Rodríguez Fer, Claudio

Rodríguez Fer, Claudio

Poeta, narrador, ensayista y catedrático español nacido en Lugo en 1956.

Estudió Filología en Santiago de Compostela. Desde la publicación de su primer libro en 1979, «Poemas de amor

sem morte», está considerado como el pionero de la poesía erótica gallega. Posteriormente publicó «Tigres de ternura»

en 1981 con el que obtuvo el Premio Nacional de la Crítica.

Fue catedrático de literatura en Galicia y profesor visitante en varias universidades de la ciudad de Nueva York

y de la Alta Bretaña en Rennes. En 1999 apadrinó a José Ángel Valente en su investidura como doctor Honoris Causa

de la Universidad de Santiago donde actualmente dirige la cátedra de Poesía y Estética, además de ser profesor de la

Facultad de Humanidades de Lugo.

Entre las obras publicadas sobresalen: «Historia da Lua» en 1984, «A boca violeta» en 1987, «Cebra» en 1988,

«A unha muller descoñecida» en 1997 y «Rastros de vida e poesía» en el año 2000, en colaboración con el pintor

Eugenio Granell.

Claudio Rodríguez Fer

< la por verso el>

< la por verso el>Al encuentro de la vulva

Abandono de nuevo
el verso por la vida
proteica

abandono la palabra
al encuentro de la vulva.

<> De “A boca violeta”, 1987

Ámame anarquista

Ámame anarquista
frenéticamente
mientras desato y suelto
el pañuelo que sujeta
tu cabello
y libero a tu pecho
ya sin freno
ya sin sentido
siempre hacia la frontera
roja y negra
y violeta
ámame hacia la izquierda
cara a cara
hacia la noche
hacia ti
siempre hacia ti misma
Ámame anarquista
mismo contra mí mismo.

De “Tigres de ternura”  1981

Amor sin muerte

Lengua lame emboca resbala lábil
lenta lengua en el lodo en que yacente
despierta resbala sierpe húmedamente
y ardiendo de vidriados ciñe hábil.

Labios consagrados nervio a nervio
detrás delante al cabo frente a frente
gamuzas como pubis refulgente
y detenidos en el tiempo verbo a verbo.

Piel con piel nácar en la carne
almizcles congelados por la aurora
espasman y jadean en la materia que arde.

Y la vida se prolonga serena e infinitamente.

De Poemas de amor sen morte, 1979.

Dentro

Yo sé que existo
porque puse una mano sobre tu vientre
y sólo tú estabas dentro.

Hotel

Todo amor tiene un espacio.
Todo espacio un vacío.
Y nos llenamos de nosotros
vaciándonos de nosotros.

<> La cabellera (fragmento)

Yo nací en un país verde finisterre que vago
errante tras manadas de vacas.
Incierto hijo soy de las tribus móviles que sólo se
detuvieron cuando se les acabó el mundo.
No tengo otras raíces que las de la espora ni
otra patria habito que la del viento.
Me siento de la estirpe de aquellos pueblos nómadas
que nunca se constituyeron en estado.
Nuestro espíritu conoció el abismo y el sentido
telúrico del entorno normal.
Nuestra historia es la del pueblo que perdió el
norte y se confundió con los bueyes.
Pero yo recuperé el norte en medio del naufragio
fluyendo sensualmente de la cabellera de la luna.
Y la inmensa cabellera es laberinto en el que
solamente hablo a quien yo amo.

De “A boca violeta”, 1987



Luis Pimentel

¿Te acuerdas amigo Luis de Lugo libre
antes del espanto sobre el fango?
Entraba la mañana por tu plaza
y la luna abandonaba los bancos de la alameda.
Desde la ventana acristalada
veias levitar tu ciudad
en el espejo que llevaba un obrero
encima de la cabeza.
Bajabas con cuidado
por no romper las sábanas de niebla
y lentamente sólo tú paseabas.
(Lejos los arrabales se acercaban).
La música del palco
ponía guantes blancos a las banderas.
Después llegaba el atardecer:
la hora en que la ciudad era paisaje.
Por la calle subían las casas en muletas
y las murallas se dormían redondas y suaves.
Tu decías: «Atardeceres de mi villa,
largos, casi eternos.
(Los años pasan rápidos;
los días, lentos)».
Y Lugo se abandonaba a la noche
vigilado por su poeta de guardia.

Pero una noche de lenta puesta de sol
desamparaste de versos tanta calma.
Y tu que creías que en un pueblo pequeño
no había asesinos
comprendiste que la ciudad había muerto.
Con nadie podías cambiar tu sonrisa
y todos los rostros resultaban forasteros.
Para ti jamás volverían a ser alegres
las banderas que sangran anilina.

Los arrabales abatidos a balazos
quemaban los últimos harapos
y los surcos se abrían a los cadáveres
que llenaban de metralla las vísceras de la tierra.
y cada verso que escribías
resultaba ser un surco de lágrimas
que se convertía en cuneta.
¿Te acuerdas amigo Luis de Lugo en luto
bajo la sombra fugacísima de las balas?

Poeta en nicho
cruzaste todavía el puente del terror
y hubo más palabras para tus versos.
(Tú sabías que la ciudad había muerto).
Seguramente un día
saludaste a mis padres
en el parque o en la alameda
y me dijiste algo
porque yo ya había cumplido
y mantenía implacable la alegría.
Pero tu sabías como nadie
que los niños también mueren
que existen niños solitarios y tristes
extraños niños
que conocen la muerte.
Prematuramente desvelado
yo nunca olvidé tu canción
para que un niño no duerma.
(En los arrabales ya no quedaban niños).
¿Te acuerdas amigo Luis de tanta sombra
sin luces por la bruma de Lugo?

De “Lugo blues”, 1987

Más allá

Cuando
nos abrazamos
vamos
a otro mundo
donde
nos abrazamos
y marchamos
a un trasmundo
donde
nos abrazamos
y donde tal vez sólo
nos abrazamos.

De “Tigres de ternura”, 1981



Más allá de la saudade

Yo, que tantos hombres he sido
Borges

Porque de tantas vidas que tuve estoy ausente
y soy, a la vez soy aquel hombre que fui.
Neruda

Tú,
que tantos hombres has sido,
no fuiste aun aquel
que subió conmigo
a las montañas nubladas,
donde está escrito:

«Ellos vendrán.
Vendrán erguidos
por la oscura niebla
donde levita Galicia.
Los caballos serán fulgurantes.
Las botas altas y negras.
Azules las miradas y las casacas;
las fustas, negras.
Traerán un aroma a roble,
una hoz y una bandera roja.
Bajarán por la gándara
enamorando a las doncellas.
Quizás vengan dos.
Los caballos azules.

Botas y espuelas negras.
La bandera, roja.
Uno traerá la hoz,
otro la esperada enseña.
Recitarán a Ossián,
agotarán las cepas,
hablarán de los hombres de las pallozas antiguas.
Bajarán por la gándara,
relampagueante de cascos,
silenciosa de estoicos guerreros.
No lo olvidéis.
Ellos vendrán por la oscura niebla.
Uno será un caballero,
traerá hoz de bronce,
y en el porte mítico veréis
que desciende de Breogán.
El otro será apacible,
traerá la palabra
y vendrá con el estandarte rojo.
Que la tierra que pisen sea fmne,
el vino noble y las mujeres propicias».

Mientras,
a mi me sucede lo contrario
que a Pasolini con Gramsci:
estoy contra ti en la luz,
más contigo en las oscuras tinieblas.
y es que yo creo en la lógica de las cosas,
pero no creo en la lógica.
Por eso fui tantos hombres
como mujeres tuve.

Y por si alguna vez nos encontráramos
recuerda que yo subí a la cumbre de la montaña,
que divisé el abismo
y que bajé por ti.
Recuerda,
que estoy esperando el día
que serenes tu palabra,
liberes de nuevo el grito de los antiguos
y me digas que estás dispuesto a subir.
Entonces lo dejaremos todo,
quemaremos la última noche que nos queda,
y en los caballos azules
subiremos a las montañas nubladas,
traspasando la oscura niebla
donde levita Galicia
y donde termina nuestro laberinto.
Juntos cazaremos todos los ciervos pardos
y regresaremos cubiertos por pellejos de lobo.
Después nos perderemos en los barrancos,
librando cadenas,
prendiéndonos de cabelleras femeninas,
hasta consumar el ciclo, .
allá,
donde no hay estado, ni dios, ni poder.

De “Poemas de amor sen morte” 1979

Morderás esta lengua como el crótalo

Trazas con tu verso caracolas
prendida en espirales de olas marinas
y me llevas a un astral acuario íntimo
fluyente como la historia de la luna en la que arde
tanta pasión plural por la ternura.

Nuestra común lengua humedecida
se moja como el pastizal entregado al crepúsculo
y fértil devuelve las manzanas en auroras
y hace surgir la sierpe por el seto de la selva.
Me escribes en la lengua que nos une
que acaricia, penetra y que ilumina
que casi comunica lo que las manos comunican
y pronuncia casi lo que callan los labios.

Estaría dispuesto a renunciar al poema
y ser pasiva musa con tal que tu cantases
y ser la negra sombra o ser el huésped blanco.

Yo sé que bañarás en los mares de la dulzura
-de amor dirás palabras que tu cuerpo
escribirá mis versos liberado-
cada una de las palabras que me escribas
y sé que cada vez que arda tu boca
morderás esta lengua como el crótalo.

< la por verso el>De “Historia da Lua”, 1984

Museo

Todo existe para que tú seas.
Tú eres para que todo exista.
Y tú estabas allí absoluta
y soberanamente existiendo.

< la por verso el><>

< la por verso el>Oraindik<>

Quizás el destino trazará en el tiempo
una historia de amor ocurrida en lituania
o una guerra absurda que me lleve lejos
o que me lleve a la muerte sin conocer donostia.<>
Quizás moriré en transilvania de paso
o en un berlín equívoco arropado de idiomas.
No sé si volveré a verte y ni siquiera
tengo asegurado tu recuerdo en el barro
mas sé que hasta es posible en ondárroa
anidar en tu vientre varios siglos fértiles.
No volver a vernos o vivir siempre juntos
son tan sólo variantes de un azar ya cierto.
Tú y yo nos juntamos para sentir lo intenso
y pase lo que pase cuando envejezca en lugo
o muera en bizancio o sobreviva en praga
diré si me preguntas con rotunda certeza:
te quiero todavía te quiero oraindik.
<>

De “A boca violeta”, 1987<>

< la por verso el>

< la por verso el>Poesía

No escribo con más tinta
que la traza de tu flujo
pero voy hacia tu cuerpo
y la vida no se escribe.

Puente

Yo vine desde antes de los orígenes.
Tú estabas más allá de la otra orilla
y  juntos atravesamos todos los puentes.

Tren

Lo importante es irnos
y no donde vamos
y nunca llegar más lejos
que antes de partir.

Tu boca violeta

Tu boca violeta boreal y venérea
levita por el cosmos inmensamente abierta
manando levemente lava rosa
en la hora horizontal de las cavernas de carne.

Tu boca violeta es de hierro fundido
tiene el fulgor de la obsidiana en el talle de las amazonas
y la impudicia polar de sus tangas de morsa.
Sobre magmas de ámbar orificios volcánicos
escupen saliva negra contra el relámpago que hierve
en las tubulares sendas para el semen letal.

Tu boca violeta tiene la dulzura de la leche más azul:
es como un diplodocus que se amara en silencio
entre maíz zafiro y amapolas de grutas uvulares.
Vamos a los puertos grises sobre petróleo blanco.
El aliento lácteo que arremolinas petrifica mi líquido
y desata el instinto de nadar a panteras.

Tu boca violeta de contornos infinitos
se entreabre a todo lo que sea de lila.
Las montañas de azúcar de tu patria Pomona
y los lagos de licores de jauja o de cucaña
resbalan mansamente por utopías lascivas
mientras muerde el rubor y gallonas las vulvas.

Tu boca violeta boreal y venérea
abocina tus labios con gestos de gruta
y a latigazos irrumpe eruptiva y volcánica.

Amo la lengua de sierpe que se enrosca y se estira
como funda de fruta o piel de ventosa
que nos lleva adonde la aurora no preludia arenarias.

Amaré tu lava sobre todas las cosas
y el bilabial crepúsculo sabrá como hablo.<> <>

De “A boca violeta”, 1987<>

<>

Tú no tienes otro nombre más allá de ti misma<>

De los nombres de la amapola y de la violeta
de entre todos los nombres del anillo
yo prefiero la palabra compartida en silencio.
<>

Para vivir yo pido no conocer más nombres.

Es suficiente con saber que se revela
cuando el pecho reposa sobre el pecho
y los miembros se entrelazan como la vid
cuando las manos recobran los abrazos
y los pubis se confunden donde se fragua el hierro.<>

El nombre más exacto el punto cumbre
se revela en un tiempo sin memoria
y los poros se entreabren a otros poros
y los ojos se derriten poco a poco.
<>

Igual que la caracola besada por la espuma
tú no tienes otro nombre más allá de ti misma.
<>

De “Historia da Lua”, 1984<>

<>

Yo soy el amor, el amante y el amado

Libertaria manzana fruta de la vida
te siento dulce y suave en el suspiro:
eres azul ensueño de las rotundas esferas
que armoniza la poesía con camelias sensuales.

Yo quisiera que forjáramos juntos
un lecho de amapolas y violetas
edificando nuestro tiempo en las miradas
que descubren la mujer que hay en Galicia.

Pétalo cada poro eres amapola
de rojas mejillas y suave aroma
a manzanas camoesas. Subversivo rubor
nace de la sangre que nutre tu mar en cabellera
como surge el alecrín en la noche cerrada.

Mujer alegre flor de tojo eres violeta
que quiere crecer libre por los campos
cual retozan los bucles en el pubis y en la frente.
Tú tiñes de color lila mis anhelos
llovidos en común patria nublada.

De tu nación de niebla que comparto
me quedó esta hondura verde y húmeda
me quedó este silencio estas palabras
que hoy te dirijo desde la bruma.

Hay palabras en esta lengua que acarician
como tus ojos de almendra y de vieira
palabras fluviales para un cuerpo de gacela
cubierto de una piel de olas señeras:
Galicia habla en nosotros como la ternura.

Siento agitarse en ti fruta marina
la simiente de la vida en la naturaleza
y soy el pensamiento cuando amo
y soy el sentimiento cuando escribo
y soy el amor el amante y el amado.

De “Historia da Lua”, 1984