de tanta nada.
Ojos cavando herida.
Sangra paloma inútil concebida
sin alas y sin tacto.
Cree que en el horizonte será un ave,
allí, en lo más abstracto
después de ti. No sabe
que ni siquiera existe aunque lo alabe
como tú apenas eres
frontera imaginaria de amor-llanto
aunque estás, los difieres,
pero ellos mientras tanto
a escondidas reflejan, mezclan canto.
Esposo:
Quiero cerrar los ojos…
y entre la oscuridad también advierto
tus dos infiernos rojos,
los soles de desierto
secando y agrietando el pecho abierto.
Esposa:
Se apaga, se silencia,
se va desmoronando y se hace trizas
cada brizna de esencia;
me esparces, me atomizas,
requemas, desintegras las cenizas.
Esposo & Esposa:
Las tiras a los ojos
para que observe bien: yo soy la nada.
Ni tan sólo despojos
ni libertad vetada.
Una mota de polvo en tu mirada.
Haces de luz
Recuerdo que una vez te di un poema
con los ojitos prietos y asordado,
que aún no llegaba a ser, que era un poema
en estado embrionario.
Se haría de mayor un buen soneto.
Qué habría sido de él si a cada paso
torpe y atropellado, si al boceto
de cada simple hallazgo
no lo esperara un molde de sorpresa,
de asombro rescatado, tu crisol
tallando calabazas en calesa
como quien ve algo nuevo bajo el Sol.
Y al fin creció y se alzó de entre el tumulto;
se irguió luciendo altivo el capirote
de las maneras propias del adulto:
a ser sin ser y a hacer sin que se note.
Pero cuando la luz de la mesilla
-tu lámpara genial, tu falsa luna-
se apaga a largo trecho de la orilla
y vuelve El Coco raudo hacia la cuna,
le apremian veinte toques en el hombro:
¿por qué no das la luz de un nuevo asombro?
Hallar al fin
Mirarte a ti a los ojos más atenta.
Perderse en línea recta en la que busco.
Sólo encontrar la puerta tras la puerta,
espejo en el espejo más minúsculo.
El Aire, el Agua, el Fuego, solo estrella.
El Big Bang de moléculas del Mundo.
Responderse “verdad ” por si se acierta
y no acertar. Volverse a un mismo punto.
Leerte a ti en los ojos un poema.
Buscarte donde estás, cavar la justo,
descifrar los estratos de La Tierra
y no acertar. Volverse eterno alumno.
Azar. Hallar al fin. Mirarte dentro:
certeza de que no hay Quinto Elemento.
I was thy will
If thy soul check thee that I come so near
Swear to thy blind soul that I was thy Will.
William Shakespeare
I
Cuando apenas me dejas sino ausencia,
el pétalo marchito de uno mismo;
cuando deshoja el tiempo tu apariencia
a ráfagas dentadas de cinismo;
cuando los frutos yacen derrocados
y yo me suelto aún verde de tus ramas;
cuando crecen desiertos en los prados
como vaca voraz, envuelta en llamas;
cuando no estás ni estoy, recuerdo el día
que El Ciclo interrumpió la flor señera;
al tiempo burló al tiempo que moría
para en ti ser perpetua primavera.
Porque si al fin te ajases, no lo olvides:
mis versos recomponen sus ardides.
II
No ha de truncarse El Mundo
si tú no quieres.
Si es que fugaz te gusta,
será obediente.
Pero las plantas
dicen que entristecemos
si no nos hablan.
In the lap of the Gods
Fluyen desde tu cuello arpados vórtices,
rizos de aire se escapan por tus besos
entre blancas paredes que del eco
debieron contener secretos códices.
De tus arañas tela la que enclava
innüendos en magias amatorias;
enrockados por arte de rapsodia,
mitad Hendrix, mitad María Callas.
Excitan tus caderas el Olimpo,
reina del corazón descapuchado.
Cambias por vodka el líquido de Baco
ungiendo de milagros el sonido.
Rebel of gods, although you spread the wings,
your messages won’t tell why love can kill.
La dourmeuse (Paul Valéry)
¿Quemando está secretos en su pecho
mi amiga mientras huele alguna flor?
¿Con qué vano alimento su candor
se torna irradiación desde su lecho?
Soplo, ensueños, silencio satisfecho;
Paz, más fuerte que el llanto o el dolor,
aplacas la onda grave y el ardor
que en su sueño conspiran al acecho.
Haz durmiente de sombras y de olvido,
tan bello y tan temible es tu sosiego
-cierva junto a una vid, cuerpo tendido-
que aunque el alma esté presa del vil fuego,
tu forma -con tu brazo por vestido-
vela, mientras en ti mis ojos ciego.
La renaissance marine
Desde el primer momento en que tus ojos
miraron, todo tú, recién nacido,
ya te asombró la parte de la sombra.
Ya la supiste límite y sus haces
fluyeron hacia ti en su esencia misma
como, criba de luz, los quiere El Mar.
Dices que ves tan claro bajo el mar…
Que azules son allí todos los ojos
-el pulso azul también- y que una misma
canción suena al morir y al ser nacido:
ese canon de luz con el que tú haces
el pianísimo ciclo hacia la sombra.
Pero tú sabes bien que eres de sombra
e inventas fosas nuevas en tu mar.
Tan pronto son de añil cuando las haces
como les das la luz con nuevos ojos
-niño, ¿quién te contó cómo ha nacido
o cómo nacerá otra vez la misma?
No temas que en la copia de sí misma
también habrá un lugar para tu sombra.
Donde la luz del verso aún no nacido
la cuides en su cáscara de mar,
la curioseen sagaz tus térreos ojos,
la pintes sin salirte de sus haces.
¿Me dejas ayudarte a pintar haces?
Los hay color de luz, de vida misma,
diamantes que se incrustan en los ojos,
carbones que forjó la vieja sombra,
¡y mira el rayo aquel de Sol y Mar
que al Mundo en el albor le fue nacido!
Aprendes de la luz en que has nacido
y su nombre le das a cuanto haces.
Pero ya caes cansado. De alta mar
fluyes despacio ya porque yo misma
te dé un beso y te arrope con tu sombra.
Te velaré, mi amor, aunque tus ojos,
tus ojos, niño nada más nacido,
ya dan a luz la sombra entre mis haces,
sueñan mi misma vuelta al mismo mar.
L’oiseau
Me posé en el alambre de aquel día.
El Sol estaba exhausto. Soportaba
su corona de invierno. Un vaho translúcido
sedaba la ciudad.
Sólo el cielo encontró con qué cubrirse.
Los álamos sin tierra,
sin su arraigo mimético en el suelo,
intercambiaban risas de ojos tristes,
de ajena desnudez.
Tu lienzo, contra el álamo, esperaba:
“El Sol reparte sus oros,
los álamos verde-plata
se engalanan y hacen coro
de los coros de cigarra”
Las plumas que me arrancaste
no hizo falta que volvieras a pintármelas.
Me posé en el columpio de alambre de tu firma
y despunté mis arias.
Mar de pafos
Aquí me tienes, félido y esfinge.
Como el guardián tricéfalo ladrando
cadáveres de ti. No sé decirte.
Recuerdo otras palabras, otros partos
de otro primer dolor, reciente aún.
No se hace la pupila a la sorpresa,
a los claros celestes, a ese azul
valiente de entre nubes que te acecha
para esculpir siluetas conocidas.
Me da miedo buscarte, me das miedo
con tus fantasmas cárnicos, sofistas.
Tranquilos: yo nací para querernos.
Hay ganas de quererla entre las nubes;
hay claridad, azul, respuesta etérea
al corazón que sobra y que descubre
la pulsación sutil, la luz, la espera.
My will
Dedicated to my cat and all the cat lovers across
the Universe – screw everybody else
Freddie Mercury
Creerás que tu atractivo macilento
admitirá que el tiempo lo marchite
-como huracán que arrasa un pensamiento,
como amor que en exceso se derrite…
Presumes de saber cómo se olvida.
Admiras tu semblante envejecido,
gracias a la experiencia de la vida,
y enseñas sin haber casi aprendido.
No pretendas morir, pues no podrás.
Yo mantendré intocable tu hermosura
pues nadie sino yo podrá jamás
sólo de pluma un roce hacerla impura.
Resígnate a ser mía mientras viva
y a pervivir después en lo que escriba.
Où picoraient des chouettes
Cuando desapareces con el día
quisiera visitar la luna negra.
Dicen que allí no hay fábricas de faros,
que no se posa nunca la lechuza
donde nadie plantó un árbol escrito;
que allí nada se arraiga a tu recuerdo.
La noche es el tendero del recuerdo
y vende los cadáveres del día.
Sé que los astros son el resto escrito,
lenguaje morse en una mancha negra,
que ya sólo responde la lechuza
o el eco voluntario de los faros.
Y a veces te pareces a los faros
cuando le compro al velo tu recuerdo;
y a veces eres pluma de lechuza
que trae seca la luz de último día.
Pero cierro los ojos y eres negra:
eres la tinta endeble de un escrito.
Yo te conozco bien porque te he escrito
incluso donde no llegan los faros.
Me supe camuflar, marea negra,
a la velocidad de algún recuerdo
o travestirme luego de ancho día
con la ágil crueldad de la lechuza.
Aunque tú eres la auténtica lechuza
y el eterno reencuentro estaba escrito
desde el primer crepúsculo del día,
desde el primer engaño de los faros:
que en mi ventana dejes en recuerdo
tu sola discordante pluma negra.
También tu inverosímil sombra es negra
y me la das, incólume lechuza,
ciñéndola a esta noche de recuerdo
tan blanco como nunca se hubo escrito.
Y luces para mí tu nuevo día.
Deja que cribe el día en mi alma negra
-de faros picoteos, de lechuza-,
deja que viva escrito en tu recuerdo.
Pensamientos capitales
Aviso
Cien mil gatos mimosos ronronean.
Ecos desde la nuca hasta las sienes
de aviones que aterrizan.
Rumiar de ruidos roncos reiterados.
Pitidos infinitos en mi oído…
Alguien te está nombrando.
Alguien te está glosando el pensamiento.
Pensamiento 1º: La Soberbia
«El ego ocupa la totalidad».
Si hubiera de elegir la Hormiga Atómica
entre salvar El Mundo o su hormiguero,
sepamos la respuesta:
robarle el corazón a la cigarra.
Pensamiento 2º: La Ambición
«Todo vale».
Todo excepto el dolor es admisible.
-A veces te sufrieron y no te diste cuenta.
Excepto el dolor propio todo vale.
Pensamiento primero:
el ego ocupa la totalidad.
Pensamiento 3º: La Lujuria
«Es la exclusividad el vicio más insano».
La cura de amistades peligrosas
es la más efectiva, la inmortal;
la que recluta más muertos vivientes
de entre los perdonados.
Pensamiento 4º: La Envidia
«Vivir para el escándalo».
La forma elaborada de librarse
de las trepanaciones cognitivas:
raparse la cabeza
para exhibir un hoyo parietal.
Estar ya trepanado es la defensa.
Pensamiento 5º: La Gula
El ansia, los ansiosos, los ansiados…
Y todo es empezar, pero te empiezan.
Cuando una débil capa de pellejo
no abrigue nuestras raspas,
ansiaremos abrigo.
Chaqueta de entretiempo, adolescencia:
poetas devorándose a sí mismos.
Pensamiento 6º: La Ira
No me doy por pisado.
Pero cuando tropieces con el hacha
que dejaré del lado de la cama
por el que te levantas a la altura
de tu talón de Aquiles y te cortes,
no te des por pisada.
Pensamiento 7º: La Pereza
Apocalipsis a las quince treinta:
es la hora de la siesta.
Something rotten in the State of Denmark
I
Érase un principito en Dinamarca
que hablaba con los aires de un monarca.
Una noche en la cama
le susurró a su dama
y se entronó señor de Dinamarca.
II
Había un dulce rey de Dinamarca
harto de la ambición del oligarca.
Acarició a una dama
al ras de la retama
y la hizo emperatriz de Dinamarca.
III
La loca majestad de Dinamarca
quiso como Nerón dejar su marca.
Pero su fría dama
le sofocó la llama
y hundió en el Mar del Norte a Dinamarca.
IV
Cuentan de un rey-poeta en Dinamarca
que dijo ir hasta el Ártico en su barca.
Oyendo que lo llama
solícita su dama
volviose a nado presto a Dinamarca.
V
Hubo un fatuo señor de Dinamarca
con miles de tesoros en el arca.
Pero rió su dama
de su fingida fama
y ya no fue señor de Dinamarca.
The Rest is silence
Digo que la prisión está en el alma.
La mente sí es la cáscara de nuez
donde hacen sus apuestas los gusanos.
Porque la podredumbre en Dinamarca
es óxido de espera. Pretender
de la palabra el acto.
Soneto XVIII (William Shakespeare)
Apenas te asemejas al verano;
eres dulce y templado en cuanto haces,
por más que el fuerte viento agite Mayo
o el calor del verano se me escape.
A veces el Sol arde demasiado
y otras muchas su oro se oscurece,
pues la belleza acaba declinando
por la Naturaleza o por la Suerte.
Mas tu verano eterno permanece
y nunca perderás tanta hermosura
ni podrá presumir de ensombrecerte
la Muerte si en eternos versos duras.
Mientras hombres respiren y ojos vean
mis letras vivirán y tú con ellas.
Tesis
He visto una mota azul
difuminada en lo pardo
de ese diestro tragaluz
que llamas ojo y es falso.
Que son cienos movedizos
y yo me hundí por mirarlos.
Estoy flotando: espejito,
¿dónde he de cortar el árbol?
De dónde el rocío, el óleo
que en tus aguas hizo charco.
No son azules mis ojos
ni ya tu mirar castaño.
Y si acuciase…
Te reto a que me enseñes a ganarte.
No es fácil desprenderse de tal trono
-recuerda qué apetito le entró a Crono,
aunque ni yo soy hija ni tú Marte,
ni yo Afrodita loca por follarte…
Pero a veces confundo y me acojono
por si te acucia el hambre o a mí el mono
y acabo digerida en cualquier parte.
Apuesto a que no sabes no saber;
pero no apuesto nada -la maestra,
desde su condición como mujer,
cuando se contradice lo demuestra.
Te reto a que me aprendas y un deber:
que salgas de una vez a mi palestra.
Y volará contigo mi dolor
A Miguel G. M.
Miré en tus ojos
y ya no estabas.
Sólo las briznas
de la espadaña.
Miré tus ojos
que se volaban.
Los perseguían
palomas pardas.
Y en los dos fosos
de la ventana,
miré a la niña
probar las alas.
Miré tus ojos
y no lloraban.
¡Ay de la herida
de luz temprana!
Que el haz nuboso
que atrás dejabas
yo lo querría
cordel de plata.