Greiff, León de

Reseña biográfica

Poeta colombiano nacido en Medellín en 1895.

En su ascendencia se mezclaron las sangres española, alemana y escandinava. Se desempeñó en diversas actividades comerciales e intelectuales, dirigiendo reconocidas revistas literarias en Medellín y Santafé de Bogotá. Su literatura se inició dentro del modernismo, adoptando luego posiciones estéticas acordes con el surrealismo francés y con el creacionismo de Vicente Huidobro.

Su poesía conjuga la ciencia, el erotismo, la ironía, la ternura, la espiritualidad y la materia.

Publicó «Tergiversaciones», «Libro de signos», «Variaciones alrededor de nada» , «Prosa de Gaspar», «Fárrago y Nova el vetera».

Falleció en Bogotá en 1976.

Arieta

Yo me enveneno con un recuerdo:

En el violado camarín, la seda

y el sutil vello y de odorante nardo

discreto olor y la hora soñada…

Yo me enveneno con un recuerdo.

En el violado camarín, el mudo

férvido amor que en las pupilas arde

y el tibio zumo de la boca henchida…

Yo me enveneno con un recuerdo.

En el violado camarín, desnuda

la grácil forma sobre el raso verde

y a mí enlazada la delicia toda…

Yo me enveneno con un recuerdo.

Arieta II

A Pepe Mexia

Perfumes, aromas ya idos. ..

Aromas, perfumes… Aromas

de áloes, sándalos y gomas,

suaves perfumes abolidos:

¿en cuáles Edenes perdidos,

en cuáles Pompeyas, Sodomas,

Lutecias, Corintos y Romas,

estáis?

De etéreas, gráciles redomas,

de pebeteros encendidos

en noches de goces ardidos,

cuando los senos eran pomas

de áloes, sándalos y gomas…;

perfumes, aromas huidos,

suaves perfumes… ¿abolidos

estáis?

De una guedeja desprendidos;

de candideces de palomas…;

olor de los besos que tomas

de los labios estremecidos

de Eva o Lilith…; olor de nidos;

de etéreas, gráciles redomas…

¿en dónde -perfumes, aromas-

estáis?

Balada del disparatorio báquico, impregnada de múltiples romanticismos

Dícela “El Ebrio”

Aquesto dixo “El Ebrio”, una vegada.

Aquesto dixo con su voz cansada.

Aquesto dixo por la madrugada.

Yo dello non sé nada.

Bebamos en las cráteras de oro

que laboró el cincel benvenutino,

champagne, bulbente y bullicioso vino .

Bebamos en las ánforas de barro

doria hidromiel; en el panzudo jarro

blonda cerveza, y en las cristalinas

frágiles copas el anís sonoro

así como las finas

mixturas sibilinas.

“Porque es dulce olvidar”.

Bebamos en las cráteras de oro

el líquido tesoro

que enloquece las mentes

y elide los deseos,

y que sume los sueños impotentes

en helados Leteos!.

Porque es dulce olvidar. ¿Algo esculpido

quedar merece en el cerebro? Nada!

Porque es dulce olvidar…

El viento azota

la cima de los árboles, tedioso;

vacila el corazón ante la rota!

El espíritu vago!

¡La voluntad errátil

es un tortuoso Yago!

y el soñar aterido…:

¡el soñar aterido y no vibrátil

ni altanero!… y nostálgico, anheloso

de una distinta vida…

Los jardines románticos

horros están de idilios.

Y son hueros los cánticos

jocundos de Himeneo!

Dormita ya el Deseo!

Ya dormita el Amor!

Y yerra -enloquecida-

por sus ludies exilios

de Dolor,

l’alma pura de Ofelia,

mientras Hamlet, moroso y taciturno

sepultóse en sí mismo!”

Ya no existe

la verdad, si ha existido… Ya no es nada

la belleza, y lo es todo! y la tristeza

¡cómo es asaz vulgar y adocenada!

Yo buceo un abismo

y el tal abismo es hueco!

Todo es superficial, mentido y triste.

Todo: el Amor y la Naturaleza,

el Mar, las Nubes, la ideal Belleza:

sólo restan cinismo,

rutina, y el enteco

sentido de lo práctico y la cómica

metafísica vómica!

Es preciso beber la sangre cálida

de los magos elixires!

Complicados brebajes, quinta-esencia,

sudor de las retortas y alambiques;

todos los filtros químicos y alquímicos

el díctamo, el nepentes,

súmanme en la demencia!

En el absintio quiero que se esconda

-tras de sus de sirena glaucos ojos-

mi espíritu arbitrario,

mi corazón, y toda la amargura

de abolidos despojos!

Es preciso beber la sangre cálida,

sangre morena

o sangre blonda!

En el absintio quiero que se esconda

-tras de sus glaucos ojos de sirena–

mi corazón, y toda la amargura!

“La azul locura pálida,

soberana locura,

se asile en mi cerebro solitario!”

Bebamos en las cráteras de oro

todo el licor que corre por la vena

de la pródiga uva;

y hagamos la serena

-la serena o la loca-

vida del que en sí propio no se toca

y que en nada se halla…

-Búdico ser en éxtasis,

Jaiyám bajo los astros,

Edgar en la taberna,

Diógenes en su cuba…

Desdeñosos e impávidos,

sonrientes,

mirando la batalla

sempiterna, mirando la batalla

de apetitos, la gresca y el estridir de dientes

y el vulgar forcejeo

para ascender, para medrar, para vivir…

“Nosotros -sí, nosotros-

olímpicos yazgamos sobre el trípode sacro:

claudicantes e irónicos,

sonrientes espectadores del simulacro,

sin recordar, sin añorar,

sin anhelar,

¡sin un solo deseo!”

Brúña el trágico véspero

con sus hórridas lumbres

incendiarias;

dóre el amanecer con vagas lumbres

y medias-tintas de atediada suavidad;

o aljofáre la luna

del bebedor la cabellera bruna

o la blonda o endrina cabellera

nimbada de doliente claridad,

y bebamos el vino,

y bebamos el vino,

y bebamos el vino!

Aquesto dixo el Ebrio una vegada.

Aquesto dixo con su voz cansada.

Aquesto dixo por la madrugada.

Yo dello non me curo. Yo dello non sé nada

Balada del mar no visto, ritmada en versos diversos

No he visto el mar.

Mis ojos

–vigías horadantes, fantásticas luciérnagas;

mis ojos avizores entre la noche; dueños

de la estrellada comba;

de los astrales mundos;

mis ojos errabundos

familiares del hórrido vértigo del abismo;

mis ojos acerados de viking, oteantes;

mis ojos vagabundos

no han visto el mar…

La cántiga ondulosa de su trémula curva

no ha mecido mis sueños;

ni oí de sus sirenas la erótica quejumbre;

ni aturdió mi retina con el rútilo azogue

que rueda por su dorso…

Sus resonantes trombas,

sus silencios, yo nunca pude oír…:

sus cóleras ciclópeas, sus quejas o sus himnos;

ni su mutismo impávido cuando argentos y oros

de los soles y lunas , como perennes lloros

diluyen sus riquezas por el glauco zafir…!

No aspiré su perfume!

Yo sé de los aromas

de amadas cabelleras…

Yo sé de los perfumes de los cuellos esbeltos

y frágiles y tibios;

de senos donde esconden sus hálitos las pomas

preferidas de Venus!

Yo aspiré las redomas

donde el Nirvana enciende los sándalos simbólicos;

las zábilas y mirras del mago Zoroastro…

Mas no aspiré las sales ni los iodos del mar.

Mis labios sitibundos

no en sus odres la sed

apagaron:

no en sus odres acerbos

mitigaron la sed…

Mis labios, locos, ebrios, ávidos, vagabundos,

labios cogitabundos

que amargaron los ayes y gestos iracundos

y que unos labios –vírgenes- captaron en su red!

Hermano de las nubes

yo soy.

Hermano de las nubes,

de las errantes nubes, de las ilusas del espacio:

vagarosos navíos

que empujan acres soplos anónimos y fríos,

que impelen recios ímpetus voltarios y sombríos!

Viajero de las noches

yo soy.

Viajero de las noches embriagadas; nauta

de sus golfos ilímites,

de sus golfos ilímites, delirantes, vacíos,

– vacíos de infinito…, vacíos…-Dócil nauta

yo soy,

y mis soñares derrotados navíos…

Derrotados navíos, rumbos ignotos, antros

de piratas…!el mar!

Mis ojos vagabundos

–viajeros insaciados- conocen cielos, mundos,

conocen noches hondas, ingraves y serenas,

conocen noches trágicas,

ensueños deliciosos,

sueños inverecundos…

Saben de penas únicas,

de goces y de llantos,

de mitos y de ciencia,

del odio y la clemencia,

del dolor

y el amar…!

Mis ojos vagabundos,

mis ojos infecundos…:

no han visto el mar mis ojos,

no he visto el mar!

Balada del tiempo perdido

I

El tiempo he perdido

y he perdido el viaje…

Ni sé adónde he ido…

Mas sí vi un paisaje

sólo en ocres:

desteñido…

Lodo, barro, nieblas; brumas, nieblas, brumas

de turbio pelaje,

de negras plumas.

Y luces mediocres. Y luces mediocres.

Vi también erectos

pinos: señalaban un dombo confuso,

ominoso, abstruso,

y un horizonte gris de lindes circunspectos.

Vi aves

graves,

aves graves de lóbregas plumas

-antipáticas al hombre-,

silencios escuché, mudos, sin nombre,

que ambulaban ebrios por entre las brumas…

Lodo, barro, nieblas; brumas, nieblas, brumas.

No sé adónde he ido,

y he perdido el viaje

y el tiempo he perdido…

II

El tiempo he perdido

y he perdido el viaje…

Ni sé adónde he ido…

Mas supe de un crepúsculo de fuego

crepitador: voluminosos gualdas

y calcinados lilas!

(otrora muelles como las tranquilas

disueltas esmeraldas).

Sentí, lascivo, aromas capitosos!

Bullentes crisopacios

brillaban lujuriosos

por sobre las bucólicas praderas!

Rojos vi y rubios, trémulos trigales

al beso de los vientos cariciosos!

Sangrantes de amapolas vi verde-azules eras!

Vi arbolados faunales:

versallescos palacios

fabulosos

para lances y juegos estivales!

Todo acorde con pitos y flautas,

comamusas, fagotes pastoriles,

y el lánguido piano

chopiniano,

y voces incautas

y mezzo-viriles

de mezzo-soprano.

Ni sé adónde he ido…

y he perdido el viaje

y el tiempo he perdido…

III

Y el tiempo he perdido

y he perdido el viaje…

Ni sé adónde he ido…

por ver el paisaje

en ocres,

desteñido,

y por ver el crepúsculo de fuego!

Pudiendo haber mirado el escondido

jardín que hay en mis ámbitos mediocres!

o mirado sin ver: taimado juego,

buido ardid, sutil estratagema, del Sordo, el Frío, el Ciego.

Canción de Dinarzada

Tú fuiste mía, ardiente Dinarzada:

todo tu ser se le entregó a mi ruego!

todo tu ser se le rindió a mi Nada!

todo tu fuego se fundió en mi fuego!

Tú fuiste mía, ardiente Dinarzada!

Ya qué me importa el torvo rumbo ciego!

Es lumbre para mí la desolada

llanura yerma! Alígero navego

bajo la tempestad desmelenada!

Todo tu fuego se fundió en mi fuego!

Tu grande corazón, tu alma extasiada,

tu espíritu finísimo, a mi ruego

se rindieron: donáronse a mi Nada!

Noche: en tus brazos únicos me entrego,

Dinarzada sutil, noche soñada…

Tú fuiste mía, ardiente Dinarzada!

Todo tu fuego se fundió en mi fuego!

Canción ligera

Me quedas tú, y me donas tu alegría

con el dolor, y tu miel deleitable

con el acerbo aloe.

Me quedas tú, y la luz que tu alma cría

dentro la tenebrura inenarrable

de mi yo solitario:

Siempre loe

tu don ilusionario.

Me quedas tú, y el claro sortilegio

de tus ojos rïentes: con su hechizo

mi soledad se puebla.

Me quedas tú, y tu risa, cuyo arpegio

me embriaga, y tu tesoro de oro cobrizo

solaz del alma sola:

La gris niebla

tu regalo aureola.

Me quedas tú, y el filtro que tu ardida

boca frutal, sombreada, en mis febriles

resecos labios vierte.

Me quedas tú, la ingenua enardecida,

me quedas tú, la experta, de sutiles

tácticas retrecheras:

Vida. Muerte.

Lo que quieras.

Canción nocturna

En tu pelo está el perfume de la noche

y en tus ojos su tormentosa luz.

El sabor de la noche vibra en tu boca palpitante.

Mi corazón, clavado sobre la noche de avenuz.

La noche está en tu frente morena, erguida y frágil

y en tus brazos que un vello sutil aterciopela.

La noche está en recónditos parajes de tu cuerpo:

-la noche perfumada de nardo y de vainilla y de canela…

La noche está en tus ojos brunos, iridiscente:

constelaciones bullen en su vivaz burbuja.

La noche está en tus ojos brunos, cuando los cierras:

noche definitiva, noche agorera, noche bruja.

En tus oídos, toda la música de la noche

se refugia, y te arrulla con su vago susurro.

En tus oídos, toda la música de la noche,

y en tu voz, y en tu risa, y en tu tácito llanto…

En tu frente, su angustia latente insomne yerra,

y en tu pecho amoroso su tormentosa luz.

En la noche sortílega, sortílego discurro…

El sabor de la noche vibra en tu boca palpitante.

Tus manos son dos pálidas lunas sobre mi frente.

Clavos en ti me clavan , oh Noche deleitosa!

noche…! tibio madero de mi cruz!

Canción nocturna 2

Mañana sí veré con ojos jubilosos

la luz, la luz del día;

en pleno día miraré la noche fúlgida,

en pleno día oiré sus cánticos, absorto,

los cantos de la noche única!

en pleno día

respiraré el aroma de la noche estremecida!

Yo besaré los labios de la noche:

y mis manos febriles

pondrán presas sus manos tibias

y oprimirán los flancos de la noche

y los muslos -vía láctea-, los muslos siderales de la noche;

y mis manos febriles

retozarán en cálidos oteros

y odorantes colinas

y jardines ocultos de la noche…

Yo escrutaré los ojos de la noche:

me beberé el fulgor de sus pupilas

por saber si es amor ese fulgor…:

-por saber si es amor el hondo efluvio,

el tormentoso exálito que efunde la melena de la noche,

me embriagaré en su bruna cabellera…:

por saber si es amor todo el perfume

que envuelve el cuerpo en ascuas de la noche,

yo estrecharé en mis brazos el cuerpo de la noche…

Mañana sí veré con ojos jubilosos

la luz, la luz del día:

en pleno día miraré la noche fúlgida,

en pleno día oiré sus cánticos, absorto,

los cantos de la noche única!

en pleno día

aspiraré el aroma de la noche estremecida!

Cancioncilla

Quise una vez y para siempre

-yo la quería desde antaño-

a ésa mujer, en cuyos ojos

bebí mi júbilo y mi daño…

Quise una vez -nunca así quise

ni así querré, como así quiero-

a ésa mujer, en cuyo espíritu

fundí mi espíritu altanero.

Quise una vez y desde nunca

-ya la querré y hasta que muera-

a ésa mujer, en cuya boca

gusté -otoñal- la Primavera.

Quise una vez -nadie así quiso

ni así querrá, que es arduo empeño-

a ésa mujer, en cuyo cálido

regazo en flor ancló mi ensueño.

Quise una vez -jamás la olvide

vivo ni muerto- a ésa mujer,

en cuyo ser de maravilla

remorí para renacer…

Y ésa mujer se llama… Nadie,

nadie lo sepa -Ella sí y yo-.

Cuando yo muera, digas -sólo-

quién amará como él amó?

Cancioncilla 2

Tú coronas mis quince lustros

con el cíngulo de tus brazos,

con el cíngulo de tus muslos,

con el perfume de tus labios,

con el éxtasis de tu júbilo

-cabrilleante por los lagos

auriendrinos, hondos carbundos-.

Con la tersura de tus manos,

con el ardor de tu combusto

tesoro en flor, que orna melado

toisón en rizos: el refugio

fragante, que al híspido fauno

tú le donas, -intercolumnio-:

oasis tibio entre alabastros.

Tú coronas mis quince lustros

con el hechizo de tus labios;

con el cíngulo de tus muslos,

con el cíngulo de tus brazos,

con tus fulgentes ojos rútilos,

con tus besos trémulos, ávidos,

-ora lustrales, ora lúbricos…-

Con la tersura de tus manos,

con tu voz rauca en el susurro,

con tus ímpetus inexhaustos,

con tus anhelos sitibundos

que el corazón hinchente: heraldos

de los mis goces y los tuyos,

-nuestra embriaguez y nuestro gaudio-.

Con el cíngulo de tus muslos,

con el cíngulo de tus brazos,

con el prodigio intercolumnio

con el regusto de tus labios…

Tú coronas mis quince lustros

con el brillo de tus ojazos,

-gémulas de móvil mercurio-.

Con tu voz grave, con tu osado

corazón fiero, con tu iluso

férvido ensueño, con tu claro

zahareño espíritu agudo.

Con el oreo de tu cálido

sexual exhálito y efluvio,

y prístino efluvio y exhálito.

con tu severo rictus duro,

con tu sonrisa en sobresalto,

con tu silencio o tu murmurio,

-tu pasional mezzo-soprano

que se asordina en el connubio…-

Con el cíngulo de tus brazos,

con el cíngulo de tus muslos…

con la caricia de tus manos,

con el éxtasis de tu júbilo,

con el éxtasis de mi gaudio,

con nuestros éxtasis en uno,

con el embrujo de tus labios,

coronaste mis quince lustros

y continúas coronándolos…

Divagación nocturna

Riela en mi alma tu recuerdo

como la luna sobre el mar…

En el silencio de mis noches

oigo tu voz aletear,

tu voz que me dice muy paso

que no me quieres olvidar…

En el silencio de mis noches,

-como la luna sobre el mar-

riela en mi alma tu recuerdo…

Veo el undívago vibrar

de las estrellas, en tus ojos…

Me embriaga el cálido aromar

de tu melena tenebrosa…

Tu frente, -un milagro lunar-

trasluce los puros anhelos

de tu querer, de tu ensoñar.

Se van mis horas solitarias

tras tu recuerdo, en un girar

de sueño y sueños ilusos…

(No los podremos realizar?…)

Melancólico ensueño ilusorio

que justifica el vegetar

del ánima mía soberbia,

de mi espíritu singular…

Melancólico ensueño ilusorio…

(no lo podremos realizar…?)

Riela en mi alma tu recuerdo…

Siento en mi boca palpitar

el beso trémulo y perenne

con que nos hemos de besar…

miro en tus ojos de misterio

-como si fueran a llorar…-

todo el poema de la vida

que no pudimos realizar…

En tu nocturna cabellera

-nardos y lirios y azahar-

aspiro todos los perfumes

con que quisiera aletargar

mi quimérica pantomima

de soñar y soñar y soñar!

Está en tu grácil cuerpo fino

toda la euritmia del rimar…

Son tus manos palidecidad

-parece que fuera a nevar…-,

tus manos, lánguidas y breves,

pareja de lirios sin par!

Tus manos, que bendijeron

con su perdón, mi divagar

por arduos caminos oscuros

y muelles sendas del pescar…

Riela en mi alma tu recuerdo

como la luna sobre el mar…

En el silencio de mis noches

oigo tu voz aletear…,

tu voz, que me dice muy paso

que no me quieren olvidar!

Siento en mi frente ensombrecida

tus manos cándidas posar…

Siento en mi ardida frente gélida

el balsámico palpitar

de tus labios, que borran culpas

y que me quieren perdonar…

¡Melancólico ensueño ilusorio

de mi incoherente divagar!

Fantasía disparatada

de mi espíritu singular!

Delirio ingenuo que se trueca

-irónico y duro- en pesar…

¡Melancólico ensueño ilusorio

que no podremos realizar…!

Riela en mi alma tu recuerdo

como la luna sobre el mar…!

Doble canción

I

Tengo una sed de vinos capitosos

-venusino furor, pugnas salaces,

ojos enloquecidos por el éxtasis,

bocas ebrias, frenéticos enlaces-.

Tú, Dinarzada, tú, fogosa mía,

tú, Melusina, vid de mis deseos:

¡dóname tu lagar tibio y recóndito!

quiero oprimir tus uvas!

Y tus vinos

exprimir!

-fulgurante filtro cálido

para mi sed de zumos citereos!

II

Tengo una sed de búdicos nirvanas

-xahareño no oír, callada acidia,

ojos enceguecidos por el éxtasis,

espiritual ardor, psíquica lidia-.

Tú, viaje azul, deliquio, noche intacta,

música…, oh tú, mi inasequible dueño:

¡llévame a tus refugios ataráxicos!

quiero tañer tus fibras!

y el prodigio

de tu entraña exprimir!

-don inefable

para mi sed de fugas y de ensueño.

Esta mujer es una urna…

Esta mujer es una urna

llena de místico perfume,

como Annabel, como Ulalume…

Esta mujer es una urna.

Y para mi alma taciturna

por el dolor que la consume,

esta mujer es una urna

llena de místico perfume…!

La luna blanca… y el frío…

La luna blanca… y el frío…

y el dulce corazón mío

tan lejano… tan lejano…

¡tanto distante su mano…!

La luna blanca, y el frío

y el dulce corazón mío

tan lejano…

Y vagas notas del piano…

Del bosque un aroma arcano…

Y el remurmurar del río…

Y el dulce corazón mío

tan lejano…!

Más breve

No te me vas que apenas te me llegas,

leve ilusión de ensueño, densa, intensa flor viva.

Mi ardido corazón, para las siegas

duro es y audaz…; para el dominio, blando…

Mi ardido corazón a la deriva…

No te me vas, apenas en llegando.

Si te me vas, si te me fuiste…: cuando

regreses, volverás aún más lasciva

y me hallarás, lascivo, te esperando…

Mi pobre amor se está yendo…

Mi pobre amor se está yendo…

yo me quedaré llorando…

La lluvia, leve, cayendo;

una nube, allá, glisando…

Mi pobre amor se está yendo.

Lejos, muy lejos!, soñando

la dulce amada, y tejiendo

su ilusión, me va matando…

Mi pobre amor se está yendo…

¿Qué pasa, que nada entiendo?

Qué pena se va a acercando?

La lluvia, leve, cayendo…

Una nube, allá, glisando…

La dulce amada tejiendo

su ilusión, que voy matando!

Mi pobre amor se está yendo…

Yo me quedaré llorando!

Nocturno N° 2 en mi bemol

(Scherzo Serloso)

I

Tiro los dados en el azul tapete de la noche

para jugar el albur supremo!

Juego mi vida!

La llevo perdida

sin remedio…!

Bien poco valía!

II

Juego mi vida contra una sonrisa de Venus Cipriota

hembra madura, parpadeante en acecho del primer cupido;

o contra la Osa Mayor

que ha de bailar en las ferias al són del adufe;

o contra el anillo de latón de Saturno, viejo verde,

taimado prestamista, insigne usurero;

o contra el rebaño de las Pléyades,

-vírgenes necias, capretinas locas-.

Juego mi vida contra la Cruz del Sur,

condecoración barata,

o contra un guiñar de ojos de Urano,

andrógino, equívoco planeta, ebrio Narciso;

o contra el diablo Aigoi,

veleta de Perseo, ágil funámbulo;

o contra la farola pintarrajeada

de Sirio, trovador nocharniego;

o contra el Cinto de Orión que apresa los flancos voluptuosos

de la Noche: febril sacerdotisa de los ritos secretos,

de las íntimas lides;

o contra un beso frío de la Luna

ofélida!

Tiro los dados en la azul alcatifa de la noche

para jugar el albur supremo!

Juego mi vida!

Bien poco valía!

La llevo perdida

sin remedio!

III

Para la burla de Venus Veleta

mi corazón es el premio;

y mi sonrisa -flor de indiferencia-.

Para las fechas del Sagitario

el amplio pecho,

y mi sonrisa -flor de cansancio-.

Para Scorpio

traicionero,

mis zancajos, y mi risa sin odio.

Para Shylock y su balanza,

mi carne, que es el precio,

y mi sangre -adehala.

Y para Zoilo y Compañía

-en el estuche del silencio-

la flor de la sonrisa.

Juego mi vida!

Bien poco valía!

La llevo perdida

sin remedio!

Juego mi vida, oh Noche, contra el abrazo perenne

de tu cuerpo moreno y felino, fogoso

o hecho ascuas de nieve!

Contra tu abrazo, oh Noche, Oh Sheherazada!

oh tú, Sacerdotisa de las íntimas lides,

de los ritos secretos!

Me extenúen tus besos profundos!

Me extinga entre tus brazos de terciopelo!

En tu seno aromoso me sepulte!

y naufrague en tus ojos de sombra y de lascivia y de misterio!

Pues si el amor huyó, pues si el amor se fue….

Pues si el amor huyó, pues si el amor se fue…

dejemos al amor y vamos con la pena,

y abracemos la vida con ansiedad serena,

y lloremos un poco por lo que tanto fue…

Pues si el amor huyó, pues si el amor se fue…

Dejemos al amor y vamos con la pena..

Vayamos a Nirvana o al reino de Thulé,

entre brumas de opio y aromas de café,

y abracemos la vida con ansiedad serena!

Y lloremos un poco por lo que tanto fue…

por el amor sencillo, por la amada tan buena,

por la amada tan buena, de manos de azucena…

Corazón mentiroso! si siempre la amaré!

Rimas

Tímida, la palabra

de tus labios caía,

y en mi pálida frente

dolorosa y macabra,

toda melancolía

se regó, evanescente,

blanda, como un arrullo…

Oh tu voz adorable…

¡Voz única entre tantas!

(Bajo el influjo suyo

fue placer inefable

mi dolor…) -Hoy no encantas

este fúnebre yermo…

( No sé dónde se riega

-toda melancolía-

tu voz… ) -Y estoy enfermo

porque tu voz no llega

a bañar de alegría

mi sufrir… en mi vida

dolorosa y macabra,

tal vez hubieran sido

para curar la herida,

tu voz y tu palabra

que yo jamás olvido…!

Ritmos

A Rafael Maya

Atardecer.

Temor crepuscular…

Inquietudes que el véspero insinúa…

Luces violadas. Nombre de mujer

que escucho musitar

cuando el silencio se acentúa…

Angustia tremulenta.

Indeciso dolor

que no se nombra…

Indeciso dolor que se aposenta

-frío y taimado- en lo interior

de nuestra sombra!

Parpadear

lento,

undívago, ingrávido, en la penumbra…

y el mismo musitar

yel mismo acento

del nombre y de la voz que mi cansancio

/ apesadumbra!

Atardecer.

Campanas augurales.

Tristeza insomne, múltiple, que en su gris me

/ circuye:

y un rostro de mujer

tras los cristales,

que me mira y me nombra… y que me huye!

Abulia; anhelos

de languidez, de sueño…, ¡no sentir!

Escancio

tu licor, oh crepúsculo!, en los hielos

del cansancio…

tu licor en los hielos del morir!

Atardecer.

Temor crepuscular.

Inquietudes que el véspero insinúa.

Luces violadas. Nombre de mujer

que escucho musitar

cuando el silencio se acentúa!

Atardecer…

Ritornelo

“Esta rosa fue testigo”

de ése, que si amor no fue;

ninguno otro amor sería.

¡Esta rosa fue testigo

de cuando te diste mía¡

El día, ya no lo sé

-sí lo sé, mas no lo digo-

Esta rosa fue testigo.

De tus labios escuché

la más dulce melodía.

¡Esta rosa fue testigo:

todo en tu ser sonreía!

Todo cuanto yo soñé

de ti, lo tuve conmigo…

Esta rosa fue testigo.

¡En tus ojos naufragué

donde la noche cabía!

Esta rosa fue testigo.

En mis brazos te oprimía,

entre tus brazos me hallé,

luego hallé más tibio abrigo…

Esta rosa fue testigo.

¡Tu fresca boca besé

donde triscó la alegría!

Esta rosa fue testigo

de tu amorosa agonía

cuando del amor gocé

la vez primera contigo!

Esta rosa fue testigo .

“Esta rosa fue testigo”

de ése, que si amor no fue,

ninguno otro amor sería.

Esta rosa fue testigo

de cuando te diste mía!

El día, ya no lo sé

-sí lo sé, mas no lo digo-

Esta rosa fue testigo.

Señora, Dama, dueña de mis votos…

Señora, Dama, dueña de mis votos!

¿cuándo veré tus ojos encantados,

tus manos inasibles, tus dedos abusados,

y tus cabellos -piélagos ignotos-

Cuándo veré tus ojos encantados,

y oiré tu voz de ritmos sosegados…!

Pero serán todos mis sueños rotos

por el furor de inevitables notos…

y tus manos pequeñas -los dedos ahusados-

no curarán mis rudos alborotos,

ni darán paz a mis martirizados

labios, que ardieron odios y sedes y pecados…!

Señora, Dama, dueña de mis votos!

nunca veré tus ojos encantados,

ni tus cabellos -piélagos ignotos-

ni oiré tu voz de ritmos sosegados…,

ni besarán tus labios ambiciados,

sobre mi frente, mis ensueños rotos…!

Soneto

No te besé la boca sino cuando

me decías que el viento te besaba…

Si te gocé, ello fue si te gozaba

también Eros….: con él te iba gozando.

Yo sólo se decir como es “amando”

ni supe ni sabré como es “amaba”….

Más libre soy si tengo el alma esclava:

y esclavo soy, joyoso, duro y blando.

No te besé la boca, alta Fonoe

reticente, si no porque venusta

quemada del deseo, la ofrecías:

si te gocé, Belinda ( o Nice, o Cloe

o Altacira ) fue cuando combusta

pira de Eros, lujuriante, ardías…

Variaciones sobre un añejo temilla

«Venías de tan lejos…» 1935

Variación N° 5

Venías de tan lejos que ya olvidé tu nombre.

Venías de tan lejos… Mejor que no llegaras…

Sonatas de silencio y en claves inaudibles

contúrbanme el sentido con tácita latencia.

Cantatas de silencio, con voces abolidas

me inundan, cataratas sordas, mudas, de hielo…

Venías de tan lejos… Mejor que no llegaras,

mejor que no advinieras…: llegabas de mí mismo.

Función, mito, entelequia, trasunto, resonancia

de malhadados sueños sin apenas relieves,

sin apenas volumen: fantasma de quimera,

claridad incorpórea, sombra de fantasía:

eco, luz, cavilancia

-verberación del sueño-,

poema sin raigambre para en jamás escrito.

Venías de tan lejos que ya olvidé tu nombre.

Venías de tan lejos… Mejor que te quedaras…

Sonatas de sortílego fervor -imperfectibles-

contúrbanme el sentido -substancia sin presencia-.

Cantatas jubilosas, patéticas, transidas,

me invaden, cataratas de pasión sin anhelo.

Venías de tan lejos, mejor que te quedaras,

mejor que no advinieras: te nutría mi abismo.

Eras trasunto: recolmaste mi espíritu y mi estancia.

Eras mis sueños y resueños inútiles y densos o asaz leves.

Función o Cavilancia. Fata irreal, y única, y verdadera.

Claridad, eco, sombra, lumbre: si todo a ti me asía!

Substancia, resonancia,

ficción… Cordial, filtro o beleño…

Poema incorporado. Rito sensual, Sollozo, Extasis. Grito.

Venías de tan lejos que ya olvidé tu nombre.

Vieja romanza

Oh gracia de tu rítmico cuerpo gozado un día!

Oh misterio inasible de tus ojos sedeños!

(Me persiguió tu hechizo por ilusos y lueños

países encantados que holló mi fantasía…)

Oh gracia de tu cuerpo que ritmó la alegría

para danzar la Danza Única de mis Sueños!

(Cuando adivino la dura negación de tus ceños

me refugié en las nébulas de la Melancolía…)

Perfume de tu cuerpo, que lo sexual integra!

Perfume de tu tórrida cabellera nocturna!

Y tu boca! ( En tu boca naufragó mi albedrío )

No perfuma tu boca mi inútil noche negra!

(Tal vez con ella tope mi boca taciturna

en algún ilusorio lunario señorío…)