Category Archives: Cuba

Heredia, José María de

José María de Heredia (Cuba-Francia 1842-1905)

Poeta, dramaturgo y crítico francés, nacido en Cuba en 1842.

Hijo de padre cubano y madre francesa, recibió educación primaria en el colegio Saint Vincent de Senlis de Paris. De regreso a La Habana en 1851, escribió los primeros versos en francés, y ante la imposibilidad de iniciar la carrera de Derecho, regresó a Francia donde impresionado por la obra de Leconte de Lisle, ingresó al movimiento parnasiano constituyéndose en uno de sus principales representantes.

En 1893 publicó una colección de sonetos “Los trofeos”,

considerada su máxima obra, y en 1894 la “Historia de la Monja Alfére”, memorias de Catalina de Erauso.

Fue Oficial de la Legión de Honor, y miembro de número de la Academia Francesa desde 1894.

Falleció en Houdan, Francia, en 1905.

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Guillén, Nicolás

Reseña biográfica

Poeta cubano nacido en Camagüey en 1902.

Desde muy joven se inclinó por las actividades culturales y políticas de su país, ocupando cargos importantes en la diplomacia a raíz del triunfo de la revolución cubana.

Su inclinación posmodernista y vanguardista lo convirtió en el autor más destacado de la poesía afro-antillana.

Su obra poética se inició con «Motivos de Son» en 1930 y «Sóngoro Cosongo» en 1931. Luego aparecieron los siguientes títulos:

«El son Entero», «La paloma de vuelo popular», «Tengo», «Poemas de amor», «El gran Zoo» y «Por el mar de las Antillas anda un barco de papel».

Falleció en 1989. Continue reading

García Marruz, Fina

Reseña biográfica

Poeta cubana nacida en La Habana en 1923.

Publicó sus primeros poemas en la década de los años cuarenta haciendo parte del grupo «Orígenes» al que también pertenecía su esposo Cintio Vitier.

En 1961 obtuvo el doctorado en Ciencias Sociales dedicándose desde entonces a la investigación literaria, colaborando con distintos medios en el campo de la poesía, el ensayo y la críticas literaria.

Su poesía ha sido traducida a diferentes idiomas obteniendo varios galardones entre los que se destacan: «La Orden Alejo Carpentier, la medalla «30 Aniversario de la Academia de Ciencias de Cuba», la «Medalla Fernando Ortiz» y «El Premio de Poesía Pablo Neruda» en 2007.

Entre sus publicaciones figuran: «Visitaciones» en 1970, «Viaje a Nicaragua» en 1987 y «Créditos de Charlot» en 1990 con el que obtuvo el Premio Nacional de la Crítica.

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Florit, Eugenio

Reseña biográfica

Poeta cubano nacido en Madrid en 1903.

Hijo de padre español y madre cubana, desde temprana edad residió junto a su familia en La Habana, donde transcurrió su formación académica y su creación literaria, convirtiéndose en uno de los autores más trascendentes de la lírica cubana.

Colaboró junto a Cintio Vitier y Eliseo Diego en varias publicaciones y actividades literarias de la Isla, hasta 1940 cuando se trasladó a Estados Unidos donde vivió hasta su muerte en el año 2000.

Nueva York fue el escenario de casi todo su trabajo como ensayista, crítico literario y traductor. En los cursos de la Escuela de Verano de Middlebury, en Vermont, trabó amistad con Jorge Guillén, Luis Cernuda y Pedro Salinas, ayudando a formar a numerosos estudiantes y promoviendo actividades culturales a través del Instituto Hispánico.

De su obra se destacan «Trópico» 1930, «Conversación a mi padre» 1949, «Asonante final» y «Lo que que queda» en 1995.

Recibió en 1994 el premio Fray Luis de León, de la Universidad de Pontificia de Salamanca y el Premio Mitre, concedido por The Hispanic Society of America, en Nueva York. En 1991, 1994 y 1995 fue uno de los tres candidatos presentados para el Premio Cervantes de ese año por la Academia Norteamericana de la Lengua Española.

Falleció en Nueva York en el año 2000. Continue reading

Fernández Retamar, Roberto

Reseña biográfica

Poeta cubano nacido en La Habana en 1930.

Se licenció en Filosofía y Letras y luego se doctoró en La Sorbona y en la Universidad de Londres. Fue invitado por la Universidad de Yale para ofrecer un curso sobre Literatura hispanoamericana y dictó conferencias sobre Literatura hispanoamericana en las universidades de Praga y Bratislava.

Además de haber ocupado algunos cargos políticos, ha dirigido las publicaciones Nueva Revista Cubana 1959-60 y Casa de las Américas desde 1965.

Obtuvo el Premio Nacional de Poesía por su libro «Patrias» en 1951, el Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío, el Premio Internacional de Poesía Nikola Vaptsarov de Bulgaria, el Premio Internacional de Poesía Pérez Bonalde, de Argentina, el Premio de la Crítica Literaria por «Aquí» en 1996 y la Medalla oficial de las Artes y las Letras, otorgada en Francia, en 1998.

De su obra poética también merecen destacarse: «Vuelta de la antigua esperanza», «Con las mismas manos», «Buena suerte viviendo» y «Qué veremos arder». Continue reading

Caulfield, Carlota

Reseña biográfica

Poeta cubana de origen irlandés nacida en La Habana en 1953.

Recibió la Licenciatura en Historia y Filosofía en la Universidad de La Habana.

Decidió viajar inicialmente a Europa estableciéndose en Doublin y Zurich, para radicarse luego en forma definitiva en Estados Unidos donde obtuvo un Master en Literatura española y latinoamericana por la Universidad de San Francisco, y el Ph.D en Filosofía y Letras por Tulane University con la tesis “Entre el alef y la mandorla: poética, erótica y mística en la obra de José Angel Valente”.

En la actualidad es profesora del programa de Estudios Hispánicos del Mills College de Okland, California.

Entre los premios obtenidos se destacan:

Premio Internacional Ultimo Novecento, Pisa, 1988,

Premio Internacional Riccardo Marchi-Torre dei Calafuria Italia, 1995, Mención de Honor Latino Literature Prize en Nueva York 1997, Primer Premio de Poesía Dulce María Loynaz 2002.

Es autora de «Fanaim» en 1984, «Oscuridad divina» 1987, «A veces me llamo infancia» 1985, «El tiempo es una mujer que espera» 1986, «Polvo de Angel» 1990, «Libro de los XXXIX escalones» 1995, «A las puertas del papel con amoroso fuego» en 1996, y «Autorretrato en ojo ajeno» 2001.

A VECES ME LLAMO INFANCIA

Y miré hacia atrás contenta

de estar lejos de todo

engrandeciendo los recuerdos

convertida en poeta.

Y estaba allí sola pensando

allí sola me quedaré.

ÁUREO OJO EL ORIGEN

Dos amantes caminan por un muro húmedo

y aparece frente a ellos una ciudad.

Suave es el animal que abre su mirar,

disuelve su respiración

y se desnuda entre espacios sin límites.

-Te dejaré pacer en mis mejillas,

mientras una gota de agua fresca trae consigo

un olor a este mismo instante.

AUTORRETRATO EN EL ESPEJO CONVEXO

En el cuadro hay un niño sonámbulo, pero no se puede

saber si camina o vuela. El movimiento de la retina

no quiere terminar el juego de lo que reposa o se alza.

El hilo de luz crea una transparencia en la mano que hace

ver su anillo. Parmigianino es capaz de refractarse.

En el cuadro hay una niña sonámbula,

pero no se puede saber si camina o vuela.

Convergencias. Fluir desde el riesgo de una mañana

anónima. Los niños entran en la cámara lúcida y se

dan la mano. Un día nos veremos al otro lado del

prisma, abriéndonos caminos en territorios lúdicos.

Habítame en ellos.

CARTA DE CAMILLA DE PISA A FRANCESCO DEL NERO

Traducción libre

¡Que Dios castigue con toda clase de castigos a esa mujer que en este mismo instante posee aquello que me es más querido en este siglo XVI! Maldigo las noches y todos los instantes que pasas en otros brazos que no son los míos. Malditos sean los besos y todos los actos que me causan tanto dolor. Dios mío, dame paciencia.

No hay nada que yo pueda hacer.

CARTA DE LUCRECIA BORGIA A SU CONFESOR

Padre, si usted fuera mujer

entendería las razones

y no me haría decir tantas avemarías

Padre, ¿no se da cuenta?

mi castigo de ahora

es libertad en el siglo XX.

CARTA DE UNA VIRGEN DEL SOL A SU AMANTE

Para Abraham

En una tinaja

escondo el quipú

con la historia

y los sonidos

de nuestros besos.

Querido mio,

Guarda bien la cinta de mi talle.

Piensa en mi pelo y en sus adornos.

Yo pienso en ti y te aseguro

que muy prontico sobornaré a mamaogro

para seguir tejiendo de colores tu cuerpo a mi cuerpo.

CON MI RUECA

No reconozco mi color.

En Alejandría perdí mi sombra

y toda apariencia de ciudad

ha sido belleza de lo inútil.

Todas mis coartadas sólo

sirvieron para estrechar

los lazos con la muerte.

Mi cuerpo encuadernado de lino

y la operación final

de enrollar mis venas.

FILTRI D’AMORE

miel en todos los panes

miel en todas las bocas

miel en ti, amado mío,

con una pizca de canela,

y una cucharadita de vainilla.

LA MANO EN EL AIRE

Se extiende la escritura desatada

ante los espejos del cuerpo.

Las imágenes son pródigas

y el chispazo delicado del gozo

se cierran sobre la cintura

mientras se declara disidente.

Con fragmentos se construye el ánfora.

El descenso de la rueda termina.

La luz se hace forja

en su reflejo anónimo.

Cuando llegue el día

en que esté terminada

la forma entrará como aire

y un abrazador torrente

será murmullo.

De Giuseppe Arcimboldo

se ha dicho

que inventaba rompecabezas.

De “Polvo de Angel”

LIBRO DE LOS 39 ESCALONES

1

En los espejos

diez esferas y diez decires

especulan a libro abierto:

la luz del ojo brota de la pupila

de la siempre sorprendida.

2

Pintar el mundo al revés

es recordar:

la risa del rey estalla

sobre la corona y la volatiliza.

El camino lleva a Gerona.

3

Las letras se combinan

con agua, tierra, madera,

piedras, cañas y hierro:

mientras Belleza juega

llegaré al observatorio.

4

En el universo de las notas

la armonía se define

en el peor dibujo del triángulo:

soy Antonello da Messina,

el de las trampas visuales.

5

Baúl abierto de las sustancias.

Viaje en círculos de lo que creo es.

Las pirámides, los rombos y los hexágonos

se divierten con la flor:

trazo lo oscuro y el poema se imagina luz.

6

Emana la sombra de la forma

y de la forma las desapariciones.

Mientras más se mira menos se ve:

la síntesis de todo y su opuesto

es llama propia en el interior del baúl.

7

El tejido de esencias

se hace ave, rombo y espiral.

Los sueños maduran entre los hilos

de la clave de sol hecha semilla:

el libro mudo es reflexión de azar.

8

El tiempo reposa en su apariencia

y las que soy yo viven en las paredes:

el juego de manos se resume

en un teclado que ríe peligros.

Quiero que la silla abra su nido.

9

Sin querer parecerse a nadie,

sin ser nadie,

se llega al silencio

que se parece a todo y es todo:

bordo el manto terrestre.

10

Cuando de apariciones se trata

los ojos y el alma forman el reino.

Cuando se habla de desapariciones

la consonancia se disuelve en el espejo:

dime si es hora de trazarte.

11

La niñez es una caravana sin eje:

en el medio del cero

la semilla de mostaza camina a paso lento.

Mi proceso de iniciación fue

un peregrinaje a la memoria.

12

Para emprender la búsqueda

no vale lanzarse tras el espejo:

abandona tu nave en la humedad del puerto

que el viento es favorable

y la ribera quietud y visión interior.

13

Los profetas ya no están

y los sabios son ausencia:

los sueños son ahora profetas y sabios

bienaventurados en tus santuarios

de 32 pilares matemáticos.

14

Angelo Milfastos en tu barquito pintado

ibas a dejar caer tu cuchillo en el agua:

el mundo se despoja de los ojos

y el microcosmos nos levanta por el aire.

Sin títulos me muevo por el pabellón de los cangrejos.

15

Regresamos a la fuente de los sueños y vemos las voces:

leámosnos hasta la saciedad

(desterremos el color azul y seamos astutos)

despiértenos la música, cantemos el “Lekha Dodi”

en la armonía del telar de las hadas celtas.

16

Si la jornada está hecha de metáforas.

viajemos con el vagabundo, carta del tarot o cuadro:

no hay criatura más preciosa que un gato

para el alma volar tras su memoria.

Dentro de la visita al pasado margino preceptos.

17

El boceto de nuestras caras son dos espejos de mano

con nuestras manos enlazadas en el banquito del mar:

el primer beso anida en el majestuoso gigante pasado.

Amamos las cosas imbuidas de misterio.

El tesoro tiene el prestigio de lo inaccesible.

18

En el encuentro nos vimos y no sabemos quién es quién:

somos dos y una entidad que tras la pared se escurre del cofre.

Tus ojos son mis ojos que escuchan,

tras la lámpara, el poema “Zum Storchen” de Paul Celan

y recuerdan que un día también fuimos Paracelso.

19

El fragmento de arriba está timbrado

por el Splendor Solis :

campanitas, banderas, capillas, ruedas dentadas.

Si seguimos la Vía Seca o la Vía Húmeda

seremos adeptos de la nada.

20

Las planchas del espejo

contienen nuestros signos zodiacales.

Veámonos las caras de león, de cabra,

de cangrejo, de pavo real y de pez:

la magia musical es mi propósito.

21

Volemos con el papalote que nos da Remedios:

ya salimos a la calle en el tandem de huesos de pollo.

En cuanto al simbolismo del texto,

digamos que tiene un valor aproximado

de chorro de leche que cae al mar.

22

Salgo del sicoanalista con mi traje verde

después de recoger las Doce Llaves de Basilio Valentín:

el doctor Jung me ha aconsejado que con la última llave

abra el laboratorio en cuyo centro está mi padre

junto al león que vomita la serpiente.

23

La iconografía del pelo nos permite pasearnos

con la certeza de que el viaje es más seguro.

Llegaremos a tiempo para que la presencia inesperada

nos acaricie la espalda con su lengua:

ignoremos el encuadre y entremos.

24

La mímesis que Hölderlin me confió

está otra vez de verde:

me siento y me vuelvo

el eje de los secretos quiméricos

bajo la mirada de Amach.

25

Nunca antes habíamos salido a cazar estrellas.

Alguien te habló del Uno-Todo y de la constelación no vista:

la piedra blanca muerde a la piedra roja

y vemos con el anteojo cómo el dragón enano

abreva en la fuente.

26

De Zürich a Venecia volamos

en un tren sombrilla:

nuestro prestigio está en el azar y el peligro.

La metáfora del camino nos ofrece

el tejido secreto de los orfebres, y no me olvides.

27

La ruptura del círculo vicioso lleva a la infancia:

mi aro me hace hablar de juegos y de fuegos

en el ojo absoluto de lo súbito.

En el cuadro se yergue un susurro -nazco de nuevo

con la luna enlazada a la copa que mira.

28

Los tratados árabes y sus recetas sobre la coloración del vidrio

son caminos visionarios que alcanzan la salida:

Jan van Eyck descubrió una fórmula de pintura al óleo

y tú llevas el mortero del alquimista al cuello.

Llamarte es la vivacidad de mi pelo enlazado al astro.

29

Dejémos las espirales y recorramos el palacio

que más allá del mundo está sin historia:

Fray Luis de Granada tiene un libro de maravillas

con hilos en la creación de mi destino

en aquellos otros muros.

30

En el viaje circular toda superioridad

se pone en tela de juicio:

da validez a tu lectura y ascendamos al Monte Análogo.

Si rompemos el círculo vicioso inventaremos

la totalidad y el vacío de nuestro itinerario.

31

Llegó la huida y nos confundieron con los emigrantes

en el trasmundo de mi exilio sin reino:

yo, como la malabarista, he hecho prodigios

ante una multitud insensible a mi acto de vuelo y

a mis inscripciones del “centro en el triángulo del centro”.

32

De idénticos hilos es mi afán de belleza

desde que se desbordó el festejo del Sechseläuten:

encontrar tu luz en la nota de San Pedro

fue cambiar mi horario gremial, desfilar con los niños

y dejar que mi traje histórico terminara solo el cortejo.

33

De la visita a la catedral he salido

como un esqueleto y su clepsidra y su flecha:

toda mortificación ha sido necesaria para el éxito.

La tríada elemental se imagina pierna entre árboles

mientras soy media luna de plata unida al león verde.

34

Gozo de trajes alusivos y de nueve meses simbólicos

entre el espacio poético y los dibujos interiores.

La escritura es una visita inesperada, hilillo fino:

“Veo prodigios que me maravillan” y confundo la historia

de la catabasis hacia el reino de Hades con la del enano.

35

Tejemos con las agujas de nuestras plumas

y brindamos “Au bonheur des dames” con alambiques estelares:

las manipulaciones del pincel satisfacen mis impulsos

de un país de los locos sobre un caballo de cartón.

El Libro de San Cipriano bebe del espejo que escucha.

36

Mi casa tiene una cocina y un laboratorio

y una despedida de varias puertas

y un viaje ansioso de De Chirico

y el paraíso de los gatos:

Belleza busca en la memoria de mi mundo alterno.

37

La tejedora de Verona me ha escrito

una carta en metal bienaventurado de Praga:

los gabinetes de curiosidades de Rodolfo II

aún contienen cabezas compuestas y versos sueltos.

-Ámame poco, pero continúa, dice el tesoro.

38

-¡Cuéntame una mentira que he de contarte

otra más grande!, dice el hada gallega

con su alegría de siempre, y me canta

aquella cantiga que nadie nunca pudo aprender:

el huso y la rueca nos hilan a lo que estaba escrito.

39

Y si mis escalones a cada rato se transmutan

es porque un cierta Tabla de Esmeralda

se ha apoderado de las válvulas de mi corazón:

entre Tuatha de Dannan y aguafuertes de islas:

cada texto es dueño de su propia red, y “todo es uno”.

LLAVES PARA SUBIR LOS 39 ESCALONES

1- 2- 3-. Juegos alquímicos, memorias de tesoros de Alvaro Cunqueiro y un viaje al observatorio de Julio Cortázar. Un escuchar y decir con Abraham Abulafia (Zaragoza 1240-Barcelona 1292) y la Cábala profética. El camino hacia la judería de Gerona en el siglo XIII: el punto de llegada, el call y la casa de Jonáh. Hay que agregar algunas manipulaciones: calcinación, congelación, coagulación, disolución, digestión, destilación, sublimación, fermentación y desgarración. La Belleza fue una criatura de pelaje beato y quieto (que perdí, que lloré y aún lloro). Podemos añadir con Valle-Inclán: “La belleza es la intuición de la unidad, y sus caminos, los místicos caminos de Dios” entre lámparas maravillosas y preludios de éxtasis.

4. “Armonía”, 1956 (Oleo sobre masonite). Remedios Varo escribió sobre su cuadro: “El personaje está tratando de encontrar el hilo invisible que une todas las cosas, por eso, en un pentagrama de hilos de metal, ensarta toda clase de objetos, desde el más simple hasta un papelito conteniendo una fórmula matemática que es ya en sí un cúmulo de cosas…” (Octavio Paz – Roger Callois, Remedios Varo). Una visita al estudio de San Jerónimo con Antonello Da Messina (c.1430-1479) me lleva a jugar al trompe d’oeil, a darme un paseo por Venecia y a descubrir dónde estás león que no te veo. De mi mano salió la cara de Lautréamont.

5. Más armonía y un encuentro con la mujer-lechuza de “La creación de las aves”, 1958 (Oleo sobre masonite). ¿De qué flor se trata aquí? ¿Acaso de la rosa mística?

6. “Encuentro”, 1959 (Oleo sobre tela). Una mujer abre un cofre y se encuentra que éste contiene su doble, ¡vaya sorpresa!

7. Otro mirar (o remirar) la “Armonía” y “La creación de las aves”. tejer, ser, deshacer y dejar de ser. Semilla, mandorla, el espacio de la creación.

8. “Mimetismo”, 1960 (Oleo sobre masonite). Varo escribió sobre su cuadro: “Esa señora quedó tanto rato pensativa e inmóvil que se está transformando en sillón, la carne se le ha puesto igual que la tela del sillón y las manos y pies ya son de madera torneada…”

9. “Bordando el manto terrestre”, 1961 (Oleo sobre masonite). Una muchacha teje su salvación, escapa de lo impuesto y huye con su amado.

10. “Los amantes”, 1963 (Mixta sobre cartulina). El alquimista confundía incesantemente la imaginación con sus experiencias físicas: el amor es una alquimia bien extraña que lo confunde todo.

11. “Caravana”, 1955 (Oleo sobre masonite). Vuelta a la semilla, recordar, ver la infancia, verme y querer siempre ser la niña de pocos años que fui, al lado de mi madre y de mi padre, en aquellos días felices de La Habana, entre mar, y puertas, y miedos a la oscuridad, y sonambulismo.

12. “El Tiempo era un vasto mar que me tragaba, y de su seno angustioso y tenebroso mi alma salía cubierta de recuerdos como si hubiese vivido mil años” (Valle-Inclán, La lámpara maravillosa).

Quietismo, contemplación, si se llega al puerto se acaba “el oficio de la vela y el remo”, por eso quiero ser “Sindbad” y tal vez mañana el sol y me voy a Dublín, y a México, donde haremos muchas cosas, hasta morir, pero un día 7, Gilberto Owen.

13. Tratado hermético ilustrado del siglo XIV, Aurora consurgens. Me valgo del manuscrito de Zürich (Zentralbibliothek, Codex Rhenovacenses, 172).

14. “Retrato del barón Angelo Milfastos cuando era niño” (Lápiz en papel).

15. Dice el Zohar que soñar “en azul” es un mal presagio. Isaac Luria, brillante pensador judío del siglo XVI, fue un apasionado de la canción “Lekha Dodi” (“Ven, mi amada”), escrita por Salomón Alkabez. Lo de la armonía del telar es asunto de Cunqueiro.

16. “Vagabundo”, 1958 (Oleo sobre masonite). El Bosco deja la baraja de “El loco”, inocente tocado por los dioses, que encuentra siempre el tesoro.

17. “Los amantes”, 1963 (Mixta sobre cartulina).

18. “Zürich, Zum Storchen” y los versos de Celan que más me gustan: “Dein Aug sah mir zu, sah hinweg, / dein Mund / sprach sich dem Aug zu, ich hörte:” Al suizo Paracelso (1493-1541) le gustaba pasearse, mientras rumiaba sus alquimifilosofías y hablaba de las bacterias, por los portales de la Herberge zum Storchen. También yo, en 1981, 1988, 1989, 1991 y 1993 he rumiado tratados esotéricos por esos portales suizos.

19. Ocupémonos ahora del Splendor solis, obra maestra de los manuscritos alquímicos. Escrito por Salomón Trismonin, el libro narra las aventuras del alquimista, en el siglo XV, en la búsqueda de la Piedra Filosofal. La Gran Obra alquímica podía tener lugar por dos vías: la seca o la húmeda.

20. Serie de grabados alquímicos dedicados al bestiario hermético. Para reproducciones véase Arte y alquimia de Van Lennep.

21. “Retrato de los niños Andrea y Lorenzo Villaseñor”, 1957 (Oleo sobre masonite). También los papalotes son símbolos de la ascensión espiritual en la filosofía china. En cuanto al “Tandem”, además de cierta aventura mía en la que me monté en una de esas bicicletas curiosas, una tarde de una tarde de Barcelona, se trata aquí de “De Homo Rodans”, escultura de Varo, hecha con huesos de pescado, de pollo, de pavo y alambre. En cuanto al simbolismo del texto (y de todo el libro), búscalo tú.

22. “Mujer saliendo del psicoanalista”, 1961 (Oleo sobre tela). Varo escribió sobre su cuadro: “Esta señora sale del psicoanalista arrojando a un pozo la cabeza de su padre (como es correcto hacer al salir del psicoanalista). En el cesto lleva otros desperdicios psicológicos: un reloj, símbolo del temor de llegar tarde, etc. El doctor se llama Dr. FJA (Freud, Jung, Adler)”. Las Doce Llaves es un tratado alquímico que se basa en grabados simbólicos. La primera edición apareció en Alemania en 1599 con el título de Zwölff Schlüssel. Basilio Valentín, su autor, fue un monje del siglo XV.

23. “Locomoción capilar”, 1960 (Oleo sobre masonite). También imaginemos lo que es una “Presencia inesperada”, 1959 (Oleo sobre masonite).

24. “Mímesis”, 1960 (Oleo sobre masonite). Juego de bellezas griegas, Hiperión y recuerdos de cuando Hölderlin (1770-1843) me llevó a estudiar alemán. “Amach” es vocablo irlandés que significa “estar afuera”, y así se llama mi gato.

25. El Uno-Todo es aquí un andrógino, criatura soñada y soñante, así como el Foco Universal. Para los alquimistas, la piedra blanca era capaz de transformar cualquier metal en plata, mientras que la piedra roja lograba transmutar los metales innobles en oro. Ese dragón enano que mata su sed en la fuente vive en un grabado alquímico.

26. El “tren sombrilla” está en el cuadro “La huida”, 1962 (Oleo sobre masonite) donde ella y él escapan en un curioso vehículo (objeto maravilloso surrealista) hacia el infinito. Es también un tren que sale de Zürich (Via Gotthard-Chiasso-Milano) a Venecia.

27. Tres cuadros de Varo se unen aquí: “Cazadora de astros”, 1956 (Mixta sobre papel), “Nacer de nuevo”, 1960 (Oleo sobre masonite) y “La llamada”, 1961 (Oleo sobre masonite).

28. De nuevo “La llamada”, 1961 (Oleo sobre masonite). Y Van Eyck (1390-1441), con sus cuadros “Hombre con turbante rojo” y “Retrato de bodas”.

29. De Fray Luis de Granada, su pequeño poema en prosa sobre la creación, escrito en el siglo XVI, Maravilla del Mundo: “Mas volviendo a la hermosura desta ave, dijimos haberla el Criador fabricado tan hermosa que por ella levantásemos nuestro espíritu a la contemplación de la hermosura del que para este fin la crió”.

30. Nerval escribió: “Un vago soplo exhalan vagabundas esferas…” y si entramos en la conspiración del círculo podemos jugar a ser uroboros y vernos Uno-todo. Cuadro de Varo: “Ascensión al Monte Análogo”, 1960 (Oleo sobre triplay). Debemos incluir “Rompiendo el círculo vicioso”, 1962 (Técnica mixta).

31. Escapar, huir, dejar atrás: “El malabarista”, 1956 (Oleo sobre masonite). En la villa italiana Palombara, que fue morada de un rosacruz, había una puerta hermética, la porta magica, llevada a la Piazza Vittorio Emmanuele. Esta “puerta” está llena de inscripciones y signos alquímicos, y podemos leer en ella: “El centro en el triángulo del centro”.

32. Belleza, emoción pura, se paseó por las calles de Zürich al comienzo de la primavera y celebró en el tercer lunes de abril la quema del muñeco de paja llamado Böögg a las seis de la tarde en Bellevue. Si de San Pedro se trata, yo siempre estoy con el oído abierto a los tonos del órgano y del reloj con la esfera más grande de Europa.

33. Otra vez los grabados alquímicos y un ir-venir por los ojos de otro.

34. Proceso alquímico, descenso, experimentación, cuerpo tatuado por las llamas, Angel Dust.

35. Si no sabemos tejer, brindemos “Au bonheur des dames”, 1956 (Oleo sobre masonite). La inocencia se hace a veces la loca y viaja en naves de diferentes formas. En cuanto al Libro, puedo decir que es un tratado de misterios, misticismo y sueños.

36. Varo pintó “El paraíso de los gatos”, 1955 (Oleo sobre masonite) y yo he vivido en un palazzo sureño que es refugio de gatos y de ángeles. En cuanto a de De Chirico, siempre me ha obsesionado su pintura.

37. Otro cuadro, “La tejedora de Verona”, 1956 (Oleo). Sin lugar a dudas, el emperador Rodolfo II fue un ser extraordinario. Se aseguró los servicios de los mejores alquimistas del mundo y convirtió su corte praguense en la más fabulosa de Europa. Sus gabinetes de curiosidades o Wunderkämmern exponían monstruos y toda clase de objetos exóticos. Rodolfo fue un apasionado del manierismo y en su corte Arcimboldo pintó sus “cabezas compuestas”.

38. Fascinada por los tesoros que encontró Cunqueiro, salto a la risa del huso y la rueca que escriben lo ya tejido.

39. Tabla alquímica, vista de un mapa y uno de los primeros grupos que poblaron Irlanda, los adoradores de la diosa Diana.

MI ÚLTIMA CARTA ES

para dejar mi vestido amarillo

mi escudo de armas

mis cincuenta y una perlas

mis poemas y mis cartas

a aquel que una tarde de enero,

en Piazza San Marco,

se miró en mis ojos

sin decirme nada…

Verónica del Cinquecento

RESPIRO Y DESCANSO…

Encontrado entre los papeles inéditos de George Sand.

Se cree que esta carta fue escrita en Mallorca

en medio de su pasión por Federico

Respiro y descanso

al mirarte desnudo.

Este acompañarnos y saber callar

por los caminos de nuestro dolor:

mi escritura se teje

sobre las paredes

del incomparable acorde de tus manos.

SCUSAMI, I WALK ALONE

“La bandada de aves cruza el viento por encima del río”

Inscripción egipcia

Entre la palabra y la música

llevo mi rubor ceñido

hasta los tobillos.

Ojos, párpados, labios, uñas…

vigilan la suerte

de la quietud imposible.

Busco purificaciones

y a modo de tela

me dejo ungir con gracia.

STOLEN KISSES ARE THE SWEETEST, LOUVECIENNES, 1932

Henri:

Je pense à toi tous le temps.

Anaïs

Lo único que quiero saber es

si detrás del espejo

me esperan tus ojos.

Kess me quick, my dear,

que la vida es breve.

Te amo ha tomado por asalto

todos mis Diarios.

Veámonos dónde y cómo sea.

Quiero que tus manos

escriban en los pliegues

de mis páginas

todas tus aventuras,

y que cada trazo de tu pluma

sirva para hacer

menos virgen mi cuaderno.

TODO BESO A MUJER HONESTA ES UN ATENTADO

Marco di Piero di Batista da Ortignano per

havere per forza baciato una fanciulla da marito nella strada.

(Exiliado en Pisa por cinco años bajo la pena de dos años de galeras, parag.III, art. 81, Edit.general Gob. Roma, 1540)

Por haberme besado, querido amigo,

tienes varios años de buena suerte

y pasas a la posteridad inmaculado.

Debo decirte que admiro varias cosas de ti:

tu manera de vestirte,

tus brazos, la curva de tus labios,

tu sonrisa de niño salvaje,

tu buen apetito y el no haber

contestado mis cartas.

Y SOBRE TODO

Inmutable e infinito

es tu cuerpo

de venado salvaje:

Es tu pelo

todos los árboles

Son tus ojos

todas las luces

Es tu nariz

todos los puentes

Son tus labios

todos los caminos

Es tu cuello

todas las canteras

Son tus hombros

todos los pilares

Tu pecho

todas las geografías

tus brazos

todos los vientos

Tu vientre

todas las espesuras

Tus piernas

todas las transformaciones

Inmutable e infinito:

eres

Casal, Julián del

Reseña biográfica

Poeta cubano nacido en La Habana en 1863.

A pesar de que su infancia transcurrió en un ambiente triste debido a la temprana muerte de su madre y a los pobres recursos económicos, el poeta mostró desde niño su gran vocación por la literatura, recibiendo una marcada influencia de los clásicos franceses, especialmente de Baudelaire, quien fue su ídolo literario.

A los veinticinco años, después de un corto viaje por Europa, regresó a Cuba donde se dedicó al periodismo, la crítica literaria y teatral, la poesía y la traducción de grandes poetas.

Está considerado como un baluarte del modernismo hispanoamericano y una de las grandes voces de la poesía y la prosa cubana.

«Hojas al viento» en 1890, «Nieve» en 1892, «Mi Museo ideal» en 1892 y «Bustos y rimas» en 1893, reunen la totalidad de su obra.

Murió en 1893.

De “Hojas al viento”

1. LA CANCIÓN DE LA MORFINA

Amantes de la quimera,

yo calmaré vuestro mal:

soy la dicha artificial,

que es la dicha verdadera.

Isis que rasga su velo

polvoreado de diamantes,

ante los ojos amantes

donde fulgura el anhelo;

encantadora sirena

que atrae, con su canción,

hacia la oculta región

en que fallece la pena;

bálsamo que cicatriza

los labios de abierta llaga;

astro que nunca se apaga

bajo su helada ceniza;

roja columna de fuego

que guía al mortal perdido,

hasta el país prometido

del que no retorna luego.

Guardo, para fascinar

al que siento en derredor,

deleites como el amor,

secretos como la mar.

Tengo las áureas escalas

de las celestes regiones;

doy al cuerpo sensaciones;

presto al espíritu alas.

Percibe el cuerpo dormido

por mi mágico sopor,

sonidos en el color,

colores en el sonido.

Puedo hacer en un instante

con mi poder sobrehumano,

de cada gota un océano,

de cada guija un diamante.

Ante la mirada fría

del que codicia un tesoro,

vierte cascadas de oro,

en golfos de pedrería.

Ante los bardos sensuales

de loca imaginación,

abro la regia mansión,

de los goces orientales,

donde odaliscas hermosas

de róseos cuerpos livianos,

cíñenle, con blancas manos,

frescas coronas de rosas,

y alzan un himno sonoro

entre el humo perfumado

que exhala el ámbar quemado

en pebeteros de oro.

Quien me ha probado una vez

nunca me abandonará.

¿Qué otra embriaguez hallará

superior a mi embriaguez?

Tanto mi poder abarca,

que conmigo han olvidado,

su miseria el desdichado,

y su opulencia el monarca.

Yo venzo a la realidad,

ilumino el negro arcano

y hago del dolor humano

dulce voluptuosidad.

Yo soy el único bien

que nunca engendró el hastío.

¡Nada iguala el poder mío!

¡Dentro de mí hay un Edén!

Y ofrezco al mortal deseo

del ser que hirió ruda suerte,

con la calma de la Muerte,

la dulzura del Leteo.

* * *

2. MIS AMORES

Soneto Pompadour

Amo el bronce, el cristal, las porcelanas,

las vidrieras de múltiples colores,

los tapices pintados de oro y flores

y las brillantes lunas venecianas.

Amo también las bellas castellanas,

la canción de los viejos trovadores,

los árabes corceles voladores,

las flébiles baladas alemanas;

el rico piano de marfil sonoro,

el sonido del cuerno en la espesura,

del pebetero la fragante esencia,

y el lecho de marfil, sándalo y oro,

en que deja la virgen hermosura

la ensangrentada flor de su inocencia.

* * *

3. POST UMBRA

Cuando yo duerma, solo y olvidado,

dentro de oscura fosa,

por haber en tu lecho malgastado

mi vida vigorosa;

cuando en mi corazón, que tuyo ha sido,

se muevan los gusanos

lo mismo que en un tiempo se han movido

los afectos humanos;

cuando sienta filtrarse por mis huesos

gotas de lluvia helada,

y no me puedan reanimar tus besos

ni tu ardiente mirada;

una noche, cansada de estar sola

en tu alcoba elegante,

saldrás, con tu belleza de española,

a buscar otro amante.

Al verte mis amigos licenciosos

tan bella todavía,

te aclamarán, con himnos estruendosos,

la diosa de la orgía.

Quizá alguno, ¡oh, bella pecadora!,

mirando tus encantos,

te repita, con voz arrulladora,

mis armoniosos cantos;

aquellos en que yo celebré un día

tus amores livianos,

tu dulce voz, tu femenil falsía,

tus ojos africanos.

Otro tal vez, dolido de mi suerte

y con mortal pavura,

recuerde que causaste tú mi muerte,

mi muerte prematura.

Recordará mi vida siempre inquieta,

mis ansias eternales,

mis sueños imposibles de poeta,

mis pasiones brutales.

Y, en nuevo amor tu corazón ardiendo,

caerás en otros brazos,

mientras se esté mi cuerpo deshaciendo

en hediondos pedazos.

Pero yo, resignado a tu falsía,

soportaré el martirio.

¿Quién pretende que dure más de un día

el aroma de un lirio?

* * *

4. RUEGO

Déjame reposar en tu regazo

el corazón, donde se encuentra impreso

el cálido perfume de tu beso

y la presión de tu primer abrazo.

Caí del mal en el potente lazo,

pero a tu lado en libertad regreso,

como retorna un día el cisne preso

al blando nido del natal ribazo.

Quiero en ti recobrar perdida calma

y rendirme en tus labios carmesíes,

o al extasiarme en tus pupilas bellas,

sentir en las tinieblas de mi alma

como vago perfume de alelíes,

como cercana irradiación de estrellas.

De “Nieve”:

1. FLOR DE CIENO

Yo soy como una choza solitaria

que el viento huracanado desmorona

y en cuyas piedras húmedas entona

hosco búho su endecha funeraria.

Por fuera sólo es urna cineraria

sin inscripción, ni fecha, ni corona;

mas dentro, donde el cieno se amontona,

abre sus hojas fresca pasionaria.

Huyen los hombres al oír el canto

del búho que en la atmósfera se pierde,

y, sin que sepan reprimir su espanto,

no ven que, como planta siempre verde,

entre el negro raudal de mi amargura

guarda mi corazón su esencia pura.

* * *

2. FLORES

Mi corazón fue un vaso de alabastro

donde creció, fragante y solitaria,

bajo el fulgor purísimo de un astro

una azucena blanca: la plegaria.

Marchita ya esa flor de suave aroma,

cual virgen consumida por la anemia,

hoy en mi corazón su tallo asoma

una adelfa purpúrea: la blasfemia.

* * *

3. LA AGONÍA DE PETRONIO

Tendido en la bañera de alabastro

donde serpea el purpurino rastro

de la sangre que corre de sus venas,

yace Petronio, el bardo decadente,

mostrando coronada la ancha frente

de rosas, terebintos y azucenas.

Mientras los magistrados le interrogan,

sus jóvenes discípulos dialogan

o recitan sus dáctilos de oro,

y al ver que aquéllos en tropel se alejan

ante el maestro ensangrentado dejan

caer las gotas de su amargo lloro.

Envueltas en sus peplos vaporosos

y tendidos los cuerpos voluptuosos

en la muelle extensión de los triclinios,

alrededor, sombrías y livianas,

agrúpanse las bellas cortesanas

que habitan del imperio en los dominios.

Desde el baño fragante en que aún respira,

el bardo pensativo las admira,

fija en la más hermosa la mirada

y le demanda, con arrullo tierno,

la postrimera copa de falerno

por sus marmóreas manos escanciada.

Apurando el licor hasta las heces,

enciende las mortales palideces

que oscurecían su viril semblante,

y volviendo los ojos inflamados

a sus fieles discípulos amados

háblales triste en el postrer instante,

hasta que heló su voz mortal gemido,

amarilleó su rostro consumido,

frío sudor humedeció su frente,

amoratáronse sus labios rojos,

densa nube empañó sus claros ojos,

el pensamiento abandonó su mente.

Y como se doblega el mustio nardo,

dobló su cuello el moribundo bardo,

libre por siempre de mortales penas

aspirando en su lánguida postura

del agua perfumada la frescura

y el olor de la sangre de sus venas.

* * *

4. LAS HORAS

¡Qué tristes son las horas! Cual rebaño

de ovejas que caminan por el cielo

entre el fragor horrísono del trueno,

y bajo un cielo de color de estaño.

Cruzan sombrías en tropel huraño,

de la insondable Eternidad al seno,

sin que me traigan ningún bien terreno,

ni siquiera el temor de un mal extraño.

Yo las siento pasar sin dejar huellas,

cual pasan por el cielo las estrellas,

y aunque siempre la última acobarda,

de no verla llegar ya desconfío,

y más me tarda cuanto más la ansío

y más la ansío cuanto más me tarda.

* * *

5. NOSTALGIAS

1

Suspiro por las regiones

donde vuelan los alciones

sobre el mar,

y el soplo helado del viento

parece en su movimiento

sollozar;

donde la nieve que baja

del firmamento, amortaja

el verdor

de los campos olorosos

y de ríos caudalosos

el rumor;

donde ostenta siempre el cielo,

a través del aéreo velo,

color gris;

es más hermosa la luna

y cada estrella más que una

flor de lis.

2

Otras veces sólo ansío

bogar en firme navío

a existir

en algún país remoto,

sin pensar en el ignoto

porvenir.

Ver otro cielo, otro monte,

otra playa, otro horizonte,

otro mar,

otros pueblos, otras gentes

de maneras diferentes

de pensar.

¡Ah! si yo un día pudiera

con qué júbilo partiera

para Argel,

donde tiene la hermosura

el color y la frescura

de un clavel.

Después fuera en caravana

por la llanura africana

bajo el sol

que, con sus vivos destellos,

pone un tinte a los camellos

tornasol.

Y cuando el día expirara

mi árabe tienda plantara

en mitad

de la llanura ardorosa

inundada de radiosa

claridad.

Cambiando de rumbo luego,

dejara el país del fuego

para ir

hasta el imperio florido

en que el opio da el olvido

del vivir.

Vegetara allí contento

de alto bambú corpulento

junto al pie,

o aspirando en rica estancia

la embriagadora fragancia

que da el té.

De la luna al claro brillo

iría al Río Amarillo

a esperar

la hora en que, el botón rojo,

comienza la flor de loto

a brillar.

O mi vista deslumbrara

tanta maravilla rara

que el buril

de artista, ignorado y pobre,

graba en sándalo o en cobre

o en marfíl.

Cuando tornara el hastío

en el espíritu mío

a reinar,

cruzando el inmenso piélago

fuera a taitiano archipiélago

a encallar.

A aquél en que vieja historia

asegura a mi memoria

que se ve

el lago en que un hada peina

los cabellos de la reina

Pomaré.

Así errabundo viviera

sintiendo todo quimera

rauda huir,

y hasta olvidando la hora

incierta y aterradora

de morir.

3

Mas no parto. Si partiera

al instante yo quisiera

regresar.

¡Ay! ¿Cuándo querrá el destino

que yo pueda en mi camino

reposar?

* * *

6. PAISAJE ESPIRITUAL

Perdió mi corazón el entusiasmo

al penetrar en la mundana liza,

cual la chispa al caer en la ceniza

pierde el ardor en fugitivo espasmo.

Sumergido en estúpido marasmo

mi pensamiento atónito agoniza

o, al revivir, mis fuerzas paraliza

mostrándome en la acción un vil sarcasmo.

Y aunque no endulcen mi infernal tormento

ni la Pasión, ni el Arte, ni la Ciencia,

soporto los ultrajes de la suerte,

porque en mi alma desolada siento,

el hastío glacial de la existencia

y el horror infinito de la muerte.

* * *

7. UNA MONJA

Muerden su pelo negro, sedoso y rizo,

los dientes nacarados de alta peineta

y surge de sus dedos la castañeta

cual mariposa negra de entre el granizo.

Pañolón de Manila, fondo pajizo,

que a su talle ondulante firme sujeta,

echa reflejos de ámbar, rosa y violeta

moldeando de sus carnes todo hechizo.

Cual tímidas palomas por el follaje,

asoman sus chapines bajo su traje

hecho de blondas negras y verde raso,

y al choque de las copas de manzanilla

riman con los tacones la seguidilla,

perfumes enervantes dejando el paso.

* * *

8. VESPERTINO

1

Agoniza la luz. Sobre los verdes

montes alzados entre brumas grises,

parpadea el lucero de la tarde

cual la pupila de doliente virgen

en la hora final. El firmamento

que se despoja de brillantes tintes

aseméjase a un ópalo grandioso

engastado en los negros arrecifes

de la playa desierta. Hasta la arena

se va poniendo negra. La onda gime

por la muerte del sol y se adormece

lanzando al viento sus clamores tristes.

2

En un jardín, las áureas mariposas

embriagadas están por los sutiles

aromas de los cálices abiertos

que el sol espolvoreaba de rubíes,

esmeraldas, topacios, amatistas

y zafiros. Encajes invisibles

extienden en silencio las arañas

por las ramas nudosas de las vides

cuajadas de racimos. Aletean

los flamencos rosados que se irguen

después de picotear las fresas rojas

nacidas entre pálidos jazmines.

Graznan los pavos reales.

Y en un banco

de mármoles bruñidos, que recibe

la sombra de los árboles coposos,

un joven soñador está muy triste,

viendo que el aura arroja en un estanque

jaspeado de metálicos matices,

los pétalos fragantes de los lirios

y las plumas sedosas de los cisnes.

De “Mi museo ideal”:

1. ELENA

Luz fosfórica entreabre claras brechas

en la celeste inmensidad, y alumbra

del foso en la fatídica penumbra

cuerpos hendidos por doradas flechas.

Cual humo frío de homicidas mechas

en la atmósfera densa se vislumbra

vapor disuelto que la brisa encumbra

a las torres de Ilión, escombros hechas.

Envuelta en veste de opalina gasa,

recamada de oro, desde el monte

de ruinas hacinadas en el llano,

indiferente a lo que en torno pasa,

mira Elena hacia el lívido horizonte,

irguiendo un lirio en la rosada mano.

* * *

2. GALATEA

En el seno radioso de su gruta,

alfombrada de anémonas marinas,

verdes algas y ramas coralinas,

Galatea, del sueño el bien disfruta.

Desde la orilla de dorada ruta

donde baten las ondas cristalinas,

salpicando de espumas diamantinas

el pico negro de la roca bruta,

Polifemo, extasiado ante el desnudo

cuerpo gentil de la dormida diosa,

olvida su fiereza, el vigor pierde,

y mientras permanece, absorto y mudo,

mirando aquella piel color de rosa,

incendia la lujuria su ojo verde.

* * *

3. LA APARICIÓN

Nube fragante y cálida tamiza

el fulgor del palacio de granito,

ónix, pórfido y nácar. Infinito

deleite invade a Herodes. La rojiza

espada fulgurante inmoviliza

hierático el verdugo, y hondo grito

arroja Salomé frente al maldito

espectro que sus miembros paraliza.

Despójase del traje de brocado

y, quedando vestida en un momento,

de oro y perlas, zafiros y rubíes,

huye del Precursor decapitado

que esparce en el marmóreo pavimento

lluvia de sangre en gotas carmesíes.

* * *

4. PAISAJE DE VERANO

Polvo y moscas. Atmósfera plomiza

donde retumba el tabletear del trueno

y, como cisnes entre inmundo cieno,

nubes blancas en cielo de ceniza.

El mar sus ondas glaucas paraliza,

y el relámpago, encima de su seno,

del horizonte en el confín sereno

traza su rauda exhalación rojiza.

El árbol soñoliento cabecea,

honda calma se cierne largo instante,

hienden el aire rápidas gaviotas,

el rayo en el espacio centellea,

y sobre el dorso de la tierra humeante

baja la lluvia en crepitantes gotas.

* * *

5. PAX ANIMAE

No me habléis más de dichas terrenales

que no ansío gustar. Está ya muerto

mi corazón, y en su recinto abierto

sólo entrarán los cuervos sepulcrales.

Del pasado no llevo las señales

y a veces de que existo no estoy cierto,

porque es la vida para mí un desierto

poblado de figuras espectrales.

No veo más que un astro oscurecido

por brumas de crepúsculo lluvioso,

y, entre el silencio de sopor profundo,

tan sólo llega a percibir mi oído

algo extraño y confuso y misterioso

que me arrastra muy lejos de este mundo.

* * *

6. PROMETEO

Bajo el dosel de gigantesca roca

yace el Titán, cual Cristo en el Calvario,

marmóreo, indiferente y solitario,

sin que brote el gemido de su boca.

Su pie desnudo en el peñasco toca

donde agoniza un buitre sanguinario

que ni atrae su ojo visionario

ni compasión en su ánimo provoca.

Escuchando el hervor de las espumas

que se deshacen en las altas peñas,

ve de su redención luces extrañas,

junto a otro buitre de nevadas plumas,

negras pupilas y uñas marfileñas

que ha extinguido la sed en sus entrañas.

* * *

7. SALOMÉ

En el palacio hebreo, donde el suave

humo fragante por el sol deshecho,

sube a perderse en el calado techo

o se dilata en la anchurosa nave,

está el Tetrarca de mirada grave,

barba canosa y extenuado pecho,

sobre el trono, hierático y derecho,

como adormido por canciones de ave.

Delante de él, con veste de brocado

estrellada de ardiente pedrería,

al dulce son del bandolín sonoro,

Salomé baila y, en la diestra alzado,

muestra siempre, radiante de alegría,

un loto blanco de pistilos de oro.

* * *

8. TRISTISSIMA NOX

Noche de soledad. Rumor confuso

hace el viento surgir de la arboleda,

donde su red de transparente seda

grisácea araña entre las hojas puso.

Del horizonte hasta el confín difuso

la onda marina sollozando rueda

y, con su forma insólita, remeda

tritón cansado ante el cerebro iluso.

Mientras del sueño bajo el firme amparo

todo yace dormido en la penumbra,

sólo mi pensamiento vela en calma,

como la llama de escondido faro

que con sus rayos fúlgidos alumbra

el vacío profundo de mi alma.

De “Bustos y Rimas”:

1. A LA BELLEZA

¡Oh, divina belleza! Visión casta

de incógnito santuario,

ya muero de buscarte por el mundo

sin haberte encontrado.

Nunca te han visto mis inquietos ojos,

pero en el alma guardo

intuición poderosa de la esencia

que anima tus encantos.

Ignoro en qué lenguaje tú me hablas,

pero, en idioma vago,

percibo tus palabras misteriosas

y te envío mis cantos.

Tal vez sobre la tierra no te encuentre,

pero febril te aguardo,

como el enfermo, en la nocturna sombra,

del sol el primer rayo.

Yo sé que eres más blanca que los cisnes,

más pura que los astros,

fría como las vírgenes y amarga

cual corrosivos ácidos.

Ven a calmar las ansias infinitas

que, como mar airado,

impulsan el esquife de mi alma

hacia país extraño.

Yo sólo ansío, al pie de tus altares,

brindarte en holocausto

la sangre que circula por mis venas

y mis ensueños castos.

En las horas dolientes de la vida

tu protección demando,

como el niño que marcha entre zarzales

tiende al viento los brazos.

Quizás como te sueña mi deseo

estés en mí reinando,

mientras voy persiguiendo por el mundo

las huellas de tu paso.

Yo te busqué en el fondo de las almas

que el mal no ha mancillado

y surgen del estiércol de la vida

cual lirios de un pantano.

En el seno tranquilo de la ciencia

que, cual tumba de mármol,

guarda tras la bruñida superficie

podredumbre y gusanos.

En brazos de la gran Naturaleza,

de los que huí temblando

cual del regazo de la madre infame

huye el hijo azorado.

En la infinita calma que se aspira

en los templos cristianos

como el aroma sacro de incienso

en ardiente incensario.

En las ruinas humeantes de los siglos,

del dolor en los antros

y en el fulgor que irradian las proezas

del heroísmo humano.

Ascendiendo del Arte a las regiones

sólo encontré tus rasgos

de un pintor en los lienzos inmortales

y en las rimas de un bardo.

Mas como nunca en mi áspero sendero

cual te soñé te hallo,

moriré de buscarte por el mundo

sin haberte encontrado.

* * *

2. CREPUSCULAR

Como vientre rajado sangra el ocaso,

manchando con sus chorros de sangre humeante

de la celeste bóveda el azul raso,

de la mar estañada la onda espejeante.

Alzan sus moles húmedas los arrecifes

donde el chirrido agudo de las gaviotas,

mezclado a los crujidos de los esquifes,

agujerea el aire de extrañas notas.

Va la sombra extendiendo sus pabellones,

rodea el horizonte cinta de plata,

y, dejando las brumas hechas jirones,

parece cada faro flor escarlata.

Como ramos que ornaron senos de ondinas

y que surgen nadando de infecto lodo,

vagan sobre las ondas algas marinas

impregnadas de espumas, salitre y yodo.

Ábrense las estrellas como pupilas,

imitan los celajes negruzcas focas

y, extinguiendo las voces de las esquilas,

pasa el viento ladrando sobre las rocas.

* * *

3. EN EL CAMPO

Tengo el impuro amor de las ciudades,

y a este sol que ilumina las edades

prefiero yo del gas las claridades.

A mis sentidos lánguidos arroba,

más que el olor de un bosque de caoba,

el ambiente enfermizo de una alcoba.

Mucho más que las selvas tropicales,

plácenme los sombríos arrabales

que encierran las vetustas capitales.

A la flor que se abre en el sendero,

como si fuese terrenal lucero,

olvido por la flor de invernadero.

Más que la voz del pájaro en la cima

de un árbol todo en flor, a mi alma anima

la música armoniosa de una rima.

Nunca a mi corazón tanto enamora

el rostro virginal de una pastora

como un rostro de regia pecadora.

Al oro de las mies en primavera,

yo siempre en mi capricho prefiriera

el oro de teñida cabellera.

No cambiara sedosas muselinas

por los velos de nítidas neblinas

que la mañana prende en las colinas.

Más que al raudal que baja de la cumbre,

quiero oír a la humana muchedumbre

gimiendo en su perpetua servidumbre.

El rocío que brilla en la montaña

no ha podido decir a mi alma extraña

lo que el llanto al bañar una pestaña.

Y el fulgor de los astros rutilantes

no trueco por los vívidos cambiantes

del ópalo la perla o los diamantes.

* * *

4. LAS ALAMEDAS

Adoro las sombrías alamedas

donde el viento al silbar entre las hojas

oscuras de las verdes arboledas,

imita de un anciano las congojas;

donde todo reviste vago aspecto

y siente el alma que el silencio encanta,

más suave el canto del nocturno insecto,

más leve el ruido de la humana planta;

donde el caer de erguidos surtidores

las sierpes de agua en las marmóreas tazas,

ahogan con su canto los rumores

que aspira el viento en las ruidosas plazas;

donde todo se encuentra alodorido

o halla la savia de la vida acerba,

desde el gorrión que pía en su nido

hasta la brizna lánguida de yerba;

donde, al fulgor de pálidos luceros,

la sombra transparente del follaje

parece dibujar en los senderos

negras mantillas de sedoso encaje;

donde cuelgan las lluvias estivales

de curva rama diamantino arco,

teje la luz deslumbradores chales

y fulgura una estrella en cada charco.

Van allí, con sus tristes corazones,

pálidos seres de sonrisa mustia,

huérfanos para siempre de ilusiones

y desposados con la eterna angustia.

Allí, bajo la luz de las estrellas,

errar se mira al soñador sombrío

que en su faz lleva las candentes huellas

de la fiebre, el insomnio y el hastío.

Allí en un banco, humilde sacerdote

devora sus pesares solitarios,

como el marino que en desierto islote

echaron de la mar vientos contrarios.

Allí el mendigo, con la alforja al hombro,

doblado el cuello y las miradas bajas,

retratado en sus ojos el asombro,

rumia de los festines las migajas.

Allí una hermosa, con cendal de luto,

aprisionado por brillante joya,

de amor aguarda el férvido tributo

como una dama típica de Goya.

Allí del gas a las cobrizas llamas

no se descubren del placer los rastros

y a través del calado de las ramas

más dulce es la mirada de los astros.

* * *

5. NEUROSIS

Noemí, la pálida pecadora

de los cabellos color de aurora

y las pupilas de verde mar,

entre cojines de raso lila,

con el espíritu de Dalila,

deshoja el cáliz de un azahar.

Arde a sus plantas la chimenea

donde la leña chisporrotea

lanzando en tono seco rumor,

y alzada tiene su tapa el piano

en que vagaba su blanca mano

cual mariposa de flor en flor.

Un biombo rojo de seda china

abre sus hojas en una esquina

con grullas de oro volando en cruz,

y en curva mesa de fina laca

ardiente lámpara se destaca

de la que surge rosada luz.

Blanco abanico y azul sombrilla,

con unos guantes de cabritilla

yacen encima del canapé,

mientras en la tapa de porcelana,

hecha con tintes de la mañana,

humea el alma verde del té.

Pero ¿qué piensa la hermosa dama?

¿Es que su príncipe ya no la ama

como en los días de amor feliz,

o que en los cofres del gabinete

ya no conserva ningún billete

de los que obtuvo por un desliz?

¿Es que la rinde cruel anemia?

¿Es que en sus búcaros de Bohemia

rayos de luna quiere encerrar,

o que, con suave mano de seda,

del blanco cisne que ama Leda

ansía las plumas acariciar?

¡Ay! es que en horas de desvarío

para consuelo del regio hastío

que en su alma esparce quietud mortal,

un sueño antiguo le ha aconsejdo

beber en copa de ónix labrado

la roja sangre de un tigre real.

* * *

6. NIHILISMO

Voz inefable que a mi estancia llega

en medio de las sombras de la noche,

por arrastrarme hacia la vida brega

con las dulces cadencias del reproche.

Yo la escucho vibrar en mis oídos,

como al pie de olorosa enredadera

los gorjeos que salen de los nidos

indiferente escucha herida fiera.

¿A qué llamarme al campo del combate

con la promesa de terrenos bienes,

si ya mi corazón por nada late

ni oigo la idea martillar mis sienes?

Reservad los laureles de la fama

para aquellos que fueron mis hermanos:

yo, cual fruto caído de la rama,

aguardo los famélicos gusanos.

Nadie extrañe mis ásperas querellas:

mi vida, atormentada de rigores,

es un cielo que nunca tuvo estrellas,

es un árbol que nunca tuvo flores.

De todo lo que he amado en este mundo

guardo, como perenne recompensa,

dentro del corazón, tedio profundo,

dentro del pensamiento, sombra densa.

Amor, patria, familia, gloria, rango,

sueños de calurosa fantasía,

cual nelumbios abiertos entre el fango

sólo vivisteis en mi alma un día.

Hacia país desconocido abordo

por el embozo del desdén cubierto:

para todo gemido estoy ya sordo,

para toda sonrisa estoy ya muerto.

Siempre el destino mi labor humilla

o en males deja mi ambición trocada:

de no verla llegar ya desconfío,

y más me tarda cuanto más la ansío

y más la ansío cuanto más me tarda.

* * *

7. SOURINOMO

Como rosadas flechas de aljabas de oro

vuelan los bambúes finos flamencos,

poblando de graznidos el bosque mudo,

rompiendo de la atmósfera los níveos velos.

El disco anaranjado del sol poniente

que sube tras la copa de arbusto seco,

finge un nimbo de oro que se desprende

del cráneo amarfilado de un bonzo yerto.

Y las ramas erguidas de los juncales

cabecean al borde de los riachuelos,

como el soplo del aura sobre la playa

los mástiles sin velas de esquifes viejos.

* * *

8. TARDES DE LLUVIA

Bate la lluvia la vidriera

y las rejas de los balcones,

donde tupida enredadera

cuelga sus floridos festones.

Bajo las hojas de los álamos

que estremecen los vientos frescos,

piar se escucha entre sus tálamos

a los gorriones picarescos.

Abrillántase los laureles,

y en la arena de los jardines

sangran corolas de claveles,

nievan pétalos de jazmines.

Al último fulgor del día

que aún el espacio gris clarea,

abre su botón la peonía,

cierra su cáliz la ninfea.

Cual los esquifes en la rada

y reprimiendo sus arranques,

duermen los cisnes en bandada

a la margen de los estanques.

Parpadean las rojas llamas

de los faroles encendidos,

y se difunden por las ramas

acres olores de los nidos.

Lejos convoca la campana,

dando sus toques funerales,

a que levante el alma humana

las oraciones vesperales.

Todo parece que agoniza

y que se envuelve lo creado

en un sudario de ceniza

por la llovizna adiamantado.

Yo creo oír lejanas voces

que, surgiendo de lo infinito,

inícianme en extraños goces

fuera del mundo en que me agito.

Veo pupilas que en las brumas

dirígenme tiernas miradas,

como si de mis ansias sumas

ya se encontrasen apiadadas.

Y, a la muerte de estos crepúsculos,

siento, sumido en mortal calma,

vagos dolores en los múscolos,

hondas tristezas en el alma.

Cabrisas, Hilarión

Reseña biográfica

Poeta y periodista cubano nacido en La Habana en 1883 y fallecido tempranamente en 1939.

Cursó sus primeros estudios en Barcelona. Se graduó de bachiller en el Instituto de Matanzas. Fue miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras, del Círculo de Bellas Artes, de la Asociación de Escritores Americanos y de la Asociación de la Prensa.

Su poesía contribuyó en gran forma a la renovación de las letras cubanas, destacándose en el ambiente intelectual como mentor de un lenguaje simple y sin artificios.

«Breviario de mi vida inútil» en 1932, «La caja de Pandora», «Sed de infinito» y «La sombra de Eros» en 1939, constituyen parte de su obra poética.

A SAFO

Porque eres canallesca, porque eres exquisita,

y porque eres perversa, y porque eres fatal,

mi carne pecadora tu carne necesita

para libar las mieles de las flores del Mal.

Porque tiene tu vientre albor de margarita,

y tus piernas, columnas de tu templo carnal,

guardan el Tabernáculo de mi hostia maldita

y ocultan el secreto de mi anhelo sensual.

Porque tus ojos glaucos, para el hombre inconstantes,

brillan faunescamente, lesbianos, inquietantes,

cuando pasa una núbil doncella junto a ti,

anhelo pecadora, tu lascivo contacto

para la complicada consumación del Acto,

¡Con la santa lujuria que está latente en mí!

DE PROFUNDIS

¡Te perdí para siempre! El torbellino

de la ciudad, te arrebató inclemente.

Ya nunca volveré a besar tu frente

ni beberemos juntos nuestro vino.

La vida bifurcó nuestro camino;

ya no vamos del brazo alegremente,

ni apaga nuestra sed la misma fuente,

ni tú oyes mi canción, ni yo tu trino.

¡Y no hubo ni un adiós! Fue lo insondable:

el silencio… el dolor… lo irremediable…

¡la atroz sonrisa y la fingida calma..!

Después, cargué mi amor rígido y yerto.

Lloré mucho; recé, velé a mi muerto,

¡y me enterré el cadáver en el alma..!

LA LÁGRIMA INFINITA

¡Esa!… La que en el alma llevo oculta;

la que no salta afuera ni se expande

en la pupila; la que a nadie insulta

en un alarde de dolor: la grande,

la infinita, la muda, la sombría,

la terca, la traidora, la doliente

lágrima de dolor, lágrima mía,

que está clavada en mí profundamente!

La que no da una tregua ni un consuelo

de dulce sollozar. La que me hiere,

y me punza, y me obsede, y pone un velo

turbio en mis ojos; la que nunca muere

ni nace a flor de rostro; la que nunca

refrena su latir; la que no intenta

asomarse a la faz y queda trunca,

y hace la pena interminable y lenta…

Cántaros secos, áridos, mis ojos;

páramos sin frescura ni rocío;

febricitantes de escrutar los rojos

límites, del espacio y del vacío…

¡Esa!… La que no llega, ni ha llegado,

ni llegará a los ojos nunca… ¡nunca!…

Mi lágrima tenaz que no ha mojado

el Sahara estéril de mi vida trunca,

¡Ésa… no la verás, porque en la calma

de mis angustias, se ha trocado en perla!

Para verla hace falta tener alma;

y tú, ¡no tienes alma para verla!…

MAR SIN ORILLAS

Un dolor se me va y otro me arredra;

ola que se marchó y ola que viene

a batirme, y apenas se detiene

sobre mi viejo corazón de piedra.

Ola que llega, y rompe, y salta y medra

del dolor de la roca, y se mantiene

sólo el instante aquel que le conviene

para arrancarle hasta su airón de yedra.

Lucha sorda y tenaz; mudo combate

de la ola que se va, vuelve y se abate

en el peñón que su ira desafía…

Dolor perenne, inextinguible, intenso,

rudo y fiero combate en este inmenso

mar sin orillas de la vida mía…

SED DE TI

¡Qué sed tengo de ti! Eres la fuente

que corre cristalina ante mis ojos,

y son inútiles mis brazos flojos

para hacer que se tuerza la corriente.

Inútilmente domo mis antojos,

y trato de olvidarte inútilmente:

sueña mi mente con tu tersa frente

y con el vino de tus labios rojos.

¿Qué daño habré hecho yo, que en mi camino

todo me llega tarde? Si es mi sino

cargar el fardo de mi vida trunca,

¡que no te vuelva a ver! Yo te lo pido

por Dios… ¡Cuánto mejor hubiera sido

que no te hubiera conocido nunca!

SÍNTESIS

Vive tu vida y ámala, sea buena

o mala para ti: ese es tu sino.

Si te punzan las zarzas del camino

haz un yambo votivo de tu pena.

Ten tu copa de amor bullente y llena,

y embriágate de amores y de vino,

Baudelaire te lo dijo: haz un divino

canto a PAN DE TU VIDA ardiente y plena.

Musicaliza todo : tus dolores,

tus placeres, los páramos, las flores,

vive en perenne Domingo de Ramos.

Y espera anacreóntico la muerte

diciendo ante el enigma de la suerte

como Rubén: -¡Señor!… ¿A dónde vamos?…

¡SÓLO ENTONCES SABRÁS CUÁNTO TE QUISE!

Cuando yo muera… -ha de llegarme el día

antes que a ti- al cerrar mis ojos yertos,

piensa que si aún hay vida entre los muertos,

te seguiré queriendo todavía.

En mi ansiedad suprema de agonía,

mis labios secos, torpes y entreabiertos,

aun sin calor, se moverán inciertos

por balbucear tu nombre, amada mía.

Ése será tu triunfo. En esa hora

tú, de mi vida absurda embrujadora,

sabrás, al fin, cuánto te amé y sufrí…

Y dirás: “A las otras mintió amores;

pero ninguna le causó dolores

de amor, porque no amaba sino a mí…”

Buesa, Jose Ángel

Reseña biográfica

Poeta cubano nacido en Cienfuegos en 1910 y fallecido en el exilio, en Santo Domingo cuando tenía 82 años.

Publicó su primer libro de poesías a los 22 años de edad, y continuó con una producción constante que se difundió ampliamente por todos los países de habla hispana. Entre sus libros más conocidos, se cuentan «La Fuga de las Horas», «Oasis», y «Poeta Enamorado».

AMOR INSATISFECHO

Mi corazón se siente satisfecho

de haberte amado y nunca poseído;

así tu amor se salva del olvido

igual que mi ternura del despecho.

Jamás te vi desnuda sobre el lecho,

ni oí tu voz muriéndose en mi oído;

así ese bien fugaz no ha convertido

un ancho amor en un placer estrecho.

Cuanto el deleite suma a lo vivido

acrecentado se lo resta el pecho,

pues la ilusión se va por el sentido.

Y en ese hacer y deshacer lo hecho,

sólo un amor se salva del olvido,

y es el amor que queda insatisfecho.

AMOR PROHIBIDO

Solo tú y yo sabemos lo que ignora la gente

al cambiar un saludo ceremonioso y frío,

porque nadie sospecha que es falso tu desvío,

ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.

Solo tú y yo sabemos porqué mi boca miente,

relatando la historia de un fugaz amorío;

y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío…

y aún nos arde en los labios algún beso reciente.

Solo tú y yo sabemos que existe una simiente

germinando en la sombra de este surco vacío,

porque su flor profunda no se ve, ni se siente.

Y así, las dos orillas, tu corazón y el mío,

pues, aunque las separa la corriente de un río,

por debajo del río se unen secretamente.

AMOR TARDÍO

Tardíamente, en el jardín sombrío,

tardíamente entró una mariposa,

transfigurando en alba milagrosa

el deprimente anochecer de estío.

Y, sedienta de miel y de rocío,

tardíamente en el rosal se posa,

pues ya se deshojó la última rosa

con la primera ráfaga de frío.

Y yo, que voy andando hacia el poniente,

siento llegar maravillosamente,

como esa mariposa, una ilusión;

pero en mi otoño de melancolía,

mariposa de amor, al fin del día,

qué tarde llegas a mi corazón…

Arte poética

Ama tu verso, y ama sabiamente tu vida,

la estrofa que mas vive, siempre es la mas vivida.

Un mal verso supera la mas perfecta prosa,

aunque en prosa y en verso digas la misma cosa.

Así como el exceso de virtud hace el vicio,

el exceso de arte llega a ser artificio.

Escribe de tal modo que te entienda la gente,

igual si es ignorante que si es indiferente.

Cumple la ley suprema de desdeñarlas todas,

sobre el cuerpo desnudo no envejecen las modas.

Y sobre todo, en arte y vida, se diverso,

pues solo así tu mente revivirá en tu verso.

Canción a la mujer lejana

En ti recuerdo una mujer lejana,

lejana de mi amor y de mi vida.

A la vez diferente y parecida,

como el atardecer y la mañana.

En ti despierta esa mujer que duerme

con tantas semejanzas misteriosas

que muchas veces te pregunto cosas

que solo ella podría responderme.

Y te digo que es bella, porque es bella,

pero no se decir, cuando lo digo,

si pienso en ella porque estoy contigo

o estoy contigo por pensar en ella.

Y sin embargo si el azar mañana

me enfrenta con ella de repente

no seguiría a la mujer ausente

por retener a la mujer cercana.

Y sin amarte mas, pero tampoco

sin separar tu mano de la mía,

al verla simplemente te diría:

“Esa mujer se te parece un poco”.

CANCIÓN DE LA NOCHE SOLA

Fue mía una noche. Llegó de repente,

y huyó como el viento, repentinamente.

Alumna curiosa que aprendió el placer,

fue mía una noche. No la he vuelto a ver.

Fue la noche sola de una sola estrella.

Si miro las nubes, después pienso en ella.

Mi amor no la busca; mi amor no la llama;

la flor desprendida no vuelve a la rama,

y las ilusiones son como un espejo

que cuando se empaña pierde su reflejo.

Fue mía una noche, locamente mía:

me quema los labios su sed todavía.

Bella como pocas, nunca fue más bella

que soñando el sueño de la noche aquella.

Su amor de una noche sigue siendo mío:

la corriente pasa, pero queda el río;

y si ella es la estrella de una noche sola,

yo he sido en su playa la primera ola.

Amor de una noche que ignoró el hastío.

Somos las distantes orillas de un río,

entre las que cruza la corriente clara,

y el agua las une, pero las separa.

Amor de una noche: si vuelves un día,

ya no he de sentirte tan loca y tan mía.

Más que la tortura de una herida abierta,

mi amor ama el viento que cierra una puerta.

El amor florece tierra movediza,

y es ley de la llama trocarse en cenizas.

El amor que vuelve, siempre vuelve en vano,

así como un ciego que tiende la mano.

Amor de una noche sin amanecer:

¡acaso prefiero no volverte a ver!

CANCIÓN DEL AMOR LEJANO

Ella no fue entre todas, la más bella,

pero me dio el amor más hondo y largo.

Otras me amaron más, y, sin embargo,

a ninguna la quise como a ella.

Acaso fue porque la amé de lejos,

como una estrella desde mi ventana…

Y la estrella que brilla más lejana

nos parece que tiene mas reflejos.

Tuve su amor como una cosa ajena

como una playa cada vez más sola,

que únicamente guarda de la ola

una humedad de sal sobre la arena.

Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,

como el agua en un cántaro sediento,

como un perfume que se fue en el viento

y que vuelve en el viento todavía.

Me penetró su sed insatisfecha

como un arado sobre la llanura,

abriendo en su fugaz desgarradura

la esperanza feliz de la cosecha.

Ella fue lo cercano en lo remoto,

pero llenaba todo lo vacío,

como el viento en las velas del navío,

como la luz en el espejo roto.

Por eso aún pienso en la mujer aquella,

la que me dio el amor más hondo y largo…

Nunca fue mía. No era la más bella.

Otras me amaron más … Y, sin embargo,

a ninguna la quise como a ella.

CANCIÓN PARA LA ESPOSA AJENA

Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta,

sin que nadie descubra cuál relata su historia,

pues será simplemente, los versos de un poeta,

tras de arrancar la página de la dedicatoria…

Y pasarán los años… Pero acaso algún día,

o acaso alguna noche que estés sola en tu lecho,

abrirás la gaveta – como una rebeldía,

y leerás mi libro- tal vez como un despecho.

Y brotará un perfume de una ilusión suprema

sobre tu desencanto de esposa abandonada.

Y entonces con orgullo, marcarás la página…

y guardarás mi libro debajo de la almohada.

Carta a Usted

Según dicen, ya usted tiene otro amante.

Lástima que la prisa nunca sea elegante.

Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa,

se resigne a ser viuda, sin haber sido esposa.

Y me parece injusto discutirle el derecho

de compartir sus penas sus goces y su lecho.

Pero el amor señora, cuando llega el olvido,

también tiene el derecho, de un final distinguido.

Perdón… Si es que la hiere mi reproche… Perdón

aunque sé que la herida no es en el corazón.

Y para perdonarme… Piense si hay más despecho

que en lo que yo le digo, que en lo que usted ha hecho.

Pues sepa que una dama, con la espalda desnuda

sin luto, en una fiesta, puede ser una viuda.

Pero no como tantas de un difunto señor,

sino para ella sola, viuda de un gran amor.

Y nuestro amor recuerdo, fue un amor diferente,

al menos al principio, ya no, naturalmente.

Usted será el crepúsculo a la orilla del mar,

que según quien lo mire será hermoso o vulgar.

Usted será la flor que según quien la corta,

es algo que no muere o algo que no importa.

O acaso cierta noche de amor y de locura

yo vivía un ensueño y… y usted una aventura.

Sí… usted juró cien veces, ser para siempre mía

yo besaba sus labios pero no lo creía.

Usted sabe y perdóneme, que en ese juramento,

influye demasiado la dirección del viento.

Por eso no me extraña que ya tenga otro amante,

a quien quizás, le jure lo mismo, en este instante.

Y como usted señora, ya aprendió a ser infiel,

a mí así de repente, me da pena por él.

Sí, es cierto… alguna noche su puerta estuvo abierta

y yo en otra ventana me olvidé de su puerta.

O una tarde de lluvia se iluminó mi vida,

mirándome en los ojos de una desconocida.

Y también es posible, que mi amor indolente

desdeñara su vaso bebiendo en la corriente.

Sin embargo señora… Yo con sed o sin sed,

nunca pensaba en otra… si la besaba a usted.

Perdóneme de nuevo si le digo estas cosas;

pero ni los rosales dan solamente rosas.

Y no digo estas cosas, por usted, ni por mí,

sino por… por los amores que terminan así.

Pero vea señora… que diferencia había;

entre usted que lloraba… y yo que sonreía.

Pues nuestro amor concluye con finales diversos

usted besando a otro… Yo escribiendo estos versos.

CARTA SIN FECHA

Amigo: sé que existes, pero ignoro tu nombre.

No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.

Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,

que es el único modo de hablar de una mujer.

Esa mujer es tuya, pero también es mía.

Si es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.

Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quería,

aunque quizá mañana nos olvide a los dos.

Ya ves, ahora es de noche. Yo te llamo mi amigo;

yo, que aprendí a estar solo para quererla más;

y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;

y tú, que no lo sabes, no la despertarás.

¡Qué importa lo que sueña! Déjala así, dormida.

Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.

Y ella irá de tu brazo para toda la vida,

y abrirá las ventanas en el atardecer.

Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.

Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,

y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,

ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.

Y pasarán los años favorables o adversos,

y nacerán las rosas que nacen porque sí;

y acaso tú, algún día, leerás estos versos,

sin saber que los hice por ella y para ti…

CREPÚSCULO

Hora de soledad y de melancolía,

en que casi es de noche y casi no es de día.

Hora para que vuelva todo lo que se fue

hora para estar triste, sin preguntar por qué.

Todo empieza a morir cuando nace el olvido.

Y es tan dulce buscar lo que no se ha perdido…

¡Y es tan agria esta angustia terriblemente cierta

de un gran amor dormido que de pronto despierta!

Viendo pasar las nubes se comprende mejor

que así como ellas cambian, va cambiando el amor,

y aunque decimos: ¡Todo se olvida, todo pasa…!

en las cenizas, a veces nos sorprende una brasa.

Porque es triste creer que se secó una fuente,

y que otro bebe el agua que brota nuevamente:

o una estrella apagada que vuelve a ser estrella,

y ver que hay otros ojos que están fijos en ella.

Decimos: ¡Todo pasa, porque todo se olvida…!

y el recuerdo entristece lo mejor de la vida.

Apenas ha durado para amarte y perderte

este amor que debía durar hasta la muerte.

Fugaz como el contorno de una nube remota,

tu amor nace en la espiga muriendo en la gaviota.

Tu amor, cuando era mío, no me pertenecía.

Hoy, aunque vas con otro, quizás eres mas mía.

Tu amor es como el viento que cruza de repente:

Ni se ve, ni se toca, pero existe y se siente.

Tu amor es como un árbol que renunció a su altura,

pero cuyas raíces abarcan la llanura.

Tu amor me negó siempre lo poco que pedí,

y hoy me da esta alegría de estar triste por ti.

Y, aunque creí olvidarte, pienso en ti todavía,

cuando, aun sin ser de noche, deja de ser de día.

EL POZO SECO

Dejé mi copa en el brocal maldito.

Grité hacia abajo, hacia el profundo hueco,

pero el coro sarcástico del eco

me devolvió multiplicado el grito.

Llegaba tarde: el pozo estaba seco.

Un gran golpe de viento llenó el pozo,

y, al recorrer su vertical garganta,

en su más honda hondura oí un sollozo,

donde cantaba el agua y ya no canta…

Brillaba entonces la primera estrella,

pero el anochecer amanecía

cuando me puse a comparar aquella

profunda sed del pozo con la mía.

Y allí dejé mi copa abandonada,

con un tardío gesto de homenaje

por quien se supo dar sin pedir nada

al que calmó su sed y siguió el viaje…

Y allí, junto al brocal ennegrecido,

y el cubo roto y la inservible rueda,

comprendí que no cabe en el olvido

la ingratitud de un agua que se ha ido

ni el espanto de un pozo que se queda…

ELEGÍA LAMENTABLE

Desde este mismo instante seremos dos extraños

por estos pocos días, quien sabe cuántos años…

yo seré en tu recuerdo como un libro prohibido

uno de esos que nadie confiesa haber leído.

Y así mañana, al vernos en la calle, al ocaso,

tú bajaras los ojos y apretarás el paso,

y yo, discretamente, me cambiaré de acera,

o encenderé un cigarro, como si no te viera…

Seremos dos extraños desde este mismo instante

y pasarán los meses, y tendrás otro amante:

y como eres bonita, sentimental y fiel,

quizás, andando el tiempo, te casarás con él.

Y ya, más que un esposo será como un amigo,

aunque nunca le cuentes que has soñado conmigo,

y aunque, tras tu sonrisa, de mujer satisfecha,

se te empañen los ojos, al llegar una fecha.

Acaso, cuando llueva, recordarás un día

en que estuvimos juntos y en que también llovía.

Y quizás nunca más te coloques aquel traje

de terciopelo verde, con adornos de encaje.

O harás un gesto mío, tal vez sin darte cuenta,

cuando dobles tu almohada con mano soñolienta.

Y domingo a domingo, cuando vayas a misa,

de tu casa a la iglesia, perderás tu sonrisa.

¿Qué más puedo decirte? Serás la esposa honesta

que abanica al marido cuando ronca la siesta:

y tras fregar los platos y tras tender las camas,

te pasarás las noches sacando crucigramas…

Y así, años y años, hasta que, finalmente,

te morirás un día, como toda la gente.

Y voces que aún no existen sollozarán tu nombre,

y cerrarán tus ojos los hijos de otro hombre.

ELEGÍA POR NOSOTROS

Erguida en tu silencio y en tu orgullo,

no sé con qué señor que te enamora,

comentas a manera de murmullo:

¡Mirad ese es el hombre que me adora!

Yo paso como siempre, absorto,… mudo,

y tú nerviosamente te sonríes,

sabiendo que detrás de mi saludo,

te ahondas y después te me deslíes.

Yo sé que ni te busco, ni te sigo,

que nada te mendigo, ni reclamo,

comento, nada más con un amigo:

“Esa es la mujer que yo más amo”.

Yo sé que mi cariño recriminas,

es claro tú no entiendes de esas cosas,

qué sabe del perfume y las espinas,

quien nunca estuvo al lado de las rosas.

Tú sabes que jamás suplico nada,

y me sabes cautivo de tus huellas,

que vivo en la región de tu mirada,

y comparto contigo las estrellas.

Un día nos veremos nuevamente,

y es lógico que bajes la cabeza,

tendrás muchas arrugas en la frente,

y el rostro entristecido y sin belleza.

Serás menos sensual en la cadera,

tus ojos no tendrán aquel hechizo,

y aún murmuraré- ¡Si me quisiera!

tú sólo pensarás: ¡Cuánto me quiso!

LA SED INSACIABLE

Decir adiós… La vida es eso.

Y yo te digo adiós, y sigo…

Volver a amar es el castigo

de los que amaron con exceso.

Amar y amar toda la vida,

y arder y arder en esa llama.

Y no saber por qué se ama…

Y no saber por qué se olvida…

Coger las rosas una a una,

beber un vino y otro vino,

y andar y andar por un camino

que no conduce a parte alguna.

Sentir más sed en cada fuente

y ver más sombra en cada abismo,

en este amor que es siempre el mismo,

pero que siempre es diferente.

Porque en el sordo desacuerdo

de lo soñado y lo vivido,

siempre, del fondo del olvido,

nace la muerte de un recuerdo.

Y en esta angustia que no cesa,

que toca el alma y no la toca,

besar la sombra de otra boca

en cada boca que se besa…

ME LLEGABAS EN LA BRISA Y EN LA ESPUMA…

Me llegabas en la brisa y en la espuma,

tú, la perdida para siempre…

Tú, la que ennoblecías el sabor del recuerdo,

que ahora llegas más casta y más ausente…

Me llegas en el viento que huele a lejanía,

me llegas en la sal que sabe a muerte,

tú, sombra arrinconada en un silencio;

tú, la perdida para siempre…

Ya no sé por qué sordo camino de la ausencia

bajo que estrellas moribundas vienes,

con los pies inseguros llenos de polvo y de rocío,

tú, la perdida para siempre…

MEJOR NO QUIERO VERTE

Mejor no quiero verte… sería tan sencillo

cruzar dos o tres calles… Y tocar en tu puerta.

Y tú me mirarías con tus ojos sin brillo

sin poder sonreírme con tu sonrisa muerta.

Mejor no quiero verte… porque va a hacerme daño

pasar por aquel parque de la primera cita.

Y no sé si aún florecen los jazmines de antaño

ni sé quién es ahora la mujer más bonita.

Mejor no quiero verte… porque andando en tu acera

sentiré casi ajeno todo lo que fue mío.

Aunque es sólo una esquina donde nadie me espera

y unos cristales rotos en un balcón vacío.

Sí… seguiré muriendo de mi pequeña muerte

de hace ya tantos años el día que me fui

pues por no verte vieja… mejor no quiero verte,

pero tampoco quiero que me veas tu a mí.

MI CORAZÓN NO SABE LO QUE ESPERA

Mi corazón no sabe lo que espera,

pero yo sé que espera todavía…

igual que aquella noche que llovía

y te besé bajo la enredadera.

Tu amor se fue como si no se fuera…

pues algo tuyo vuelve cada día…

y me dejaste la melancolía

de doblar el pañuelo a tu manera.

Esta noche de viento y lluvia fría

quiero pensar que si tu amor volviera…

al dejar de llover, ya no se iría.

Y estoy aquí, bajo la enredadera…

y como aquella noche en que llovía

mi corazón no sabe lo que espera.

NOCTURNO IV

Así estás todavía de pie bajo la lluvia,

bajo la clara lluvia de una noche de invierno.

De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,

de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.

Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,

con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos

y tu voz que nacía del fondo de tus ojos

y tus manos cansadas que se iban en el viento

y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles

y hasta la hoja aquella que te cayó en el seno

y el rocío nocturno dormido en tus pestañas

engarzando diamantes en tu vestido negro.

Así estás todavía lejanamente cerca

desde tu lejanía de sombra y de silencio.

Mi corazón te llama de pie bajo la lluvia,

de pie bajo la lluvia te acercas en el sueño.

La vida es tan pequeña que cabe en una noche.

Quizá fue que en la sombra me encontré con tu beso

y por eso me envuelve, de pie bajo la lluvia,

el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.

Sí, me has dejado triste porque pienso que acaso

ya no estarás conmigo cuando llueva de nuevo.

Y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia

con las manos temblando de frío y de deseo.

Pero aunque habrá otras noches cargadas de perfumes

y otras mujeres, y otras, a lo largo del tiempo,

siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,

bajo la lluvia clara de una noche de invierno….

NOCTURNO VII

Ahora que te fuiste te diré que te quiero,

ahora que no me oyes, ya no debo callar.

Tú seguirás tu vida y olvidarás primero

y yo aquí, recordándote a la orilla del mar…

Hay un amor tranquilo que dura hasta la muerte,

y un amor tempestuoso que no puede durar.

Acaso aquella noche no quise retenerte

y ahora estoy recordándote a la orilla del mar…

Tú que nunca supiste lo que yo te quería

quizás entre otros brazos lograrás olvidar.

Tal vez mires a otro, igual que a mí aquel día

y yo aquí recordándote a la orilla del mar…

El rumor de mi sangre va cantando tu nombre,

y el viento de la noche lo repite al pasar.

Quizás en este instante tú besas a otro hombre

y yo aquí recordándote a la orilla del mar.

POEMA DE LA CULPA

Yo la amé, y era de otro, que también la quería.

Perdónala Señor, porque la culpa es mía.

Después de haber besado sus cabellos de trigo,

nada importa la culpa, pues no importa el castigo.

Fue un pecado quererla, Señor, y sin embargo

mis labios están dulces por ese amor amargo.

Ella fue como un agua callada que corría …

Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.

Perdónala Señor, tu que le diste a ella

su frescura de lluvia y su esplendor de estrella.

Su alma era transparente como un vaso vacío:

Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.

Pero, ¿cómo no amarla, si tu hiciste que fuera

turbadora y fragante como la primavera?

¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío

sobre la yerba seca y ávida del estío?

Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,

como un surco que intenta rechazar la simiente.

Era de otro. Era de otro que no la merecía,

y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.

Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:

Las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.

Y ella me dio su amor como se da una rosa

como quien lo da todo, dando tan poca cosa…

Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:

Ella no fue culpable, Señor … ni yo tampoco!

La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella

y me diste los ojos para mirarla a ella.

Sí, nuestra culpa es tuya; sí, es una culpa amar,

sí, es culpa de un río cuando corre hacia el mar.

Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,

que sería pecado mayor si no la amara.

Y por eso, perdóname Señor, porque es tan bella,

que Tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,

Tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,

Tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!

POEMA DE LA DESPEDIDA

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.

Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.

No sé si me quisiste… No sé si te quería…

O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,

me lo sembré en el alma para quererte a ti.

No sé si te amé mucho… no sé si te amé poco;

pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,

y el corazón me dice que no te olvidaré;

pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,

tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,

mi más hermoso sueño muere dentro de mí…

Pero te digo adiós, para toda la vida,

aunque toda la vida siga pensando en ti.

Poema de la despedida 3

Llamarada de ayer, ceniza ahora,

ya todo será en vano,

como fijar el tiempo en una hora

o retener el agua en una mano.

Ah, pobre amor tardío,

es tu sombra no más lo que regresa,

porque si el vaso se quedó vacío

nada importa que esté sobre la mesa.

Pero quizás mañana,

como este gran olvido es tan pequeño,

pensaré en ti, cerrando una ventana,

abriendo un libro o recordando un sueño…

Tu amor ya está en mi olvido,

pues, como un árbol en la primavera,

si florece después de haber caído,

no retoña después de ser hoguera;

pero el alma vacía

se complace evocando horas felices,

porque el árbol da sombra todavía,

después que se han secado sus raíces;

y una ternura nueva

me irá naciendo, como el pan del trigo:

Pensar en ti una tarde, cuando llueva,

o hacer un gesto que aprendí contigo.

Y un día indiferente,

ya en olvido total sobre mi vida,

recordaré tus ojos de repente,

viendo pasar a una desconocida…

POEMA DE LAS COSAS

Quizás estando sola, de noche, en tu aposento

oirás que alguien te llama sin que tú sepas quién,

y aprenderás entonces, que hay cosas como el viento

que existen ciertamente, pero que no se ven…

Y también es posible que una tarde de hastío

como florece un surco, te renazca un afán,

y aprenderás entonces que hay cosas como el río

que se están yendo siempre, pero que no se van…

O al cruzar una calle, tu corazón risueño

recordará una pena que no tuviste ayer

y aprenderás entonces que hay cosas como el sueño,

cosas que nunca han sido, pero que pueden ser…

Por más que tú prefieras ignorar estas cosas

sabrás por qué suspiras oyendo una canción

y aprenderás entonces que hay cosas como rosas,

cosas que son hermosas, sin saber que lo son…

Y una tarde cualquiera, sentirás que te has ido

y un soplo de ceniza regará tu jardín,

y aprenderás entonces, que el tiempo y el olvido

son las únicas cosas que nunca tienen fin.

POEMA DEL AMOR AJENO

Puedes irte y no importa, pues te quedas conmigo

como queda un perfume donde había una flor.

Tú sabes que te quiero, pero no te lo digo;

y yo sé que eres mía, sin ser mío tu amor.

La vida nos acerca y a la vez nos separa,

como el día y la noche en el amanecer…

Mi corazón sediento ansía tu agua clara,

pero es un agua ajena que no debo beber…

Por eso puedes irte, porque, aunque no te sigo,

nunca te vas del todo, como una cicatriz;

y mi alma es como un surco cuando se corta el trigo,

pues al perder la espiga retiene la raíz.

Tu amor es como un río, que parece más hondo,

inexplicablemente, cuando el agua se va.

Y yo estoy en la orilla, pero mirando al fondo,

pues tu amor y la muerte tienen un más allá.

Para un deseo así, toda la vida es poca;

toda la vida es poca para un ensueño así…

Pensando en ti, esta noche, yo besaré otra boca;

y tú estarás con otro… ¡pero pensando en mí!

POEMA DEL AMOR PEQUEÑO

Fue breve aquella noche. Fue breve, pero bella.

Poca cosa es el tiempo, que es también poca cosa,

porque nadie ha sabido lo que dura una estrella

aunque todos sepamos lo que dura una cosa.

Nuestro amor de una noche fue un gran amor pequeño

que rodó por la sombra como un dado sin suerte,

pero nadie ha sabido lo que dura un ensueño

aunque todos sepamos lo que dura la muerte.

Una noche es eterna para el que no la olvida,

y el tiempo nada importa para el sueño y la flor,

y, como nadie sabe lo que dura la vida,

nadie sabe tampoco lo que dura el amor.

POEMA DEL DESENCANTO

Y comenzamos juntos un viaje hacia la aurora

como dos fugitivos de la misma condena.

Lo que ignoraba entonces no he de callarlo ahora:

No valías la pena.

Ya llegaba el otoño, y ardía el mediodía.

Sentí sed. Vi tu copa. Pensé que estaba llena,

pero acerqué mis labios y la encontré vacía.

No valías la pena.

Te di a guardar un sueño, pero tú lo perdiste,

o acaso abrí mis surcos en la llanura ajena.

Es triste, pero es cierto. Por ser tan cierto, es triste:

No valías la pena.

Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho,

y el eslabón amable que es más que una cadena.

Pero hoy puedo decirte, sin rencor ni despecho:

No valías la pena.

Me alegré con tu risa; me apené con tu llanto,

sin pensar que eras mala ni creer que eras buena.

Te canté en mis canciones, y, a pesar de mi canto,

no valías la pena.

Me queda el desencanto del que enturbió una fuente,

o acaso el desaliento del que sembró en la arena.

Pero yo no te culpo. Te digo, simplemente:

No valías la pena.

POEMA DEL FRACASO

Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,

que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;

quería aprisionar un alma en un poema,

y que viviera siempre… pero no pudo ser.

Mi corazón, un día, silenció su latido,

y en plena lozanía se sintió envejecer;

quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido

y morir recordando… pero no pudo ser.

Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,

en un fugaz anhelo de gloria y de poder;

subió la escalinata de un palacio de oro

y quiso abrir las puertas… Pero no pudo ser.

Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,

por vivir plenamente la fiebre del placer;

ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,

un goce para él solo… pero no pudo ser.

Y hoy llegas tú a mi vida, con tu sonrisa clara,

con tu sonrisa clara, que es un amanecer;

y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara,

quiero vivir mi sueño… pero no puede ser.

Y he de decirte adiós para siempre, querida,

sabiendo que te alejas para nunca volver,

quisiera retenerte para toda la vida…

¡Pero no puede ser! ¡Pero no puede ser!

POEMA DEL LOCO AMOR

I

No, nada llega tarde, porque todas las cosas

tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;

sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,

cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.

No, Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío

saben secretamente que no hay amor tardío.

Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,

la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.

Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,

pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.

II

Amor, el niño loco de la loca sonrisa,

viene con pasos lentos igual que viene a prisa;

pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco

lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.

Así ocurre que un niño travieso se divierte,

y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.

Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,

porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.

Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde

Y ni siquiera entonces el amor llega tarde.

III

No, yo no diré nunca qué noche de verano

me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.

No diré que esa noche que sólo a ti te digo,

se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.

No, no diré esas cosas, y, todavía menos,

la delicia culpable de contemplar tus senos.

Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,

que era como la llave de una puerta cerrada.

Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,

y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.

POEMA DEL RENUNCIAMIENTO

Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.

Pasarás en silencio por mi amor, y al pasar,

fingiré una sonrisa, como un dulce contraste

del dolor de quererte … y jamás lo sabrás.

Soñaré con el nácar virginal de tu frente;

soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar;

soñaré con tus labios desesperadamente;

soñaré con tus besos … y jamás lo sabrás.

Quizá pases con otro que te diga al oído

esas frases que nadie como yo te dirá;

y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,

te amaré más que nunca … y jamás lo sabrás.

Yo te amaré en silencio, como algo inaccesible,

como un sueño que nunca lograré realizar;

y el lejano perfume de mi amor imposible

rozará tus cabellos … y jamás lo sabrás.

Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,

-el tormento infinito que te debo ocultar-

yo te diré sonriente: “No es nada … ha sido el viento”.

Me enjugaré la lágrima… ¡y jamás lo sabrás!

POEMA DEL SECRETO

Puedo tocar tu mano sin que tiemble la mía,

y no volver el rostro para verte pasar.

Puedo apretar mis labios un día y otro día…

y no puedo olvidar.

Puedo mirar tus ojos y hablar frívolamente,

casi aburridamente, sobre un tema vulgar,

puedo decir tu nombre con voz indiferente…

y no puedo olvidar.

Puedo estar a tu lado como si no estuviera,

y encontrarte cien veces, así como al azar….

puedo verte con otro, sin suspirar siquiera,

y no puedo olvidar.

Ya ves: tú no sospechas este secreto amargo,

más amargo y profundo que el secreto del mar…

porque puedo dejarte de amar, y sin embargo…

no te puedo olvidar!

POEMA PARA OLVIDARTE

Amar -nadie lo ignora- viene a ser como un juego:

el juego de dos almas y el juego de dos vidas.

Y hay quien gana y quien pierde. Tal vez lo sabrás luego,

si yo logro olvidarte pero tú no me olvidas.

Yo sé por qué lo digo. La vida tiene un modo

sutil de detenerse mientras sigue adelante,

y una mujer bonita puede olvidarlo todo

menos su última cita con su primer amante.

Por eso, allá… tan lejos.. en tus tardes de hastío,

puede ser que comprendas que el hombre a quien quisiste

llenó de mariposas tu corazón vacío

y de fechas alegres tu calendario triste.

Y como tu pasado no pasó todavía

tendrás que recordarme viendo en tu tocador

aquellos espejuelos oscuros con que un día

disimulaste un poco tus ojeras de amor.

Y yo sé que otro día, de rezos y conjuros,

te dirán que me he muerto -yo sé que será así-

y te pondrás los mismos espejuelos oscuros

para que nadie sepa que lloraste por mí.

SE DEJA DE QUERER

Se deja de querer…

y no se sabe por qué se deja de querer;

es como abrir la mano y encontrarla vacía

y no saber de pronto qué cosa se nos fue.

Se deja de querer…

y es como un río cuya corriente fresca ya no calma la sed,

como andar en otoño sobre las hojas secas

y pisar la hoja verde que no debió caer.

Se deja de querer…

Y es como el ciego que aún dice adiós llorando

después que pasó el tren,

o como quien despierta recordando un camino

pero ya sólo sabe que regresó por él.

Se deja de querer…

como quien deja de andar una calle sin razón, sin saber,

y es hallar un diamante brillando en el rocío

y que ya al recogerlo se evapore también.

Se deja de querer…

y es como un viaje detenido en las sombras

sin seguir ni volver,

y es cortar una rosa para adornar la mesa

y que el viento deshoje la rosa en el mantel.

Se deja de querer…

y es como un niño que ve cómo naufragan sus barcos de papel,

o escribir en la arena la fecha de mañana

y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.

Se deja de querer…

y es como un libro que aún abierto hoja a hoja quedó a medio leer,

y es como la sortija que se quitó del dedo

y solo así supimos… que se marcó en la piel.

Se deja de querer…

y no se sabe por qué se deja de querer.

Te acordarás

Te acordarás un día de aquel amante extraño

que te beso en la frente para no hacerte daño.

Aquel que iba en la sombra con la mano vacía,

porque te quiso tanto que no te lo decía.

Aquel amante loco que era como un amigo

y que se fue con otra para soñar contigo

Te acordarás un día de aquel extraño amante,

profesor de horas lentas, con alma de estudiante.

Aquel hombre lejano que volvió del olvido

solo para quererte como nadie ha querido.

Aquel que fue ceniza de todas las hogueras

y te cubrió de rosas sin que tu lo supieras.

Te acordarás un día del hombre indiferente

que en las tardes de lluvia te besaba en la frente,

Viajero silencioso de las noches de estío

que sembraba en la arena su corazón tardío.

Te acordarás un día de aquel hombre lejano,

del que más te ha querido porque te quiso en vano.

Quizás así de pronto te acordarás un día

de aquel hombre que a veces callaba y sonreía.

Tu rosal preferido se secará en el huerto

como para decirte que aquel hombre se ha muerto.

El andará en la sombra con su sonrisa triste

y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.

TU COLLAR DE PERLAS

Yo he visto perlas claras de inimitable encanto,

de esas que no se tocan por temor a romperlas.

Pero sólo en tu cuello pudieron valer tanto

las burbujas de nieve de tu collar de perlas.

Y más, aquella noche del amor satisfecho,

del amor que eterniza lo fugaz de las cosas,

cuando fuiste un camino que comenzó en mi lecho

y el rubor te cubría como un manto de rosas.

Yo acaricié tus perlas, sin desprender su broche,

y las vi, como nadie nunca más podrá verlas,

pues te tuve en mis brazos, al fin, aquella noche

vestida solamente ¡con tu collar de perlas!