Paul Celan (Rumania – Francia 1920 – 1970)
Reseña biográfica
Poeta rumano de origen judío nacido en Chernovtsi en 1920.
Creció en un ambiente familiar donde se manejaron varios idiomas, razón por la cual habló fluidamente el rumano, el alemán, el ruso el francés y el hebreo. En 1938 inició estudios de medicina en Paris y al estallar la II Guerra mundial regresó a Rumania donde fue condenado a trabajos forzados mientras sus padres morían en un campo de concentración. Liberado por los rusos en 1944, trabajó inicialmente como traductor y editor en Bucarest y Viena, para radicarse definitivamente en Paris donde obtuvo en 1950 la Licenciatura en Filología y Literatura por “L’Ecole Normale Superieure”. Más tarde adquirió la nacionalidad francesa.
Considerado como el más importante poeta en lengua alemana de la posguerra, alcanzó la fama desde la primera publicación surrealista “Amapola y memoria” en 1952, gracias al lenguaje innovador y a su perfecta sintaxis.
Tradujo entre otros, a Rimbaud, Mandelstam, Michaux, Char, Valéry y Pessoa.
En 1960 obtuvo el premio Georg Büchner, y a partir de 1965 fue internado varias veces en un asilo psiquiátrico donde escribió varios textos en hebreo.
Se quitó la vida arrojándose al Sena en 1970.
A una y otra mano…
A una y otra mano, allí
donde me crecían las estrellas, lejos
de todos los cielos, cerca
de todos los cielos:
¡Cómo
se vela allí! ¡Cómo
se nos abre el mundo a través
de nosotros!
Tú estás
donde tu ojo está, estás
arriba, estás
abajo, yo
encuentro salida.
Oh ese centro errante, vacío,
hospitalario. Separados,
te caigo en suerte, me
caes en suerte, uno del otro
caído, vemos
a través:
Lo
Mismo
nos ha
perdido, lo
Mismo
nos ha
olvidado, lo
Mismo
nos ha –
De “La rosa de nadie” 1963
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Aquí
Aquí -es decir, aquí donde la flor del cerezo quiere ser más negra que allí.
Aquí -es decir, esta mano que le ayuda a serlo.
Aquí -es decir, aquel barco en el que remonté el río de arena:
amarrado
fondea en el sueño que esparciste.
Aquí -es decir, un hombre que conozco:
sus sienes son blancas,
como las ascuas que apagó.
Me arrojó su vaso a la frente
y volvió,
pasado un año,
para besar la cicatriz.
Profirió su maldición y su bendición
y no volvió a hablar desde entonces.
Aquí -es decir, esta ciudad,
regida por ti y la nube,
desde sus tardes.
De “Umbral en umbral” 1955
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Argumentum e silentio
Para René Char
A la cadena atada
entre oro y olvido:
la noche.
Ambos quisieron prenderla.
Ambos consintió en su hacer.
Pon,
pon también ahora allí lo que quiere
albear del crepúsculo junto a los días:
la palabra sobrevolada de estrellas,
sobrebañada de mar.
A cada uno la palabra.
A cada uno la palabra que le cantó,
cuando la jauría le atacó por la espalda –
A cada uno la palabra que le cantó y quedó helada.
A ella, a la noche,
lo sobrevolado de estrellas, lo sobrebañado de mar,
a ella lo logrado al silencio,
cuya sangre no cristalizó cuando el colmillo del veneno
traspasó las sílabas.
A ella la palabra lograda al silencio.
Contra las otras que pronto,
prostituidas por las orejas de los desolladores,
también trepan por el tiempo y los tiempos,
testimonia por último,
por último, cuando sólo cadenas resuenan,
testimonia por la que allí yace
entre oro y olvido,
hermana de ambos de siempre –
¿Pues dónde
alborea, di, sino en ella,
que en la cuenca de su río de lágrimas
a los soles sumergiéndose la semilla muestra
una y otra vez?
De “Umbral en umbral” 1955
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Asís
Noches de Umbría.
Noches de Umbría con la plata del címbalo y de las hojas del olivo.
Noches de Umbría con el canto que hasta aquí trajiste.
Noches de Umbría con el canto.
Mudo cuanto ascendió a la vida, mudo.
Desocupa y vuelve a llenar los cántaros.
Cántaro de barro.
Cántaro de barro con el que creció la mano del alfarero.
Cántaro de barro que cerró para siempre la mano de una sombra.
Cántaro de barro con el sello de la sombra.
Cantos por doquier, cantos.
Deja que entre el borrico.
Borriquillo.
Borriquillo en la nieve que esparce la mano más desnuda.
Borriquillo ante el verbo que se cerró de golpe.
Borriquillo que come el sueño de la mano.
Brillo que a consolar no alcanza, brillo.
Los muertos, los muertos aún mendigan, Francisco.
De “Umbral en umbral” 1955
Versión de Felipe Boso
Bisiestos siglos…
Bisiestos siglos, bisiestos
segundos bisiestos
nacimientos, novembreantes, bisiestas
muertes,
en automáticos panales archivados
bits
on chips
El poema-menorá de Berlín,
(¿inasilado, in-
archivado, in-
asistido? ¿En
vida?),
estaciones de lectura en la palabra tardía,
puntas de llamas vigilantes
en el cielo,
perfil de crestas bajo el fuego
sensaciones, tejidas
por la helada,
arranque en frío-
con hemoglobina.
De “Compulsión de luz” 1970
Versión de José Ángel Valente
Canción a una dama en la sombra
Cuando la Taciturna llegue y decapite los tulipanes,
¿Quién saldrá ganando?
¿Quién saldrá perdiendo?
¿Quién se asomará a la ventana?
¿Quién pronunciará primero su nombre?
Alguien que es portador de mis cabellos.
Los lleva como se lleva a los muertos en las manos.
Los lleva como llevó el cielo mis cabellos aquel año en que amé.
Los lleva así por vanidad.
Ese saldrá ganando.
No saldrá perdiendo.
No se asomará a la ventana.
No pronunciará su nombre.
Es alguien que está en posesión de mis ojos.
Los tiene desde que se cierran los portones.
Los lleva en los dedos, como anillos.
Los lleva como añicos de fruición y zafiro:
era ya mi hermano en otoño;
y ya cuenta los días y las noches.
Ese saldrá ganando.
No saldrá perdiendo.
No se asomará a la ventana.
Pronunciará su nombre el último.
Es alguien que tiene lo que dije.
Lo lleva bajo el brazo, como un bulto.
Lo lleva como el reloj su peor hora.
Lo lleva de umbral en umbral, mas no lo arroja.
Ese no saldrá ganando.
Saldrá perdiendo.
Se asomará a la ventana.
Pronunciará su nombre el primero.
Será decapitado con los tulipanes.
De “Amapola y memoria” 1952
Versión de Felipe Boso
Ciégate para siempre…
Ciégate para siempre:
también la eternidad está llena de ojos-
allí
se ahoga lo que hizo caminar a las imágenes
al término en que han aparecido,
allí
se extingue lo que del lenguaje
también te ha retirado con un gesto,
lo que dejabas iniciarse como
la danza de dos palabras sólo hechas
de otoño y seda y nada.
De “Cambio de aliento” 1967
Versión de José Ángel Valente
Coagula
También tu
herida, rosa.
Y la astada luz
de tus búfalos rumanos
en lugar de una estrella
sobre el lecho de arena,
en el émbolo que habla,
el superrojoceniciento.
De “Cambio de aliento” 1967
Versión de Felipe Boso
Con todos los pensamientos me fui…
Con todos los pensamientos me fui
fuera del mundo: allí estabas tú,
mi sosegada, mi abierta, y-
nos recibiste.
¿Quién
dice que se nos murió todo
cuando se nos quebraron los ojos?
Todo despertó, todo comenzó.
Grande vino un sol flotando, radiantes
se le enfrentaron alma y alma, claras,
imperiosas le presilenciaron
su órbita.
Suve
se abrió tu seno, silente
subió un aliento al éter,
y lo que se hizo nube ¿no era,
no era forma y a partir de nosotros,
no era
tanto así como un nombre?
De “La rosa de nadie” 1963
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Corona
En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.
En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.
Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.
Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.
Es tiempo.
De “La arena de las urnas” 1948
Versión de José Ángel Valente
Cristal
No busques en mis labios tu boca,
ni en la puerta al extraño,
ni en el ojo la lágrima.
Siete noches más arriba
pasa el rojo hacia el púrpura,
siete corazones más adentro
insiste la mano en la puerta,
siete rosas más tarde
se escucha el rumor de la cisterna.
De “Amapola y memoria” 1952
Versión de José María Pérez Gay
Cualquier piedra que levantes…
Cualquier piedra que levantes-
desnudas
a los que piden la salvaguardia de las piedras:
desnudos
renuevan el entramado desde hoy.
Cualquier árbol que abatas-
armas
el lecho en donde
las almas nuevamente se acumulan,
como si no temblase
a su vez este
eón.
Cualquier palabra que pronuncies-
das las gracias
a la corrupción.
De “Umbral en umbral” 1955
Versión de José Ángel Valente
De oscuridad en oscuridad
Abriste los ojos -Veo vivir mi oscuridad.
La veo hasta el fondo:
aún allí es mía y vive.
¿Traslada como tal a la otra orilla? ¿Se despierta al hacerlo?
¿De quién es esta luz que sigue mi paso,
para que apareciera un barquero?
De “Umbral en umbral” 1955
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
De viaje
Hay una hora que hace del polvo tu escolta,
de tu casa en Paris, lugar de sacrificio de tus manos,
de tu ojo negro, el más negro ojo.
Hay una estancia donde un tiro de caballos se detiene para tu corazóm.
Tu cabello quisiera ondear en el viento cuando te vas – eso le está prohibido.
Los que quedan y hacen signos de adiós no lo saben.
De “Amapola y memoria” 1952
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Elogio de la lejanía
En la fuente de tus ojos
viven las redes de los pescadores de la mar del extravío.
En la fuente de tus ojos
el mar cumple su promesa.
Aquí arrojo yo,
un corazón que se detuvo entre los hombres,
mi ropa y el esplendor de un juramento:
Más negro en lo negro, más desnudo voy.
Sólo infidente soy fiel.
Yo soy tú si yo soy yo.
En la fuente de tus ojos
desvarar suelo y sueño un rapto.
Una red prendió una red:
nos separamos enlazados.
En la fuente de tus ojos
un ahorcado estrangula la soga.
De “Amapola y memoria” 1952
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
En los ríos, al norte del futuro…
En los ríos, al norte del futuro,
tiendo la red que tú
titubeante cargas
de escritura de piedras,
sombras.
De “Cambio de aliento” 1967
Versión de José Ángel Valente
Esa única…
Esa única
noche
de estrellas
propias.
Enhebrada de aliento de cenizas
hora va, hora viene,
por el sombreado de los párpados
de ojos cerrados de sueño,
reafilados
en almas
finas como flechas,
enmudecidas en la plática
con tartaleantes
carcajes con barbas
de algas aéreas.
Una colma
concha de luz pasa
por una conciencia.
De “Soles filamentos” 1968
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Estaba…
Estaba
la pizzca de higo en tu labio,
estaba
Jerusalén anuestro alrededor,
estaba
el aroma de los pinos albares
sobre el barco danés que regraciamos,
yo estaba en ti.
De “Estancia del tiempo” Poesía póstuma
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Fuga de la muerte
Negra leche del alba la bebemos al atardecer
la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus
mastines
silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra
ordena tocad para la danza
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no
se yace estrechamente en él
Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad
empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules
cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la
danza
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
venido de Alemania
grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como
humo en el aire
y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de
Alemania
te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules
te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido
de Alemania
tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita
De “Amapola y memoria” 1952
Versión de José Ángel Valente
Había tierra en ellos…
Había tierra en ellos y
cavaban.
Cavaban y cavaban y pasaba así
el día y pasaba la noche. No alababan a Dios
que, según les dijeron, quería todo esto,
que, según les dijeron, sabía todo esto.
Cavaban y nada más oían;
y no se hicieron sabios ni inventaron un canto
ni imaginaron un lenguaje nuevo.
Cavaban.
Vino una calma y vino una tormenta
y todos los océanos vinieron.
Yo cavo y tú cavas e igual cava el gusano
y aquel remoto canto dice: cavan.
Oh uno, oh nadie, oh ninguno, oh tú:
¿Adónde iba si hacia nada iba?
Oh, tú cavas y yo cavo, yo me cavo hacia ti,
y en el dedo se nos despierta el anillo.
De “La rosa de nadie” 12963
Versión de José Ángel Valente
Habla también tú…
Habla también tú
sé el último en hablar,
di tu decir.
Habla-
Pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:
dale sombra.
Dale sombra bastante,
dale tanta
cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre
medianoche y mediodía y medianoche.
Mira en torno:
ve cómo alrededor todo se hace viviente
¡En la muerte! ¡Viviente!
Dice la verdad quien dice sombra.
Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:
¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?
Asciende. Tanteante, asciende.
Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.
Más fino: un hilo
por el que quiere descender la estrella
para abajo nadar, al fondo,
donde se ve brillar: sobre móviles dunas
de palabras errantes.
De “Umbral en umbral” 1955
Versión de José Ángel Valente
Los años de ti a mí
De nuevo se ondula tu cabello cuando lloro. Con el azul de tus ojos
cubres la mesa de nuestro amor: un lecho entre verano y otoño.
Bebemos lo criado por alguien que no era yo, ni tú, ni un tercero:
saboreamos algo vacío y último.
Nos vemos en los espejos del mar profundo y nos pasamos más de prisa las viandas:
la noche es la noche, comienza con la mañana,
me tiende junto a ti.
De “Amapola y memoria” 1952
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Los cántaros
Para Klaus Demus
En las largas mesas del tiempo
beben los cántaros de Dios.
Beben hasta el fondo los ojos de los videntes y
los ojos de los ciegos,
los corazones de las sombras imperantes,
la mejilla hundida de la tarde.
Son los más poderosos bebedores:
igual se llevan a la boca lo vacío que lo lleno
y no rebosan de espuma como tú o yo.
De “Amapola y memoria” 1952
Versión de José Ángel Valente
Mandorla
En la almendra -¿qué hay en la almendra?
La Nada.
La Nada está en la almendra.
Allí está, está.
En la Nada -¿quién está? El Rey.
Allí está el Rey, el Rey.
Allí está, está.
Bucle de judío, no llegarás al gris.
Y tu ojo -¿dónde está tu ojo?
Tu ojo está frente a la almendra.
Tu ojo frente a la Nada está.
Apoya al rey.
Así está allí, está.
Bucle de hombre, no llegarás al gris.
Vacía almendra, azul real.
De “La rosa de nadie” 1963
Versión de José Ángel Valente
Marianne
Sin lilas, tu cabello, tu cara, cristal de espejo.
De ojo en ojo pasa la nube, como Sodoma hacia Babel:
como fronda destroza la torre y brama en redor del zarzal de azufre.
Entonces te brinca un relámpago en torno a la boca -esa cañada con los restos del violín.
¡Con níveos dientes alguien mueve el arco: Oh más bellas se oyeron las cañas!
Amada, también tú eres la caña y nosotros la lluvia;
un vino sin par tu cuerpo y nosotros copeamos los diez;
una barca en el cereal tu corazón, la bogamos noche adelante;
un cantarito de cielo, así retozas ligera sobre nosotros que dormimos…
Delante de la tienda desfila la centuria y entre copas te llevamos al sepulcro.
Entonces tintinea sobre las losas del mundo el duro tálero de los sueños.
De “Amapola y memoria” 1952
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
No es ya…
No es ya
esa
gravedad, cayendo
a veces contigo
en la hora.
Es otra.
Es el peso que retiene el vacío
que iría
contigo.
Como tú, no tiene nombre. Tal vez
seáis lo mismo. Tal vez
un día también tú me nombres
así.
De “La rosa de nadie” 1963
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
No obres de antemano…
No obres de antemano,
no envíes nada fuera,
mantente
dentro:
transfundido de nada,
libre de cualquier
plegaria,
sutilmente acordado según
la pre-inscripción
insuperable,
yo te acojo
en lugar de toda
paz.
De “Compulsión de luz” 1970
Versión de José Ángel Valente
Oí decir que en el agua…
Oí decir que en el agua
hay una piedra y un círculo
y sobre el agua una palabra,
que pone el círculo en torno a la piedra.
Yo miré mi álamo descender hacia el agua,
miré cómo su brazo se alargó hacia la hondura,
miré sus raíces vueltas al cielo implorando noche.
Yo no corrí tras ellas,
sólo recogí del suelo esa migaja
que tiene de tu ojo la figura y la nobleza,
te quité del cuello la cadena de los dichos
y con ella adorné la mesa donde yace la migaja.
Y ya no vi más a mi álamo.
De “Umbral en umbral” 1955
Versión de Pablo Oyarzun
¿Por qué este brusco hogar, medio afuera, medio adentro?…
¿Por qué este brusco hogar, medio afuera, medio adentro?
Yo puedo sumergirme en ti, mira, como un glaciar,
tú misma asesinas a tus hermanos:
antes que ellos
estuve contigo, Neviscada.
Echa tus tropos
al resto:
uno quiere saber
por qué no estuve
ante Dios de otro modo que ante ti,
uno quiere ahogarse dentro,
dos libros en lugar de los pulmones,
uno que se punzó en ti
insufla la punzada,
uno que fue para ti el más cercano,
se extravía a sí mismo,
uno adorna tu estirpe
con tu traición y la suya,
tal vez
era yo cada uno
De “Parte de nieve” 1971
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Que seas como tú…
Que seas como tú, siempre.
Stant vp Jherosalem inde
erheyff dich *.
También quien cortó la ligazón contigo,
inde wirt
erluchtet**
la anudó de nuevo, en la remembranza
trozos de fango tragué, en la torre,
lenguaje, lindero de tinieblas
kumi
ori***
* Lévantate, Jerusalén
y álzate.
** y relumbra
***Álzate
relumbra.
De “Compulsión de luz” 1970
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Reja de lenguaje
Redondez del ojo entre los barrotes.
El párpado, animal ciliar,
boga hacia arriba,
deja libre una mirada.
Iris, nadadora, sin sueños, sombría:
el cielo, gris-corazón, ha de estar cerca.
Sesgada, en la férrea arandela,
la tea humeante.
Por el sentido de la luz
adivinas el alma.
(Si yo fuera como tú, si tú fueras como yo.
¿No estuvimos
bajo un alisio?
Somos extraños.)
Las losetas. Encima,
bien juntos, los dos
charcos gris-corazón:
dos
bocanadas de silencio.
De “Reja de lenguaje” 1959
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Salmo
Ya nadie nos moldea con tierra y con arcilla,
ya nadie con su hálito despierta nuestro polvo.
Nadie.
Alabado seas, Nadie.
Queremos por tu amor
florecer
contra
ti.
Una nada
fuimos, somos, seremos,
floreciendo:
rosa de
nada, de nadie.
Con
el pistilo almalúcido,
cielo desierto el estambre,
la corola roja
de la palabra purpúrea que cantamos
sobre, o sobre
la espina.
De “La rosa de nadie” 1963
Versión de José Ángel Valente
Shibboleth
Junto a mis piedras
crecidas bajo el llanto
tras las rejas,
me arrastraron
al medio del mercado,
allá,
donde se iza la bandera, a la que
no he prestado nunca juramento.
Flauta,
flauta doble en la noche:
piensa el sombrío
y doble rojo
en Viena y en Madrid.
Pon tu bandera a media asta,
recuerdo.
A media asta
hoy para siempre.
Corazón:
dalo también aquí a conocer,
aquí, en medio del mercado.
Haz que resuene, el shibbólet,
en lo extranjero de la patria.
Febrero. No pasarán.
Unicornio:
sabes de las piedras,
sabes de las aguas,
van,
te llevo
hacia las voces
de Extremadura.
De “Umbral en umbral” 1955
Versión de José Ángel Valente
Sueño y sustento
El aliento nocturno es tu sábana,
la tiniebla se acuesta a tu lado.
Los tobillos te roza, las sienes;
te despierta a la vida y al sueño,
te rastrea en el verbo,
en el deseo, en las ideas,
duerme con cada una de ellas
y te atrae con halagos.
Te peina la sal de las pestañas,
te la sirve a la mesa,
les escucha a tus horas la arena
y la pone a tu alcance.
Y aquello que era cuando rosa era,
sombra y agua, te lo escancia.
De “Amapola y memoria” 1952
Versión de Felipe Boso
Tardío y profundo
Maligna como palabra de oro esta noche comienza.
Comemos las manzanas de los mudos.
Hacemos un trabajo que bien puede dejarse a su fortuna;
en pie permanecemos en el otoño de nuestros tilos, como rojas
banderas pensativas,
como abrasados huéspedes del Sur.
Juramos por Cristo el Nuevo desposar el polvo con el polvo,
el pájaro con el zapato vagabundo,
el corazón con la escalera de agua…
Hacemos ante el mundo los santos juramentos de la arena,
juramos con gusto,
juramos en voz alta desde los techos del sueño sin imágenes
y agitamos la blanca cabellera del tiempo…
Ellos nos gritan: ¡Blasfemáis!
Desde hace tiempo lo sabemos.
Desde hace tiempo lo sabemos: ¿qué importa?
Vosotros moléis en los molinos de la muerte la blanca harina de
la Promesa
y la ofrecéis a nuestros hermanos y a nuestras hermanas.
Nosotros agitamos la blanca cabellera del tiempo.
Vosotros censuráis: ¡Blasfemáis!
Lo sabemos de sobra,
que venga sobre nosotros la culpa
que venga sobre nosotros la culpa de todas las señales de peligro,
que venga el mar burbujeante,
el viento acorazado del retorno,
el día de la medianoche,
que venga lo que no ha sido todavía.
Que venga un hombre de la tumba.
De “Amapola y memoria” 1952
Versión de José Ángel Valente
Tenebrae
Estamos próximos, Señor,
próximos y apresables.
Ya apresados, Señor,
uno en otro enzarzados, como
si la carne de cada uno de nosotros fuese
tu carne, Señor.
Ora, Señor,
invócanos,
estamos próximos.
Ladeados por el viento íbamos,
caminábamos para inclinarnos
sobre la zanja y la oquedad.
Al abrevadero íbamos, Señor.
Era sangre, era
lo que tú has derramado, Señor.
Brillaba.
Nos arrojó tu imagen a los ojos, Señor.
Los ojos y las bocas tan abiertos están, tan vacíos, Señor.
Hemos bebido, Señor,
la sangre con la imagen que en ella estaba, Señor.
Ora, Señor.
Estamos próximos.
De “Reja de lenguaje” 1959
Versión de José Ángel Valente
Toda la vida
Los soles del sueño ligero son azules como tu cabello una hora antes del amanecer.
También ellos crecen rápido como la hierba sobre la tumba de un pájaro.
También los enreda el juego que jugamos como ensueño en los barcos del placer.
En las rocas calcáreas del tiempo también los encuentran los puñales.
Los soles del sueño profundo son más azules: así fue tu cabellera sólo una vez.
Yo, viento nocturno, me demoraba en el seno venal de tu hermana.
Tu cabello colgaba en el árbol sobre nosotros, pero tú no estabas.
Nosotros éramos el mundo y tú eras un zarzal ante las puertas.
Los soles de la muerte son blancos como el cabello de nuestro hijo:
se elevó de las aguas cuando armaste una tienda en la duna.
Alzó sobre nosotros el cuchillo de la dicha con ojos apagados.
De “La arena de las urnas” 1948
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Tú con la palabra que yo dije…
Tú con la palabra que yo dije,
tú con tu silencio,
tú contigo misma
en el mundo su-
bi-
da,
tú mi amor:
perdida, extra-
viada, una
y ora vez
regresada en el dolor: es
tarde.
Ayúdame,
ayúdate,
ayuda.
El camino de horas anduvo lo que dije.
El camino de horas anduvo lo que callé.
Anduvo y anduviste,
por lo infinito anduviste,
hacia delante y hacia atrás,
hacia ninguna parte, hacia la palabra, hacia allí.
Deja.
Un nombre se te abre,
otro:
quédate.
De “La rosa de nadie” 1963
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Tu cabello sobre el mar
También tu cabello vuela sobre el mar con el enebro dorado.
Con él se vuelve blanco, entonces lo tiño de azul-piedra:
el color de la ciudad donde al final fui arrastrado hacia el sur…
Con jarcias me amarraron Ya cada una ataron una vela
y me escupieron Con sus bozos brumosos y cantaron:
«¡Oh atraviesa la mar!»
Yo sin embargo pinté como una barca mis alas con púrpura
y con mi estertor dime brisa y antes que durmieran me hice a la mar.
Tus rizos, ahora, debía teñírtelos en rojo, pero me gustan azul-piedra:
¡Ay, ojos de la ciudad, donde caí y fui arrastrado hacia el sur!
Con el enebro dorado vuela también tu cabello sobre el mar.
De “Amapola y memoria” 1952
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas – Editorial Trota 1999
Tubinga, enero
A la ceguera per-
suadidos ojos.
Su -«un
enigma es
manantía pureza»- su
recuerdo de
flotantes hölderlinianas torres en
un vuelo circular de gaviotas.
Visitas de carpinteros ahogados con
estas
sumergidas palabras:
Viniera,
viniera un hombre,
viniera un hombre al mundo, hoy, llevando
la luminosa barba de los
patriarcas: debería,
si de este tiempo
hablase, de-
bería
tan sólo balbucir y balbucir
continua, continua-
mente.
(«Pallaksch, Pallaksch.»)
De “La rosa de nadie” 1961
Versión de José Ángel Valente
Una hoja sin árbol
Una hoja, sin arbol
para Bertold Brecht:
¿Qué tiempo es éste
en el que una conversación
es casi un crimen
porque incluye
tantas cosas explícitas?
De “Parte de nieve” 1971
Versión de José Ángel Valente