Category Archives: Rumanía

Tzara, Tristan

Tzara, Tristan (1896-1963)

Nació en Moinesti, Rumania, el 4 de abril de 1896.

Su verdadero nombre parece ser Samy Rosenstock aunque Tzara lo negó rontundamente.

En 1916 encontrándose en Zürich, fundó con el judío rumano Marcel Janco, los alemanes Hugo Ball y Huelsenbeck, y el alsaciano Arp, el movimiento Dada. Publicó diversos números de la revista “Dada” cuya influencia fue muy notoria en Alemania y posteriormente en Francia.

En 1919 llegó a París, donde estableció el centro del movimiento

dadaísta con los colaboradores de “Littérature” : Breton, Aragon, Soupault, Picabia y Jacques Rigaut entre otros.

En 1922 se distanció de Breton y sus amigos, que empeñados en una obra más constructiva desembocarían en el surrealismo.

En 1929 se reconcilió con los surrealistas hasta 1935, fecha en la que se separó definitivamente para adherir a la política del partido Comunista. Falleció en 1963.

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Sorescu, Marin

Sorescu, Marin (1936-1996)

Poeta, dramaturgo y novelista rumano nacido en Bulzeşti, provincia de Dolj en 1936.

Licenciado en idiomas modernos por la Universidad de Laşi, publicó su primer libro de poemas en 1964 bajo el título “Solo entre los poetas”. En su época de estudiante fundó y colaboró con varias publicaciones literarias, iniciando una prolífica carrera literaria que lo convirtió en uno de los exponentes más importantes de la poesía de la posguerra en su país.

De su vasta obra poética, los poemarios mas relevantes corresponden a “Poemas censurados” y “Casa bajo vigilancia”, publicados tardíamente.

De los importantes galardones obtenidos, se destacan: Premio de la Academia rumana 1968 y 1977, Medalla de Oro Napoli ospite de Italia 1970, Premio International Fernando Rielo de Madrid 1983, Premio Internacional Herder de la Universidad de Viena en 1977, y Premio de la Unión de Escritores de Rumanía en seis ocasiones.

Falleció en Bucarest en 1996.

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Celan, Paul

Paul Celan (Rumania – Francia 1920 – 1970)

Reseña biográfica

Poeta rumano de origen judío nacido en Chernovtsi en 1920.

Creció en un ambiente familiar donde se manejaron varios idiomas, razón por la cual habló fluidamente el rumano, el alemán, el ruso el francés y el hebreo. En 1938 inició estudios de medicina en Paris y al estallar la II Guerra mundial regresó a Rumania donde fue condenado a trabajos forzados mientras sus padres morían en un campo de concentración. Liberado por los rusos en 1944, trabajó inicialmente como traductor y editor en Bucarest y Viena, para radicarse definitivamente en Paris donde obtuvo en 1950 la Licenciatura en Filología y Literatura por “L’Ecole Normale Superieure”. Más tarde adquirió la nacionalidad francesa.

Considerado como el más importante poeta en lengua alemana de la posguerra, alcanzó la fama desde la primera publicación surrealista “Amapola y memoria” en 1952, gracias al lenguaje innovador y a su perfecta sintaxis.

Tradujo entre otros, a Rimbaud, Mandelstam, Michaux, Char, Valéry y Pessoa.

En 1960 obtuvo el premio Georg Büchner, y a partir de 1965 fue internado varias veces en un asilo psiquiátrico donde escribió varios textos en hebreo.

Se quitó la vida arrojándose al Sena en 1970.

A una y otra mano…

A una y otra mano, allí

donde me crecían las estrellas, lejos

de todos los cielos, cerca

de todos los cielos:

¡Cómo

se vela allí! ¡Cómo

se nos abre el mundo a través

de nosotros!

Tú estás

donde tu ojo está, estás

arriba, estás

abajo, yo

encuentro salida.

Oh ese centro errante, vacío,

hospitalario. Separados,

te caigo en suerte, me

caes en suerte, uno del otro

caído, vemos

a través:

Lo

Mismo

nos ha

perdido, lo

Mismo

nos ha

olvidado, lo

Mismo

nos ha –

De “La rosa de nadie” 1963

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Aquí

Aquí -es decir, aquí donde la flor del cerezo quiere ser más negra que allí.

Aquí -es decir, esta mano que le ayuda a serlo.

Aquí -es decir, aquel barco en el que remonté el río de arena:

amarrado

fondea en el sueño que esparciste.

Aquí -es decir, un hombre que conozco:

sus sienes son blancas,

como las ascuas que apagó.

Me arrojó su vaso a la frente

y volvió,

pasado un año,

para besar la cicatriz.

Profirió su maldición y su bendición

y no volvió a hablar desde entonces.

Aquí -es decir, esta ciudad,

regida por ti y la nube,

desde sus tardes.

De “Umbral en umbral” 1955

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Argumentum e silentio

Para René Char

A la cadena atada

entre oro y olvido:

la noche.

Ambos quisieron prenderla.

Ambos consintió en su hacer.

Pon,

pon también ahora allí lo que quiere

albear del crepúsculo junto a los días:

la palabra sobrevolada de estrellas,

sobrebañada de mar.

A cada uno la palabra.

A cada uno la palabra que le cantó,

cuando la jauría le atacó por la espalda –

A cada uno la palabra que le cantó y quedó helada.

A ella, a la noche,

lo sobrevolado de estrellas, lo sobrebañado de mar,

a ella lo logrado al silencio,

cuya sangre no cristalizó cuando el colmillo del veneno

traspasó las sílabas.

A ella la palabra lograda al silencio.

Contra las otras que pronto,

prostituidas por las orejas de los desolladores,

también trepan por el tiempo y los tiempos,

testimonia por último,

por último, cuando sólo cadenas resuenan,

testimonia por la que allí yace

entre oro y olvido,

hermana de ambos de siempre –

¿Pues dónde

alborea, di, sino en ella,

que en la cuenca de su río de lágrimas

a los soles sumergiéndose la semilla muestra

una y otra vez?

De “Umbral en umbral” 1955

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Asís

Noches de Umbría.

Noches de Umbría con la plata del címbalo y de las hojas del olivo.

Noches de Umbría con el canto que hasta aquí trajiste.

Noches de Umbría con el canto.

Mudo cuanto ascendió a la vida, mudo.

Desocupa y vuelve a llenar los cántaros.

Cántaro de barro.

Cántaro de barro con el que creció la mano del alfarero.

Cántaro de barro que cerró para siempre la mano de una sombra.

Cántaro de barro con el sello de la sombra.

Cantos por doquier, cantos.

Deja que entre el borrico.

Borriquillo.

Borriquillo en la nieve que esparce la mano más desnuda.

Borriquillo ante el verbo que se cerró de golpe.

Borriquillo que come el sueño de la mano.

Brillo que a consolar no alcanza, brillo.

Los muertos, los muertos aún mendigan, Francisco.

De “Umbral en umbral” 1955

Versión de Felipe Boso

Bisiestos siglos…

Bisiestos siglos, bisiestos

segundos bisiestos

nacimientos, novembreantes, bisiestas

muertes,

en automáticos panales archivados

bits

on chips

El poema-menorá de Berlín,

(¿inasilado, in-

archivado, in-

asistido? ¿En

vida?),

estaciones de lectura en la palabra tardía,

puntas de llamas vigilantes

en el cielo,

perfil de crestas bajo el fuego

sensaciones, tejidas

por la helada,

arranque en frío-

con hemoglobina.

De “Compulsión de luz” 1970

Versión de José Ángel Valente

Canción a una dama en la sombra

Cuando la Taciturna llegue y decapite los tulipanes,

¿Quién saldrá ganando?

¿Quién saldrá perdiendo?

¿Quién se asomará a la ventana?

¿Quién pronunciará primero su nombre?

Alguien que es portador de mis cabellos.

Los lleva como se lleva a los muertos en las manos.

Los lleva como llevó el cielo mis cabellos aquel año en que amé.

Los lleva así por vanidad.

Ese saldrá ganando.

No saldrá perdiendo.

No se asomará a la ventana.

No pronunciará su nombre.

Es alguien que está en posesión de mis ojos.

Los tiene desde que se cierran los portones.

Los lleva en los dedos, como anillos.

Los lleva como añicos de fruición y zafiro:

era ya mi hermano en otoño;

y ya cuenta los días y las noches.

Ese saldrá ganando.

No saldrá perdiendo.

No se asomará a la ventana.

Pronunciará su nombre el último.

Es alguien que tiene lo que dije.

Lo lleva bajo el brazo, como un bulto.

Lo lleva como el reloj su peor hora.

Lo lleva de umbral en umbral, mas no lo arroja.

Ese no saldrá ganando.

Saldrá perdiendo.

Se asomará a la ventana.

Pronunciará su nombre el primero.

Será decapitado con los tulipanes.

De “Amapola y memoria” 1952

Versión de Felipe Boso

Ciégate para siempre…

Ciégate para siempre:

también la eternidad está llena de ojos-

allí

se ahoga lo que hizo caminar a las imágenes

al término en que han aparecido,

allí

se extingue lo que del lenguaje

también te ha retirado con un gesto,

lo que dejabas iniciarse como

la danza de dos palabras sólo hechas

de otoño y seda y nada.

De “Cambio de aliento” 1967

Versión de José Ángel Valente

Coagula

También tu

herida, rosa.

Y la astada luz

de tus búfalos rumanos

en lugar de una estrella

sobre el lecho de arena,

en el émbolo que habla,

el superrojoceniciento.

De “Cambio de aliento” 1967

Versión de Felipe Boso

Con todos los pensamientos me fui…

Con todos los pensamientos me fui

fuera del mundo: allí estabas tú,

mi sosegada, mi abierta, y-

nos recibiste.

¿Quién

dice que se nos murió todo

cuando se nos quebraron los ojos?

Todo despertó, todo comenzó.

Grande vino un sol flotando, radiantes

se le enfrentaron alma y alma, claras,

imperiosas le presilenciaron

su órbita.

Suve

se abrió tu seno, silente

subió un aliento al éter,

y lo que se hizo nube ¿no era,

no era forma y a partir de nosotros,

no era

tanto así como un nombre?

De “La rosa de nadie” 1963

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Corona

En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.

Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:

regresa el tiempo a la nuez.

En el espejo es domingo,

en el sueño se duerme,

la boca dice la verdad.

Mi ojo asciende al sexo de la amada:

nos miramos,

nos decimos palabras oscuras,

nos amamos como se aman amapola y memoria,

nos dormimos como el vino en los cuencos,

como el mar en el rayo sangriento de la luna.

Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:

tiempo es de que se sepa,

tiempo es de que la piedra pueda florecer,

de que en la inquietud palpite un corazón.

Tiempo es de que sea tiempo.

Es tiempo.

De “La arena de las urnas” 1948

Versión de José Ángel Valente

Cristal

No busques en mis labios tu boca,

ni en la puerta al extraño,

ni en el ojo la lágrima.

Siete noches más arriba

pasa el rojo hacia el púrpura,

siete corazones más adentro

insiste la mano en la puerta,

siete rosas más tarde

se escucha el rumor de la cisterna.

De “Amapola y memoria” 1952

Versión de José María Pérez Gay

Cualquier piedra que levantes…

Cualquier piedra que levantes-

desnudas

a los que piden la salvaguardia de las piedras:

desnudos

renuevan el entramado desde hoy.

Cualquier árbol que abatas-

armas

el lecho en donde

las almas nuevamente se acumulan,

como si no temblase

a su vez este

eón.

Cualquier palabra que pronuncies-

das las gracias

a la corrupción.

De “Umbral en umbral” 1955

Versión de José Ángel Valente

De oscuridad en oscuridad

Abriste los ojos -Veo vivir mi oscuridad.

La veo hasta el fondo:

aún allí es mía y vive.

¿Traslada como tal a la otra orilla? ¿Se despierta al hacerlo?

¿De quién es esta luz que sigue mi paso,

para que apareciera un barquero?

De “Umbral en umbral” 1955

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

De viaje

Hay una hora que hace del polvo tu escolta,

de tu casa en Paris, lugar de sacrificio de tus manos,

de tu ojo negro, el más negro ojo.

Hay una estancia donde un tiro de caballos se detiene para tu corazóm.

Tu cabello quisiera ondear en el viento cuando te vas – eso le está prohibido.

Los que quedan y hacen signos de adiós no lo saben.

De “Amapola y memoria” 1952

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Elogio de la lejanía

En la fuente de tus ojos

viven las redes de los pescadores de la mar del extravío.

En la fuente de tus ojos

el mar cumple su promesa.

Aquí arrojo yo,

un corazón que se detuvo entre los hombres,

mi ropa y el esplendor de un juramento:

Más negro en lo negro, más desnudo voy.

Sólo infidente soy fiel.

Yo soy tú si yo soy yo.

En la fuente de tus ojos

desvarar suelo y sueño un rapto.

Una red prendió una red:

nos separamos enlazados.

En la fuente de tus ojos

un ahorcado estrangula la soga.

De “Amapola y memoria” 1952

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

En los ríos, al norte del futuro…

En los ríos, al norte del futuro,

tiendo la red que tú

titubeante cargas

de escritura de piedras,

sombras.

De “Cambio de aliento” 1967

Versión de José Ángel Valente

Esa única…

Esa única

noche

de estrellas

propias.

Enhebrada de aliento de cenizas

hora va, hora viene,

por el sombreado de los párpados

de ojos cerrados de sueño,

reafilados

en almas

finas como flechas,

enmudecidas en la plática

con tartaleantes

carcajes con barbas

de algas aéreas.

Una colma

concha de luz pasa

por una conciencia.

De “Soles filamentos” 1968

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Estaba…

Estaba

la pizzca de higo en tu labio,

estaba

Jerusalén anuestro alrededor,

estaba

el aroma de los pinos albares

sobre el barco danés que regraciamos,

yo estaba en ti.

De “Estancia del tiempo” Poesía póstuma

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Fuga de la muerte

Negra leche del alba la bebemos al atardecer

la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche

bebemos y bebemos

cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él

Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe

escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete

lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus

mastines

silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra

ordena tocad para la danza

Negra leche del alba te bebemos de noche

te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer

bebemos y bebemos

Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe

escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete

tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no

se yace estrechamente en él

Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad

empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules

cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la

danza

Negra leche del alba te bebemos de noche

te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer

bebemos y bebemos

un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete

tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes

Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro

venido de Alemania

grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como

humo en el aire

y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí

Negra leche del alba te bebemos de noche

te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de

Alemania

te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos

la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules

te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere

un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete

azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire

juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido

de Alemania

tus cabellos de oro Margarete

tus cabellos de ceniza Sulamita

De “Amapola y memoria” 1952

Versión de José Ángel Valente

Había tierra en ellos…

Había tierra en ellos y

cavaban.

Cavaban y cavaban y pasaba así

el día y pasaba la noche. No alababan a Dios

que, según les dijeron, quería todo esto,

que, según les dijeron, sabía todo esto.

Cavaban y nada más oían;

y no se hicieron sabios ni inventaron un canto

ni imaginaron un lenguaje nuevo.

Cavaban.

Vino una calma y vino una tormenta

y todos los océanos vinieron.

Yo cavo y tú cavas e igual cava el gusano

y aquel remoto canto dice: cavan.

Oh uno, oh nadie, oh ninguno, oh tú:

¿Adónde iba si hacia nada iba?

Oh, tú cavas y yo cavo, yo me cavo hacia ti,

y en el dedo se nos despierta el anillo.

De “La rosa de nadie” 12963

Versión de José Ángel Valente

Habla también tú…

Habla también tú

sé el último en hablar,

di tu decir.

Habla-

Pero no separes el No del Sí.

Y da a tu decir sentido:

dale sombra.

Dale sombra bastante,

dale tanta

cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre

medianoche y mediodía y medianoche.

Mira en torno:

ve cómo alrededor todo se hace viviente

¡En la muerte! ¡Viviente!

Dice la verdad quien dice sombra.

Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:

¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?

Asciende. Tanteante, asciende.

Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.

Más fino: un hilo

por el que quiere descender la estrella

para abajo nadar, al fondo,

donde se ve brillar: sobre móviles dunas

de palabras errantes.

De “Umbral en umbral” 1955

Versión de José Ángel Valente

Los años de ti a mí

De nuevo se ondula tu cabello cuando lloro. Con el azul de tus ojos

cubres la mesa de nuestro amor: un lecho entre verano y otoño.

Bebemos lo criado por alguien que no era yo, ni tú, ni un tercero:

saboreamos algo vacío y último.

Nos vemos en los espejos del mar profundo y nos pasamos más de prisa las viandas:

la noche es la noche, comienza con la mañana,

me tiende junto a ti.

De “Amapola y memoria” 1952

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Los cántaros

Para Klaus Demus

En las largas mesas del tiempo

beben los cántaros de Dios.

Beben hasta el fondo los ojos de los videntes y

los ojos de los ciegos,

los corazones de las sombras imperantes,

la mejilla hundida de la tarde.

Son los más poderosos bebedores:

igual se llevan a la boca lo vacío que lo lleno

y no rebosan de espuma como tú o yo.

De “Amapola y memoria” 1952

Versión de José Ángel Valente

Mandorla

En la almendra -¿qué hay en la almendra?

La Nada.

La Nada está en la almendra.

Allí está, está.

En la Nada -¿quién está? El Rey.

Allí está el Rey, el Rey.

Allí está, está.

Bucle de judío, no llegarás al gris.

Y tu ojo -¿dónde está tu ojo?

Tu ojo está frente a la almendra.

Tu ojo frente a la Nada está.

Apoya al rey.

Así está allí, está.

Bucle de hombre, no llegarás al gris.

Vacía almendra, azul real.

De “La rosa de nadie” 1963

Versión de José Ángel Valente

Marianne

Sin lilas, tu cabello, tu cara, cristal de espejo.

De ojo en ojo pasa la nube, como Sodoma hacia Babel:

como fronda destroza la torre y brama en redor del zarzal de azufre.

Entonces te brinca un relámpago en torno a la boca -esa cañada con los restos del violín.

¡Con níveos dientes alguien mueve el arco: Oh más bellas se oyeron las cañas!

Amada, también tú eres la caña y nosotros la lluvia;

un vino sin par tu cuerpo y nosotros copeamos los diez;

una barca en el cereal tu corazón, la bogamos noche adelante;

un cantarito de cielo, así retozas ligera sobre nosotros que dormimos…

Delante de la tienda desfila la centuria y entre copas te llevamos al sepulcro.

Entonces tintinea sobre las losas del mundo el duro tálero de los sueños.

De “Amapola y memoria” 1952

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

No es ya…

No es ya

esa

gravedad, cayendo

a veces contigo

en la hora.

Es otra.

Es el peso que retiene el vacío

que iría

contigo.

Como tú, no tiene nombre. Tal vez

seáis lo mismo. Tal vez

un día también tú me nombres

así.

De “La rosa de nadie” 1963

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

No obres de antemano…

No obres de antemano,

no envíes nada fuera,

mantente

dentro:

transfundido de nada,

libre de cualquier

plegaria,

sutilmente acordado según

la pre-inscripción

insuperable,

yo te acojo

en lugar de toda

paz.

De “Compulsión de luz” 1970

Versión de José Ángel Valente

Oí decir que en el agua…

Oí decir que en el agua

hay una piedra y un círculo

y sobre el agua una palabra,

que pone el círculo en torno a la piedra.

Yo miré mi álamo descender hacia el agua,

miré cómo su brazo se alargó hacia la hondura,

miré sus raíces vueltas al cielo implorando noche.

Yo no corrí tras ellas,

sólo recogí del suelo esa migaja

que tiene de tu ojo la figura y la nobleza,

te quité del cuello la cadena de los dichos

y con ella adorné la mesa donde yace la migaja.

Y ya no vi más a mi álamo.

De “Umbral en umbral” 1955

Versión de Pablo Oyarzun

¿Por qué este brusco hogar, medio afuera, medio adentro?…

¿Por qué este brusco hogar, medio afuera, medio adentro?

Yo puedo sumergirme en ti, mira, como un glaciar,

tú misma asesinas a tus hermanos:

antes que ellos

estuve contigo, Neviscada.

Echa tus tropos

al resto:

uno quiere saber

por qué no estuve

ante Dios de otro modo que ante ti,

uno quiere ahogarse dentro,

dos libros en lugar de los pulmones,

uno que se punzó en ti

insufla la punzada,

uno que fue para ti el más cercano,

se extravía a sí mismo,

uno adorna tu estirpe

con tu traición y la suya,

tal vez

era yo cada uno

De “Parte de nieve” 1971

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Que seas como tú…

Que seas como tú, siempre.

Stant vp Jherosalem inde

erheyff dich *.

También quien cortó la ligazón contigo,

inde wirt

erluchtet**

la anudó de nuevo, en la remembranza

trozos de fango tragué, en la torre,

lenguaje, lindero de tinieblas

kumi

ori***

* Lévantate, Jerusalén

y álzate.

** y relumbra

***Álzate

relumbra.

De “Compulsión de luz” 1970

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Reja de lenguaje

Redondez del ojo entre los barrotes.

El párpado, animal ciliar,

boga hacia arriba,

deja libre una mirada.

Iris, nadadora, sin sueños, sombría:

el cielo, gris-corazón, ha de estar cerca.

Sesgada, en la férrea arandela,

la tea humeante.

Por el sentido de la luz

adivinas el alma.

(Si yo fuera como tú, si tú fueras como yo.

¿No estuvimos

bajo un alisio?

Somos extraños.)

Las losetas. Encima,

bien juntos, los dos

charcos gris-corazón:

dos

bocanadas de silencio.

De “Reja de lenguaje” 1959

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Salmo

Ya nadie nos moldea con tierra y con arcilla,

ya nadie con su hálito despierta nuestro polvo.

Nadie.

Alabado seas, Nadie.

Queremos por tu amor

florecer

contra

ti.

Una nada

fuimos, somos, seremos,

floreciendo:

rosa de

nada, de nadie.

Con

el pistilo almalúcido,

cielo desierto el estambre,

la corola roja

de la palabra purpúrea que cantamos

sobre, o sobre

la espina.

De “La rosa de nadie” 1963

Versión de José Ángel Valente

Shibboleth

Junto a mis piedras

crecidas bajo el llanto

tras las rejas,

me arrastraron

al medio del mercado,

allá,

donde se iza la bandera, a la que

no he prestado nunca juramento.

Flauta,

flauta doble en la noche:

piensa el sombrío

y doble rojo

en Viena y en Madrid.

Pon tu bandera a media asta,

recuerdo.

A media asta

hoy para siempre.

Corazón:

dalo también aquí a conocer,

aquí, en medio del mercado.

Haz que resuene, el shibbólet,

en lo extranjero de la patria.

Febrero. No pasarán.

Unicornio:

sabes de las piedras,

sabes de las aguas,

van,

te llevo

hacia las voces

de Extremadura.

De “Umbral en umbral” 1955

Versión de José Ángel Valente

Sueño y sustento

El aliento nocturno es tu sábana,

la tiniebla se acuesta a tu lado.

Los tobillos te roza, las sienes;

te despierta a la vida y al sueño,

te rastrea en el verbo,

en el deseo, en las ideas,

duerme con cada una de ellas

y te atrae con halagos.

Te peina la sal de las pestañas,

te la sirve a la mesa,

les escucha a tus horas la arena

y la pone a tu alcance.

Y aquello que era cuando rosa era,

sombra y agua, te lo escancia.

De “Amapola y memoria” 1952

Versión de Felipe Boso

Tardío y profundo

Maligna como palabra de oro esta noche comienza.

Comemos las manzanas de los mudos.

Hacemos un trabajo que bien puede dejarse a su fortuna;

en pie permanecemos en el otoño de nuestros tilos, como rojas

banderas pensativas,

como abrasados huéspedes del Sur.

Juramos por Cristo el Nuevo desposar el polvo con el polvo,

el pájaro con el zapato vagabundo,

el corazón con la escalera de agua…

Hacemos ante el mundo los santos juramentos de la arena,

juramos con gusto,

juramos en voz alta desde los techos del sueño sin imágenes

y agitamos la blanca cabellera del tiempo…

Ellos nos gritan: ¡Blasfemáis!

Desde hace tiempo lo sabemos.

Desde hace tiempo lo sabemos: ¿qué importa?

Vosotros moléis en los molinos de la muerte la blanca harina de

la Promesa

y la ofrecéis a nuestros hermanos y a nuestras hermanas.

Nosotros agitamos la blanca cabellera del tiempo.

Vosotros censuráis: ¡Blasfemáis!

Lo sabemos de sobra,

que venga sobre nosotros la culpa

que venga sobre nosotros la culpa de todas las señales de peligro,

que venga el mar burbujeante,

el viento acorazado del retorno,

el día de la medianoche,

que venga lo que no ha sido todavía.

Que venga un hombre de la tumba.

De “Amapola y memoria” 1952

Versión de José Ángel Valente

Tenebrae

Estamos próximos, Señor,

próximos y apresables.

Ya apresados, Señor,

uno en otro enzarzados, como

si la carne de cada uno de nosotros fuese

tu carne, Señor.

Ora, Señor,

invócanos,

estamos próximos.

Ladeados por el viento íbamos,

caminábamos para inclinarnos

sobre la zanja y la oquedad.

Al abrevadero íbamos, Señor.

Era sangre, era

lo que tú has derramado, Señor.

Brillaba.

Nos arrojó tu imagen a los ojos, Señor.

Los ojos y las bocas tan abiertos están, tan vacíos, Señor.

Hemos bebido, Señor,

la sangre con la imagen que en ella estaba, Señor.

Ora, Señor.

Estamos próximos.

De “Reja de lenguaje” 1959

Versión de José Ángel Valente

Toda la vida

Los soles del sueño ligero son azules como tu cabello una hora antes del amanecer.

También ellos crecen rápido como la hierba sobre la tumba de un pájaro.

También los enreda el juego que jugamos como ensueño en los barcos del placer.

En las rocas calcáreas del tiempo también los encuentran los puñales.

Los soles del sueño profundo son más azules: así fue tu cabellera sólo una vez.

Yo, viento nocturno, me demoraba en el seno venal de tu hermana.

Tu cabello colgaba en el árbol sobre nosotros, pero tú no estabas.

Nosotros éramos el mundo y tú eras un zarzal ante las puertas.

Los soles de la muerte son blancos como el cabello de nuestro hijo:

se elevó de las aguas cuando armaste una tienda en la duna.

Alzó sobre nosotros el cuchillo de la dicha con ojos apagados.

De “La arena de las urnas” 1948

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Tú con la palabra que yo dije…

Tú con la palabra que yo dije,

tú con tu silencio,

tú contigo misma

en el mundo su-

bi-

da,

tú mi amor:

perdida, extra-

viada, una

y ora vez

regresada en el dolor: es

tarde.

Ayúdame,

ayúdate,

ayuda.

El camino de horas anduvo lo que dije.

El camino de horas anduvo lo que callé.

Anduvo y anduviste,

por lo infinito anduviste,

hacia delante y hacia atrás,

hacia ninguna parte, hacia la palabra, hacia allí.

Deja.

Un nombre se te abre,

otro:

quédate.

De “La rosa de nadie” 1963

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Tu cabello sobre el mar

También tu cabello vuela sobre el mar con el enebro dorado.

Con él se vuelve blanco, entonces lo tiño de azul-piedra:

el color de la ciudad donde al final fui arrastrado hacia el sur…

Con jarcias me amarraron Ya cada una ataron una vela

y me escupieron Con sus bozos brumosos y cantaron:

«¡Oh atraviesa la mar!»

Yo sin embargo pinté como una barca mis alas con púrpura

y con mi estertor dime brisa y antes que durmieran me hice a la mar.

Tus rizos, ahora, debía teñírtelos en rojo, pero me gustan azul-piedra:

¡Ay, ojos de la ciudad, donde caí y fui arrastrado hacia el sur!

Con el enebro dorado vuela también tu cabello sobre el mar.

De “Amapola y memoria” 1952

Versión de José Luis Reina Palazón

Obras completas – Editorial Trota 1999

Tubinga, enero

A la ceguera per-

suadidos ojos.

Su -«un

enigma es

manantía pureza»- su

recuerdo de

flotantes hölderlinianas torres en

un vuelo circular de gaviotas.

Visitas de carpinteros ahogados con

estas

sumergidas palabras:

Viniera,

viniera un hombre,

viniera un hombre al mundo, hoy, llevando

la luminosa barba de los

patriarcas: debería,

si de este tiempo

hablase, de-

bería

tan sólo balbucir y balbucir

continua, continua-

mente.

(«Pallaksch, Pallaksch.»)

De “La rosa de nadie” 1961

Versión de José Ángel Valente

Una hoja sin árbol

Una hoja, sin arbol

para Bertold Brecht:

¿Qué tiempo es éste

en el que una conversación

es casi un crimen

porque incluye

tantas cosas explícitas?

De “Parte de nieve” 1971

Versión de José Ángel Valente

Arghezi, Tudor

Seudónimo de Ion Theodorescu, poeta y novelista rumano nacido en Bucharest en 1880.
Después de terminar la escuela básica en Saint Sava High School, trabajó en diversos oficios para sostener sus estudios superiores. En 1896 publicó los primeros versos en la revista de su orientador Alexandru Macedonski, mostrando desde entonces su inclinación por la escuela simbolista.
Ingresó como monje en el monasterio Cordeleri y posteriormente  vivió en Paris y Suiza e Italia. A su regreso a Rumania en 1916, fue perseguido y encarcelado por su neutralidad política. Su primera publicación poética apareció en 1927 con el nombre de “Palabras adecuadas”.
Sus escritos contra la autoridad nazi establecida en Rumania durante la segunda guerra mundial, lo llevan de nuevo a la cárcel en 1944.
En 1965 recibió máximos honores y fue declarado por el gobierno como Poeta Nacional. Falleció en 1967. Continue reading