Cabrisas, Hilarión

Reseña biográfica

Poeta y periodista cubano nacido en La Habana en 1883 y fallecido tempranamente en 1939.

Cursó sus primeros estudios en Barcelona. Se graduó de bachiller en el Instituto de Matanzas. Fue miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras, del Círculo de Bellas Artes, de la Asociación de Escritores Americanos y de la Asociación de la Prensa.

Su poesía contribuyó en gran forma a la renovación de las letras cubanas, destacándose en el ambiente intelectual como mentor de un lenguaje simple y sin artificios.

«Breviario de mi vida inútil» en 1932, «La caja de Pandora», «Sed de infinito» y «La sombra de Eros» en 1939, constituyen parte de su obra poética.

A SAFO

Porque eres canallesca, porque eres exquisita,

y porque eres perversa, y porque eres fatal,

mi carne pecadora tu carne necesita

para libar las mieles de las flores del Mal.

Porque tiene tu vientre albor de margarita,

y tus piernas, columnas de tu templo carnal,

guardan el Tabernáculo de mi hostia maldita

y ocultan el secreto de mi anhelo sensual.

Porque tus ojos glaucos, para el hombre inconstantes,

brillan faunescamente, lesbianos, inquietantes,

cuando pasa una núbil doncella junto a ti,

anhelo pecadora, tu lascivo contacto

para la complicada consumación del Acto,

¡Con la santa lujuria que está latente en mí!

DE PROFUNDIS

¡Te perdí para siempre! El torbellino

de la ciudad, te arrebató inclemente.

Ya nunca volveré a besar tu frente

ni beberemos juntos nuestro vino.

La vida bifurcó nuestro camino;

ya no vamos del brazo alegremente,

ni apaga nuestra sed la misma fuente,

ni tú oyes mi canción, ni yo tu trino.

¡Y no hubo ni un adiós! Fue lo insondable:

el silencio… el dolor… lo irremediable…

¡la atroz sonrisa y la fingida calma..!

Después, cargué mi amor rígido y yerto.

Lloré mucho; recé, velé a mi muerto,

¡y me enterré el cadáver en el alma..!

LA LÁGRIMA INFINITA

¡Esa!… La que en el alma llevo oculta;

la que no salta afuera ni se expande

en la pupila; la que a nadie insulta

en un alarde de dolor: la grande,

la infinita, la muda, la sombría,

la terca, la traidora, la doliente

lágrima de dolor, lágrima mía,

que está clavada en mí profundamente!

La que no da una tregua ni un consuelo

de dulce sollozar. La que me hiere,

y me punza, y me obsede, y pone un velo

turbio en mis ojos; la que nunca muere

ni nace a flor de rostro; la que nunca

refrena su latir; la que no intenta

asomarse a la faz y queda trunca,

y hace la pena interminable y lenta…

Cántaros secos, áridos, mis ojos;

páramos sin frescura ni rocío;

febricitantes de escrutar los rojos

límites, del espacio y del vacío…

¡Esa!… La que no llega, ni ha llegado,

ni llegará a los ojos nunca… ¡nunca!…

Mi lágrima tenaz que no ha mojado

el Sahara estéril de mi vida trunca,

¡Ésa… no la verás, porque en la calma

de mis angustias, se ha trocado en perla!

Para verla hace falta tener alma;

y tú, ¡no tienes alma para verla!…

MAR SIN ORILLAS

Un dolor se me va y otro me arredra;

ola que se marchó y ola que viene

a batirme, y apenas se detiene

sobre mi viejo corazón de piedra.

Ola que llega, y rompe, y salta y medra

del dolor de la roca, y se mantiene

sólo el instante aquel que le conviene

para arrancarle hasta su airón de yedra.

Lucha sorda y tenaz; mudo combate

de la ola que se va, vuelve y se abate

en el peñón que su ira desafía…

Dolor perenne, inextinguible, intenso,

rudo y fiero combate en este inmenso

mar sin orillas de la vida mía…

SED DE TI

¡Qué sed tengo de ti! Eres la fuente

que corre cristalina ante mis ojos,

y son inútiles mis brazos flojos

para hacer que se tuerza la corriente.

Inútilmente domo mis antojos,

y trato de olvidarte inútilmente:

sueña mi mente con tu tersa frente

y con el vino de tus labios rojos.

¿Qué daño habré hecho yo, que en mi camino

todo me llega tarde? Si es mi sino

cargar el fardo de mi vida trunca,

¡que no te vuelva a ver! Yo te lo pido

por Dios… ¡Cuánto mejor hubiera sido

que no te hubiera conocido nunca!

SÍNTESIS

Vive tu vida y ámala, sea buena

o mala para ti: ese es tu sino.

Si te punzan las zarzas del camino

haz un yambo votivo de tu pena.

Ten tu copa de amor bullente y llena,

y embriágate de amores y de vino,

Baudelaire te lo dijo: haz un divino

canto a PAN DE TU VIDA ardiente y plena.

Musicaliza todo : tus dolores,

tus placeres, los páramos, las flores,

vive en perenne Domingo de Ramos.

Y espera anacreóntico la muerte

diciendo ante el enigma de la suerte

como Rubén: -¡Señor!… ¿A dónde vamos?…

¡SÓLO ENTONCES SABRÁS CUÁNTO TE QUISE!

Cuando yo muera… -ha de llegarme el día

antes que a ti- al cerrar mis ojos yertos,

piensa que si aún hay vida entre los muertos,

te seguiré queriendo todavía.

En mi ansiedad suprema de agonía,

mis labios secos, torpes y entreabiertos,

aun sin calor, se moverán inciertos

por balbucear tu nombre, amada mía.

Ése será tu triunfo. En esa hora

tú, de mi vida absurda embrujadora,

sabrás, al fin, cuánto te amé y sufrí…

Y dirás: “A las otras mintió amores;

pero ninguna le causó dolores

de amor, porque no amaba sino a mí…”