Pessanha, Camilo

Pessanha, Camilo

Poeta portugués nacido en Coimbra en 1867.

Estudió Derecho en su ciudad natal, trasladándose en 1894 a la colonia portuguesa de Macao, en China, donde residió el resto de su vida trabajando como profesor de enseñanza media.

Su producción poética fue corta, y sólo a instancia de sus amigos fue publicada en Lisboa en 1920 bajo el título de “Clepsidra”.

Fue el mayor de los simbolistas de su país y a pesar de que la publicación de su poesía fue tardía, hoy su obra está considerada como fundamental en el engarce entre las corrientes principales del siglo XIX y las de la modernidad.

Aunque adoptó la forma de vida China, el recuerdo de su país siempre marcó su obra poética.

Falleció en Macao en 1926

Camilo Pessanha

A lo lejos los barcos de flores

Solo, incesante, un son de flauta llora,
viuda y grácil en la sombra serena,
perdida voz que de otras se enajena,
flecos sonoros que encubren la hora.

Está en la fiesta de destellos plena;
tan blanca, labios de carmín desflora…
Solo, incesante. un son de flauta llora,
viuda y grácil en la sombra serena.

¿Y la orquesta? ¿Y los besos? En la calle,
la noche ordena que tan sólo exista
la flauta triste… ¿Hay alguien que la asista?
¿Alguien sabe el dolor que en ella se halle?

Solo, incesante, un son de flauta llora…

Versión de Amador Palacios

Baja en tierno follaje la colina…

Baja en tierno follaje la colina:
como un cuadro verdoso, adormecido,
que sanase mis ojos que han ardido,
y en los que el fuego del furor declina…

¡Ven, de blanco y del alma del follaje!
Que las ramas tu fina mano aparte.
¡Oh ven! Mis ojos quieren desposarte,
duplicar, virgen, tu serena imagen.

De la zarza ofuscada un asta esquiva
¡cuán delicada te besó en la yema
como una lágrima de rosa viva…

Leve la falda… El aire la menea…
¡Ven! ¡De blanco! ¡Del alma de los árboles!
Alma de genio, carne de camelia…

Versión de Amador Palacios


Camino

Un día en el camino me encontraste
siguiendo el rastro de algo que no sé.
Con un ¡buen día! yo te saludé,
que yendo solo la jornada es grande.
Está muy lejos y hay muchos espinos!
Descansaste, también yo descansé…
y donde te acodaste me acodé,
bebiendo tú y yo del mismo vino.
Está en el monte crespo, solitario.
Corta el pie como piedra de calvario.
¡como la arena quema!… Mientras tanto
lloramos el dolor de cada uno…
y el vino en que lloraste era común.
Tuvimos que beber del mismo llanto.

Versión de Amador Palacios

Canción de la partida

A mi corazón un ancla pesada
he de colgarle en un quiebro del mar.
A mi corazón un ancla pesada…
y lanzadla al mar.

Quien va a embarcar y embarca desterrado,
males de amor no quisiera llevar…
Marineros, moved el baúl pesado,
lanzadlo al mar.

He de comprar un candado de plata.
Mi corazón es el cofre sellado.
Con siete llaves: hay dentro una carta…
la última, anterior a tu noviazgo.

Con siete llaves, ¡la carta encantada!
y un pañuelo bordado… que he de usar,
para mojarlo en el agua salada
el día en que, al fin, deje de llorar.

Versión de Amador Palacios

Crepuscular

En el ambiente flota un rumor de quejumbre,
de deseos de amor, de ayes retenidos…
Una ternura ingrávida, punteada de balidos,
apaga su fragancia en esta pesadumbre.

Se marchitan las madreselvas en los zarzales
y el aroma que exhalan a través del espacio
se parece a esos vértigos de gozo y de cansancio
que aguantaban, nerviosas, las antiguas vestales.

Se perciben espasmos, y agonías de ave,
que son inaprehensibles, mínimas y serenas…
Tengo entre mis dos manos tus dos manos pequeñas,
y en mi mirada tengo tu mirada suave.

Ah tus dos manos blancas. por la anemia nevadas
Oh tus dos ojos llenos de suave tristeza…
Es la hora del desmayo de la naturaleza.
de esta vaga expiación del fin de las jornadas.

Versión de Amador Palacios

En un retrato

Cuando, bajo el montón cuadrangular
de tierra fresca que me ha de enterrar,

y después de ya mucho haber llovido,
cuando la hierba avance hacia el olvido,

aún, amigo, mi mirar de antaño,
cruzando el mar vendrá, sin un engaño,

a envolverte en un gesto enternecido,
como el de un pobre perro agradecido.

Versión de Amador Palacios

Engañada se abrió una rosa brava…

Engañada se abrió una rosa brava
en invierno: en el viento hela marchar…
¿En qué piensas, mi bien? ¿Por qué callar
las voces con que ha poco me engañabas?

¡Castillo loco! ¡Qué pronto caíste!
¿Dónde vamos, ajeno el pensamiento,
cogidos de la mano? Hace un momento
nuestra estrecha mirada, ¡y ya tan triste!

Sobre nosotros cae nupcial la nieve,
sorda, triunfante, recubriendo leve-
mente el suelo, en acrópolis de hielos. ..

¡Rodeando tu rostro hay como un velo!
Tántas flores, ¿quién las echa del cielo,
sobre nosotros y nuestros cabellos?

Versión de Amador Palacios

¡Esbelta surge! ¡Viene de las aguas, desnuda…

¡Esbelta surge! ¡Viene de las aguas, desnuda,
gobernando una concha inmaculada!
Las caderas flexibles, los senos palpitantes…
Muere mi boca por besar tu boca.

¡Sin vil pudor! ¿De qué hay que avergonzarse?
Soy un hermoso joven, casto y fuerte.
¡De blanco pecho! -que la muerte acoja…
Aunque la infame deba ahora esperar-.

Creyendo que es la hidra voy a acabar con ella
yendo a la roca donde creo que estás,
con los cabellos escurriendo agua,

e ir a inclinarme y desmayar de amor,
bajo el fervor de mi virginidad
y mi pulso de joven gladiador.

Versión de Amador Palacios



Interrogación

No sé si esto es amor. Indago tu mirada,
si algún dolor me hiere, en busca de un abrigo;
y a pesar de esto nunca he pensado en morada
donde fueses feliz, y yo feliz contigo.

Por ti nunca lloré ningún ideal deshecho.
Y nunca te escribí ningún poema idílico.
Ni tras el despertar me arrimé a ti en el lecho
como a la bella esposa de ese gran cantar Bíblico.

Si eso es amarte, puede. No sé si te idealizo
tu color saludable, o ese guiño tan tierno…
Y me hace sonreír ese guiño pajizo
que me penetra bien, como este sol de invierno.

Juntos atardecemos y siempre estoy sereno,
sin temer al crepúsculo, que enerva, que provoca.
No me paro a mirar la curva de tu seno
ni me acordé jamás de besarte en la boca.

No sé si esto es amor, porque al principio es ciego…
Yo no sé qué mudanza presiente mi alma yerma …
Amor no sé si es, pero te tengo apego,
y tal vez enfermara si te supiera enferma.

Versión de Amador Palacios



Paisajes de invierno

I
Detente, oh corazón, no avances más.
¿Dónde vas tan aprisa, desgraciado?
Mis ojos encendidos que el pecado
quemó -¡es el sol!- Volved, noches de paz.

Cargan nieve los olmos del camino.
La ceniza se enfría en el hogar.
Noche en la sierra y en un pobre lar…
¡Ojos!, tened un gesto vespertino.

Evocad las extintas primaveras:
-ya van a florecer esos manzanos
y hay que adornar los sombreros con flores-.

Calmaos, ojos, frenad esos ardores.
-Y hemos de ir a cantar en las postreras
letanías… Dulces voces de ancianos-.

Versión de Amador Palacios