Debravo, Jorge

Reseña biográfica

Poeta costarricense oriundo de Turrialba, Cartago, en 1938.

Nacido en un hogar de muy pobres recursos, aprendió con la ayuda de su madre las primeras letras y gracias al producto de su trabajo en el campo cuando apenas era un niño, compró sus primeros libros. A los 14 años recibió una beca para terminar su primaria en un pueblo cercano.

Estudió periodismo por correspondencia e historia de las religiones, y repasó constantemente sus libros favoritos de autores como Pablo Neruda, Amado Nervo, Miguel Hernández y Whitman.

Falleció en 1967 a los 29 años en un accidente de tránsito.

A pesar de su corta vida dejó una importante obra premiada póstumamente en su país con el Premio Nacional de Poesía. Entre sus libros se destacan «Milagro abierto» en 1959, «Bestiecillas plásticas» en 1960, «Devocionario del amor sexual» en 1963, «Nosotros los hombres» en 1966, «Canciones cotidianas»

en 1967 y «Los despiertos» en 1972.

Aunque hundamos a puños la tristeza…

Aunque hundamos a puños la tristeza

y cerremos con besos cada herida

el amor nos rebosa en la cabeza

como un agua fatal, enardecida.

Escondidos detrás de las persianas,

ocultos tras las cárceles del pecho,

el amor nos golpea las ventanas

lo mismo que si estamos en el lecho.

El amor no termina ni en la nada.

Nos lo entrega el descanso, nos lo entrega

el trabajo y lo que anda y lo que rueda.

Y aunque se nutre de mujer amada,

con mujer o sin ella el amor llega,

y si la mujer pasa el amor queda.

Balada de los fríos

Hay fríos tan terribles que son casi bestiales,

fríos que nos carcomen como inmensas polillas,

fríos que nos persiguen dormidos y despiertos

y nos ponen un negro temblor en las rodillas.

Hay fríos tan espesos como carnes humanas,

fríos que pueden ser partidos con navaja,

fríos que despedazan vidrios en las ventanas…

Por eso fríos, de noche, el corazón se raja.

Fríos aún más anchos y viscosos

que los fríos de los hielos y los muertos;

fríos que nos persiguen como lobos furiosos,

fríos que nos maltratan dormidos y despiertos;

fríos que vienen siempre que estamos silenciosos

imaginando a Dios con los brazos abiertos.

Campanas

La ciudad nos envuelve largamente,

como una noche dolorosa.

A nuestro lado ruedan los camiones

como brujas agónicas.

Una campana se queja a lo lejos desesperadamente.

Algún campanero irascible le estará golpeando el corazón.

Caminemos.

Olvídate del mundo.

Piensa solamente en lo que llevas piel adentro

y sabrás qué dulce y qué sabroso es, de pronto, vivir.

Canción satisfactoria

Qué bien tu amor aquí para que ladre

y asuste a los leones de la muerte!

Qué bien tu amor velando como un padre

este miedo que tengo de perderte!

Qué bien tu amor manando a mediodía

una savia fresquísima y amada!

Qué bien despedazando la agonía

y poniendo esperanzas en la almohada!

Qué bien que esté allá lejos, madurando

como un durazno blando de ternura!

Qué bien cuando está cerca, despuntando

como un trozo de Dios, de la amargura.

Qué bien en la mañana, despertando

como un Resucitado de ternura…!

Como una barca se me fue el deseo…

Como una barca se me fue el deseo.

Como una absurda barca

llena de besos y de piel madura.

Extravié la manera de abrazarte

en no sé que lejanas, olvidadas comarcas.

Estoy perdido en medio de tu carne.

En el fondo de tus ojos me despierto

solo como una estatua.

Tu amor me sabe a exilio.

Como exiliado llego hasta tu almohada.

Como a un extranjero tú me aguardas.

Credo

No acostumbro a decir amo, te amo,

sino cuando el amor me inunda todo

desde los ojos hasta los zapatos.

Mi cuerpo es una sola verdad y cada músculo

resume una experiencia de entusiasmo.

Una vez dije: ¡sufro! Y era que el sufrimiento

agitaba a mi lado sus cascos de caballo.

Y siempre digo: espero. Porque a mí me podrían

arrancar el recuerdo como un brazo,

pero no la esperanza que es de hueso

y cuando me la arranquen dejaré de ser esto

que te estrecha las manos.

Creo en todos los frutos que tienen jugo dulce,

y creo que no hay frutos que tengan jugo amargo.

No es culpa de los frutos si tenemos

el paladar angosto y limitado.

Creo en el corazón del hombre, creo

que es de pura caricia a pesar de las manos

que a veces asesinan, sin saberlo,

y manejan fusiles sanguinarios.

Creo en la libertad a pesar de los cepos,

a pesar de los campos alambrados.

Creo en la paz, amada, a pesar de las bombas

ya pesar de los cascos.

Creo que los países serán un solo sitio

de amor para los hombres, a pesar de los pactos,

a pesar de los límites, los cónsules,

a pesar de los libres que se dan por esclavos.

Y creo en el amor, en este amor de acero

que va fortaleciendo las piernas y los brazos,

que trabaja en secreto,

a escondidas del odio y del escarnio,

que debajo del traje se hace músculo,

órgano, experiencia, nervio, ganglio,

a pesar del rencor que nos inunda

el corazón de funerales pájaros.

Yo creo en el amor más que en mis ojos

y más que en el poder y el entusiasmo.

Cuando estemos de nuevo con nosotros…

Cuando estemos de nuevo con nosotros

contándonos los gestos,

cuando estemos hablando de las gentes

a quienes más queremos,

quédate, por favor, mirando el surco

que dejan tus dos ojos en mis huesos.

Y dame lo que puedas de tu alma,

lo que no necesites de tu afecto,

lo que logres sacar sin sacrificio

de tu casa de sueños.

Yo tomaré, de fiesta, lo que quieras,

aunque sea el milagrillo más pequeño.

No es que yo sea mendigo,

es que cualquier amor es amor bueno.

Desde la sombra

Grande es la sombra.

Yo la siento enredada en las manos

como una miel espesa.

Bajo la sombra no sabemos

si el camino se marcha o si regresa.

¡Ah, qué suaves son tus labios!°

El beso que acabamos de atrapar es tierno y majestuoso

como un gran árbol con un follaje nuevo.

No me digas nada:

Yo te contaré que hay besos puros y torpes.

Algunos tan ligeros que casi no son besos.

Otros tan violentos

que los labios se abren y florecen en sangre.

A veces me siento triste

porque las piedras no tienen labios, ni besos, ni palabras.

¿Cómo sientes mis manos?

Las has estrechado con las tuyas

y las has acercado a tus pechos.

Desnudos y tibios

los he sentido aletear como pájaros vivos

debajo de mis manos.

Para tenerte siempre

cortaré todas las flores de corola grande

y te haré con ellas un lecho.

Quemaré todos mis recuerdos, cuando llegue la noche,

para que no te molesten las espinas.

Cuando te duermas -desnuda entre las flores-

soñarás que te besa castamente un ángel o un dios.

Desvestido

La noche, deseosa, apenumbrada,

te quitó sin pensar las zapatillas…

y -por sentirse blanca y alumbrada-

desnudó blancamente tus rodillas.

Luego -por diversión, sin decir nada-

la noche se llevó tu blusa larga

y te arrancó la falda ensimismada

como una cosa tímida y amarga.

Después te colocaste travesura:

desnudaste tus pechos por ternura

y -hablando de un amor vago, inconexo-

Porque si y porque no, a medio reproche,

desnudaste también, entre la noche,

la noche pequeñita de tu sexo.

El parto

Mujer, toda mi sangre está presente

contigo en esa lucha que sostienes.

Contigo está mi amor incandescente

y en tu llanto y tu duelo me contienes.

Nunca en la vida estuve tan de prisa

tan lleno de relámpagos y ruegos,

como ahora que ha muerto tu sonrisa

y están con tu dolor todos los fuegos.

Nunca estuvo mi amor tan a tu lado,

nunca como esta noche de tortura

cuando sufre mi amor crucificado

en el mismo tablón de tu amargura.

Esta vida en silencio…

Esta vida en silencio

en la sombra desnuda.

cayendo, meditando,

de machacada y ebria se hace pura.

Flotas tú restregada

en el tronco y el nervio.

Blancos se abren tu voz,

el viento, el alma…

Porque esta vida es un milagro abierto…

Este sitio de angustia

Uno quisiera siempre tener su mano amiga,

su buen pan compañero, su dulce café, su

amigo inseparable para cada momento.

Quisiera no encontrar un solo fruto amargo,

una casa sangrando, un niño abandonado,

un anciano caído debajo del fracaso.

Pero a veces los días se ponen grises,

nos miran con miradas enemigas,

y se ríen de nosotros,

se burlan de nosotros,

nos enseñan cadáveres de jornaleros tristes,

de muchachas vencidas, de niños sin tinero.

Se mira uno las uñas, como haciéndose viejo,

encoge las rodillas para no perecer,

y nada, nada bueno agita las campanas,

nada bueno florece en los hombros del mundo.

Entonces es que uno llama al apio y le dice,

llama al rábano amargo y le dice también

que esta corteza de hombre debe ser un castigo,

un paisaje maldito donde el hombre no quiere,

no soporta vivir porque le sorben sangre,

porque le chupan sangre hasta dejarlo ciego.

Eternidad

Antepasado mío, hoy te he visto

gozoso, reencarnado en mis dos hijos.

La tarde olía a madurez y a mango.

Por las mejillas de mis niños

-dulce y amadamente- resbalabas.

He querido marcharme. Lo confieso…

He querido marcharme. Lo confieso.

Dejar esta tristeza sin quejidos

y buscar un dolor sin retroceso

que me peine el cabello con gemidos.

He querido arrancarme este gran peso

de tener los dos brazos encogidos

y no saber si voy o si regreso,

porque tengo los ojos entumidos.

Sin embargo, lo digo, me da miedo.

Hay llantos que me apuntan con el dedo

desde todos los sitios de tristeza.

Por eso aquí me tienes, recostado,

con el dolor pequeño y arrugado

mordiéndole la punta a la pereza.

Hombre

Soy hombre, he nacido,

tengo piel y esperanza.

Yo exijo, por lo tanto,

que me dejen usarlas.

No soy dios: soy un hombre

(como decir un alga).

Pero exijo calor en mis raíces,

almuerzo en mis entrañas.

no pido eternidades

llenas de estrellas blancas.

Pido ternura, cena,

silencio, pan y casa…

Soy hombre, es decir,

animal con palabras.

Y exijo, por lo tanto,

que me dejen usarlas.

Hoy mi vida no tiene peso alguno…

Hoy mi vida no tiene peso alguno:

es un viento, menos que un viento,

menos que una raya de luz.

Ahora ninguno puede serme oneroso.

No hay terrenos resquemores debajo de mi alma.

Mi sangre es una roja armonía viva.

Estoy en armonía con la brasa y la calma,

con la voz amorosa y la voz vengativa.

Parece que mis manos no existieran,

parece que mi cuerpo nadara en un agua inocente.

Como un viento desnudo de mi corazón se mece

y hace sonar campanadas dulcemente.

Invocación al fusil

Con toda la esperanza yo te amo,

con todo mi entusiasmo te maldigo,

con todo el peso de mi amor te odio,

con toda mi ternura te abomino.

Me confortas lo mismo que un abrazo,

me dueles y me sangras como un tiro,

amigo destructor como la muerte,

desgarrador, amado, aborrecido,

carne de piedra, corazón de tigre,

alma de pus, osario apocalíptico,

agua de amor, aborto del demonio,

hijo de Dios, repartidor de trigo,

verdugo de la paz, creador de paz,

esperanza del justo y del mendigo,

hijo de la traición, perro de presa,

padre de libertad, hermano mío.

Lechos de purificación

Los lechos son países deliciosos

donde sólo los seres elegidos

se pueden madurar. Desconocidos

se levantan de ellos los esposos

que los dioses protegen: silenciosos,

como después de ser purificados

con un agua divina; deslumbrados

como dulces terneros saludosos.

¡Ah, qué miedo me dan los que se alojan

en los lechos de amor y se remojan

en aguas de ternura hasta los huesos!

Qué miedo cuando surgen dulces, hondos,

transparentes y frescos hasta el fondo,

lavados con el agua de los besos…

Más que cualquier ciudad, es poderosa…

Más que cualquier ciudad, es poderosa

la ternura del hombre.

Más que cualquier camino, es caminante

la pisada del hombre.

Más que cualquier silencio, tranquiliza

lo piadoso del hombre.

Más que cualquier olor, es delicioso

el perfume del hombre.

Y más que cualquier dios, es creadora

la esperanza del hombre.

No persigo tu beso…

No persigo tu beso

aunque tu beso sea

como una

fiesta.

Ando en busca de un sitio

para hablar de la tierra,

de lo atado y lo libre,

del sueldo y de la mesa,

de Dios

y la protesta.

Ando tras una alianza

fraternal, pura, tierna,

que tú, amadamente,

representas.

Oración

Para este amor que entre ella y yo creamos,

y entre los dos cuidamos y crecimos,

y entre los dos también alimentamos,

un poquito de sangre te pedimos.

Corre dulce y alegre por la acera

y tiene el ojo lleno de entereza,

pero puede caer un día cualquierea

y quedar salpicado de tristeza.

Y se puede mojar en agua mala

y se puede enfermar de pulmonía

y se puede quedar en media sala

con la muerte clavada en la alegría.

Nosotros no podríamos ser felices

sin este amor de carne transparente:

nos matarían las grandes cicatrices

que nos puso el dolor sobre la frente.

Guárdanos este amor de ese siniestro

mal de muerte que ronda almacigales

para toda la vida. Padre nuestro

y Padre de los buenos animales!

Pequeño elogio de tu olor

De tierra fresca eres: En la noche

me hueles a terreno trabajado.

Tu olor de tierra en celo se me acerca

y me navega el cuerpo como un barco.

Olor a entraña viva, a tierra joven

cruzada de raíces como brazos.

Conozco bien tu olor. Lo reconozco

como casa que yo siempre habitara.

Palpo tu olor lo mismo que una fruta

y sé de que regiones se te escapa.

Huelen a tierra húmeda tus ojos.

Huelen a tierra fresca tus espaldas.

Huelen a tierra negra tus cabellos.

A tierra sembradía huele tu alma.

A tierra fertilísima tu vientre.

Tu boca a tierra de caverna cálida.

A tierra florecida tus dos pechos.

Huele tu pubis como tierra arada.

Por tu voy a ti y eres entonces

mi tierra más cercana y más querida.

Te siembro la semilla de mi beso,

la semilla infantil de mi alegría

y juntos somos una yunta alegre:

la tierra fresca tú. La tierra viva;

yo el sembrador que siembra entusiasmado

y acaba él mismo haciéndose semilla.

Poema para ti

Desde que el primer hijo -en noche de tortura-

se desprendió de ti como un brazo viviente,

la carne se te ha hecho una fruta madura

y el amor como un pan se te ve y se te siente.

Tus mejillas se han vuelto suaves como pañales,

la voz se te ha llenado de ternuras y almohadas,

palpitan en tus ojos dos tiernos animales

y son como dos sombras tus manos sosegadas…

¡Qué duro estar prensado sin remedio!

Qué duro estar prensado sin remedio

entre los muebles tristes de la pena!

Sacar de todas partes tedio y tedio

como un innumerable mar de arena…

Qué duro ir por la vida haciendo sueños

y encontrárselos todos en el suelo,

andrajosos, sin alma, pedigüeños,

como un largo telón de desconsuelo…

Y qué duro caer sobre una cama

donde nadie nos mira ni nos ama,

donde sólo la sábana se mueve!

Y qué duro pensar que no hay remedio,

que aquí y allá no brota siempre el tedio

como una nube gris que llueve y llueve!

Recuéstate a mi brazo…

Recuéstate a mi brazo.

La sangre que por mis venas se desliza

posee, algunas veces, deliciosos secretos.

Afuera son las cinco de la tarde,

pero en mi alma se han quedado inmóviles las horas.

Y no olvides

que he recogido todo el fuego de la tierra

para entibiar las casas que tú habites

y calentarte el alma en las noches de lluvia.

Resurrección

Esta noche sedienta yo me he preguntado

quién eres y quién eres.

Porqué es triste tu carne como un leño apagado

y porqué tienes llena la boca de alfileres.

Y despacio, esta noche yo te he separado

como un árbol de amor, de las demás mujeres,

y haciendo de mi sangre un agua he bautizado

con ella tus angustias y placeres.

Y le he dicho a la muerte que no puede matarme!

Y le he dicho a la vida que no puede vencerme!

Y le he dicho a la tierra que si logra enterrarme,

a donde ella me entierre tú irás a recogerme!

Y le he dicho a la nada que si logra apagarme,

tú, con tus grandes besos, volverás a encenderme!

Salmo de las maderas

Hay maderas oscuras y profundas

como tus ojos y tus cabellos.

Porque tus ojos y tus cabellos son

como maderas profundas y charoladas.

Hay maderas suaves y livianas

como tu piel y tu alegría.

Porque tu piel y tu alegría son

como maderas suaves y livianas.

Hay maderas recias y macizas

como tus piernas y tus espaldas.

Porque tus piernas y tus espaldas son

como maderas recias y macizas.

Hay maderas húmedas y rojas

como la piel de tus labios y de tu lengua.

Porque la piel de tus labios y de tu lengua es

como una madera roja y empapada de savia.

Hay maderas olorosas y vivas

como el olor de tu cuerpo.

Porque el olor de tu cuerpo es

como el olor de las maderas

cortadas en los tiempos de lluvias.

Hay maderas que al ser trabajadas

dan notas musicales y perfectas.

Tu amor es una nota musical y perfecta

como el sonido que dan ciertas maderas

cuando son trabajadas.

Hay maderas que se quejan en las noches de lluvia

y en las tardes de tormenta.

Porque eres triste, y esto te embellece y purifica,

te pareces a esas maderas que se quejan

en las noches de lluvia y en las tardes de tormenta.

Hay maderas que tienen un sabor y perfume

tan propios que, cuando se las huele o se las besa,

ya no son olvidadas nunca más en la vida.

Porque eres fatalmente inolvidable,

te pareces a esas maderas que se recuerdan

hasta la muerte cuando se las huele o se las besa.

Salmo desolado

¡Qué ganas de llorar sobre la cama!

¡Qué ganas de gritar sobre la almohada!

¡Qué ganas de sentir que tú me llamas

como llama una niña abandonada… !

¡Qué ganas de decirte en el oído

que mi amor es un poco de agua hirviendo

que hierve más y más hasta el gemido,

que hierve hasta quedarse maldiciendo!

¡Qué ganas de decirte que te quiero

con ojos de rencor o lagrimeados…

Qué ganas de tener un cancionero

para cantarte todos los pecados!

¡Y qué ganas de ser viento errabundo

para llegarte al cuerpo enamorado

y meter las dos manos en el mundo

hasta tocarte el borde del costado!

Silencios

Muere un amor en mitad de la esperanza

y un silencio sepulta su cadáver de pájaro.

Sangra una niña herida sobre un lecho lúbrico

y un silencio se esconde entre los trapos.

Degüellan un muchacho en una patria

y un silencio se oculta en sus zapatos

Cogen la libertad, la escupen, la desangran,

y un silencio terrible cierra los campanarios.

Alguien pone candados en los libros

y un silencio se aprieta en los armarios.

Fusilan un patriota en un rincón oscuro

y un silencio se fuga sobre los techos blancos.

Un millón de niñitos se nos muere de hambre

y un silencio se duerme contemplándolos.

Sombras

Sombras, éramos sombras.

Sombras dulces en la sombra.

Sombras blandiendo su angustia

y su pesantez de roca.

Sombras vivas aguzando

al desnudar su congoja.

Sombras deshechas a vientos;

de fuego en la sangre, sombras.

Sombras suaves en tu dedo;

sombra hacia mi nervio, roja;

sombras de sombras uniéndonos;

sombras de sombra en la sombra.

Soneto imprevisto

Esposa, esta noche yo me he preguntado

quién eres y quién eres.

Por qué es triste tu cara como un fuego apagado

y por qué tienes llena la boca de alfileres.

Esposa, esta noche yo te he separado

como un árbol de amor de las demás mujeres

y haciendo de mi amor un caldo he bautizado

con él tus alegrías, tus gritos, tus placeres.

Y le he dicho a la muerte que no puede matarme.

Y le he dicho a la vida que no puede vencerme.

Y le he dicho a la tierra que si logra enterrarme

de donde ella me ponga tú irás a recogerme.

Y le he dicho a la nada que si logra apagarme tú,

con tus grandes besos, volverás a encenderme.

Te tendiste de nuevo…

Te tendiste de nuevo

en estas largas soledades mías

Para sufrir por siempre

mi tristeza.

Ya no puedes fugarte

de estos muros,

aunque te duelan todas mis caricias,

y te hiera la piel

un fuego muerto.

Tendidos bajo sueño

Era grande la noche. Estábamos en ella

con todos los impulsos dispuestos para el beso.

Se quemó el filamento de la única estrella

y un cosquilleo eléctrico nos palpitó en los huesos.

La luna se estiraba como una gata en celo.

La tierra tomó un hondo tibior de carne abierta.

Docenas de emociones cayeron en tu pelo.

Nos hallamos, de pronto, con la alegría despierta.

Dios se encogió de un golpe y se escondió en tu traje.

El pájaro del miedo se nos fue del paisaje.

Olvidamos el alma y el pecado.

Todo nos dejó solos: la luna y el vestido.

La noche era profunda como un lecho mullido.

Tengo triste la boca. El cuerpo. Todo…

Tengo triste la boca. El cuerpo. Todo.

Nada cambia en la tierra sin embargo.

El lodo amarillento siempre es lodo

y el camino mas largo es el más largo.

Duele mucho encontrarse uno tan triste

y que nada comparta la tristeza…

Parece que la voz no nos existe

para escupir todo esto que nos pesa.

Uno mira la tierra y le parece

que se ha vuelto estropajo de agonía.

Que todo, hasta la vida palidece…

Sin embargo uno sabe que no existe

sino lo que ha existido día con día…

Y entonces es más triste el estar triste!

Tierra fresca y mojada…

Tierra fresca y mojada,

tierra seca y ardiendo,

te he de llevar amada,

te he de llevar sufriendo.

Te he de llevar prendida

con mecates y abrazos

como un saco de vida

apretado en los brazos.

Y nunca he de dejarte

porque lloras o sudas,

porque sabes negarte

o porque te desnudas.

Iremos paso a paso,

te llevaré conmigo

colgada de mi brazo

como un dulce castigo.

Y aunque dudes o creas,

aunque sangres o rías,

irás entre poleas

junto a mis alegrías,

soñando que chispeas,

soñando que te enfrías…

Yo no sabría decirte por qué amo…

Yo no sabría decirte por qué amo

a todos los niños muertos,

a todos los ancianos

y a todos los enfermos.

Puede ser que mi alma sea tan blanda

que me la curve el viento.

Puede ser que yo escuche

la soledad de los que están muriendo.

Yo amo simplemente, hermana mía,

como si amar fue mi oficio eterno.

En este mismo instante yo te amo.

Amo tu voz, tu amor, tu pelo,

y sin embargo no sabría decirte

por qué llevo tu rostro

calado entre mis huesos…

Yo amo simplemente, hermana mía,

como si amar fuera mi oficio eterno.

Yo quiero estar desnudo…

Yo quiero estar desnudo, Dios, mi boca

se quiere desnudar como una loca,

quitarse la palabra que le has dado.

Mi corazón, mi vida, mi costado

se quieren desnudar también de todo.

Se quieren arrancar el viejo modo

de caminar por esta tierra triste;

ser como una mujer que se desviste

a pesar del calor, del miedo y todo!

Me quiero desnudar, Señor, del miedo

de no saber por qué me duele el dedo

cuando pienso en la muerte sin motivo.

Yo quiero estar desnudo más que vivo,

desnudo de rencor, de piel, de frente,

tener un corazón desnudo y rudo.

Cuando la muerte venga de repente

hallarme más desnudo que el desnudo.