Reseña biográfica
Poeta colombiano de origen español, nacido en Don Benito, España, en 1959.
Obtuvo el título de Médico Cirujano por la Universidad de Caldas y el Doctorado en Fisiología por la Universidad Complutense de Madrid.
Forma parte del prolífico Grupo Caldense que tanto está aportando a la literatura colombiana contemporánea.
Fue miembro del Consejo Departamental de Cultura y del Fondo Mixto de Promoción de Cultura de Caldas. Director de publicaciones del Fondo Editorial del Ayuntamiento de Don Benito, España, y miembro del Comité de Selección del Programa Crea de Colcultura en Colombia.
Es además fundador de la revista Aurocarbónica y columnista de la Agencia Enlace del Ministerio de Comunicaciones de Colombia.
Premiado y publicado en España, Argentina, Colombia y Brasil, algunos de sus textos han sido traducidos al inglés, francés, portugués, danés y catalán.
De su obra se destacan «Poemillas de amor antiecológicos» 1993, «El círculo cuadrado» 1987, «La ciudad» 2001 y «Desplazados del paraíso» Premio Internacional de Poesía Ciudad de Bogotá 2003.
De “La ciudad” 2001:
Asómbrate
A Emilio Gómez
Asómbrate
de todo el tiempo
que nos falta
para ser eternos.
* * *
Desnudo
Nada es tan claro
como tu piel desnuda.
Y
te
toco.
Y
te
huelo.
Y
eres
una flor que huye
apagando
los espejos:
como el viento.
* * *
Ella
Para Teresita López
Ella tiene
una mirada
que aletea
sobre el sueño.
A veces duerme.
Y cuando despierta,
sus ojos
tienen plumas
y destilan mar.
* * *
Díptico de la espera
Para Carmen Palop
“De este amor mío tan delicadamente idiota…
Tan dulce y deliberadamente idiota
capaz de hacer llorar a la cuadratura del
Círculo…”
Rafael Alberti
I
Soñaba
Él:
miraba
a la puerta del Sol
esperando su llegada.
Y como ella
no venía:
soñaba.
II
Despertaba
Ella:
soñaba
en su cama
que él miraba
a la Puerta del Sol
esperando
su llegada
Y como no iba:
despertaba.
* * *
Hablando con Oliver Lou
A Paco Señor
Cintura de agua, crepúsculo de arena,
algunas barcas dormitan la luz
de los pescadores ausentes
que beben en el puerto
su sueño de mujeres y licor;
entre ellos tú, abstraído en la nada,
no alcanzas a escucharme.
Después tu memoria
caerá en un charco
y dirás que Itaca
es un lejano puerto
al que nunca se puede llegar.
* * *
Telaraña
A Lucía Mera
Por entre la luz
y el polvo
de las esquinas,
tú,
telaraña
de asombro
por los recuerdos.
* * *
Tríptico de Buenos Aires
En recuerdo de Alfonsina Storni
y Jorge Luis Borges
“De pronto es el amor el que te viene
y te llena la sangre de oleaje
y grita por tus poros, rebelado,
y sube desde el mirto a los cipreses”.
Santiago Castelo
I
Retorno con aire de ausencia
Para Alba Estrella Gutiérrez
Retorno con aire de ausencia
el camino incierto
de las calles.
Vieja costumbre de acariciar
la tarde
que apenas aprendo a descifrar
en Florida y Lavalle.
Miro los ojos de la muchedumbre
sin detenerme
en la duda o la tristeza.
Los semáforos atrapan
todos los amarillos
posibles de la espera,
y ahí estás,
tras los espejos,
brújula de sueños
tragándote todas las esquinas,
siempre esperando,
siempre buscada.
Tomo tu rostro
anónimo y roto
de soledad
le propongo a tus pupilas
una ceremonia
de búsquedas
para esta noche,
algo así como
un tango de buzos
en los hoteles del vino,
y me dices que sí,
que agitemos la luna
y los violines,
que nos desnudemos
sobre olorosas sábanas
y exploremos los caminos,
esos que aún tenemos que recorrer
en la fiesta-encrucijada
de nuestro próximo naufragio.
II
Busqué de día
A Enzina Santacroce
Busqué el día en el amanecer de tus ojos
la sabiduría del beso en la hora
que marcaban tus labios sedientos
la espuma de tu verde piel
en la cicatriz precisa
de una vieja canción de amor.
Alcancé tus rosados pechos desnudo
en un asalto de mis dedos alocados
y el tiempo brotó en una espiral blanca de campanas
en un gemido de relámpagos y nieve.
Abrí tus entrañas vegetales
al blanco concierto de la lluvia
dibujé en tus muslos con mis dientes
mil avenidas de sonrisas y pétalos
y al rozar la humedad encendida
de tu medialuna de lirios y sangre
tus caderas temblaron en un estallido espasmódico
de hijos imposibles y de gritos abrazados
al tiempo hueco de los espejos.
Agoniza ahora la sombra líquida del sueño
sobre la fugaz primavera de nuestros cuerpos
y ene sta alborada de hoteles y cansancio
las palomas empiezan a recoger el viento de tus besos
a borrar tu rostro gesto a gesto
y a hacerte ausencia de un solo manotazo.
III
Antes del regreso
A Olinda Montenegro de Cibulsky
Aún estoy en Buenos Aires
-Waldorf, 315, doble con baño-
y tu rostro
quiere esfumarse crepuscular
derrotado por el horizonte.
Puedo evocar todavía,
mientras la maleta
se me llena de ausencia
y pequeñas muertes compartidas,
el olor a vino y vegetal
de tu boca entreabierta,
la calidez lejana
de tu piel de primavera y amianto,
la herida imprecisa
de tus ojos sedientos,
y hasta el lago de abejas,
la champaña y el llanto.
Ya los ángeles
braman olvido
desde el último beso
y la orquesta
ensaya los colores
de la tristeza,
ya las calles vacías
con el gris perfecto del silencio
y la luna
esperándome
en el puerto.
Mañana podré buscarme
nuevamente en otra ciudad
de puertas abiertas
y calles sin memoria
donde posiblemente
seguirá creciendo
el olvido
bajo la nieve dormida
de sus montañas.
* * *
Voy despacio
A Paco Señor
Oliver,
el grito de la luz
que amo
se ha callado para siempre.
La soledad
me ha desfigurado
a golpes de silencio.
He amado
una y tantas veces.
He soñado
en medio de las noches
el poder de las palabras,
de los besos.
Todo lo imaginado,
¡todo!
pero la luz se ha olvidado
que una vez fue ala,
garganta
y pájaro.
Oliver,
me he sumido
en el turbio canto
de la loca lluvia,
de la derrota.
Voy despacio,
amigo,
muy despacio,
buscándote
en el puerto,
hundiéndome
en la sombra.
De “La Ciudad” 2001
De “Desplazados del paraíso” 2003:
I – Paraíso
Un día de estos
cuando el tiempo no pase sobre el tiempo
Un año de estos
cuando el tiempo no sea tiempo
Un siglo de estos
cuando la nieve
no sea invierno
ni el amor
la primavera
entonces podré decir
que el Paraíso
fue una hermosa ilusión
en la mente de Dios.
1
Ese lugar
que tú mencionas en tus sueños,
sigue ahí,
donde siempre estuvo.
Pero la lluvia aún no llega
para lavar las cenizas ni la sangre coagulada
de lo que fuera el dintel de tu casa.
2
Mi madre
me daba besos
y mi padre libros;
así me iba la infancia,
navegando en sueños.
* * *
II – La huida
Ya los griegos pensaron que un remo contra el agua es
una alucinación de los esclavos,
¿quién no hasido mordido por un sueño en ropaje
de humo?
José Antonio Gabriel y Galán
“Alguien ha huido”
12
Ella los mira
y los espera con paciencia.
Ya llegarán.
Huyen ellos del dolor y de la muerte.
Y así se les van los días (y las noches).
Se les va la vida. Fugitivos amantes
de recuerdos y rencores.
13
Acostarse lentamente
sobre la hierba:
a morir o a soñar.
Así no más.
* * *
III – La muerte
Tú, noche, que eres la última entre las últimas
flores de la tiniebla, cuyo tallo se empapa aún
de las tintas negras del crepúsculo, préstame
tu canto abrio de silencio…
Nuno Júdice
“Simulación de la muerte”
23
La muerte es algo más que un canto alrededor de tu cuerpo
putrefacto, de tus insatisfechos anhelos y deseos, de tus podridos
rencores, de tus sueños insanos y concupiscentes, de tu aguada
materia de tercas obsesiones. La muerte. La muerte no es la
imagen que de ti guardarán los que te arrullan con su treno
monocorde y basto, no es el túmulo mineral y licuescente en que te
irás convirtiendo, no es la nada que tú tanto temías o el todo que
tanto esperabas. La muerte.
24
La muerte es y no es, la muerte. La muerte es lo que es.
La muerte.
* * *
IV – Tocando a las puertas
Cuando deseamos la nada, estamos inventando el olvido.
Mas esto nos es dable contemplar
en el borroso espejo de la vida.
Francisco Brines
“Identificación en un espejo”
28
Esta calleja
da a un prostíbulo
con olor a néctar
y a perfumes turbios.
La miro de frente,
pero se escabulle en el reverbero
de las sombras. Pasa a mi lado
y no la siento. ¡Qué ciego estoy!
29
Muchachas de sonrisa vaga
y labios audaces,
esperan en los muros. Sus piernas
desnudas son blanquísimas
a la luz amarillenta de las farolas
de la medianoche. Marineros,
soldados y beodos
pasan en lujuriosa procesión
ante sus altares. Rezan canciones tristes
de amores idos y dolores presentidos.
Pecarían por unas monedas,
pero en el fondo siguen esperando
a ese rubio muchacho que un día
les mostró el camino de Europa
y les prometió volver para enseñarles
el sentido equívoco de los vientos contrarios.
32
Es una locura
caminar por estas calles,
así,
tan peligrosamente.
pero a eso me obligas,
buscándote, mujer,
sin esperanza.
* * *
V – Perdido amor
Porque seremos eso Vivos
jamás muertos Enamorados
Pere Gimferrer
“Mascarada”
34
El amor es eterno
mientras dura,
dijo el poeta con sabia hondura;
y siendo nosotros mariposas, arañas
o mosquitos -lo que es leve y fugaz-,
¿cuánto durará esta eternidad
que ya nos desborda y hastía?
36
Ella cantaba un fado.
Y las luces mortesinas del amanecer,
-desnudas sobre su cuerpo-,
temblaban. Era la ardiente saudade
de aquellas manos ya ausentes.
38
Agonizo.
Es mi vida una batalla perdida.
¿Qué puedo decir?,
lo he dado todo por ella. Todo.
Una herida cerrada es la única huella,
y su olvido. Su olvido que se adorna
de ínfimos desprecios.
43
Todas las cosas
que fueron tuyas
ya no son tuyas.
Así es.
Tan frágil la vida,
tan terca la nada.
44
Ese lugar
que tú mencionabas en tus delirios,
ese país sin nombre del que huiste,
ya no es más testigo
de tus sueños y juegos preferidos.
La lluvia arrasó con todo,
con las huellas, las raíces, el amor y los caminos.
Ya no hay retorno.
45
¿Y la mujer que amabas?
Las aguas me llevan ciudad adentro,
y la dejo atrás, sin nunca irme.
Desterrado del paraíso.
De “Desplazados del paraíso” 2003