Soto, Carmelina
Poeta colombiana de principios de siglo, nacida en Armenia, Quindío.
El punto de partida de su obra lo constituye Campanas al Alba, publicado cuando se iniciaba el movimiento
de Piedra y Cielo. Desde entonces, se guió por el sentido crítico innato, hasta dar hondura a su pensamiento
y tono universal a su poesía
Aquellas almas grandes que tuvimos
y estas de ahora, iguales y distintas,
siguen ardiendo y consumiendo vida.
Ardientes almas nuestras…
ávidas, delirantes, violentas, vengativas,
tenaces, hechizadas, sedientas,
con sus flamas en rojo, negro y blanco,
en gris, en amarillo y en violeta,
-iris y fuego-
sometidas al viento ineluctable,
al incendio…
Con cauda de cometas locos,
con colas y con crines de caballos apocalípticos
para imponer el miedo.
Ah! nuestras almas jóvenes!
aquellas que tuvimos y tenemos,
fieles a la gran aventura irreversible de la vida
y al signo irrevocable del acontecimiento,
siguen viviendo
a través de la sangre inextinguible,
en hélices y elípticas,
en el misterio.
Almas rudas,
flagrantes y filudas
como lanzas de acero.
Nuestras almas de ayer, de nunca y siempre,
ígneas, incandescentes, implacables,
ultravioletas, ultrarrojas, ultrasolares,
ardiendo…
Llueve una lluvia fácil… negligente.
Casi sin desazón. Casi sin ruido…
Y en un sitio del alma… en el olvido
los recuerdos me asaltan de repente.
Recuerdo cosas… cosas… todavía
como si todavía las viviera.
(Aquel amor que tanto me mintiera
acaso sin saber que me mentía).
Una ciudad tan buena como el trigo
surge de pronto en tierras desiguales.
Un calendario pulcro… sin señales.
(Voy por las calles de anteayer contigo).
Nuestras miradas con amor -sin dudas-
redescubrían cosas evidentes:
la tierra con sus árboles, las gentes,
nuestras manos vacías y desnudas.
La lluvia por las calles recorría
con el sol enredado en sus cristales.
-Noble ciudad de agudas catedrales
(Me cuentan que allí vives todavía).
Todo nos separaba y nos unía.
Un gesto, una canción, una mirada.
El amor era todo… y era nada…
y era eterno no más porque moría.
Y nadie puede sepultar sus muertos
tan verdaderamente sepultados
que no puedan volver, si recordados,
a los brazos amantes y desiertos.
Las horas no se pueden devolver
ni lo que en ellas fue pasión o grito.
(Aquí todo es igual porque está escrito
y ya no es cierto porque está en ayer).
Aquí todo es igual. Nada envejece
al margen de las horas sin fortuna.
El mismo grillo con la misma luna…
y todo como estaba permanece.
Y como en los recuerdos no varía,
el viento lleva aún sobre sus hombros
de aquella nube grande los escombros.
(Y nunca acaba de pasar el día).
Nuestros rostros se miran a través
de la lluvia o la luz recién nacida.
Aquí la muerte pasa inadvertida
bajo el verde implacable del ciprés.
Los rostros de este sitio no regresan
jamás al ejercicio cotidiano.
(Aquí mi mano vive entre tu mano.
Aquí los corazones no nos pesan).
Eres. Soy. Cuánta soledad en torno.
Aún vivo y vives. Sorprendente llama.
Viajamos bajo el sol. Sobre la grama.
(Aquí en el calendario no hay retorno).
Iba mi corazón
-caracol sin lamento-
impulsando, sangriento,
su pequeña canción…
Y luego la ilusión…
engaño…
ensueño…
La muerte grande…
lo demás, pequeño.
Ah qué inútil empeño
Corazón! Corazón!
Envío:
A ti de alma profunda como un bosque de pinos.
Cómo adoré tu gesto ilusionario,
tu gesto sin igual,
tu gesto de ceniza y de metal
cómo adoré…
Tú y yo en la vida, en la muerte,
en la tormenta,
entre la tempestad.
Yo sedienta
y hambrienta
y arrecida.
(S.O.S. de soledad a soledad)
Cómo no haber amado tu gesto iIusionario,
si hacía tempestad
y la noche en tu gesto estaba confundida
ilusoria y tenaz como la vida?
Este recuerdo… Aurora boreal
este recuerdo…
hoja que al polvo vuelve
y del polvo retorna irreductible…
abisal…
Así el amor que fue.
Tu gesto de metal
cómo adoré!
( S.O.S. de tempestad a tempestad )
Mentira!
Como la hoja que en el viento gira
y torna
y vaga
y treme
y vencida y fugaz
victoriosa y vencida
el viento vengativo
en su brazo robusto la levanta,
así el amor que fue…
ilusorio
vario
vano
banal
imaginario
como en espejo ustorio repetido,
así el amor que fue…
(tu gesto de metal
cómo adoré)
Tu gesto distraído,
tu dinástico gesto
y el olvido
que en tu gesto venía confundido.
Tu gesto era tu voz que transcurría
fl como un agua cantando hacia el olvido.
(y yo adoré tu gesto distraído)
Y era la eternidad!
La del momento…
eterno en su ansiedad
y su osadía.
-Oyes el S.O.S. hambriento
que da mi soledad
en la iracunda noche
de tu noche y la mía?
(Alegría… Alegría!
Ya todo lo perdimos.
Podemos ir sin miedo entre la tempestad)
Canción para iniciar un olvido
¿Y para qué quieres un tesoro sino para perderlo?
¿Y si no es para perderlo, para qué quieres un tesoro?
Todo al ayer uncido.
Lo único que tengo es lo perdido.
Propiedad absoluta del pasado.
Conciencia de haber sido
y no ser más que aquel instante bello y preterido.
Yo soy aquella tan feliz criatura
que sintió la infinita quemadura
de tu caricia inmensa y generosa
y el aire de tu voz triste y amiga.
(Yo… yo… que soy tan pequeña
lo mismo que una hormiga)
Y si pasa la fuente rumorosa
lo mismo que un espejo que camina
y en el jardín la rosa con su espina,
arde aún más constante y más hermosa,
me digo: cuando muera…
la fuente seguirá
diciendo su mentira verdadera
y la rosa arderá
con más ardor quizá
que en la nuestra dorada primavera.
Otros días vendrán sin dejar huella,
sin ton ni son, sin gracia sin sentido.
Pero tú y yo vivimos. Vivimos sólo un día
y aquel que vive un día ya todo lo ha vívido.
(Larga vida tenemos como la mariposa
y una historia tenaz como la rosa).
La fuente pasa sin pasar. La fuente
a su desnudo espejo caminante
uncida va, sedienta y delirante,
de su gran albedrío prisionera
diciendo su mentira verdadera.
(Sólo me quedas tú, como la fuente
presa de su albedrío).
Sólo me quedas… porque te he perdido
y los duros espejos, blandamente,
con azogadas lunas rememoran tu frente
y te salvan del tiempo y del olvido.
(Indefinido
indefinidamente
tu rostro con mi verso confundido).
Que soy la misma. La feliz criatura
que sintió la absoluta quemadura
de tu caricia inmensa y generosa…
como quien dice: toda la dulzura,
la razón de la espina y de la rosa.
Cuando dejé de verte era verano.
En la sangre caliente renacía
un racimo de besos, y corría
un viento….un claro viento por el llano.
(Bien lo recuerdo amor…era verano)
Y quise retenerte.
¿Con qué lazo
había de atarte para no perderte?
( Cuerpo de agua en el cristal de un vaso )
Acaso…si te amarras mi lazo fue más fuerte….
que siendo tú la ausencia ibas cercano
como vida en el pulso de la muerte.
Al fin estoy contenta y tú lejano.
Tan lejano de nieblas y de olvido
que mueres en un verso arrepentido
en un tiempo de amor y de verano.
(Quizá no era el amor ni era verano).
Para mi amor yo quiero cada día
el pan sin odio, el vino sin pesares.
La voz cordial. La vida sin azares
y si se puede un poco de alegría.
Unos tuvieron el amor que pasa.
Otros tuvieron el amor que dura.
Yo tuve la canción. Sed y ternura.
(Pero quién por sus dones se solaza?)
Yo traía mi tiempo. El tiempo mío,
con atávicos sueños realizado.
y de él el corazón me fue colmado
como a un golfo de amor un mar sombrío.
Ni un minuto le queda al calendario
de lo que pudo ser y no fue nunca.
Mi historia en el pasar se queda trunca
y trunco queda el tiempo del himnario.
Transito por la pávida ceniza
que otros dejaron porque yo viviera.
He sido nada más una extranjera
asomada al desdén de la sonrisa.
Quise vivir mi vida en cada hora
exactamente, sin mayor alarde
y dije: ya me voy porque es muy tarde
y en ese instante despuntó la aurora.
El aire no alcanzó para mi aliento
de agraz ternura. Campo renadío.
Pues yo he vivido como vive el río
con limo, con estrella, con lamento.
Cómo volver el rostro de este olvido
que la lámpara anuncia sin recelo.
Si en cada atardecer fui contra el cielo
y contra el viento las palabras mido?
No disculpo mi nombre ni mi frente.
No me hago perdonar esta presencia.
Mi rostro es nada más el de la ausencia
y mi ausencia es mi rostro solamente.
Sin permiso de nadie, pienso y vivo
y paso por la vida que pasaba.
La vida no me pesa y me pesaba
con su juego pesado y agresivo.
Inauguro el instante en acto puro
con el oscuro cotidiano esfuerzo.
El verso no es trabajo pero es verso.
Vivir no es necesario y es muy duro.
Bajo la luz del sol, fiera y filante
-la que mide mi tiempo con cuidado-
yo voy pasando sin haber pasado
pues no pasa el pasado en un instante.
Por ti es la vida diáfana y ligera
y el dulzor en el fruto diluido
y es el trino y el viento en la pradera
y el perfume en el nardo preferido.
Por ti tiene razón la primavera
y la luz y la tarde y el sonido.
Y por ti el corazón arrepentido
vuelve desnudo y casto hasta su vera.
Por ti saben los ríos el camino
que conduce otra vez hacia la nube
y el viñedo la sangre para el vino.
Y hasta el lirio, sin índice ni huella,
por línea recta, sin saberlo, sube
su fiel aroma a la lejana estrella.
Estabas sin luceros en mi aurora de niebla
o en ansias marineras por mis playas salobres?
O en los caminos ásperos? O en arrecifes duros?
O en el tendido anhelo y el dolor de los hombres?
Porque en el día entusiasta de zumbidos remotos
ya presentí caricias de miel desprevenida.
Yo llenaría de risas infantiles la tarde
y de llanto creciendo mi confidencia ardida.
Estabas sin luceros -planeta soterrado-
amor puesto a la orilla de mi voz en el tiempo.
(Ya todos los caminos eran tan familiares
que hasta sabías la muerte de enredadera al sueño)
Transitabas confiado y yo te presentía
en las oscuras llamas de todas las pupilas.
El tacto de tu aliento apenas me llegaba
-anzuelo al pez de sangre por mis aguas tranquilas-
Dónde estarás ahora, raíz desenterrada:
detrás del metal trémulo de mi silencio frío?
te dolerá en la sangre mi oscura cabellera ?
te dolerá en los ojos este recuerdo mío?
En dónde estará ahora tu voz fija creciendo
sin que la pena viva de mi canción la cante?
Te manchará los labios mi ausencia como un vino?
Te dolerá en los huesos mi oscura voz distante?
O cruzaré tus aires como oscura paloma
con su muerte de cielo, de nube y de rocío?
Te doleré en los hombros como una enredadera
o seguirás pendiente de mi sed como un río?
Yo te amo….
Yo te amo y lo digo así sencillamente
como si ya el recuerdo transitara tus años.
Como si ya mis ojos lloraran por tu ausencia
y como si tus besos ya supieran mis labios.
Yo te amo…
Yo te amo con crueles tiburones de sangre
entre cristales duros vigilando tu cuerpo.
Yo te amo en los arroyos calientes de mi vida
y en mis poemas trémulos.
Yo te amo…
Yo te amo con violetas espirales azules
en donde hay mariposas de amor en cautiverio.
En la frontera exacta que la caricia asume,
en el preciso límite donde el gemido es beso.
Yo te amo…
Yo te amo con un suave sabor a miel anclada
en donde hay golondrinas clausurando recuerdos.
En donde sabe el aire a atmósferas de frutos,
donde las manos corren caminos del deseo…
Yo te amo…
Yo te amo por mil voces de venas enemigas.
Por el grito lejano de mi sangre en el tiempo.
Por la ardorosa llama que se esconde en la nieve.
Por las hondas palabras que están en mi silencio.
Yo te amo…
Yo te amo por la rosa que guarda en sí la espina.
Por la muerte que apaga con sus ojos mi sueño.
Por las rebeldes lianas que las voces me anudan.
Por mi carne entusiasta, por mi vida y mis nervios.
Yo te amo…
Sufriendo…
Interpretación de los motivos del barro de Omar Khayyam
I
De pronto dijo un vaso con insólito impulso:
-De mí todos se burlan porque nací torcido.
Pues fue que al alfarero le tembló un poco el pulso
y por tanto quien ría, primero se ha reído
de aquél que soy substancia, medida y contenido.
II
-Hay un vaso torcido que se siente perfecto.
A mí me ven correcto, pero me sé torcido.
Falla del alfarero? Salí favorecido
porque puedo mirar más allá del aspecto
y saber mi defecto por más que esté escondido.
III
-Soy barro o alfarero? Se pregunta otro vaso.
-Soy barro algunas veces? Soy otras alfarero?
-Cuál de entre tantos vasos soy: último? primero?
-Soy igual? Soy distinto? Soy obra del acaso?
IV
-Yo sé que no soy vaso perfecto, ni imperfecto.
Pues voy torcido a veces por otras tantas recto.
V
Otro vaso reseco, sin ningún contenido,
escucha rencoroso los diálogos y exclama:
-Yo fui feliz tan solo cuando no había nacido.
Pues para ser un vaso, primero fui una llama.
VI
Otro replica al punto: -Yo espero un vino claro
con el cual me colmaron en un lejano estío.
Desde entonces me llenan y siempre estoy vacío
y estoy siempre sediento del dulce vino avaro.
VII
-Y si a mí me colmaran con un nuevo licor
fuera vaso perfecto. Vaso de maravilla.
Vaso dilecto y puro de amor, no de rencor
y mi virtual esencia pudiera ser semilla
de una arcilla más triste, pero mucho mejor.
VIII
-Según los que me miran, yo soy como ellos quieren,
No como yo me siento por dentro ni por fuera.
Si beben de mi vino, les sabe al que prefieren
y así cada cual toma mi gusto a su manera.
IX
-A mí muchos me juzgan medida y sentimiento,
capacidad y peso, calidad y presencia.
Lo que son o aparentan, presumen que aparento.
Será que soy un poco de todo en la apariencia?
X
-Llegó el amo una tarde que estaba haciendo frío
y me llenó hasta el borde de vino generoso
y al beber muy despacio, fue recobrando brío
y yo me fui sintiendo liviano y luminoso.
Así por muchas veces me escanció con anhelo
hasta que al fin los dos rodamos por el suelo.
Después volvió a llevarme con torpe movimiento
a los labios resecos y yo estaba vacío.
Me arrojó de su lado con qué modo violento
y desde entonces, siempre, de todo desconfío.
(No sé que gusto obtiene quien quiebra el vaso hermoso
donde hasta ayer bebiera del vino generoso).
No he muerto.
Vivo!
Vivir es maravilloso.
(Puede ser hasta inútil, pero es bello)
Es ocupar un sitio bajo el sol…
Un sitio…
y esto del sitio bajo el sol, no es poco.
Vivir es una pasión.
Una pasión tremenda.
Toda ilusión se pierde, se abate, se diluye.
Sólo el hambre y la sed de vivir nos acompañan,
llama voraz, sedienta, inútil.
Única ilusión.
Única lámpara
de nuestra noche irreductible.
En el naufragio… sólo su latido…
en la noche su flama turbadora.
Su fuerza. Su posibilidad definitiva.
Crucial. Única.
Vivo!
Esta verdad me exalta y me conturba.
Es septiembre… Y yo… vivo.
Porque vivir no es solamente el hecho
de tener un amigo o un hermano
ni haber el pan con nuestro sacrificio.
Vivir es un esfuerzo apasionado.
Arduo juego. Brutal ejercicio.
Vivir no es sólo la palabra: Vivo.
Ni el pequeño rencor de cada instante.
Ni haber el trigo sin claudicaciones.
Ni sufrir el oprobio con paciencia.
Vivir es muy distinto.
Es sentir la certeza, la confianza,
el ejercicio, la vigencia irrevocable,
la fuerza activa de ser
en acto puro… unísono… inefable.
Sentir el aletazo en flamas
de nuestra propia sangre vengativa
en nuestro corazón indefenso.
Arder… en suma
y dejar que la llama nos consuma.
Y resistirlo con valor,
con dignidad y con dolor,
con sed, con ansia, con ternura,
con amor,
con denuedo
y… y… con miedo.
Puede ser todo esto
o algo más o algo menos.
Puede ser nuestro grito frustrado,
repetido, perdido, sin sentido.
No importa!
Sólo importa estar vivo
en cada instante, en cada movimiento.
(Acto vital de júbilo y lamento)
P.D.
Te recuerdo.
No has muerto. Qué alegría!
Sientes el son del tiempo,
sobre la piel su mordedura fresca,
en la raíz del ser su sedimento,
su rasguño infalible?
Te recuerdo!
Te recuerdo!
Sufres? Trabajas? Luchas? Te entristeces?
Te recuerdo.
Yo pienso en ti y me pasa por la mente
como una nube grande el pensamiento.
(Nadie puede sentir lo que yo siento)
Vives.
Esta sola palabra me conforta.
Ah… y no me olvides
que estoy aún sobre la tierra hermosa.
Los que se amaron deben quedar ciegos.
Porque sus gestos sean sin sentido.
Porque sus brazos giren sin gracia ni provecho.
Como las tempestades…
ciegos.
Ciegos como banderas después de la victoria
o como las espadas
que están siempre desnudas y gloriosas.
Qué rencor por los ciegos
y por las tempestades.
Y por los que creen que el amor es la hartura.
Oídlo bien: El amor es el hambre.
Si el pasado pasara.
Cuánta edad la del río y la pradera?
Si la pena acabara…
descansara, muriera.
Y revientan canciones como estrellas
en la callada noche montesina.
Olor de azahar, de pino, de resina.
Oscuros aldeanos que aún defienden su predio.
Yo vi nacer sus hijos con dolor y con tedio
en sus tierras saladas.
Y las fuertes maderas sometidas
a la soberanía de sus manos.
Y mis ojos resecos y lejanos
vieron segar sus vidas.
Ahí te dejo las últimas monedas
y el vino que cobraste y no probé, por nada.
En los remates y las almonedas,
ganarás todo cuanto yo he perdido…
y yo nunca he perdido, porque cuando he perdido,
pues tan sólo he perdido unas monedas.
Qué son unas monedas ante el milagro de la vida!
Me voy. No sé hacia dónde… hacia la noche bella,
con mi secreto destino, con mi estrella
y mi campo en agraz.
Pues todo va conmigo:
amor y canto y trigo…
Siempre. Nunca. jamás.
Este afán de vivir ya no se cura
ni con vino.
Este afán de vivir ya no se calma
ni con vino de palma.
Sólo el anhelo de vivir perdura.
Quiero vino no más
pero no en demasía.
Mañana? pues mañana es otro día
y este afán de vivir ya no se calma
y este afán de vivir ya no se cura
ni con vino de palma.
En piélagos amargos, anteayer,
yo quieta, yo desventurada.
Después, en hondos limos, alimañas odiosas.
Los ciegos peces y las altas rosas
victoriosas, sombrías
y los días, sus albas temblorosas.
(Todo tan lejos de las manos mías)
Mares hondos. Secretos. Azules. Desvelados y crueles.
Voces extrañas. Cósmicos lebreles.
Las olas como uñas ferales
atacando seguido el litoral.
Yo, deslumbrada
y en mis lágrimas vivas, la sal
y en sus yodos trementes, agotada, mezquina
y las olas violentas arañando la costa diamantina
como un gato furioso, endemoniado.
(Yo le echo tierra a todo lo pasado)
Esta palabra azul, clavel al viento,
al llegar al país de tu sonrisa,
será una mariposa, sólo brisa,
mecida por el aire de tu aliento.
Se nutrirá del néctar de tu acento
y del clima sonoro de tu risa.
Su vuelo musical cortará aprisa
el aire manso de tu pensamiento.
Será forma perfecta y deseada
que diga todo sin saber de nada….
lo mismo que el clamor de la campana
que da su voz e ignora que el sonido
ha dejado un momento estremecido
el rosado cristal de la mañana.
Hacia atrás en los siglos, mis abuelas tranquilas
amables, amorosas, lejanas y señeras.
Las pardas cabelleras al cuello recogidas.
Las pardas cabelleras…
Mujeres que rindieron sus cabezas maduras
-trigal auri-moreno cuando el otoño llega-.
Alguna va en mi sangre repitiendo su infancia,
rencorosa y callada como una niña ciega.
¿Y de dónde venían? Oh montaña de Antioquia
por ellas abonada para el gusto del trigo.
Por montañas de Antioquia su oración y su canto.
Sus sombras capitales para siempre conmigo.
Suaves niñas lejanas, hacia atrás, mis abuelas.
El cordón de mi sangre gira en sus huecas manos
como inocente lino…
retorcido en la rueca del tiempo.
(Patios hay con claveles y patios hay lejanos
como en las rojas tierras de Castilla).
¡Júbilo de mi sangre!
Mis manos inocentes
jugaron con las flores de sedosa mantilla.
Retrocedo en el tiempo centurias para verlas
por detrás de mis hombros en adorables filas.
Mujeres silenciosas, saudadosas, austeras,
entre linos y espliegos para siempre tranquilas.
Por detrás de mis años, sus ojos de violeta
escrutan mi destino.
Eres la sangre en breve arquitectura
de corazón al viento acostumbrado.
Amor en rojo y en aroma pura
nostalgias de gorrión enamorado.
Quién te hizo rosa-fuego en la verdura
esperanzada y férvida del prado?
Y ese sufrir de espinas y dulzura
y jardín por alondras clausurado?
En tu clara bondad de miel caliente,
sombra casi de fruto sugerente
entre nubes y pájaros soñando.
Y en tu llama de sangre perseguida,
indefinidamente indefinida,
sigues por tu perfume caminando.
Siempre la rosa. Siempre agonizante.
Inclinada o erguida, turbadora.
Al filo de la tarde o de fa aurora,
coronada en sereno de diamante.
Estancia del amor, rosa fragante.
El fango no la ve y ella lo ignora.
Estancia triste donde apenas mora
la rosa silenciosa y el instante.
Aquí vivió la rosa. Noche y día
en la saudade del recuerdo crece
y se copia y dilata en su perfume.
y sigue prolongando su agonía
por el mal de la espina que padece
y fa llama de amor que la consume.
Esta rosa que pongo entre tu mano
es una breve rosa sin espina.
Y esta canción de oscura golondrina,
como la flor, es un presente vano.
Porque un día, este día de verano
con su sol y su tarde diamantina,
se tornará frontera de neblina
y yo estaré lejana y tú lejano.
Apenas de la rosa por su huella
de perfume, dirás: cómo era ella
que así me duele de invisible espina?
Y yo al fin en el verso recordando,
sin comprenderlo bien, iré olvidando
entre rosa, perfume y golondrina.
Yo no te reconozco porque estoy en tus manos
y yo llegué a tus manos sin saberlo siquiera.
Por eso, si te nombro, me sabe a primavera
porque tu nombre es fiesta de trigos y manzanas.
Tu nombre sabe a mieses y al pan que busco y quiero
cotidiano y difícil… y al sol y a manzanilla.
Tu nombre sabe a tierra generosa y sencilla
y a septiembre y semillas y a navidad y a enero.
Por eso tú no puedes llamarte de otro modo
sino como te llama mi voz de cada día
que si te llamo, amor, se me ilumina todo.
Y tengo patria y sueños y ensueños y alegría
y anhelos y esperanzas y glorias y acomodo….
pues tengo todo… todo… lo que yo no tenía.
Dame del vino triste y amargo pero cierto
donde el sol no se oculta ni se empaña
con sombra pasajera de nube o de montaña.
Dorado en el silencio,
sin garrular de ríos ni navíos.
Desierto…
como los sueños míos.
Qué alma mía…
y la tuya qué tacaña.
Cómo será la mía
que hasta comprendo tu tacañería,
tu entraña, tu saña.
Aquí de tu posada soy la dueña.
¡Qué alma tuya!
¡Y la mía qué pequeña!