Ullán, José Miguel

Ullán, José Miguel

Poeta, traductor y ensayista español nacido en Villarino de los Aires, Salamanca, en 1944.

Es una de las figuras sobresalientes de la nueva poesía española.

Durante su estancia en Francia de 1966 a 1970, siguió los cursos de Pierre Vilar, Roland Barthes y Lucien Goldmann

en la École Pratique des Hautes Études. Ha mantenido una gran actividad dentro del periodismo cultural,

dirigiendo importantes publicaciones y programas en Radio Nacional de España, Televisión Española , Diario 16

y Editorial Ave del Paraíso.

Desarrolló una línea original de poesía visual publicando varios libros en colaboración con pintores y compositores.

Entre sus publicaciones, se cuentan además, «Amor peninsular» en 1965, «Mortaja» y «Antología salvaje» en 1970,

«Maniluvios» en 1972, «Visto y no visto» en 1993, «Razón de nadie», «Ardicia» y «Órganos dispersos» en 1994

y «Testículo de Anticristo» en 1995.

Falleció en Mayo de 2009.

José Miguel Ullán

De “En un paisaje abolido”:

7. Círculo mamario:
Acaso su único propósito era dar vueltas por la escarcha,
uniformado de arlequín, voltando una esfera sonrosada.
En eso diferente de nosotros, flacos, calientes y desengañados.

8. Afrodita ahí está, bajo un manzano,
abrazada por un celeste enjambre,
rocía con tofana su pelambre,
tan pagana, y el himen ya entrecano.

Manos arriba, la alabanza es dardo
-que abajo oscila cual balanza el nardo.

46. LA DESNUDEZ  no brilla en esa carne, Fracastorio, sino que brilla
en nuestra irrestañable mirada.

De “El desimaginario”:

Alegremente embarulló el peligro con el deseo, con el exceso.
Doblez bisexual:
Por dentro, lancinante procesión; antruejo pajarero a flor de trono.
Innecesario, otro estilo.

Alianza de orgullo y de agua escrita con el tizón del escarmiento.
No hay más cera que la que arde; ni poema encendido en la victoria.

Dicen que el corazón es el freno de la quimera.
Todo secreto proporciona un disfraz. Latir de indiferencia
nos predispone a la mentira.
Bajo esa incertidumbre, contemplamos la huella del eclipse
lunar: lábil azar, trastocado en dicha puntual y párvula.
¿Premio o castigo? Incorruptible privilegio, la duda.
Aunque dicen también que el corazón es la espuela de la cordura.
Poco importa el decir cuando no calla
a la larga…

¿Enmudecer? Tampoco. El poeta reclama espuela y freno.
El desconsuelo es su lenguaje; el vicio, su posada.
¡Que la mano congele esos tesoros!

Insensible a los cielos -otro espacio, otra estrella-, toca
madera y llama.

Jamás, en este amante, la sazón del racionero comedido.
Escucha el acto -precipicio impuro- y no el retoque del prejuicio
noble.

Lengua de fuego, beso fatuo y mudo sobre la piel de la pardal
gramática. Lejano siempre, el resplandor real del ya dorado y
reflexivo cuerpo. Y, pese a ausencia y sinrazón, con mil amores
clavó allí los ojos; desde los aires, supo ver (creerse) el epitafio de
un error durable.
Dispuso en verso la febril ceniza que eyacularon la invención
y el vuelo. Para mudar la voz en imprudencia gris -ripio solar
de su zozobra suma.

Maleficio condal: pedir cuentas al juego de palabras (vida);
abandonarse a la pasión (pecado) y, a la ventura, faltar contra el
orden (muerte).
Recomenzar hasta la aurora.
Y, al fin, quebrar la soberana argolla de la marchita libertad.
Pues ¿qué lujuria sin mazmorra grana?

Sagrado don, lascivo despilfarro. La poesía ilumina lo estéril
(el suspiro).
De esa quietud voluptuosa nace la gran sospecha gongorina:
sin exageración no hay paisaje; sin laberinto no hay rigor;
sin lujo no hay escritura.
El conde nos propone una salida, neutra y terrible a un tiempo:
maldecir.

Soberbia. Necesidad. Capricho. Resistencia.
Hacerlo todo. Contarlo todo. Cantarlo todo. Creerlo todo.
Precisión.
Nada esperar.

Sólo se logra paz en pensamiento. Y, sin sobrar, nos basta.
Serenidad del desterrado eterno.
Nudo final, cada caricia. Despedida sincera, cada signo.
Sólo su ejemplo es hechicero en patria de siluetas uniformes.
Aquí no hay coba: la cuchilla sabe.

Tatuaje
El semejante nos imanta. Afinidad condenada al reflejo, a la lectura.
Ése es el mal original.
Añadid prohibición a piedad tal y sólo entonces amaréis su ofrenda.

Un estertor superficial no basta.
Prever la hora y regresar, sumisamente, al barco cuando más sopla el huracán,
aun irrisorio, empieza a ser más justo.
Pero la estafa criminal redobla.
como venganza o saciedad, la epístola. Y no su clueco contrincante, el himno.

De “Acuarelas de nieve”:

¡Ay de los que pasaron confiados por esta cárcel navegable
y blanda!
-¿Me amas todavía?
-¿Y tú qué piensas?

Desmesurados, paralelos, lentos, dóciles y esquimales.

El dulce escalofrío de ser tacto y pared, color y torbellino,
gaviota de la espuma, línea erecta, oro y tizne a la vez.

En aquel solemne exilio resplandecía su tenaz murmullo
casi lascivo.

Esta mancha sonora
que fue música y nieve,
¿qué es?

Esta música tibia
qué dibujo va a ser,
¿qué no es?

La noche que aquí yace vaticina otra isla más menguante.
El reino de la luna está fundado sobre una esponja.

La puerta empieza a devanar sus hilos.
Nadie saca la aguja del candado.

Los azules desmienten el deseo dentro de las palabras
desechadas. Es más sensato amar cuanto rechazas.
Ahora, cuando el asco ya llega a su destino.

No pierda más quien ha perdido tanto: las plegarias irán,
Melancolía, allí donde ´l sol tace. Despinta el aire este rincón
sagrado con mudable quietud. Y arden hierbas de amor
que no recuerdas.

Ojo dócil, lo mismo que la niebla del arcano final.
*
Humo de la mirada, crimen cóncavo cuando el agua amanece.

Paisaje, amor, revolución…
Fantasmas y piratas en la costa, protegidos por cañas palpitantes.

De “El jardín de Damasco”:

Al abrigo del viento sólo hay muerte
todo vuela viajero pez o espada
nada decae brote o flor te engañas
el cuerpo cae pero dueño empero
de otro saber

caer caer
no reo
de alguna nube levadiza tala
escritura y razón
oh red
ondean esculturas
salta al cielo
para caer
caer en otro amor y pende
ángel del hilo del olvido que
al abrigo del viento sólo hay muerte

En la laguna habita nuestro espíritu.
Dibuja:
aguas arriba, el humo;
aguas abajo, el fuego.
Tu sueño halla en el fondo la salida: el eclipse total.

Entrad, entrad desnudos en la última noche de la nieve
enemiga.

Dichoso será aquel que se prolongue
y en medio de las llamas no se encienda. entrad, entrad
cayendo como las dinastías.

La sangre
ofrece un nombre
a lo siempre anterior.

Mediodía del cuerpo transparente
deja el imán para el otoño dicho
penetra hasta el cristal confía
en el asombro que atraviesa el aire
signo intocable dilatado asilo

Si has llegado hasta el trono, multiplica tu fe. Inmutable,
sé infiel al escarmiento de la cera.

Aquí, en el altivo campo de las ofrendas, una mano despoja y
reconoce las ardientes estrellas que florecen cuando toda
escritura se apaga. Así es mi canto: ausencia.

De “Ardicia”:

1
En la noche risueña del destierro, libre ya de la ley y del instinto, un charco de agua clara
me detuvo. Mojo el dedo cordial trazando un círculo y su humedad al paladar le encasca.

2
Llora, porque toda mirada entraña error.
Mas los andrajos, horca, palio y cruz no morián por este llanto. Mejor, fulgir
a solas y rezar en balde. ¿Como el topo? Así; dueño de la penumbra y de su
asfixia.
Hablando por hablar. A ciegas. Ojo del corazón, quema el paisaje.

3
Persistente, la rosa. Esclavos somos de raíz. Rosa hedionda, zozobra y
estupor de la mordaz melancolía.
A la fosa nasal llama la Historia con sus inciensos categóricos. Corre el
verso al runrrún del sacrificio, de mar a mar y seductor.
¡Musa servil! Sobre tu altar, un huracán de esperma.

4
El sordo dios: la carcajada inmóvil.
Murmullo de otra luz será tu fe. Aléjate de la espresión forzada o del silencio amilanado.
Oye tan sólo la armonía neutra de lo indeciso e indomable. Deja abierta la puerta más sumisa.
Esa ignorancia zumbará en tu oreja. Fraternalmente.

5
Si la mano va y pierde la cabeza y, en un doble ademán de supresión,
rompe la flecha y borra el blanco, ciérrase luego sobre el gran reloj, sangra y se
ofrece al vilipendio abyecto, nada esperes que iguale esta pasión, Teoría.
A todo lo dás diles que bueno.

Otros poemas:

Bethel

Despertó Jacob de su sueño y dijo: “O
sea que Yaveh se halla en este lugar. Y
yo andaba sin saberlo.” Luego, asustado
prosiguió:  “¡Qué temible es este lugar!
¡Aquí está, sin duda, la casa de Dios; aquí
está la puerta del cielo” Al alba, Jacob se
levantó, tomó la piedra de la que había
hecho su cabezal y derramó aceite sobre ella.
Y llamó a aquel lugar Bethel…

Allana, ortiga, el enemigo valle.
Murmullo solo de enlutado, ay, loro
ora que el hoyo de aleluya estalle.
Halle el caudillo su final desdoro.

A un sofle fust tot perdu:
cuando la orina de algún niño acalle
la parda pompa de este pompo coro.

Del arco corres, pues corrupta herida
veda la risa corroyendo el ceño
si hace mudanza no letal tu brida
ayer cautiva por cautivo ensueño.

A un sofle fust tot perdu:
Cuando la airada Babilaña pida
helechos, leches, coliflor sin dueño.

El esqueleto volador rabudo
robusto honor por sorda ausencia ha roto.
No pasarán. Pero el solemne embudo
a cada larva le rapiña el voto.

A un sofle fust tot perdu:
Cuando los huesos del tapir que anudo
sean lascivia para terco choto.

Exhuma, oh templo, tu abultada espuma
al pocho día de plumaje grave,
y venza o coma la esperanza suma
carcoma, roncha y cuajarón süave.

A un sofle fust tot perdu:
Cuando el pepino prominente asuma
rajar la crisma de la misma hoy nave.

Fulgores de basílicas mayores
cierren -y cruz y raya- el desvarío.
Ruinas de mármol, orinal de honores,
de tripas corazón y siga el lío.

A un sofle fust tot perdu:
Cuando la mano, sin decir ni pío,
tache la noche. (Coridón, no llores.)

De corazón a corazón…

yo no robé, no asesiné; fui niño
y en cambio me golpean y golpean
Gelman

de corazón a corazón
hirientes
aluvional la carta y la alianza
voy a buscarte en roca compañera
deslizando los naipes por la manga
los naipes por el pecho
los naipes por la casa
y aquel fuego de flechas sin manzanas
yo te diré
que no aguardo feliz junto al estrago
de la tormenta patria

apasionadamente cruzaremos
la frontera de tierra maniatada
mientras prevés la hora bajo las catedrales
y te arrojas al músculo
porque te llamo en nombre del andamio
porque de acumularte mi memoria repica
y aquí las decisiones
los versos apagados
narrar calladamente el olor del destino
del pájaro maldito
de las llaves sumisas
(ah el traidor rendimiento)
que descubren la cama
y amigos siempre amigos
bebedores de muerte
que decimos a todos
venid venid venid
este es el llanto

cuánta desesperanza milenaria
al trenzar el cordón bajo la encina
mientras el beso a poco
la hoguera por mañanas
letanías vigentes de joaquín
húmedas letanías
y decirte que adiós que hasta la tarde
pero con una duda
imperdonable
amada
por su sabor a no sé qué sabido
en las dolidas calles
repletas de tristeza
repletas de amargura
bofetones pacíficos

todo está caro
amor
por las esquinas
y ayer peor y qué vendrá mañana
obligado silencio sempiterno
cerca del descubrir la dentadura
la calavera en fiebre
por encima de tanto salmo al padre
nosotros no diremos el vocablo sufrido
como dice ramón
palabras anchas
y para darme cuenta
para amarte sabiéndonos con miedo
del hachazo en la espalda
rompo todo naufragio
me levanto del féretro
te tomo de la mano
rompo las prohibiciones ya previstas
o sea rompo todo
rompo a llorar a silenciar las cosas
el labio solitario
por ti y por mí
por cuantos
renunciamos a hablar del arcoiris
y desfilan amigos como félix
estimulando el grito
velozmente la red
enumerados
(mucho perdón os pido)
como quien relatara
una fila de muertos entrañables
relatada por muertos
como tú y yo
como la noche misma
como abanicos muertos
pese al miedo en la palma de la mano
el corazón la carta y la alianza

“Amor peninsular” 1965

Doble filo

La aurora rumorosa al niño apenas
de la baraja destronado impide
palidecer por esas manos llenas
del halo oval (ceniza ayer) y arenas

donde la hora boreal divide
blanco de azul y vendaval de venas
al par que el labio con su luz se mide:

-Tu cicatriz, el tacto y la manera
de reflejar en la madera el corte
no dicen lo que dice, aunque cayera
este al oeste tras la pejiguera
de la doblez de ser mundana y norte,
una mirada – que la tuya, ay, fuera
si el retrato quedárase en la corte.

-Pero queda por ver, al ver tan dura
señal de no trocar la vista en ojos,
pues no hay durar de claridad segura,
qué chispas de esperanza me asegura
dicha empedrada, mas jamás rastrojos,
cuando del humo la corriente oscura
ascienda en busca, a mi pesar, de enojos.

quisiste comenzar de otra memoria
casi invisible tenedor así
así
(nada de nada)
muertos bajo la diestra del limón
cerróse cual conviene el instrumento
que a todo vaticinio satisface gota a gota

de otro pulpo de un casi
así empezaba aquel comienzo
entre aire y ceja por atajos remos
entre bandadas de caballos
y luego
de desposada iniquidad
otra hora otra espada

obediente al metal
a la alianza
otra orilla mentida donde nunca
pero ahora quién da
pobre rodilla un día
como alivio (me digo) como espejo
que no ve que no va

obediente al cristal
entre comienzo y fin sin lago
volveremos (me dices) a jugar
el lazo peligroso está tendido
como fuera de ti
aprisionado en otro invierno
cortaremos el hilo de la aguja

apunta a ciegas el mortal testigo
tan diestramente al encumbrado intento
nada quiere temer
no despertar salvo en el otro brazo
mas libre de rencor
el recuerdo del pan
en soledad de decisión dorada

que nada ve y que va (más azúcar / más luz)
de no decir si el corazón cual río
temer quisiera
acaso preso de ese mismo empeño
partir quisieras
breve y probado
por el nudo del susto aún más cortable

mira cómo empeora la esforzada ceguera aquí
en la farsa invencible y a deshora
las viñas miraremos otras danzas
así quienes hacen racimos del apodo
coronada de tinta o de sospecha se hielan
pendientes de una sola palabra trasquilada
de bronce o de cordero [afila los sentidos

la risa sustentada allí
cara a cara las viñas miraremos
unas y otras se hielan
quienes concurren a la seña
pese a las lanas gimen
otra punta otra daga
afila las espuelas]

así quisiste comenzar a desbarrar
ni a tiros y contra el blanco
contra el éxtasis sacado a concurso
contra las fuentes contra los senderos
y contra todo aquello que se larga sin ruido
contra los trepadores envidiosos
contra la corte y confección fisgando

contra los árboles que no se mueven
contra el silencio su vivito gemelo
contra los ácidos cristales coleantes
contra el chupete
contra las flores que miran al cielo
porque contemplan otras sombras fijas
la manera incruenta de almidonar otro poema

quisimos convertir la vida en una descansada porfía
quisimos fortalecer la imagen desde la barrera
quisimos desmentir que las abubillas roncan además
quisimos elogiar el color por los colmillos
quisimos asimismo cortar zas por lo insano
quisimos buscar agua en el parchís
queremos comprobar que el secreto es la llave

pero la mesa estaba servida
pero la mesa estaba servida
pero la mesa estaba servida
pero la mesa estaba servida
pero la mesa estaba servida
pero la mesa estaba servida
aunque la mesa esté servida

Y no sabiendo jamás
lo que el doble filo es,
bese a la silla sus pies;
que no hay más
aquí que allí.

Manjar lento

Benditas sean las cosas que llegan siempre tarde
y no lo sienten
–perdidas ya de vista o bien batidas
o incluso blanquecinas al sol del tacto–;

su demora nos libra del sofoco
propio de cualquier logro puntual
engullido
sin pasar por el paladar (“¡a otra cosa!”)
de la gratitud no rentable.

Testamento

la voz es voz
hiciera
añicos las palabras redentoras

…la quijada blandida,
la mueca de tu hermano,
la saliva secreta, la agonía
capaz, de darte posesión primera,
última ya (oh cuerpo ensangrentado),
herencia de este salmo, tierra ajena,
fuga para siempre, libertad cautiva…

la voz es voz
no existe

no existe aroma nuevo

cerrad mis párpados

“Mortaja” 1970

Tres y trino

Para Sarah Gorby, acompañada
a la guitarra por Jean Bonal.

Tres vecinas en mi cama.
Tres. Tres. Tres.
Giro y giro como un pez.
Tres vecinas. y otra vez.
Corrióseme la persiana.
Desperté.

¡Vana fue aquesta mañana
sin las tres!

Un dibujo de abril para María Zambrano

Avant l’aurore, dans la forêt triangulare
Alfred Jarry

La exactitud vivida de lo que contemplamos
en la blanca mirada del agua
no nos deja ser el destino
-pero nos da, sin levantar la mano,
la mansa sensación de ir acercándonos
al felino escondite de aquel encuentro:

Menos borroso que una hermandad,
ventana.
Y más anónimo que un lirio,
espejo

Un manantial, una hermandad republicana {alguien
tenía que decirlo), un lirio
-y la voz temblorosa
(«la poesía va contra la justicia»)
de la primera luz,
al despertar perdida
en la corazonada discontinua del bosque.

Unidad

Unidad, nos hemos salvado,

aunque fuera preciso creerse
en los brazos del sueño primero:
esas sombras que cruzan el Duero
para oírse gemir en la noche
de la otra orilla, al desnacer,
lo mismo:

¿Qué es esto que yo no he sido?