Ferrer, Renée

Reseña biográfica

Poeta paraguaya nacida en Asunción en 1944.

Es poeta, narradora y Doctora en Historia por la Universidad Nacional de Asunción, con una tesis titulada Desarrollo socio-económico del núcleo poblacional de Concepción.

Su poesía, matizada con un marcado lirismo sensual, la comenzó a publicar sus en el periódico del Colegio Internacional de la capital paraguaya.

Entre su obra poética, se encuentran los libros: «Hay surcos que no se llenan» 1965, «Voces sin réplica» 1967, «Cascarita de nuez» 1978, «Desde el cañadón de la memoria» 1982, «Galope» 1983, «Campo y cielo» 1985, «Peregrino de la eternidad y Sobreviviente » 1985, «Nocturnos» 1988, «Viaje a destiempo» 1989, «De lugares, momentos e implicancias varias» 1990, «El acantilado y el mar» 1992 y «El resplandor y las sombras» 1996.

Ha sido incluida en numerosas antologías de poesía y narrativa.

Abandono

¿De qué remota lengua desasida

proviene este resabio de abandono?

En cavilosa soledad corono

una imagen de niña estremecida.

¿De qué lejano olvido, que se anida

en las letales naves del encono,

desembarca esta queja con su tono

de brisa a la intemperie amanecida?

¿De qué brazos amantes del despego

zarpó el velamen de mi tierna mano,

la brújula extraviada en el abrazo

confinado a la orilla? ¿Qué hay del riego

de besos en que, cándida, me ufano,

si hurté la dirección de su regazo.

Noviembre de 1993

Agua

Nubes, helechos rumorosos, piedras,

mi cuerpo anticipándose a los goces

en la colcha mullida de la hiedra;

la siesta me sazona con sus roces

y un tumulto de pájaros rehúye

el vasto territorio del desvelo;

extrañamente de mis dedos fluye

un manantial que sorbe el desconsuelo.

Mis piernas, los anhelos, mis caderas

en torrentes se fueron escurriendo;

era absurdo que tú los detuvieras

apenas desatados y muriendo.

Yo bien sé que me pierdo en lechos de agua

sin vislumbrar la lumbre de tu fragua.

1993

Ahora me olvidas

Y ahora me olvidas.

Fui anónimo guijarro

tramontando tu arena

pétalo

que se fue desprendiendo de tu cerco

un canto sin acordes resonando

en sordas caracolas.

ahora me olvidas.

Pero cuando entregue

esta envoltura descartable

y

mi identidad se duerma

desbrumaré mis ojos

te miraré con olvido

ahogaré tus palabras

en el silencio.

1994

Andinismo

Los labios suben;

laboriosos, escalan las uñas,

las rodillas

-andinistas de fuego-,

ávidos, se demoran en los pozos de sombra

que conceden la luz.

La exploración se adentra

entre el follaje hirsuto y la fuente pequeña.

Se someten al hueso de un codo guerrillero,

a la remota axila,

a la nuca en declive;

hacen alto en las manos,

manantial de arcanas vibraciones.

La lengua los retiene

en el desfiladero que aísla los pezones,

morados promontorios que erguidamente gimen.

Poderosos ascienden el risco del latido,

la inminencia de amar.

el tembloroso aliento de las cumbres sedientas.

Lentos, suben los labios

hacia el santuario del deseo,

hasta la sonrosada quemazón que los espera.

Noviembre de 1993

Bajel del viento

La complicidad de mi cama

se ha vuelto un campo ingrávido y lejano;

ya no tiene largueros ni pies ni cabecera.

Es una interminable llanura incandescente

donde mi ser se calma.

Desprendida del mundo brujulo entre los astros;

deshabito el incógnito territorio del cuerpo,

destrabando mis jarcias,

y parto

desplegando los brazos,

desamarrada y leve:

bajel de viento.

Diciembre de 1993

Brindis

Toma la copa de mi corazón

y bebe.

De su cuenco de sombra

paladea

las centellas airosas que me cruzan,

desde el rojo voltaje de sus nervios,

el sabor de mi centro.

Toma mi corazón,

y sorbe

su resentimiento en las rocas,

la espumosa alegría de la mañana,

el dulzor sentencioso de las despedidas,

al atardecer.

Entre tus labios

toma el borde de mi corazón

y saborea

el astringente bouquet de mi secreto.

Si tan siquiera hubiese algo que beber

yo te diría:

toma la copa de mi corazón,

y bebe.

Diciembre de 1993

Cifra

Cómo el dolor me abre el deseo.

Tenderme a la vera de tu cuerpo

sospechando las ansias,

los temblores,

ornar con flores robadas

el puente de nuestro aliento

intercambiando besos,

trozos de tiempo.

El sol se nos metió en los dedos

haciendo borbotar

el caldo del encuentro.

Al instante le crece permanencia.

Tu latido dialoga con mi pena

que sin nosotros notarlo

se ha disuelto.

Todo sucumbe al punto, sin embargo,

y vuelvo a ser

una cifra cualquiera en un cuaderno.

Febrero de 2004

Condena

Húmeda y germinada en el deseo,

extraña ante un perfil que desconozco,

cierro puertas,

clausuro el país de la fiebre.

Las personas que amo me ven partir;

se quedan con mi cáscara baldía.

Soy un navío

con el timón varado frente al risco

desde donde despeño la palabra,

prisionera de muros caducos

que asedia un vendaval estéril.

Detrás del empellón del pensamiento

se yerma mi surco de ternura.

Soy un mármol que niega

el beso elemental,

el dulce instante,

prodigando alabanzas

al verbo:

mi verdugo.

1992

Hacia el país de la alegría

Surca el itinerario de la espuma

mi terco corazón desbrujulado;

un esquivo temblor sus velas suma

al luminoso aroma congregado.

Mi acento entre que calla y que te nombra

va alertando al follaje sobre el vado.

Timon el confidente de la sombra,

la luna pensativa me acompaña:

su rojiza preñez mi pulso asombra.

Cambia una nube su perfil, empaña

la túnica radiante de la aurora

y tu caricia con mi sed se ensaña.

En el eco de la musitadora

respiración del monte que nos mira

celebro tu llamada portadora

de un cierto olor en celo que me inspira

a descorrer mis velos, jubilosa.

La garganta de un pájaro delira

despertando el deseo que me acosa;

un jaguar señorea en su guarida,

y late entre sus dientes una rosa.

Cumple la selva el rito de la vida,

acuchillan el agua los reflejos,

y oriunda de la brasa, estremecida,

comparece mi voz ante su espejo.

Recibe arrebatada mi panera

la miga de tus besos. Hay un dejo

de diosa primeriza, de altanera

urgencia de morir en tu debajo,

libertada y, al punto, prisionera.

Abdiqué del silencio y del atajo:

una fosforescencia victoriosa

empieza a germinarme desde abajo.

Fallece en la ribera la gloriosa

marejada fugaz entre burbujas:

yo te aguardo en su sábana arenosa.

El rumor de la fronda desdibuja

leves palabras de confesionario

que el mástil de tu ardor vence y estruja.

Hay un doble gemido solitario,

la llamarada que el temblor atiza,

el empuje genésico, lunario,

del instante que clama y se eterniza.

Diciembre de 1994

Insomnio

Del vasto territorio del insomnio,

de su ilímite páramo de sombra,

traigo hilachas de ausencia entre los labios,

una huella que me hurta y que te nombra.

¿Qué distancias de fiebre y desvarío

por las estribaciones de la aurora

recorro suplicante, pierdo, ansío

destejiendo la trama de las horas?

Cuando estoy por tocarte es ya un vacío

la llama de tu voz. Como las hojas

de un vendaval atónito y tardío

tu fantasma mi sueño desaloja.

Me sorprende el lucero soberano

creando tu caricia con mis manos.

Mayo de 1994

Itinerario del deseo

Anoche tuve audiencia con mi cuerpo,

tu fantasma, mis señas personales:

indagué en el desánimo, en el cerco

de mis fiebres. Obsesos arenales

me circundan y crecen hacia adentro.

Me someten sus dunas, a las cuales

rehúyo, añoro, niego, miento, encuentro,

ofrendando el temblor de mis portales.

Sin que medie la luna te poseo

siguiendo de la sangre los puntales.

Dichoso itinerario del deseo

cuando abrevo mi sed en tus panales.

Cuando el alba se apresta a desvestirse

se despiden tus sombras, antes de irse.

Noviembre de 1993

La silla

Cuando salí al jardín entré en un sueño;

imán sin voz, vacío luminoso;

desde tu cuerpo ausente y de mi gozo

la silla me habla cuanto más me empeño

en acallar tu imagen en mis ojos.

Me cercan sus espaldas rigurosas.

ofrendándome el sitio donde posas

tus manos, tus caricias en manojos.

En las declinaciones del cordaje

busqué ansiosa el perfil de tu figura

y trenzando mi sed a tu cintura

soñé ser un navío en abordaje.

Mi sonrisa detrás de un jazminero

vio sollozando un ángel agorero.

Diciembre de 1993

Marina

Caminar

por las arenas de tu pensamiento,

viajar de polizón en las bodegas de la espera,

y ceder

-a esa espera de ti,

de tu deseo sobreviviente de un cataclismo de espumas.

El horizonte se aposenta en mí

recostándose

del otro lado de mi frente.

El mar se atiene a los ritos del tiempo

reiterando un llamado secreto.

No me digas que he soñado otra vez,

que ya es de día.

Diciembre de 1993

Naufragio

«desprecio del naufragio de mis ojos»

F de Q.

No sé si es pesadilla o desvarío:

me naufraga tu imagen en los ojos.

En el oleaje frío,

mansamente, zozobran tus despojos,

y tu pupila esquiva

se pierde en mi pasión, a la deriva.

Noviembre de 1993

Partida

Verte

lejano

para siempre,

para siempre en el suspiro de los pastos

que la brisa arrodilla.

Verte partir

por el zumbido del abejorro

ante un sol dilapidado,

tu sombra llena de luciérnagas

flotando en la temblorosa incandescencia.

Mi cuerpo tendido sobre el aliento de la tierra,

ensombrecido por esa luz que se distancia

-mariposa de incontables lunas-,

mirándote decrecer

por el corredor de la ausencia.

Hay flores claudicantes en el aire,

risa antigua esparcida:

residuos de una cremación compasiva;

hojas congregándose en un concilio de sombra,

el polen instituyendo la germinación20

de primaveras futuras:

las primaveras que no te verán,

porque

oh para siempre

te estás yendo.

Junio de 1993

Qué te sucede

Qué te sucede corazón:

no te oigo

dar portazos contra sus mejillas;

qué te acontece,

en alcanfor parece

que conservas sanísimo el latido;

qué aséptica desazón saquea

tus cotos candadeados.

Por qué finges que cantas cuando lloras

y te empeñas

en maquillar las cicatrices.

Qué te pasa, embustero:

aún no despunta

el buen llanto auroral que te acongoja.

Diciembre de 1993

Requisitos

Morder

la seda rosa de tu piel

hasta el carozo del deseo

y quedarme con el zumo

entre los labios.

En las llamaradas del leño

seguir

la biografía de un poema

la trémula complicidad

de los acordes.

Y oír

en la posada del encuentro

las exigencias del alma

como un sol descorazado

y compañero.

Junio de 1994

Resurrección

Dejarlo todo sí

mientras bate el oleaje mi cintura.

Deshecha espuma

baba marrón

semen de los días

arrumbados como trastos de olvido

en un altillo viejo.

Albergue de enmascaradas tentaciones.

Dejarlo todo fuera

del espacio que soy y me contiene:

las horas que atosigué de espera

la vigilia alucinada en silogismos

la obstinada ilusión

el timón batallando contra un viento

portador de estandartes mortuorios.

A mi alma le crecen cicatrices

y un lento olor a tiempo desvivido.

Dejarlo todo sí

a orillas de este cuerpo

de esta ínsula ardiente20

arsenal de ternura.

Ah las flores robadas para el duelo.

Quemarme en soledad

asolar el desván arrojando bien lejos

los instantes que duran para siempre25

retener en los labios los momentos

como astillas de hielo

sobre la lengua ávida.

Abandonar mi cáscara

de rostros funestos

sentarme a contemplar

convaleciente

la llama de una frágil bujía.

Desabordar mi corazón

y recobrarme

despojo y oración de algún ser sin memoria.

Marzo de 1993

Sabor

Sobre la lengua

la memoria salada de tus ojos

y los zumos del beso.

Sobre los pliegues de la lengua

el desolado gusto de la ausencia,

la candente sazón de nuestro aliento.

Sobre la penumbra de la lengua

no tanto la dulzura entrelazada

sino el ácido febril del mordisqueo.

Sobre mi lengua alfarera

la posta de tus ojos insomnes,

el largo itinerario de tu cuerpo.

Sobre la lengua

el metálico sabor de tu deseo.

Mayo de 1994

Temblor

Temblando quedó el labio

de roce imperceptible trastornado;

un sabor de tomillo le ha quedado

temblando en el aliento.

Temblando quedó el fuego contenido

por la intensa fragancia;

nada más que de especias sobrevive

este temblor incierto.

1982

diminuto

desde tu estatura solar

peregrinas debajo de mi piel;

subes, desciendes

navegas por mis venas;

vas hundiendo tu huella

en un itinerario sin fronteras.

Te sientas en mis bosques pulmonares,

intercambias silencios con mis nervios

aspirando mi sed a sorbos bien pequeños.

Mi pasión oxigena el deletreo

de la palabra incierta.

Todo es luz allá adentro;

mi corazón ardiendo.

El viento de tu espalda me golpea.

Ya no estás frente a mí

ya te estás yendo.

Una lluvia se larga a murmurar

por parajes desiertos20

y en mi almohada se queda

tiritando el deseo.

Febrero de 1994