Manrique, Gómez
España (1412-1490)
El corazón se me fue
donde vuestro vulto vi,
e luego vos conocí
al punto que vos miré;
que no pudo facer tanto,
por mucho que vos cubriese
aquel vuestro negro manto,
que no vos reconosciese.
Que debajo se mostraba
vuestra gracia y gentil aire,
y el cubrir con buen donaire
todo lo manifestaba;
así que con mis enojos
e muy grande turbación
allá se fueron mis ojos
do tenía el corazón.
Callad vós, Señor,
nuestro Redentor,
que vuestro dolor
durará poquito.
Ángeles del cielo,
venid dar consuelo
a este moçuelo
Jesús tan bonito.
éste fue reparo,
aunque él costó caro.
de aquel pueblo amaro
cativo en Egito.
este santo dino,
niño tan benino,
por redimir vino
el linaje aflito.
Cantemos gozosas,
hermanas graciosas,
pues somos esposas
del Jesús bendito.
Desnuda en una queça,
lavando la fontana,
estaba la niña loçana,
las manos sobre la treça.
Sin çarcillos nin sartal,
en una corta camisa,
fermosura natural,
la boca llena de risa,
descubierta la cabeza
como ninfa de Diana,
miraba la niña loçana
las manos sobre la treça.
¡Ay dolor, dolor,
por mi fijo y mi Señor!
Yo soy aquella María
del linaje de David.
Oíd, señores, oíd,
la gran desventura mía.
¡Ay dolor!
A mí dixo Gabriel
qu’el Señor era conmigo,
y dexóme sin abrigo,
amarga más que la hiel.
Díxome qu’era bendita
entre todas las nacidas
y soy de las afligida
la más triste y más aflicta.
¡Ay dolor!
¡O vós, hombres que transistes
por la vía mundanal,
decidme si jamás vistes
igual dolor de mi mal!
Y vosotras que tenéis
padre, fijos y maridos,
acorredme con gemidos,
si con llantos no podéis.
¡Ay dolor!
Llorad conmigos, casadas;
llorad conmigo, doncellas,
pues que vedes las estrellas
escuras y demudadas,
vedes el templo rompido,
la luna sin claridad.
Llorad conmigo, llorad
un dolor tan dolorido.
¡Ay dolor!
Llore conmigo la gente
de todos los tres estados,
por lavar cuyos pecados
mataron al inocente,
a mi fijo y mi señor,
mi redentor verdadero.
¡Cuitada! ¿Cómo no muero
con tan estremo dolor?
¡Ay dolor!
¡Ay dolor, dolor,
por mi primo y mi Señor!
Yo soy aquel que dormí
en el regazo sagrado,
y grandes secretos vi
en los cielos sublimado.
Yo soy Juan, aquel privado
de mi Señor y mi primo;
yo soy el triste que gimo
con un dolor estremado.
¡Ay dolor!
Yo soy el primo hermano
del facedor de la luz,
que por el linage humano
quiso sobir en la cruz.
¡O, pues, ombres pecadores,
rompamos nuestros vestidos!
¡Con dolorosos clamores
demos grandes alaridos!
¡Ay dolor!
Lloremos al compañero
traidor porque le vendió.
Lloremos aquel cordero
que sin culpa padesció.
Luego me matara yo,
cuitado, cuando lo vi,
si no confiara de mí
la madre que confió.
¡Ay dolor!
Estando en el agonía
me dijo con gran afán:
“Por madre ternás tú, Juan,
a la Santa Madre mía.”
¡Ved qué troque tan amargo
para mí de grande cargo!
¡Ay dolor!
¡O hermana Madalena,
amada del Redentor!
¿Quién podrá con tal dolor
remediar tan grave pena?
¿Cómo podrá dar consuelo
el triste desconsolado
que vido crucificado
al muy alto rey del cielo?
¡Ay dolor!
¡O Virgen Santa María,
Madre de mi Salvador!
¡Qué nuevas de gran dolor
si podiese vos diría!
mas, ¿quién las podrá decir,
quién las podrá recontar,
sin gemir, sin sollozar,
sin prestamente morir?
¡Ay dolor!
Vós, mi fijo adotivo,
no me fagáis más penar.
Decidme sin dilatar
si mi redentor es vivo,
que las noches y los días,
si d’Él otra cosa sé,
nunca jamás cesaré
de llorar con Jeremías.
Señora, pues de razón
conviene que lo sepáis,
es menester que tengáis
un muy fuerte corazón,
y vamos, vamos al huerto,
do veredes sepultado
vuestro fijo muy preciado
de muy cruda muerte muerto.
Fragmento del planto de las virtudes
Que la boca mencionada
d’este valle temeroso
prestamente fue juntada
con la ribera nombrada
del río tenebregoso.
no sin duda mayor pena
el que tragó la ballena
creo sintiese que yo
en me ver adonde no
fallaba salida buena.
E como toro judío
busca por donde fuir,
andaba del todo frío
desde las cuestas al río
catando por do salir:
mas a la fin no fallaba
en esta ribera brava
ningund seguro pasaje
pues la cumbre del boscaje
con las nubes comarcaba.
Yo parto de vos, doncella,
fuera de mi libertad;
yo parto con gran querella
de vuestra pura bondad.
yo parto con gran tormento
por esta triste partida,
e llevo tal pensamiento
que fará corta mi vida.
Yo parto con gran dolor
por ir de vos apartado:
yo parto muy amador
de vos, que voy desamado.
Yo parto en vuestra cadena
de que no cuido salir,
e llevo tan cruda pena,
que no vos la sé decir.
Yo parto mucho contento
de vuestra gentil figura;
yo parto bien descontento
de vuestra poca mesura.
Yo parto, mas non se parte
siempre de vos mi pensar;
e lievo la mayor parte
de dolor y de pesar.
Yo parto porque me alejo
el más triste que me vi;
yo parto, mas con vos dejo
la mayor parte de mí.
Yo parto triste porque
vuestro mirar me robó,
e lievo por buena fe
gran quexa de vuestro no.
Yo parto porque me aparta
la mi no buena fortuna;
yo parto con pena farta
sin esperanza ninguna.
yo me parto de miravos
con dolor muy dolorido,
e lievo de bien amarvos
prosupuesto no fingido.
Fin
No quiero más enojarvos,
mas por merced yo vos pido
que vos plaga recordarvos
de cuén triste me despido.