García Martín, José Luis

Reseña biográfica

Poeta, crítico y antólogo español nacido en Aldeanueva del camino, Cáceres, en 1950.

Inició su carrera literaria en 1972 con la publicación de Marineros perdidos en los puertos,

alternando su labor poética con la publicación de varias antologías especialmente dedicadas a los autores contemporáneos, entre las que se destacan: Treinta años de poesía española en 1996, La generación del 99 en 1999 y Poetas del novecientos en 2001.

El conjunto de su obra se encuentra recogida en los volúmenes Material perecedero en 1998, y Mudanza en 2004.

Es además profesor de literatura de la Universidad de Oviedo, director de la revista Clarín, crítico de importantes periódicos españoles, autor de diversos estudios referentes a la generación de la posguerra, y algunos relatos y crónicas viajeras.

Adolescencia

Ciudad anochecida

lluvia en mi corazón.

Borrosamente recuerdas,

donde soñaste ser feliz un día,

viejas sombras amigas,

tibios cuerpos apenas existentes

cuando a oscuras dejaban en tu cuerpo

semillas de desgana y de melancolía.

¿Y a dónde iré que no me sienta extraño?

De “Lección sobre la sombra” 1972

Al acecho

¿No oyes sus jadeos? Cada vez

yo los oigo más cerca: solo,

contigo, en medio del verano,

entre los gritos de la multitud,

junto al fuego, en invierno,

con un hermoso libro,

en el crujido de la nieve,

en el estruendo de la lluvia,

cuando enciendo las luces de mi casa,

cuando el mar, cuando llegas,

cuando alargo la mano

hacia los rojos frutos palpitantes.

Está ahí, al acecho,

alza la zarpa, espera.

Tú no la ves, sonríes,

sonrío yo también.

Déjame que te bese una vez más

antes de que su aliento nos alcance.

De “Material perecedero” 1998

Despedida

M Altolaguirre, Poesía, III, 1930

No me has querido y huyes por tus años

hacia un país en donde yo no existo,

pero cuánto me dejas al dejarme…

Otros verán tu vida deshacerse;

yo conservaré intacta la memoria

de una frágil belleza adolescente.

Pronto no has de ser tú, aunque no mueras;

aunque no vivas, vivirás en mí.

Siempre joven serás en mi recuerdo:

fíjate cuánto gano si te pierdo.

De “Treinta monedas” 1989

Calles

Calles de una ciudad que desconozco

con poca gente y viento y lluvia gris.

Espero a quien no llega mientras altas

se encienden luces en ventanas solas

y una mujer pasea en una esquina.

Hay ojos que me miran un instante

y no saben leer palabras que no digo:

“Dame otro nombre, cambia mi destino”.

De “Autorretrato de desconocido” 1979

Cita

Desde el fondo del sueño

una mano me tiendes.

Una mano cortada

que me acaricia y huye.

Yo la busco sin prisa

por libros y rincones.

Encuentro sólo labios,

andenes, cigarrillos,

niños que se despiden,

unas gotas de sangre.

Por el fondo del sueño

tú te alejas despacio.

Quiero gritar tu nombre,

pero no sé quién eres.

En la calle sin nadie,

al doblar una esquina,

te vuelves a mirarme

y soy yo quien me mira.

De “Lección sobre la sombra” 1972

Cumpleaños

Una mujer antigua

como la noche, en la noche dijo:

“Nadie te ha de salvar, nadie

escuchará tu grito. El viento

dispersará el rebaño de nubes y palabras,

la frágil fortaleza que con esfuerzo alzaste

en estos treinta años de tu vida.

Todavía no sabes lo que es quedarse solo,

definitivamente solo, quebrados los espejos,

olvidados los nombres con que llenaste el mundo.

La cárcel feliz de la costumbre,

tardes de lluvia en la ciudad ausente,

el muchacho imprevisto que recoge

el cetro que otro, anónimo, le entrega,

la música cautiva entre las páginas

de algunos raros libros, las calles

maternales… Qué poco

le pediste a la vida. Y ese poco

te ha de faltar un día. No lo has tenido nunca.

Sigues en una celda de castigo

donde no llega el sol, con los ojos

cerrados, perro que busca terco

una rendija entre los lisos muros,

ave que deja el arca y que no encuentra

árbol en que posarse, solitaria

mañana de diciembre…

Tú eres

la celda, eres el carcelero

de un criminal sin rostro

de un puñado de arena en las manos del sueño

De “El enigma de Eros” 1982

El secreto

¿No habéis sentido nunca,

no en sueños, bien despiertos,

que el mundo se detiene,

que se escucha tan sólo,

agónica, distante,

una respiración;

que hay una lluvia inmóvil

y rayadas imágenes,

que el rostro de los niños

de pronto amarillea;

que la mujer que amas,

que el amigo que escuchas,

son de papel pintado,

garabatos antiguos;

que las flores no huelen,

sabe a ceniza el pan

y las palabras quedan

escritas en el aire

con una tinta clara

que al instante se borra?

Sólo un instante, sólo

algo visto y no visto:

el tiovivo del mundo

pronto gira de nuevo.

Y tú lo miras todo

con asombro y desgana.

Y sonríes, y olvidas

que estás en el secreto.

De “Al doblar la esquina” 2003

El otro amor

Sí, los pasos que impacientes suenan

en otra habitación, cerca, muy cerca, ,

( calla un instante,

escucha,

escucha bien)

son los pasos de mi amor más cierto.

Desde muy niño

rondó a mi alrededor, perrillo triste.

Antes de tú llegar ya estaba ella,

antes de tú nacer me sonreía,

segura del final, consoladora.

¿Temes acaso que celosa llegue

a perturbar este rincón feliz,

a manchar con sus labios

los tuyos tan recientes,

a acariciar un sexo que se esconde

con dedos fríos y amarillos?

Sólo me quiere a mí, no te preocupes.

Yo sólo a ella la he querido,

aunque quiera quererte sólo a ti.

Si apoyo la cabeza

en tu hermosa llanura soleada,

es a ella a quien escucho,

no a tu corazón, que late sólo

(repítelo otra vez), sólo por mí.

Dentro de treinta años,

cuando tengas mi edad,

sabrás aquello que ahora ignoras

(mejor que no lo sepas nunca).

Vuelve ahora a gemir,

a sonreír, a ser amanecer y ser

acaso,

azar afortunado,

manzana en el edén,

arena inmensa, diminuto

mar, siempre recién nacido.

El amor era ella,

la que espera impaciente,

pero tú eres la vida.

Malgasta conmigo tan divino tesoro,

recobra el varonil vigor perdido.

De “Mudanza” 2003

El pasajero

A veces, raras veces, siento la fatiga

de una travesía demasiado larga.

Se me cierran los ojos, llego a puerto.

¡Tantos queridos rostros me sonríen!

Es de nuevo la casa de la infancia,

el patio, el río, mi madre que me llama,

el verano en París, el cuarto diminuto

donde por primera vez no estuve solo

y luego, por primera vez, estuve solo.

Cierro los ojos. En la sombra el mundo

y a una nueva luz todas las cosas

que alguna vez amé, que tuve y que perdí.

Todas me esperan al final de todo.

Están muy cerca ya. ¿No se divisa

la tierra firme tras de aquellas nubes?

Miro la lenta estela de mi vida,

incesante se borra frente a mí.

El pasado, el futuro, espuma blanca,

monótona escritura que no acierto

a descifrar. Sueño en llegar a casa,

en acabar un viaje demasiado largo,

sin ilusiones ya, con agua apenas.

Estoy listo, adiós, adiós, la maleta

rebosa de impaciencia y de regalos.

Sueño en los rostros que me aguardan

-otra vez juntos tras de tanto tiempo!-

allá, en el puerto, bajo tierra leve.

De “Mudanza” 2003

Elogio del olvido

¿A qué grabar un nombre en las paredes,

manchar con torpes trazos la blancura

deslumbrante, impoluta, de la nada?

¿A qué este vano empeño de ir dejando señales,

de escribir en la arena, a resguardo del viento,

las triviales miserias que conforman tu vida?

Sobre las tercas líneas que dibujan un rostro

ha de pasar la mano piadosa de los años

borrando letras, sílabas, palabras sin sentido.

El papel en que escribes volverá a estar en blanco.

¿Y habrá dicha mayor que no haber sido?

De “El pasajero” 1992

Ex-libris

Virginia Woolf

Grávidos lucen cósmicos trigales.

Llena de son y escalofrío

la inocencia del agua.

Mallarmé

El silencio

blanco de los narcisos

lúcidamente atentos.

Rosalía de Castro

La muerte no es más triste que tus ojos.

Safo

La mañana

descalza en el jardín, aún

con el sabor del sueño.

Umberto Saba

Desde la orilla miro

un bello animal entre las aguas

solas

reír, gritar, iluminando el mundo.

Marcela de Juan

Bajo el peso de un pájaro

una rama se inclina

y bebe de mi vaso.

Octavio Paz

De piedra en piedra cruza

la tarde

arroyos de silencio transparente.

De “El enigma de Eros” 1982

Intermedio sentimental

Has llegado a mi vida

sin avisar, sin llamar a la puerta,

con tus botas gastadas,

con tu sonrisa herida,

y has derribado de un soplo

la muralla de tinta y de papel

que protegía mi mundo.

¡Era tan grata tanta soledad!

Pronto te irás. Adiós, adiós.

¿Qué me dejarás cuando te vayas?

¿Sólo dolor mientras se desvanece

ese olor a infancia y paraíso

que has traído contigo?

Mi corazón, hotel de pocas noches.

Te acaricio y sonrío.

Ya sé que estás de paso.

Que te dejas querer

un poco por piedad,

por gratitud,

que abandonas tu cuerpo

como un dócil juguete

mientras que tú te ausentas,

cierras los ojos,

piensas en quienes has amado,

en quien secretamente deseas,

nunca en mí.

Pero estás en mis brazos,

no en los suyos.

Ya sé que vivo de prestado,

nunca pude vivir de otra manera.

Cuando te hago reír,

cuando distraído sonríes,

cuando me veo reflejado en tus ojos

(también cuando muy lejos y a mi lado

pareces ser feliz),

el mundo se detiene

y baila sobre un pie.

De “Mudanza” 2003

Islas

Mykonos

Ebrio de luz el mar

desnudo y solo

Ustica

Sórdida un ave de sombra

y graznidos y viento y un negro minuto

de adiós y de espectros

Simushir

Cerros y luna canta

ave nocturna el tiempo

entre las olas blancas

Lemnos

Con desgana columnas que sustentan la tarde

El crepúsculo un ave que no acierta a volar

Zembra

Indolente y dorada

habitada por vientos

astros música magia

Bornholm

Nostalgia que salpican las olas y las horas

Sirenas indolentes de lejanos navíos

Bosteza la mañana con sueño y gaviotas

Kornat

Desierto vago junto al agua

que acecha lúbrica y me ama

en una lengua que no entiendo

De “Autorretrato de desconocido” 1979

La amenaza

The years ‘ gold garbage

R.L.

La dorada basura de los años

me ha ido acostumbrando a vivir entre sueños;

ninguna sonrisa se desvanece en mi memoria;

los ojos que una vez me miraron

incitantes o quizá sin verme

siguen fijos para siempre en mí;

una amable palabra distraída

para todo el invierno enciende un fuego;

cualquier borroso amor

que apenas si llega a ser amor

se transforma en un árbol inmenso cuyas ramas

me protegen del sol inclemente.

Piedra a piedra he construido una casa

sin puertas ni ventanas,

un jardín

del tamaño del mundo,

una celda

donde me encierro con todas las cosas que amo.

Algunas noches salgo,

bien protegido el corazón,

en busca del botín: un pretexto,

un mínimo pretexto adolescente,

para seguir soñando.

Y esta mañana

al despertar

atónito comprendo

que sigues sonriendo entre mis brazos.

Tú no eres un sueño, estoy perdido.

De “Principios y finales” 1997

Lo imposible

Por odio de lo fácil detesto la aventura.

¿Qué mayor aventura que abrir una ventana,

mirar pasar las nubes mientras pasa la tarde,

acariciar tu pelo, acostarse temprano,

escuchar una voz que canta en otro siglo?

Por odio de lo fácil. Déjame que sonría

ante tantos que anhelan lo que jamás les falta.

No se pisa dos veces en el mismo lugar.

Nadie abraza dos veces a la misma persona.

No se detiene nunca la nave que nos lleva,

incansable da vueltas en su viaje estelar.

Mírame: ya soy otro. Y te sigo queriendo

a ti que ya no eres quien ayer sonreía.

Cuatro estaciones tiene el tren en que viajamos

y en ninguna nos dejan detenernos.

Por odio de lo fácil detesto la aventura.

¿Qué mayor aventura que mirarte a los ojos

y ver en ellos juntas mi dicha y una lágrima?

¿Qué mayor aventura que no saber siquiera

si el día de mañana seguiremos con vida?

Aspiro a lo imposible: a la monotonía.

De “Principios y finales” 1997

Reminiscencias

Amor que no devasta no es

amor. Lees a Omar Jayyam en esta

plaza de bronce y de palomas

aún con olor a oriente y desventura.

(Una vez amé, creí que me amarían,

y no fue así; eso es todo. )

Acepta su patética

invitación a la vida, aférrate

al instante que huye, sacude

tanta apagada y vil tristeza,

la ceniza que mancha tus ropas

todavía inocentes, deja

que el amor y el azar levanten fortalezas

de viento y las deshaga el viento

una y otra vez…

Pero tú

no me oyes. Mientras

un duro terrón de tedio

se deshace en la taza de café

(Hoy no hay nadie a quien no envidie

sólo por no ser yo), en un rincón paciente

de A Brasileira esperas

que la vida se siente en la silla vacía.

De “Tinta y papel” 1985

Rosa Kessler

Ahora soy más feliz. ¿Importa eso?

Sé que mientras te quise estuve vivo.

“Rosele, meine Rosele…” En sueños

todavía sigo pronunciando tu nombre,

la única oración que no he olvidado.

Ya sé que ahora eres dichosa

como nunca lo fuiste conmigo.

Yo también soy feliz. ¿No te lo dije?

Se acabaron los bruscos

viajes al hospital, los juegos con la muerte

sólo para saber si aún me querías.

Todo pasó, ya nada importa nada.

No es tan difícil el juego de la vida

cuando se aprenden unas pocas reglas.

Yo las aprendí tarde, pero bien.

Ahora soy feliz como nunca lo he sido.

Pero déjame confesarte un secreto:

en sueños todavía vuelvo a ver

tu rubio pelo iluminando el día.

De “Principios y finales” 1997

Telón

Has jugado. Has perdido. Sonríes

con desgano y desdén a la vida.

Como el mendigo que una vez fue rey,

sereno arrastras por la calle sola

el desgarrado manto de la noche.

De “Tinta y papel” 1985

Universos

Narciso

Me gusto en el espejo de tus ojos.

*

Coimbra

Jadeantes callejas en tu busca, amor mío.

*

Barca con tres personajes

En el río del tiempo sonríen y se alejan.

*

El día después

Vuelve el sol. No sabe que te has ido.

*

Otoño

Un solitario fuma en el pretil de un puente.

*

Espejo de una casa de antiguedades

Sólo reflejo días olvidados.

*

Desnudo de espaldas

Tu rostro es el del tiempo que nos huye.

*

Domingo junto al mar

Todo lo manchan de ceniza mis ojos.

*

Vaso con rosas

Quien las cortó ya ha muerto.

*

Otra definición del amor

Sólo no estaba solo cuando estaba contigo.

*

El foro con lluvia. Roma.

Un murmullo de hexámetros.

De “El pasajero” 1992